Mi Declaración de Autoestima, por Virginia Satir

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Por Virginia Satir, Máster en trabajo social. 

Mi Declaración de Autoestima

Yo soy yo.

En todo el mundo no existe nadie

exactamente igual a mi.

Hay personas que tienen aspectos míos,

pero en ninguna forma el mismo conjunto mío.

Por consiguiente, todo lo que sale de mi es auténticamente mío

porque yo sola lo elegí.

Todo lo mío me pertenece: mi cuerpo,

todo lo que hace;

mi mente, con todos sus pensamientos e ideas;

mis ojos, incluyendo todas las imágenes que perciben;

mis sentimientos, cualesquiera que sean: ira, alegría,

frustración, amor, decepción, emoción;

mi boca, y todas las palabras que de ella salen, refinadas, dulces, o cortantes,

correctas o incorrectas;

mi voz, fuerte o suave,

y todas mis acciones, sean para otros

o para mí.

Soy dueña de mis fantasías,

mis sueños,

mis esperanzas,

mis temores.

Son míos mis triunfos y mis éxitos,

todos mis fracasos y errores.

Puesto que todo lo mío me pertenece,

puedo llegar a conocerme íntimamente.

Al hacerlo, puedo llegar a quererme

y sentir amistad hacia todas mis partes.

puedo hacer factible

que todo lo que me concierne funcione

para mis mejores intereses.

Sé que tengo aspectos que me desconciertan

y otros que desconozco.

Pero mientras yo me estime y me quiera,

puedo buscar con valor y optimismo soluciones para las incógnitas

e ir descubriéndome cada vez mas.

Como quiera que parezca y suene,

diga y haga lo que sea,

piense y sienta en un momento dado,

todo es parte de mi ser.

Esto es real y representa el lugar que ocupo en ese momento del tiempo.

A la hora de un examen de conciencia, respecto de lo que he dicho y hecho,

de lo que he pensado y sentido,

algunas cosas resultarán inadecuadas.

Pero puedo descartar lo inapropiado,

conservar lo bueno

e inventar algo nuevo

que supla lo descartado.

Puedo ver, oír, sentir, decir, y hacer.

tengo los medios para sobrevivir,

para acercarme a los demás,

para ser productiva

y para lograr darle sentido y

orden al mundo de personas y

cosas que me rodean.

Me pertenezco y así puedo estructúrame.

Yo soy yo y estoy bien.

© Virginia Satir, 1975.

Found in Virginia Satir, Self Esteem, Celestial Arts: California, 1975

Gestión de calidad en Servicios Sociales como herramienta de cambio social

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Antes de comenzar a hablar de crisis económica, todavía parecía posible mejorar aún más la practica profesional, y apostar por modelos de gestión basados en la transparencia, el rigor, la universalidad y el compromiso.

Esta fue mi aportación al VII Congreso Estatal de Escuelas Universitarias de trabajo social, celebrado en Granada, en 2008.

Gestión de calidad en Servicios Sociales como herramienta de cambio social

Poco a poco hemos ido perdiendo el hábito de cambiar y de ensoñarnos… se puede decir que la ´televisión oficial´ lo hace por nosotros”

Palabras clave

Calidad, intervención social, trabajo social, servicios sociales.

Introducción

La inercia del mundo deprisa en que vivimos nos impide plantearnos la “calidad” de nuestro trabajo; aunque si me apuras te diré que nos impide incluso plantearnos nuestra propia calidad de vida. Por este motivo me presento ante vosotros con la intención de discutir acerca de la importancia de llevar a cabo una revisión, evaluación y modernización de la concepción de los servicios sociales, de manera que se actualicen los presupuestos teóricos que motivaron su creación.

La sociedad se encuentra en un proceso de constante evolución, así como las necesidades de la población, aunque la adaptación de las instituciones a estas realidades es algo lenta. Se pretende poner de manifiesto la importancia de dotarse de los instrumentos necesarios para adecuarse a estos cambios y garantizar la prestación de unos servicios de calidad, superando el tradicional binomio Necesidad vs. Recurso.

