La ética es para novatos

La ética es para novatos, o al menos eso me dijo en una ocasión una señora tras finalizar una conferencia sobre deliberación ética en el entorno socio-sanitario, más concretamente en el ámbito de las drogodependencias y adicciones. El comentario que recibí tras la exposición fue que…

 la ética parecía algo útil para personas que no tenían mucha experiencia profesional y no sabían  muy bien cómo hacer su trabajo.

Reconozco que este comentario me pareció totalmente fuera de lugar, tras noventa minutos de exposición sobre la importancia de incorporar herramientas de reflexión y deliberación ética en los procesos de toma de decisiones de los equipos de trabajo. Te puede parecer más o menos útil, pero… ¿tanto como para aseverar que es para personas que no saben cómo hacer su trabajo?

Sin quererlo, me vinieron a la cabeza las palabras del Popper de la Bioética por excelencia en España, creador del Método Deliberativo, el mismísimo Dr. Diego Gracia, que en algunas de sus conferencias de youtube ha aseverado que:

hay que tener cuidado con aquellos y aquellas profesionales que creen saberlo todo a pies juntillas en su puesto de trabajo, pues pueden cometer errores graves sin ninguna consciencia, y por supuesto sin ninguna reparación.

La deliberación ética surge como un Método eficaz para tomar decisiones en situaciones en las que sentimos que hay un choque de valores, por tanto, están en conflicto, ya que encontramos un problema en el que no tenemos muy claro qué camino escoger… y sentimos el peso de la decisión que estamos por tomar sobre nuestros hombros. Y sí, a veces es duro tomar decisiones porque se pierde algo que consideramos importante, para ganar otra cosa que nos parece mejor, o menos mala.

¿Qué tipo de situaciones pueden ser estas? Aquellas en las que ninguna de las alternativas visibles de resolución parece cien por cien la más adecuada, de manera que dudamos sobre si sería correcto tomar este o aquel camino, y debemos aceptar que en esa elección habrá una pérdida o perjuicio para algo o alguien. A veces un perjuicio es la pérdida de un beneficio.

Veamos un ejemplo con una situación hipotética, que nos sirva para comprender de lo que estamos hablando:

Imagina que un paciente de un centro de tratamiento ambulatorio de drogodependencias y adicciones, te confesara en la entrevista de acogida la comisión de un delito, y que sintieras que no sabes qué hacer con esa información… Imagina que el equipo de ese centro, tus compañeros y compañeras, comentaran en las sesiones clínicas que es mejor no inmiscuirse en la vida de los pacientes para no perjudicar el vínculo terapéutico y el correspondiente objetivo de la abstinencia, pero sin observar los riesgos de la ley del silencio.

La cuestión puede parecer sencilla: “no te metas en problemas y haz lo que haga el resto”.

Pero, ¿y si tú tienes una conciencia ética un poco más trabajada y te da por cuestionarte si es beneficioso guardar el secreto profesional, por encima de salvaguardar los intereses de una tercera persona? ¿Qué debe pesar más ante esta decisión, proteger el vínculo terapéutico para tratar de ayudar a esa persona a superar su adicción y mejorar su vida, o perder a ese paciente para siempre, fallarle a través de la confesión de esa información ante las autoridades competentes, o donde corresponda?

Esta decisión es muy difícil, pues tomes el camino que tomes algo se perderá, y eso debemos asumirlo.

Sobre esta cuestión ya se ha escrito mucho, sobre todo desde el ámbito de la psicología y la psiquiatría (veáse el Caso Tarasoff y el Caso de Charles Whitman), ya que son profesiones en las que las personas depositan sus secretos más ocultos -a veces siniestros- en este tipo de profesionales. Puede que algunos de esos secretos impliquen la ocultación de un delito grave, o incluso la amenaza de la comisión de un delito contra una tercera persona.

Hasta aquí, el conflicto está servido, y cualquier persona con un mínimo de profesionalidad -y sin vicios adquiridos por la dejadez, la falta de supervisión y la erosión del paso del tiempo-  podría ver con claridad que la decisión es complicada, y que requiere de la adopción de herramientas (como la DELIBERACIÓN ÉTICA) que permitan actuar de manera prudente.

Cabe destacar que el Código Deontológico de las profesiones de Trabajo Social (artículos 48 a 55) y de Medicina (art. 30 ) señalan entre sus principios cuáles son los límites que debe tener la confidencialidad, y proteger el daño a terceros sería uno de ellos, pero no el único.

