A través del artículo que enlazo a la presente entrada de blog, comparto una reflexión crítica sobre los elementos determinantes que caracterizan la infravaloración institucional de una profesión en un entorno de trabajo. Estas categorías de análisis no se han extraído al azar, sino que forman parte de los resultados de la sistematización de la experiencia laboral de una trabajadora social en un servicio público, que es la misma que redacta estas palabras.
Si quieres conocer estos indicios (para mi son pruebas fehacientes) puedes dar lectura al presente artículo; de este modo, podrás cotejar cuál es el nivel de aprecio que tu organización tiene acerca de tu categoría profesional, dentro del equipo de trabajo.
Aceptar el paso del tiempo y envejecer con dignidad se está convirtiendo en la asignatura más difícil de la vida.
En un conversación reciente con una amiga a la que conozco desde hace 15 años, en cierto momento me comentó que tenía que comenzar a preocuparme por cuidar mi rostro, que ahora tenía líneas de expresión y que podía hacer algo para contrarrestar el paso del tiempo… «¿Qué crema reafirmante usas? ¿No querrás tener arrugas?»
La verdad, me sorprendió mucho el comentario, no lo esperaba -no venía a cuento- en medio de un escenario de cervezas y risas, pues sólo trataba de pasar un rato agradable y compartir un tiempo de ocio, de esos que te ayudan a seguir con la rutina y obligaciones varias. En mi caso, con la crianza, el trabajo y la tesis… ¡bastante tengo!
El comentario me pareció inoportuno, pero además comenzó a mirar mi cara con cierto escrutinio, y me dijo (por si no era poco) que tenía la cara con aspecto de estar muy cansada, y que tenía que comenzar a preocuparme por el paso del tiempo.
De camino a casa, fui reflexionando sobre esta idea de resistirse a envejecer a toda costa, valorando y evaluando a las personas en función de su aspecto físico. Es curioso lo fácil que es, también, caer en la trampa de proyectar nuestros miedos, deseos y expectativas en la persona que tenemos delante, sin tener en cuenta si nuestras palabras le caerán bien o mal. No sólo es arriesgado, sino desconsiderado.
Al día siguiente, me levanté y me miré al espejo con interés y atención, y no detecté nada en mi cara que me llevara a preocuparme, de manera que agarré mi teléfono y se lo dije: No le pasa nada a mi cara, y no pretendo tener 20 años, sino los 44 que tengo. Ella se excusó en que me había hecho el comentario por mi bien, para ayudarme (…).
¿Qué puede llevar a una persona a realizar un comentario a otra sobre el aspecto de su rostro o de su cuerpo, con la intención de que haga lo posible por parecer joven y lozana a toda costa? Este es el punto que ahora me interesa como parte de la reflexión que estoy tejiendo sobre este tema…
Toda la industria de la estética ha conseguido que no sea la publicidad ni los medios de comunicación los que eleven el nivel de exigencia, sino cualquier persona con la que te cruzas por la calle, como se suele decir. El negocio está servido a costa de la esclavitud a la que se somete a buena parte de la población, nada mas pasar la línea de los 40. Esta amiga, sin tener conciencia, ha formado parte de la cadena de transmisión de todos esos valores patriarcales que condenan a las mujeres (fundamentalmente) a valorarse a sí mismas en función de su imagen, siempre comparada con el resto de mujeres a las que no considera iguales (sororidad), sino rivales… «esta es más joven», «esta tiene mejor tipo», «esta tiene una cara más tersa y bonita», etc.
La búsqueda de la belleza, unida al valor de la juventud, es algo poco natural que nos puede empujar a terminar caricaturando nuestro rostro. Vienen a mi cabeza algunos ejemplos del famoseo que han modificado por completo su cara, en la búsqueda de la eterna juventud.
No es posible ser una joven de 44 años, pero sí ser una bella mujer madura de 44 años. El tiempo pasa para todo el mundo, y no se puede huir de esta realidad sin perder la cordura.
No es que esté en contra de la medicina estética, pero es una opción, no es una obligación. Por tanto, las personas con las que nos relacionamos afectiva y socialmente no deberían realizar diagnósticos de medicina estética (de los 20 duros) en las terrazas de los bares, sino que hay algo llamado respeto y libertad que debería estar por encima de casi cualquier comentario y apreciación gratuita.