Desarrollo

La sociedad de hoy día ha cambiado mucho en las últimas décadas; sin embargo el sistema público de servicios sociales es el mismo ahora que a finales de los años 80, en cuanto a concepción, principios, estructura y organización. Las prestaciones básicas en que se concretan, en muchos casos, no ofrecen una respuesta integral a las demandas que plantea la sociedad actual. Digamos que es nuestro modelo de servicios sociales el que selecciona a los usuarios que a él se dirigen, y no al contrario. Una de las consecuencias más inmediatas de este hecho es el uso repetitivo y poco eficaz que se hace de los servicios por parte de ciertos sectores de población, lo que desemboca en una progresiva falta de calidad respecto al resultado final de las actuaciones, así como a la consecución de –digamos- poco exigentes niveles de satisfacción humana. Estas situaciones reflejan el descuido de las diferentes organizaciones e instituciones sociales para determinar y atender las necesidades humanas, fundamentalmente porque se desconoce el impacto real de las intervenciones que se llevan a cabo. Esto puede venir dado por la falta de información para establecer una correlación de datos, inexistencia de evaluaciones sobre programas y objetivos, datos sobre satisfacción, etc. Se parte de la idea de que se necesita remover los cimientos del sistema, adecuando los programas, las intervenciones y recursos, teniendo en cuenta la percepción, por un lado, del propio personal, así como la percepción de los individuos, rescatando la importancia de colaborar conjuntamente en la consecución de sus objetivos, expectativas e intereses.

*** Algunas notas anecdóticas para la reflexión

1. Una señora acude puntual a la cita que tiene programada conmigo en Servicios Sociales Comunitarios. A rasgos generales, presenta buen aspecto y una esmerada formalidad en los gestos y palabras. La demanda que realiza se concreta en si la puedo ayudar a acceder a algún servicio público gratuíto en el que pueda tratar los problemas conyugales que tiene con su marido, pues no disponen de medios suficientes para pagarlo. Ambos tienen una hija de dos años; viven en la vivienda de la madre de él (gran dependiente) y ella es la encargada de cuidar a su suegra. En España no tiene lazo afectivo alguno (ella es ecuatoriana), salvo su hija, su marido y familia de éste. Las primeras impresiones son de que no existe índice alguno de riesgo social, simplemente la mujer veía como su matrimonio comenzaba a fracturarse y no sabía muy bien qué hacer.

La demanda se centra en la solicitud de ayuda para manejar o gestionar los conflictos conyugales, agudizados con otros elementos estresantes que se dan en la unidad de convivencia (situaciones de dependencia, desarraigo cultural, recursos económicos limitados, aunque no insuficientes …), de manera que se pueda fomentar la cohesión familiar.

2. Me llega un hombre al que -en sus propias palabras- su mujer ha abandonado y le ha echado de casa. Se ve en la calle y sin medios, con una gran depresión. Acude en estado de mucha agitación nerviosa, llorando, solicitando ayuda para controlar la situación. Se siente incapaz de soportar el dolor por el rechazo, por la ruptura. Señala no saber cómo encarar la lejanía de los hijos, quienes a la hora de elegir con quien vivir, seguro quedarían con la madre.

La demanda se concreta en la solicitud de apoyo emocional en el momento presente, así como de información acerca de grupos o asociaciones de hombres para participar en alguna actividad o taller. Se percibe que necesita fuerza e identificación con un grupo para avanzar.

Una de las preguntas para la reflexión sería: ¿donde caen estas demandas? Que cada uno conteste para sí mismo de qué modo hubiera actuado en cada uno de los casos.

No somos conscientes, pero trabajamos a ciegas. Es como si hoy día usáramos para vestirnos la ropa que compramos hace 20 años ¿se ajustaría a nuestra necesidad ahora?

El proceso de atención a las necesidades personales no depende únicamente de la disponibilidad o no de recursos, sino que hay aspectos que suponen un gran “valor” para el servicio, como por ejemplo la interacción entre profesional y usuario, dado que la relación terapéutica de ayuda que se establece entre ambos requiere de una serie de elementos que pueden aportar una mayor calidad, como –por poner un ejemplo- la recogida precisa de las informaciones y expectativas respecto al servicio, proporcionadas por la persona; el respeto a su historia personal y el derecho a recibir una información útil, tanto a nivel práctico como las precisas “devoluciones” acerca de los aspectos positivos y rescatables de su situación.

