Seducir, más que un arte, es darse valor

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Esta entrada de hoy la incluyo dentro del apartado del blog denominado recursos para avanzar.

¿Porqué escribir sobre seducción?

Como ya habréis comprobado me siento inclinada a compartir historias y experiencias varias relacionadas con el campo del desarrollo personal, además -claro está- de lo social, dada mi formación académica como trabajadora social. En este sentido, considero que el tema de la seducción jamás pasa de moda, y que no sólo es aplicable al campo del romance o del amor, sino a cualquier tipo de situación en la que deseamos causar una buena impresión a los demás o en la que deseamos atraer algo valioso a nuestra vida.

Como cada persona que está leyendo esta entrada es única, tiene la libertad de interpretarla en la situación que más le convenga en este momento y situación.

Darnos valor.

Yo digo que seducir es darse valor, algo que no solemos aprender en el seno de nuestras familias, ni en la educación primaria ni secundaria. Darnos valor se refiere a no depositar en los demás nuestra propia aprobación, así como reconocer nuestras virtudes, nuestros puntos fuertes, nuestros talentos y “gracias” naturales y mostrárselas sin ningún pudor al resto del mundo… ¿Porqué no? ¿Qué dejo yo de hacer cuando me digo que no valgo?

Hay ocasiones en las que encontramos dificultades para gustar(nos), para atraer(nos) y para valorar(nos), con lo cual llega un momento en que la ecuación seducción, yo, los otros-as: no ofrece buenos resultados.

La seducción, tirando de diccionario, es el acto de seducir, inducir y persuadir a alguien con el fin de modificar su opinión o hacerle adoptar un determinado comportamiento, según la voluntad del que seduce. Por tanto, en esta primera acepción del diccionario vemos que seducir supone “engañar con arte y maña”; sin embargo hay otros que apuntan a que hoy día seducir es el “arte de hacer feliz a otra persona”. Creo que esto es una gran verdad y que de seductores de este tipo, como dice la expresión popular: ya me gustaría a mi tener el maletero lleno; y no es broma.

Para hacer feliz a otra persona tenemos que sentirnos a gusto, confiados y seguros en el momento concreto de la interacción. De este modo, si yo no me valoro, si no me veo capaz de despertar el interés de otra persona, lo más probable es que reprima “mis encantos naturales” y retroceda en el momento justo de intentarlo; bien con excusas, bien con actitud de derrota o desilusión, o lo que es peor aún, con mal humor.

Hay una serie de premisas básicas que se pueden tener en cuenta en estos temas:

ELIGE EL MEJOR PERFUME. El mejor perfume para seducir es una buena sonrisa y una buena dosis de optimismo. Y ese es el perfume que todos-as deberíamos ponernos al comenzar el día, para asegurarnos experiencias gratas y amables con las que alimentar(nos).

ACERCATE. Igualmente, para seducir tiene que haber un acercamiento a la persona o situación en cuestión que deseamos atraer. Esto está claro. Acercarte a lo que deseas demuestra valor y determinación. Pero ¡ojo! una cosa es acercarse y la otra es invadir o avasallar. A pocas personas gusta tener a alguien encima suyo todo el día (mensajes, whatsap, llamadas de teléfono, emails…); y por muy bien que se nos de el disimulo, cuando una persona es pesada SE NOTA, lo veas o no.

SIÉNTETE CÓMODO-A. Merece la pena reflexionar y ser cautelosos en la medida, que haya un claro equilibrio entre el dar y el recibir… sobre todo al principio, procurando siempre sentirnos en la posición más cómoda posible con nosotros mismos-as.

¿CÓMO ME RELACIONO? Los problemas para seducir/ persuadir (en lo personal y en lo profesional), por lo general son problemas para relacionarse, problemas de comunicación (verbal, corporal y comportamental o actitudinal). Falta de habilidades, confianza y seguridad para conversar. Una buena recomendación respecto a este punto de conversar puede ser hablar desde ti, pues si hay algo que conmueve de verdad son las propias experiencias, y en ese terreno nadie sabe más que nadie. Pero tampoco es necesario que hables tú todo el tiempo, ni que entres en profundidades oceánicas (ya me entiendes)… escucha lo que la otra persona tiene que decir, date la oportunidad de conocerla; déjala compartir contigo sus propias impresiones y experiencias.

OBSERVA. Si lo consideras conveniente a la situación, explora sus méritos, lo que habla, su apariencia, el ambiente que os rodea. Detecta qué te gusta realmente de esta persona, qué la ha hecho especial a tus ojos. El ser selectiva-o te distingue del resto.

NO TE ESFUERCES EN EXCESO. Si para seducir a una persona te ves en una situación en la que tienes que esforzarte, es que la cosa no fluye. Cuando nos esforzamos demasiado, inconscientemente estamos enviando el mensaje a la otra persona de que no tenemos muchas opciones, y por eso estamos ahí, aguantando y tirando con fuerza del carro.

«JUEGA», PUEDE SER DIVERTIDO. En la seducción siempre hay un aliciente (aunque sea inconsciente) de “ganarse” a la otra persona; es decir, hay una especie de juego o afán de conquista. Si no dejas oportunidad al otro-a para que pueda ganarte a ti de algún modo, la partida habrá terminado antes de comenzarla (no me puedo ganar a alguien que está perdiendo la estampa por ganarme a mi). Una recomendación que en algunas situaciones de este tipo puede ser útil es limitar la inmediatez con la que la persona en cuestión accede a ti, me refiero a cada momento y situación en la que quiere verte y compartir contigo. El mensaje oculto o no expresado de: “Hola, estoy disponible las 24h” no suele darnos valor, pues de alguna forma, como todo lo valioso es escaso, limitando tu disponibilidad puedes aumentar el interés para esa persona. Aunque claro, luego cada situación es un mundo

A modo de conclusión (…)

Estas son sólo algunas reflexiones y aproximaciones al entorno de la seducción o al “darnos valor”. Una cosa has de tener clara: si la persona en cuestión no muestra interés o directamente te rechaza, por favor, no des tanta importancia a este hecho, máxime si hace poco tiempo que la conoces. NADIE GUSTA A TODO EL MUNDO. Tú sigues siendo igual de valioso-a que al principio, y esa persona o experiencia es sólo una gota en medio del basto mar de las probabilidades.