Nunca he sido tan consciente de la discriminación social hacia el colectivo de personas mayores (+65) como ahora, ya que el edadismo ha cobrado una nueva dimensión interpretativa en este siglo XXI en el que sólo la juventud, ni siquiera la madurez, está siendo aceptada para vincularse los unos a los otros.
¿Hacia donde caminamos?
Me viene a la cabeza una película, de estas distópicas, que ví hace unos años… no recuerdo cómo se llamaba, pero sí el argumento. Todo se desarrolla en un país futurista en el que las mujeres parecen maniquíes…, hablan entre ellas sólo de belleza, y toda su vida está orientada hacia un concurso que se realiza todos los años para elegir a la mujer más bella de todas. La competición está servida y es el argumento principal (traiciones, burlas, codicia, sacrificio y fuerza de voluntad) para llegar a ese gran día. Al final me enganché a la peli, por puro aburrimiento, y aunque era un poquito bodrio, estaba expectante a ver qué sucedía ese gran día… Y efectivamente, un gran jurado eligió a la más bella, que, cuando recibió la coronación, no pudo evitar llorar de emoción: todo el esfuerzo había merecido la pena. El resto de mujeres la observaban en la distancia, desde abajo, y sentían pena, frustración y envidia…, pero la película deja entreabierta la posibilidad de que cualquiera de ellas pueda ser elegida el año siguiente. La cuestión es que todo ese proceso de coronación culmina con la siguiente imagen:
La mujer es situada en una pasarela larga y en movimiento. Está sentada en una silla que avanza para que todo el mundo la pueda admirar. Esa pasarela termina en una puerta automática que se abre y cierra sola, similar a las que permiten pasar las maletas por la cinta del aeropuerto. De este modo, la mujer avanza hacia ella, de manera que, cuando ella la alcanza, se abre para que pueda cruzar al otro lado, quedando el resto de la gente atrás… y avanzando ella sola hacia lo desconocido (representa la nueva conquista prometida); pero cuando la mujer cruza y la puerta se cierra tras ella, cuando ya nadie la ve, una enorme guillotina corta su cabeza. Ahí termina todo. Cuando terminé de verla me horroricé: ¡Todo era una mentira, pero ninguna podía volver para contarlo! Menuda moraleja.
La hostilidad es una actitud personal vinculada a expresiones de ira hacia las personas que tenemos cerca, como la familia, las amistades o los compañeros y compañeras del trabajo. Dada su repercusión en la calidad de vida profesional, en esta entrada de blog nos vamos a centrar en la hostilidad en los contextos profesionales.
Las personas hostiles suelen estar en actitud de defensa y ataque casi todo el tiempo –pura pelea– lo cual es bastante molesto y desgastante para las personas que están a su alrededor.
Suelen ser tercas e intransigentes, desconfiadas y negativas, y por este motivo generan mucho rechazo en las personas con las que se relacionan.
A menudo se muestran poco conscientes de lo lesivo de su conducta, y puede que esa inconsciencia se relacione con la falta de sinceridad de las personas que tiene a su alrededor, ya que nadie desea comunicar las verdades del barquero a quién estará posicionado en la ofensa eterna, además de que las reacciones de estas personas pueden ser difícilmente controlables a través de un diálogo pausado y respetuoso.
La jefa o el compañero que nos aborda con una actitud desafiante y agresiva por algún contratiempo que surge, porque necesita una información que no tiene a mano o por alguna mala interpretación… quizá un gesto o una palabra tuya. Estas personas contaminan los espacios de trabajo y son difíciles de soportar. Nos pueden llevar, en los casos más graves, a promover un cambio de trabajo o de servicio, para ponernos a salvo. También debemos admitir que esta actitud hostil también puede revelar un sentimiento de desgaste, motivo por el que debemos hacer de espejo con ellas (respetuosamente), para que se observen desde el ciego ángulo de su amargura y puedan tomar cartas en en asunto.
Puedo permitirme el lujo de reconocer que, en mis 20 años de trayectoria profesional, yo misma he padecido este tipo de comportamientos hostiles en alguna experiencia profesional, y el recuerdo de estas personas se te queda grabado por lo desagradable que puede llegar a ser. Sin embargo, con la perspectiva del tiempo te das cuenta de que hostilidad y desgaste muchas veces van de la mano.
Quedarse y luchar, tiene un coste. Huir para ponerse a salvo, también.
Si te quedas y luchas, corres el riesgo de verte violentada a superar tus límites de tolerancia a la agresividad, una y otra vez; incluso puede que en más de una ocasión te sientas obligada a defenderte, recurriendo a conductas agresivas. También corres el riesgo de aislarte en tu espacio de trabajo para evitar interacciones y posibilidades de enfrentamiento, lo que también provoca mucho malestar.