Todo esto implica apostar por una forma de trabajo apoyada en el principio de mejora continua, que contempla lo siguiente:

PLANIFICAR: procesos y resultados

HACER: según lo planificado

VERIFICAR Y EVALUAR: medir lo planificado – hecho

ACTUAR PARA MEJORAR: en consecuencia con los resultados

La calidad de nuestro trabajo generalmente se mide por el número de personas atendidas, prescripciones de recurso realizadas, tiempo invertido, nº de visitas, etc. Pero en realidad estos datos no permiten tomar decisiones oportunas orientadas a promover cambios, por ejemplo, a la hora de plantear el marco terapéutico más adecuado para desarrollar el trabajo con el usuario, así como para ver la repercusión real que tienen nuestras intervenciones, si cumplimos o no con la función social para la que hemos sido concebidos, como agentes sociales de cambio. Estos elementos no se tienen en cuenta en la intervención social, por tanto trabajamos con una venda en los ojos, perdemos la actitud crítica, caemos en la queja constante, que no es sino un circulo vicioso que no nos permite hacernos responsables de todo lo que acontece en nuestro ámbito de trabajo.

Con todo lo dicho, debemos reconocer que es un poco arriesgado hablar de gestión de calidad en el ámbito de la intervención social, pues este término siempre se ha asociado al ámbito de la empresa, de bienes y de servicios; se ha concebido como una estrategia de marketing, para diferenciar a unas empresas de otras y obtener como resultado más prestigio y más ingresos. En este sentido, lo realmente importante es la obtención de un certificado de calidad -al precio que sea- y hay ejemplos más que suficientes para demostrar que (en muchos casos) éste puede obtenerse burlando el trabajo de los auditores de calidad, mediante la implantación de sistemas excesivamente documentales, caracterizados por la generación de tediosos e innecesarios registros que surgen con el fin de demostrar o dejar evidencia de la realización de ciertas actividades que, en realidad, no dejan claro si aportan o no valor al servicio en cuestión.

Mi experiencia es que cuando la calidad es genuina, es decir, no se “prostituye”, la preocupación por la misma puede facilitar que los servicios respondan de forma más precisa a las necesidades que motivaron su creación, así como puede provocar cambios internos en organizaciones, grupos e instituciones, dirigidos a huir de posturas viciadas, carentes de objetivo y -por ende- de sentido. Se ha de procurar que los modelos de gestión en servicios sociales sean lo más transparentes y eficaces posibles, centrados en las necesidades reales de las personas y alejados de un modelo de bienestar inmovilista y rígido. Es importante añadir que la concepción de los servicios no debe ir orientada únicamente hacia unos resultados, que es lo que se desprende (como hemos visto) de la lógica empresarial y liberal, sino que ha de primar el interés hacia la gestión por procesos, puesto que pone el énfasis en huir de estructuras departamentales, en las cuales todas las partes implicadas en el desarrollo de un conjunto de actividades o servicios, desconocen la repercusión final de la labor que realizan, lo que puede provocar actitudes pasivas y poco motivadoras hacia el propio trabajo y hacia lo que recibirán los sujetos de nuestras intervenciones. Se debe destacar que los recursos humanos son los protagonistas de toda gestión ligada a cuestiones de calidad, sobre todo en el delicado campo de lo social, ya que los riesgos laborales asociados al desempeño de nuestra profesión se ven agudizados por entornos de trabajo multiproblemáticos, estresantes, en muchos casos de graves carencias, no sólo económicas, sino de habilidades personales, afectivas y demás, que obligan a los técnicos a desarrollar estrategias para desvincularse lo máximo posible de la labor diaria, en aras a evitar sentimientos de frustración y desmotivación que pueden venir de la mano de ciertas situaciones en las cuales nuestra actuación se vea muy limitada.

Cabe destacar que en distintas comunidades autónomas se han aprobado leyes autonómicas en las que se recoge la calidad como objetivo; por ejemplo la Rioja, Cataluña, Madrid, etc. Estas leyes surgen como una exigencia ética para alcanzar un mayor nivel de mejora y compromiso en la prestación de los servicios sociales, y articula la promoción de la cultura por la calidad centrada en el ciudadano, que ha de obtener respuestas eficaces y transparentes, centradas en la gestión, mediante la elaboración de programas y la formación de los profesionales para que participen activamente en el diseño de procesos de mejora y centradas en la toma de decisiones en base a informaciones sobre objetivos y optimización de recursos.