Somos personas con una conducta ética en la medida que nos cuestionamos las cosas que hacemos y pensamos, y las consecuencias que puede tener tanto en nuestra vida como en la del resto de personas. Por tanto, la ética es para personas que se confrontan a sí mismas, y que confrontan a los demás, con criterio y con honestidad.

Luego le digo una cosa, señora:

La ética es para personas valientes, no para personas novatas.

Inmaculada Asensio Fernández.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

¿Cómo afrontar la hostilidad en contextos profesionales?

Imagen: http://www.grupocrece.es/blog/tag/manejo+de+la+hostilidad

La hostilidad es una actitud personal vinculada a expresiones de ira hacia las personas que tenemos cerca, como la familia, las amistades o los compañeros y compañeras del trabajo. Dada su repercusión en la calidad de vida profesional, en esta entrada de blog nos vamos a centrar en la hostilidad en los contextos profesionales.

Las personas hostiles suelen estar en actitud de defensa y ataque casi todo el tiempo –pura pelea– lo cual es bastante molesto y desgastante para las personas que están a su alrededor.

Suelen ser tercas e intransigentes, desconfiadas y negativas, y por este motivo generan mucho rechazo en las personas con las que se relacionan.

A menudo se muestran poco conscientes de lo lesivo de su conducta, y puede que esa inconsciencia se relacione con la falta de sinceridad de las personas que tiene a su alrededor, ya que nadie desea comunicar las verdades del barquero a quién estará posicionado en la ofensa eterna, además de que las reacciones de estas personas pueden ser difícilmente controlables a través de un diálogo pausado y respetuoso.

La jefa o el compañero que nos aborda con una actitud desafiante y agresiva por algún contratiempo que surge, porque necesita una información que no tiene a mano o por alguna mala interpretación… quizá un gesto o una palabra tuya. Estas personas contaminan los espacios de trabajo y son difíciles de soportar. Nos pueden llevar, en los casos más graves, a promover un cambio de trabajo o de servicio, para ponernos a salvo. También debemos admitir que esta actitud hostil también puede revelar un sentimiento de desgaste, motivo por el que debemos hacer de espejo con ellas (respetuosamente), para que se observen desde el ciego ángulo de su amargura y puedan tomar cartas en en asunto.

Puedo permitirme el lujo de reconocer que, en mis 20 años de trayectoria profesional, yo misma he padecido este tipo de comportamientos hostiles en alguna experiencia profesional, y el recuerdo de estas personas se te queda grabado por lo desagradable que puede llegar a ser. Sin embargo, con la perspectiva del tiempo te das cuenta de que hostilidad y desgaste muchas veces van de la mano.

Quedarse y luchar, tiene un coste. Huir para ponerse a salvo, también.

Si te quedas y luchas, corres el riesgo de verte violentada a superar tus límites de tolerancia a la agresividad, una y otra vez; incluso puede que en más de una ocasión te sientas obligada a defenderte, recurriendo a conductas agresivas. También corres el riesgo de aislarte en tu espacio de trabajo para evitar interacciones y posibilidades de enfrentamiento, lo que también provoca mucho malestar.

Si huyes y te pones a salvo, te arriesgas a reprocharte el no haber tomado el control de la situación, incluso puede que te reproches haber actuado como una persona cobardica.

Estas personas están tan quemadas y amargadas que complican a todos los que tienen a su alrededor.

Esto lo describe muy bien el psicólogo Fidel Delgado en algunos de sus videos de youtube (en los que se hace llamar titiripeuta): el que está quemado es el último en darse cuenta, pero para el resto es muy evidente el olor a chamusquina que desprende.

Él recuerda lo dramático que puede llegar a ser esto, porque estas personas no sólo no aportan casi nada o nada a su trabajo, sino que arremeten contra las iniciativas e ilusiones del resto de compañeras y compañeros.

Las personas con actitudes hostiles modifican el clima laboral y lo enrarecen, y es bueno armarse de estrategias y recursos para que en nuestro encuentro con ellos o ellas no tengamos que salir mal paradas, por ejemplo, como observamos las personas que trabajamos en la Administración Pública, donde cada vez se imparten más acciones formativas para abordar situaciones de acoso laboral.

El enfurecimiento destruye las relaciones entre las personas y empeora cualquier situación de tensión, estrés o malestar. La hostilidad sólo pretende ejercer control sobre otras personas, por tanto, sus fundamentos irracionales se relacionan con el deseo de poder sobre otros desde la falsa sensación de que podemos manejar todas las situaciones (y personas) según nuestro –digamos- punto de vista experto.