Si huyes y te pones a salvo, te arriesgas a reprocharte el no haber tomado el control de la situación, incluso puede que te reproches haber actuado como una persona cobardica.
Estas personas están tan quemadas y amargadas que complican a todos los que tienen a su alrededor.
Esto lo describe muy bien el psicólogo Fidel Delgado en algunos de sus videos de youtube (en los que se hace llamar titiripeuta): el que está quemado es el último en darse cuenta, pero para el resto es muy evidente el olor a chamusquina que desprende.
Él recuerda lo dramático que puede llegar a ser esto, porque estas personas no sólo no aportan casi nada o nada a su trabajo, sino que arremeten contra las iniciativas e ilusiones del resto de compañeras y compañeros.
Las personas con actitudes hostiles modifican el clima laboral y lo enrarecen, y es bueno armarse de estrategias y recursos para que en nuestro encuentro con ellos o ellas no tengamos que salir mal paradas, por ejemplo, como observamos las personas que trabajamos en la Administración Pública, donde cada vez se imparten más acciones formativas para abordar situaciones de acoso laboral.
El enfurecimiento destruye las relaciones entre las personas y empeora cualquier situación de tensión, estrés o malestar. La hostilidad sólo pretende ejercer control sobre otras personas, por tanto, sus fundamentos irracionales se relacionan con el deseo de poder sobre otros desde la falsa sensación de que podemos manejar todas las situaciones (y personas) según nuestro –digamos- punto de vista experto.
Como veis, me da igual si hablamos de compañeros o de jefes, no me importa porque en resumen son personas, al igual que nosotras. Por tanto, lo importante aquí es aprender qué puedo hacer yo con esto que me ocurre, lo que va a depender de mi repertorio de respuesta ante este tipo de situaciones, o de mi propia reacción emocional ante su comportamiento.
¿Cómo podemos afrontar esa actitud de hostilidad hacia nosotros en el momento en que se produce el estallido?
Puedes tratar de reducir la intensidad de la reacción emocional, pero sin hacer nada por reducirla. Me explico. El resultado de la revisión de diferentes publicaciones sobre este tema, señala que para que otra persona se calme y salga del bucle agresivo, lo más adecuado es escuchar, pero sin dar muestras de que estamos asustados/ molestos/ contrariados. Mantener la calma en lugar de pedir a la persona que se calme. Si queremos hacerle ver lo mal que nos ha hecho sentir (las consecuencias de su actitud), deberemos esperar a que esté calmado, nunca antes. Hacer ver a la persona, según vaya cediendo la intensidad de su estado emocional, que la comprendemos y que sabemos cómo se puede estar sintiendo, puede hacer que sus actitudes vayan aplacándose. En el momento del estallido, lo que nos interesa es que esta situación ceda, y poder clarificar posteriormente qué hacer con todo lo sucedido.
Si la situación no cede de ninguna forma, o si la persona nos amenaza con agredirnos a nosotros, a sí misma o a otros, pediremos ayuda inmediatamente.
Si la situación es reiterativa, debemos ponerlo en conocimiento de un superior. También podemos barajar acciones legales (necesitaremos pruebas y/o testigos de estas situaciones y que estén dispuestos a testificar en un juicio). Si la situación se torna verdaderamente insostenible y no queremos entrar en pelea, quizá lo mejor sea establecer un cordón sanitario con esa persona, o incluso abandonar ese espacio de trabajo.
Imagen tomada de: https://www.psonrie.com/noticias-psicologia/los-pilares-del-amor-sano
Nota aclaratoria inicial: estas reflexiones no son útiles para aquellas relaciones en las que se dan situaciones de violencia, o en las que hay un importante desequilibrio de poder entre ambas personas que forman parte de la relación, ya que están desajustadas y no pueden funcionar de manera saludable para ambos.
Dicho esto, a nadie sorprende el elevado número de separaciones y divorcios que hay en la actualidad en España, y en el resto del mundo. La mayor parte de las personas se unen en pareja por amor, no por unir dos familias ni por sostener un estatus determinado, como sucedía hasta el siglo XIX. Se unen por amor, pero no saben cómo mantenerlo, más las exigencias del día a día (laborales, desarrollo personal, económicas, etc.) terminan por minar las fuerzas y las ganas de seguir apostando por esa persona con la que decidimos emprender un viaje.