Si te duele mucho mucho, no tiene nada que ver con ella, sino contigo. Revisa lo que hay dentro de ti que no te permite pasar página.

Nunca pongas tu valor en manos de nadie.

Y déjame decirte que nadie es NADIE. Sólo tú conoces bien quién eres y cómo has llegado hasta aquí. Ese valor has de fijarlo en primer lugar tú, y después ya veremos.

La primera y mayor conquista es con uno-a mismo-a. 

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Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Cerrar asuntos pendientes

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Los asuntos pendientes son aquellas cosas que no hemos hecho o dicho, y que nos dejan de algún modo ligados a determinadas personas y/o situaciones. Nos acompañan, no nos sueltan. Seguimos nuestro camino pero de vez en cuando acuden a nosotros en forma de “memorias”. PESAN.

Hace unos años asistí a un taller para aprender a acompañar a las personas a morir. Se trataba de un taller vivencial para integrar la muerte, dado que nos guste o no, forma parte de la vida. Hubo un aspecto muy importante que descubrí mediante la asistencia a este taller, y es que las personas, cuando se encuentran cercanas a la muerte, desean cerrar o “poner fin” a experiencias vividas. Como señala Alicia Salinas Lamadrid en su libro “Acompañar en la enfermedad, el dolor y la muerte” <<cerrar asuntos pendientes no se refiere solamente a asuntos materiales, sino también a aspectos internos de la persona, sobre todo a la expresión de emociones y pensamientos nunca dichos en relación con las personas o cosas>>.

En este tipo de trances, se da el caso de la señora de 75 años que en su lecho de muerte se encuentra balbuceando el nombre de su primer amor, con el que no pudo materializar su sueño. O el señor de 82 años que en sus últimos momentos solloza llamando a su hermano, al que hace más de 40 años no ve tras aquella discusión familiar que, a fecha de hoy, probablemente ambos valorarían de absurda.

«Felices y sabios aquellos que se empeñan en ser en esta vida tal como les gustaría ser en el momento de su muerte. Empéñate en vivir así ahora para que la muerte te encuentre feliz y sin miedo».

T. Kempis.

Los asuntos pendientes nos muestran algo muy valioso: qué limitaciones hemos tenido para abordar todo aquello, y qué limitaciones tenemos ahora, en este momento presente, para zanjar el tema en nosotr@s y seguir caminando, con la cabeza bien alta y el corazón tranquilo. Digamos que en términos académicos, harían referencia a las lecciones de vida por las que hemos pasado de puntillas, o directamente no hemos aprendido.

Estamos en la escuela de vida, donde hay lecciones fáciles y difíciles. Obvio que tod@s preferimos sacar buena nota en todas ellas, aprobar a la primera e ir parejos a nuestro curso, según la edad… pero al margen de esa necesidad egótica, lo importante es que el paso por cada una de esas lecciones o etapas vitales, nos ayude a rescatar lo mejor de nosotr@s mism@s, a verlo con claridad, y a integrarlo para que nos haga más agradable y lúcida la experiencia de estar aquí.

Siguiendo a Alicia Salinas Lamadrid, estos serían algunos asuntos pendientes típicos:

  • Revisión de la propia vida: volver tu mirada al camino andado.

  • Plantearte qué te gustaría repetir si volvieras a vivir de nuevo, y hacerlo.

  • Enumerar las tareas que quieres terminar: escribir un libro, terminar un proyecto, plantar un árbol, poner por escrito tus enseñanzas, etc.

  • Hacer un recuento de las tareas que has concluído: logros, fracasos, formas de afrontar los problemas, etc.

  • Enorgullecerte por tus propios logros y agradecerlos.

  • Sentir que has dado lo mejor de tí mismo, en el caso que no lo hayas hecho, ver de qué manera lo puedes compensar ahora.

  • Pagar las deudas que necesitan ser saldadas.

  • Si creaste algún problema, aclararlo.

  • Expresar aquello que no se expresó, o hacer aquello que no se hizo.

  • Enfrentarse con conflictos no resueltos, reconociendo que cuando reaccionas negativamente ante una persona o ante algo, se trata de un asunto pendiente propio y necesitas tomar cartas en el asunto.

  • Trabajar los resentimientos para liberarlos.

  • Perdonar.

  • Reconciliarse con las personas, el pasado… la vida.

  • Liberar a los demás del cordón que ata, sujeta y esclaviza. Dejar de manipular y dar a cada quien la responsabilidad sobre su propia vida.

  • Etc.

Sin embargo hay un aspecto muy valioso en la revisión de estos asuntos descritos, y es que estemos cercanos a la muerte o no, siempre es más cómodo viajar ligero de equipaje, con lo cual en cualquier momento de nuestra vida podemos pararnos (que equivaldría a dar un repaso a la lección) y valorar lo que no hemos concluído, con el objetivo de hacer algo con eso.

«La paz es la lectura de un rostro cuando las cosas han recibido su sentido y su lugar».

Antoine Exupery.

Si la vida es un camino… ¿A quién deseas abrazar cuando llegues a la meta?

La respuesta es muy sencilla: la meta eres tú. 

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Autora: Inmaculada Asensio Fernández