Esto supone un antes y un después en la tradicional concepción de la actividad asistencial en nuestro pais, al considerar de vital importancia el involucrar en procesos de mejora todas las actividades relacionadas con los servicios sociales, estableciendo la misión, visión y valores de los servicios sociales hoy día, así como los medios que se ponen al servicio de una gestión transparente, participativa, eficaz, preventiva, coherente y moderna.

Algunas conclusiones

La evolución de los servicios sociales en España ha sido ágil en comparación con otros países de la Unión Europea. Sin embargo, a pesar de que en España se goza de las ventajas de un estado de bienestar, en estos momentos se hace necesario consolidar toda la labor llevada a cabo en los últimos treinta años en materia de servicios sociales, y apostar por modelos de gestión de calidad basados en la mejora continua y en la satisfacción del cliente- usuario. Estas políticas de modernización de la sociedad están en sintonía con las nuevas tendencias europeas, en cuanto a modelos de gestión de los servicios, ya que ofrecen una mayor sensación de confianza y transparencia en la sociedad, puesto que se controla periódicamente la idoneidad de las prestaciones en relación a las necesidades de los usuarios.

La aparición de nuevos fenómenos sociales está provocando importantes cambios en la estructura social, ya que actualmente encontramos que las herramientas con las que ayer contábamos para hacer frente a los problemas sociales, hoy se nos antojan desfasadas, obsoletas e insuficientes; encontramos que la sociedad de nuestros días está impregnada de fenómenos multiculturales, de nuevas formas de modelos de familia, debilitamiento de redes sociales que provocan la falta de seguridad afectiva, el envejecimiento progresivo de la población, el surgimiento de los nuevos modelos de esclavitud relacionados con la adquisición de hipotecas vitalicias que obligan, en muchos casos, a vivir por debajo del umbral de la pobreza, la tendencia progresiva hacia la privatización de los servicios públicos; los consabidos -y en aumento- problemas de aislamiento o de soledad, etc.

La gestión de calidad se presenta como una opción destinada a analizar las necesidades sociales de hoy día, así como las nuevas estrategias de intervención para atajarlas, superando la concepción de la satisfacción de las necesidades humanas, hacia la afirmación de una serie de derechos sociales que faciliten una mejor definición de los servicios, de los criterios y modelos de intervención, así como de la optimización de recursos en servicios sociales.

Hemos avanzado en recursos, es cierto, pero ¿y la intervención … y el proceso metodológico … y la relación de ayuda? Con estas cuestiones me despido de todos vosotros, con la esperanza de haber sembrado una pequeña semilla en vuestras conciencias que os ayude a cuestionaros vuestro propio trabajo, así como las fuerzas que nos empujan día a día en la misma dirección.

Bibliografía

María Luisa Setién y Enrique Sacanell. La calidad en los servicios sociales: conceptos y experiencias. Tirant lo blanch. 2003.

Manual de buena práctica para la atención residencial a la infancia y la adolescencia. Ministerio de trabajo y asuntos sociales. Madrid. 1998.

Fernando Casa Minguez. Derechos humanos, calidad y servicios sociales. Universidad de Castilla La Mancha. 2005.

Teresa García Giradles y Elena Roldán García. La profesión en el campo social. Los cambios sociales y sus efectos en el sistema de servicios sociales. E.U. de Servicios Sociales, Universidad Complutense de Madrid. 2006.

María Riley y Fátima Mello/ AEAM. Acuerdo General sobre el comercio de servicios. Alianza Ecuménica de Acción Mundial. 2003.

Miralles, J. (1992). El debate del Estado de Bienestar. Barcelona, España. ISBN: 84-88341-04-0.

FANTOVA, F. (2004): El discurso de la calidad en la gestión social: narraciones y cristalizaciones. Boletín del CIES, núm. 20, noviembre 2004.

Carmen María Romero y Jorge Arturo Sáenz F. (2005) Calidad en los Servicios Sociales. Revista de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Costa Rica.