Como veis, me da igual si hablamos de compañeros o de jefes, no me importa porque en resumen son personas, al igual que nosotras. Por tanto, lo importante aquí es aprender qué puedo hacer yo con esto que me ocurre, lo que va a depender de mi repertorio de respuesta ante este tipo de situaciones, o de mi propia reacción emocional ante su comportamiento.

¿Cómo podemos afrontar esa actitud de hostilidad hacia nosotros en el momento en que se produce el estallido?

Puedes tratar de reducir la intensidad de la reacción emocional, pero sin hacer nada por reducirla. Me explico. El resultado de la revisión de diferentes publicaciones sobre este tema, señala que para que otra persona se calme y salga del bucle agresivo, lo más adecuado es escuchar, pero sin dar muestras de que estamos asustados/ molestos/ contrariados. Mantener la calma en lugar de pedir a la persona que se calme. Si queremos hacerle ver lo mal que nos ha hecho sentir (las consecuencias de su actitud), deberemos esperar a que esté calmado, nunca antes. Hacer ver a la persona, según vaya cediendo la intensidad de su estado emocional, que la comprendemos y que sabemos cómo se puede estar sintiendo, puede hacer que sus actitudes vayan aplacándose. En el momento del estallido, lo que nos interesa es que esta situación ceda, y poder clarificar posteriormente qué hacer con todo lo sucedido.

Si la situación no cede de ninguna forma, o si la persona nos amenaza con agredirnos a nosotros, a sí misma o a otros, pediremos ayuda inmediatamente.

Si la situación es reiterativa, debemos ponerlo en conocimiento de un superior. También podemos barajar acciones legales (necesitaremos pruebas y/o testigos de estas situaciones y que estén dispuestos a testificar en un juicio). Si la situación se torna verdaderamente insostenible y no queremos entrar en pelea, quizá lo mejor sea establecer un cordón sanitario con esa persona, o incluso abandonar ese espacio de trabajo.

Inmaculada Asensio Fernández.

Si constantemente te hace sufrir, ¿es amor?

Serie David el gnomo (troll). Tomada de Prime Video

El número de mujeres asesinadas por violencia de género en España asciende a 49 en 2022, pero desde 2003 ya llevamos 1.182 asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas. No tenemos datos anteriores a 2003 porque no se contabilizaban.

El sufrimiento prolongado en una relación de pareja hace mutar los sentimientos, y transforma la actitud y el comportamiento de las personas portadoras de los mismos. Este tipo de sufrimiento siempre provoca desgaste y elimina todo rastro del pseudoamor experimentado, dejando paso a un conjunto de sentimientos que se entremezclan entre cariño, culpa, pena, e incluso resentimiento (si es el caso).

Muchas veces ese resentimiento se transforma en el deseo irrefrenable de poseer al otro, doblegarlo y dominarlo a toda cosa. Ese deseo de posesión se hace pasar por amor –de ahí la popular frase “la maté porque era mía”-, pero no lo es.

Las denuncias de muchas víctimas se pierden en el vasto mar de la impotencia, el miedo y el deseo de que esa persona desaparezca, que se aleje para siempre si no le prestamos atención. Y digo que se pierden, porque jamás llegan a la comisaría de policía, porque las víctimas no llegan a materializarlas.

No es tan fácil denunciar a una persona que ha sido tu pareja, tienes que verle bien grandes las orejas al lobo.

Hay hombres que se sienten tan en conflicto consigo mismos, y tan insignificantes como miembros de la sociedad de referencia que los vio crecer, que sólo saben provocar conflicto, miedo… y perpetrar venganzas. Son viles, pero se suelen camuflar muy bien, son capaces de imitar muy bien los buenos modos y las formas, pues no es lo mismo ser buena persona, que tener buenos modales.

¡Malditos seres humanos inadaptados, descendientes del mono asqueroso!

El mono asqueroso siempre aparece en las conferencias del gran Emilio Duró. Él lo describe como aquél descendiente del mono común, pero que está tocado por sus complejos y severa inadaptación social, por tanto, actúan con gran maldad, de un modo bajo y despreciable y sin escrúpulo alguno.

Por eso ¡ojo! Si sufres por amor, no es amor, es otra cosa.

#nomasviolenciadegenero

No te lo guardes, cuéntalo.

Inmaculada Asensio Fernández.