Hace algunas décadas algún sociólogo escribió sobre esto, me refiero a Zigmunt Bauman, quien vaticinó que los vínculos entre los seres humanos cada vez estaban más debilitados, hasta el punto que las relaciones cada vez eran más frágiles y efímeras, el las llamó líquidas.
Esta es la sociedad que hemos venido construyendo y de la que pocas personas podemos escapar
Quienes se encuentran en una relación de pareja inestable suelen desconocer cuáles son los pilares que sostienen el amor en pareja…, lo que podemos llamar el andamiaje del amor. Y hablamos de andamiajes porque el amor por sí solo no basta (ya lo anunció el psicólogo Aaron T. Beck en uno de sus libros), de manera que hace falta echar mano de nuestros recursos internos, más tener más o menos controlados los recursos externos, que son los que nos van a servir para sostenernos y sostener el vínculo con el otro.
Todo lo que nos quita la paz sale caro, sobre todo en los momentos más difíciles y desmotivantes
Afirma Miguel Ayuso en una publicación de El Confidencial (2015) que la única forma de construir relaciones duraderas reside -y aquí cita al psicólogo Bradshaw- en saber superar la transición del romance al compañerismo, creando un amor duradero y superando el conocido como Síndrome de Estrés Postromántico. Insiste, además, que en toda relación de pareja es necesario mantener un sistema de coherencia interna que permita a cada miembro sentirse en equilibrio y amado, así como en un espacio de seguridad. Para ello, es importante comprender lo que sucede en cada momento, poner el foco en el desarrollo de las propias habilidades para estar en pareja, y trabajar la capacidad de convertir los pequeños actos en acciones cargadas de significado… satisfactorias… para la vida en común.
Como decíamos párrafos atrás, que una relación funcione va a depender tanto de los recursos internos que tiene cada miembro de la pareja para afrontar las circunstancias y situaciones difíciles, como de los factores externos, las cosas que les suceden (muchas de ellas imprevisibles) y recursos externos que podemos desplegar (apoyos y des-tensionadores vitales).
Uno de los recursos internos más importantes que podemos desarrollar las personas se relaciona con definir los talentos y capacidades (tanto los naturales, como los aprendidos) que tenemos para potenciar todo lo bueno que hay en nosotros, nuestras capacidades para tomar las mejores opciones, u orientadas al bienestar en pareja (generosidad, confianza, apoyo mutuo, humor, cuidados…). Y uno de los recursos externos más importantes son los apoyos ajenos a la pareja, por ejemplo el contacto con la familia y/o los amigos y amigas. Todo aquello que me renueva y me aporta cosas importantes que aportar de vuelta a la relación de pareja, para retroalimentarla positivamente, o para aligerar su peso.
Los recursos internos son muy importantes para desarrollar experiencias vitales promotoras de buenos momentos compartidos, de esos que permiten mejorar nuestra forma de mirar la vida en común, nuestros proyectos y los valores que nos unen. Es conveniente, igualmente, aprender a gestionar las situaciones de tensión o poco fáciles, las circunstancias adversas a las que hay que hacer frente con el devenir de la vida. A veces no se trata de cuestiones muy trascendentales, pero la acumulación de discusiones por quién se ha comido las patatas fritas…, es decir, por temas insignificantes o accesorios, también minan mucho la relación. Por tanto, es necesario elegir conscientemente que batallas queremos librar, y qué discusiones queremos tener. Hay muchas de ellas que sabemos son estériles, porque no nos llevan a ninguna parte y porque son muchas las veces que ya hemos pasado por ahí, sin ningún tipo de cambio al respecto.
Un enfoque de activos para mejorar nuestra relación como pareja debería partir del planteamiento de una serie de preguntas:
¿Qué nos hace una pareja sana?
¿Qué fortalece nuestra relación?
¿Qué recursos personales nos hacen afrontar más fácilmente las tensiones en pareja?
¿Qué podría hacer que esta relación fuera el lugar adecuado para quedarse?
¿Qué me aportan mis vínculos sociales para mejorar mi relación y vida en pareja?
…
Añade las tuyas. Compártelas si quieres en tus comentarios.
Su amor propio se alimenta de la sumisión y de la falta de autoprotección de otros.
IMG tomada de http://www.cuentoscortos.com/cuentos-originales/el-mito-de-eco
Las personas narcisistas sufren de inanición. Su herida es grande, y sus necesidades inmensas. Reclaman -en sus delirios- ser admiradas, deseadas, continuamente aplaudidas y observadas.