Superar el pasado

No se si conocéis a Viktor Frankl y su libro: «El hombre en busca de sentido«. Para mi es un personaje que ha dejado una importante huella en la historia de la humanidad y en cuyo recuerdo me gusta apoyarme. ImagenViktor atravesó por una serie de experiencias bastante difíciles y dolorosas a lo largo de su vida (fue un sobreviviente de los campos de concentración nazi) y tuvo la facultad o gracia de extraer la savia de todo aquello y reconvertirlo en algo positivo y útil para regalárselo al mundo.

Nació en Viena en 1905, en el seno de una familia judía. Desde muy joven Viktor se interesó por la psicología, estudiando medicina en la Universidad de Viena y especializándose en psiquiatría y neurología.

En Otoño de 1942 fue deportado junto a su esposa y a sus padres a un campo de concentración. Estuvo en cuatro campos distintos: Theresiendstadt, Auschwitz, Kafering III y Turkheim. Las condiciones de vida eran nefastas y mínimas. Los despojaron de todo: la vestimenta, el calzado… y el alimento que les proporcionaban era de lo más escaso (la dieta diaria se reducía a una única ración de «sopa» y un trozo pequeño de pan). Asistió a todo tipo de injusticias, maltratos, muertes y asesinatos. Sin ir más lejos, Viktor Frankl sobrevivió al Holocausto, pero tanto su esposa como sus padres fallecieron en los campos de concentración.

Durante los meses que estuvo en Auschwitz fue escribiendo sobre su experiencia, en trozos de papel diminutos que afortunadamente pudo llevar con él. Durante este período él relata cómo el sentido del humor, el amor y las meditaciones lo ayudaron a sobrevivir.

(…) “Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad -aunque sea sólo momentáneamente- si contempla al ser querido”. Viktor Frankl.

La experiencia vivida a lo largo de los tres años que pasó en los diferentes campos de concentración, llevó a Frankl a desarrollar otra visión, en la cual él se considera un ser autoconsciente, capaz de observar su propia vida, capaz de decidir en qué modo podía afectarle todo aquello. Entre lo que estaba sucediendo y lo que él hiciera, entre los estímulos y su respuesta, estaba por medio su libertad, su poder para cambiar esa respuesta. Nos dejó la importante enseñanza de que los hombres, sean cuales fueren las circunstancias en que viven, pueden formular sus propios programas, proponerse proyectos en la vida y alcanzarlos. Las personas tienen el potencial de elevarse por encima de sus instintos, condicionamientos personales, familiares o sociales. No es que esos condicionamientos no influyan, porque sí influyen, y mucho, pero nunca llegan a eliminar su libertad.

En 1945 fue liberado de los campos de concentración, y decidió recoger por escrito todas las experiencias que lo acompañaron durante su estancia en los mismos, dejando fe de ello con su testimonio.

El dolor realmente tiene sentido cuando tú mismo te conviertes en otro hombre”. Viktor Frankl.

Independientemente de las situaciones por las que atravesamos, es lo que decidimos hacer con nuestro pesar lo que importa. Lo más útil para la persona puede ser enfocar todo ello con un sentido de perspectiva y autocompasión, reconociendo que, en las condiciones más adversas que nos podamos imaginar, siempre hay alguna alternativa o forma de responder a la adversidad, y no todo está perdido.

La responsabilidad es un punto muy importante a retomar, ya que Frankl nos dice al respecto que es un componente primordial para lograr responder a lo que la vida nos propone, realizando lo máss adecuado a cada situación; porque no se trata de utilizar muestras potencialidades en aspectos negativos, como el de tratar de escapar del dolor refugiándonos en el alcohol o en actividades que no nos permitirán llevar a cabo la misión de nuestra vida.

Ser responsable significa ser selectivo, ir eligiendo”. Viktor Frankl.

Cuando Frankl habla del sentido de la vida se basa en tres valores fundamentales, que son los vivenciales, los de creación y los de actitud. Aceptamos, por tanto, la experiencia y decidimos cómo vivirla; aceptamos igualmente los errores que podamos cometer, como seres humanos que somos, y de este modo no permanecemos atados a ellos, sino que tomamos un camino, pues lo importante no es el error, sino lo que haces con él.

El ser humano no es una cosa más entre otras cosas; las cosas se determinan unas a las otras; pero el hombre, en última instancia, es su propio determinante. Lo que llegue a ser -dentro de los límites de sus facultades y de su entorno- lo tiene que hacer por sí mismo”. Viktor Frankl.