Su arma es disfrazarse de personas importantes y destacables, infinitamente superiores al resto de la humanidad. Es ridículo, pero su ceguera mental les impide percatarse de sus faltas, carencias y exigencias.
Suelen aparentar que su merecimiento social es mayor que el de otros, pero con un total vacío de valores necesarios para convivir en sociedad, como por el ejemplo el respeto a la integridad y a la dignidad de las personas.
Su amor propio se alimenta de la sumisión y de la falta de autoprotección de otros. Ponen su ojo seductor en personas que están en momentos bajos. Pero cuando estas personas despiertan y toman las riendas de la situación… soltándolos y manteniendo un contacto 0, su temor se torna en pánico y su mundo se resquebraja, ¿acaso ya no son importantes? En esos momentos, culpan a quien tienen enfrente de toda su frustración y sufrimiento y dejan entreabierta la puerta de sus vacíos.
Son narcisistas, en cierto modo dementes, de manera que provocan bastante sufrimiento en los demás. No tienen límites, y no son capaces de detectar los que le ponen los demás.
En sus desvaríos suelen considerarse más cercanos a lo divino que a lo humano, pero sólo son el vestigio de un recuerdo tóxico para las personas a las que tocaron de algún modo en su historia.
La evolución de la vida humana los pone en su sitio… enferman, envejecen y mueren. Declives biológicos a los que todos nos exponemos tarde o temprano, y que anuncian que nadie es superior a otro, y que nadie es tan fuerte como para ser considerado indestructible.
Tarde o temprano caen en el olvido, y esta es una lección de humildad antes de cruzar al lado de los que ya perecieron.
Martin Seligman, nacido en 1942, es un psicólogo y escritor norteamericano que se hizo muy famoso por una serie de investigaciones sobre lo que se dio a conocer como Indefensión Aprendida. Sin embargo, los últimos años de su carrera profesional los viene dedicando a la llamada Psicología Positiva, centrada en los aspectos positivos del comportamiento humano.
En esta ocasión, quiero compartir las fortalezas psicológicas –también llamadas de carácter– que se pueden adquirir y/o mejorar con la voluntad personal de hacerlo, y que sirven, en general, para mejorar la calidad de vida de las personas. Esto es así porque sirven para afrontar los desafíos que plantea la vida, y porque mejoran ostensiblemente las relaciones interpersonales, y ambos asuntos aportan paz y bienestar a todos los seres.
Aunque estas fortalezas están al alcance de todo ser humano (todos podemos trabajarlas para tratar de incorporarlas) según sus autores, Peterson y Seligman (2004), hay 5 de ellas que nos definen bastante, y se averiguan realizando el test disponible en la web dispuesta por los autores: www.authentichappiness.org
Paso a compartir la propuesta de Peterson y Seligman, centrada en el desarrollo de veinticuatro fortalezas de carácter, agrupadas en seis grandes virtudes:
1. Conocimiento y sabiduría
En general, hace alusión a fortalezas de tipo cognitivo, que proporcionan al individuo la capacidad para adquirir y usar su conocimiento.
Fortaleza 1. Curiosidad e interés por el mundo.
Fortaleza 2. Deseo de aprender.
Fortaleza 3. Apertura mental.
Fortaleza 4. Ingenio, originalidad y creatividad.
Fortaleza 5. Capacidad de poner las cosas en perspectiva.
2. Coraje
Esta virtud recoge aquellas fortalezas de tipo emocional y exigen fuerza de voluntad para alcanzar una meta u objetivo.
Fortaleza 6. Valor y valentía.
Fortaleza 7. Perseverancia, diligencia e integridad.
Fortaleza 8. Honestidad, autenticidad y genuinidad.
Fortaleza 9. Ilusión, entusiasmo y energía.
3. Amor y Humanidad
Recoge aquellas aquellas fortalezas interpersonales basadas en el cuidado y acercamiento a los demás. Suponen una interacción positiva con las demás personas.
Fortaleza 10. Amabilidad y generosidad.
Fortaleza 11. Capacidad de amar y dejarse amar.
Fortaleza 12. Inteligencia social.
4. Justicia
La Justicia engloba fortalezas cívicas que promueven una vida social comunitaria saludable.
Fortaleza 13. Sentido de ciudadanía y del deber, lealtad y capacidad para trabajar en equipo.