Viktor es el creador del análisis existencial, con su aplicación terapéutica llamada Logoterapia, donde hace hincapié en que no basta con vivir, sino que se requiere la pasión de vivir con un sentido.

Durante su vida publicó más de 30 libros, traducidos a numerosos idiomas, impartió cursos y conferencias por doquier, y recibió 29 doctorados Honoris Causa por distintas universidades del mundo. Su obra más importante o conocida es “El hombre en busca del sentido”, del cual se han vendido cerca de nueve millones de ejemplares.

Falleció el 2 de septiembre de 1997, en Viena.

Y lo único que puedo añadir a esta entrada es: “GRACIAS MAESTRO”.

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Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Drogas y adicciones en la sociedad actual

En el año 2006 se me ofrece la posibilidad de colaborar en la redacción de un libro sobre el consumo el consumo de drogas en la sociedad actual, concretamente centrado en la etapa de la adolescencia. Mi colega Antonio Molina y yo nos ponemos manos a la obra y concluimos nuestra aportación con la confección de un capítulo para el libro, del cual paso a compartir la introducción.

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El adolescente ante las drogas.

Antonio M. Molina Moreno. Departamento de personalidad, evaluación y tratamiento psicológicos de la Universidad de Almería.

Inmaculada Asensio Fernández. Trabajadora social.

A modo de introducción

Existe cierto consenso entre expertos del estudio del desarrollo evolutivo humano a la hora de definir la adolescencia como un periodo de la vida o ciclo vital lleno de cambios (físicos, cognitivos y emocionales) y conflictos personales motivados por la intención de adoptar, por parte del adolescente, una identidad particular genuina a modo de ajuste creativo -en términos gestalticos- para alcanzar un estilo propio de personalidad. Dichos cambios son entendidos como parte de un proceso evolutivo de transformación de las relaciones que surgen en la adolescencia: se negocia con los padres nuevos niveles de autonomía e independencia, acordes con su edad, y al mismo tiempo se mantienen los vínculos afectivos con ellos (Collins, 1997).

No obstante, estos cambios no se originan de forma brusca y rápida, sino de manera progresiva en interacción con las personas que constituyen el contexto familiar más inmediato. En este sentido, los conflictos familiares que se producen en la etapa de la adolescencia en torno a los horarios, las tareas domésticas, lo deberes escolares, etc. resultan ser asuntos menores (Palacios y Palacios, 2002) cuya resolución dependerá de la calidad de las relaciones afectivas (intimidad, afecto, comunicación y aceptación incondicional) entre padres e hijos. Más adelante se analizarán las repercusiones asociadas a una deficitaria relación afectiva y las potenciales consecuencias que ello conlleva en el adolescente ante la decisión de tomar o no drogas.

Es en este periodo de crecimiento personal en el que los apoyos externos (familia, grupo de amigos, profesores…), diferenciados en los valores que cada uno promulga y defiende, se configuran como elementos de influencia. A menudo encontramos situaciones en las que el adolescente lucha en un intento desesperado por desligarse de ciertos grupos (en los cuales se haya inmerso) en pos de la búsqueda de una identidad propia, aspecto por el que se caracteriza este periodo de la vida. En esta situación de cambios, las personas más cercanas al adolescente – generalmente la familia- van a tener un papel fundamental, sirviendo como referentes de esta aparente muestra de “rebeldía” hacia las personas de autoridad y hacia los valores establecidos. Es decir, la familia como entidad relacional va a constituir un punto clave de apoyo en la emergencia de la identidad del adolescente. Por un lado, la familia es para el joven aquello de lo que quiere desligarse, independizarse, pero al mismo tiempo constituye el lugar de encuentro donde regresa cuando se encuentra desorientado.

El adolescente presenta en este periodo de su vida con un repertorio más desarrollado (en función de las habilidades, conocimientos y valores adquiridos por cada durante la niñez), mostrando mayor capacidad de discriminación, mayor grado de conciencia de su entorno y de sí mismo, reconocimiento de la relatividad de lo que conoce, etc. Se encuentra en este momento con que la sociedad va a exigirle “que sepa lo que quiere en la vida”, “que tenga las ideas claras”, “que trabaje para labrarse un futuro” cuando la realidad es que el adolescente está viviendo cambios a distintos niveles. Para McConville (1995) el periodo de la adolescencia se caracterizaría por tres momentos vitales: a) una adolescencia temprana, en la que su máxima expresión es el desarraigo o desapego de vínculos familiares; b) una adolescencia media caracterizada por la interiorización y c) una adolescencia tardía en la que su máxima expresión sería la integración. Estos tres momentos vitales se desarrollarían a lo largo de un continuo y la resolución de cada uno de ellos en parte determinaría el abordaje de la vida adulta. En general, los rasgos identificados en cada etapa sirven de orientación acerca de los cambios experimentados por el adolescente que, indudablemente, no se pueden generalizar, pero bien pueden servir de guías para aprehender este periodo de la vida.

Desde esta perspectiva, la primera etapa se contempla como una reelaboración de fronteras interpersonales en la que el adolescente toma distancia de sus padres y de otros adultos, retirándose físicamente, rechazando valores y reglas aprendidos en el contexto más inmediato. En este contexto persona el adolescente desea experimentar con su propio apoyo, se adueña de su espacio y tiempo, vive su privacidad, al tiempo que busca confirmación en el ambiente.

La segunda etapa se caracteriza por la apertura a sus propios sentimientos y emociones. Es el momento en el que el adolescente vive su primer amor, usa los diarios para reflejar sus sentimientos, se identifica con determinadas canciones, vive el aislamiento con tintes melancólicos, reflexiona sobre las “máscaras” sociales,,, Es el contexto personal en el que descubre la diferencia entre lo que siente y la forma de expresarlo: distingue entre confiar y no confiar en los demás.

Finalmente, la tercera etapa (integración) se contempla como el momento de la experimentación, de la puesta en práctica de la identidad formada, de lo que “soy yo” y adónde “yo me dirijo”. Es el momento de las elecciones y las decisiones (estudios, profesión…) y de “enfrentamiento” con el mundo real. Es el encuentro con uno mismo en el que el adolescente logra un sentido de identidad propio. La resolución de este cúmulo de cambios internos y externos dependerá de cómo el adolescente llegue a este periodo de la vida y de qué tipo de apoyos externos disponga. En este contexto relacional pueden hacer acto de presencia, en su forma más directa, las drogas, con las diversas funciones que a su uso se les ha otorgado, a saber, como sustancias de iniciación, de diversión, otras de experimentación y finalmente utilizadas como medio de evitación de las cosas desagradables del vivir.

Este es el caldo de cultivo en el que hacen acto de presencia los múltiples programas preventivos sobre el consumo de drogas. Cada uno lleva un estandarte particular (“no a las drogas”, “es tu responsabilidad”, “por tu salud”…) pero a todos ellos les une un objetivo común que es reducir el consumo de drogas en los jóvenes. En general, los programas de prevención de drogas en la población adolescente han ido dirigidos a proporcionar información sobre los efectos y consecuencias que conlleva el abuso de drogas. Son campañas amplias, dirigidas al grueso del grupo de adolescentes, residiendo tal vez ahí la gran dificultad de ser efectivas.

A continuación se van a presentar algunos datos de la prevalencia más recientes sobre el consumo de drogas en la población española que bien pueden entenderse como un indicador del efecto producido por las distintas campañas diseñadas para disminuir el consumo de sustancias en la adolescencia.

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Los aspectos sociales de la enfermedad de esclerosis múltiple

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En el año 2003 tuve mi primera oportunidad laboral como trabajadora social, en la Asociación de Esclerosis Múltiple de Almería. A pesar de no tener experiencia, me sentía bastante inclinada a apoyar a las personas afectadas por esta enfermedad. Fue un trabajo laborioso e intenso. Recibía y atendía a personas recién diagnosticadas y a sus familias, proporcionando el apoyo y la contención necesarias a cada caso y situación. Algunas entrevistas eran “fuertes”, en el sentido de intensas, tanto para ellos como para mí. Con esta primera experiencia laboral pude darme cuenta de lo importante que es desarrollar una ACTITUD PROSOCIAL en este tipo de trabajo, pues el componente humano de la intervención profesional no puede ser más necesario.

Realicé actividades diversas, con un margen de libertad bastante apropiado a ese momento y circunstancias para mi, entre las cuales está el hecho de que la Asociación Española de Esclerosis Múltiple (AEDEM) me permitió publicar mi primer artículo de carácter profesional en su revista , de tirada nacional. Para mi supuso un reto en aquel momento hablar sobre LOS ASPECTOS SOCIALES QUE RODEAN A LA ENFERMEDAD, así como de las actividades y proyectos que en ese momento llevaba a cabo la Asociación en la provincia de Almería. 

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El impacto que genera el diagnostico de esclerosis múltiple en la persona y en su familia, sean cuales sean las repercusiones y el alcance real de la enfermedad a nivel físico, es decir, sus síntomas, en muchas ocasiones es mucho mayor que la propia enfermedad en sí. Esto lo he podido constatar mediante el fruto de mi trabajo en la provincia de Almería. En temas de salud no se puede hablar de enfermedades, sino de enfermos, por tanto se ha de atender a la particularidad y singularidad de cada caso. 

En mi día a día, yo me encontraba con personas que padecían esta enfermedad cuyas evoluciones eran completamente distintas, tanto física como psicológicamente. Sin embargo, debo reconocer que un número significativo de personas a las que entrevisté y con las que me relacioné, que tenían el diagnostico desde hacía algunos años, otros meses, eran personas en las que la enfermedad casi no se había abierto camino a nivel físico; no obstante, el peso del estigma y del diagnostico hacía una mella lo suficientemente grande y pesada en su vida, que requería igualmente de intervención individual, de apoyo y motivación. Esto es lo que la gente no suele comentar sobre este tipo de enfermedades. Se da la circunstancia de que por el contrario, casi todas las noticias que nos llegan de los medios de comunicación, son de personas que se encuentran con un nivel de deterioro quizá mayor, y la persona a la que “colocan el traje de esclerótica” comienza a generar una serie de pensamientos e imágenes que le hacen cambiar por completo el concepto de sí mismos, su autoimagen y su percepción acerca de la vida, sus familiares, amigos… y del mundo en general.

Se puede decir que los aspectos sociales que rodean la enfermedad son, en la mayor parte de las ocasiones, mucho más perniciosos que la enfermedad en sí, sobre todo por el cambio en la forma de percibir la vida. Esto nos lleva directamente a valorar el impacto de la etiqueta en la vida de una persona, y ahí es donde el profesional trabajador o trabajadora social tiene mucho que decir y hacer, así como facilitar las adaptaciones y herramientas necesarias para que la persona re-interprete toda esta complejidad de sentimientos y situaciones, que no es ni más ni menos que el origen de gran parte de su sufrimiento.

Tengo que añadir que fue una experiencia interesante, que meses más tarde me llevó a ser invitada por la Fundación Almeríense de Asociaciones de personas con Discapacidad, a unas Jornadas sobre la misma temática del artículo publicado en la citada revista. Como gran parte de las cosas que nos pasan en la vida, donde se dan estas sinergias, casualmente mi siguiente empleo como trabajadora social se debió a mi participación en aquel evento, de manera que al mes siguiente estaba trabajando para esa misma Fundación que me había invitado, aunque en otra de sus asociaciones, esta vez en la Asociación de Personas con Discapacidad Física EL SALIENTE, centro especial de empleo.

Me siento muy agradecida por mi colaboración en todas las asociaciones mencionadas. En este primer articulo se enmarca mi primera experiencia profesional, que da a luz a una inquietud literaria e investigadora que hoy día me sigue acompañando, tanto en vertiente personal como profesional.

Gracias.

Cualidades de l@s grandes trabajadores/as sociales

Cualidades de l@s grandes trabajadores/as sociales

El trabajo social atraviesa momentos difíciles, fundamentalmente porque se está enfrentando a una situación económica generalizada que está limitando los recursos con los que complementa su trabajo con personas, grupos y comunidades, y con los que pretende erradicar y/o reducir situaciones de marginalidad, exclusión, injusticia y pobreza.

En estos momentos más que nunca es necesario revisar la ética del trabajo diario, así como los valores y las cualidades que no pueden faltar en ninguna de sus intervenciones.

En mi caso, aprovecho para reivindicar que la justicia social no puede estar en manos de unos pocos, ni ser un asunto meramente de agenda. Ha de formar parte de la estructura cívica y natural de cualquier tipo de agrupación social, sea ésta una ciudad, un poblado, una nación o un mundo entero.