Fortaleza 14. Equidad y justicia.
Fortaleza 15. Capacidad de liderazgo.
5. Contención o templanza
Conjunto de fortalezas de protección de las personas ante los excesos. Ayudan a expresar las necesidades propias de una forma moderada y teniendo en cuenta el momento adecuado para satisfacerlas.
Fortaleza 16. Perdón y misericordia.
Fortaleza 17. Modestia y humildad.
Fortaleza 18.Cuidado, prudencia y discreción.
Fortaleza 19. Autocontrol y autorregulación.
6. Trascendencia
Aquellas fortalezas emocionales que permiten establecer conexiones más elevadas, profundas y permanentes con otros.
Fortaleza 20. Aprecio de la belleza y excelencia.
Fortaleza 21. Gratitud.
Fortaleza 22. Esperanza, optimismo y visión de futuro.
Fortaleza 23. Sentido de humor y diversión.
Fortaleza 24. Espiritualidad, sentido y fe.
Desarrollar estas fortalezas psicológicas es cuestión de proponérselo, afirman sus autores, y de tomar conciencia del lugar desde el que actuamos: la conciencia es la única que puede ayudarnos a enderezar el aparejo, para llegar hacia donde queremos.
Estas fortalezas se consideran factores de protección frente a la vivencia de situaciones adversas, y una de las más destacadas, yo coincido, es el humor, ya que nos permite la expresión de emociones de una manera positiva y sin perjudicar a las demás personas… Como diría Alex Rovira es el disolvente universal de las preocupaciones.
Los rumores son mensajes deformados que funcionan bajo el esquema del teléfono escacharrado.
Los rumores son bulos, porque -cuando van de boca en boca- se va desvirtuando la información original, y lo que queda es un residuo irreconocible. Sin embargo, muchas personas se dejan llevar por los rumores para tomar la importante decisión de alimentar o no la relación con otra persona.
Puede que la persona que soltó el rumor estuviera equivocada, o que no tuviera toda la información, o que lo hiciera en un momento de rabia, o que se lo inventara deliberadamente para hacer daño a otra persona… Da igual, el caso es que una vez se esparce, es complicado recoger los trozos y devolvérselos a quién los lanzó.
Ojo, el rumor tiene vida propia, y una vez está corriendo por los pasillos… ya no se puede atrapar. Sólo esperar a que el tiempo pase, y confiar en que los daños sean pocos.
Para mostrar lo falso que es un rumor, vamos ver una dinámica que se puede trabajar con grupos y que demuestra científicamente cómo se construye un rumor, cómo se distorsiona el mensaje original que se transmite a través de diversos interlocutores.
El rumor
La formadora llama a 6 personas. El resto del grupo permanece en su sitio, para actuar como observadores. De los 6 voluntarios, 5 salen del salón. El primer voluntario permanece en el salón con la formadora y los observadores.
La formadora lee al voluntario la historia, y el voluntario no deberá tomar notas de lo que escucha. La formadora pide al segundo voluntario, que se encuentra fuera del salón junto con los demás voluntarios, que entre en clase. El primer voluntario repite al segundo, lo que oyó de la formadora. Un tercer voluntario entra al salón, y el segundo repite lo que oyó del primero. Se repite el procedimiento hasta que todos los voluntarios hayan oído el mensaje. Y el sexto voluntario escribe el mensaje, para que el grupo lo pueda leer. Para finalizar, la formadora coloca el mensaje original, para poder ser comparado con la versión del sexto voluntario. Luego los voluntarios discuten su experiencia. La formadora encabeza una discusión con el grupo entero sobre las implicaciones de esta dinámica.
Podemos utilizar la historia del granjero:
Un granjero en el oeste de Extremadura, que vivía en un casoplón de tres plantas, colocó un tejado delgado sobre su granero. Poco después un viento huracanado lo hizo volar y cuando el granjero lo encontró a veinte kilómetros, estaba doblado y encogido y era imposible la reparación. Un amigo y un abogado le indicaron que la Compañía Ford de Automóviles le pagaría un buen precio por la chatarra, y el granjero le pidió a un primo suyo que trabaja en correos, que enviara el tejado a la Compañía para ver cuánto podía sacar de él. Lo embaló en una gran caja de madera y lo envió a Avilés, Asturias, poniendo claramente el remite para que la Compañía Ford supiera dónde enviar el cheque. Pasadas doce semanas, el granjero no había sabido nada de la Compañía Ford. Finalmente, cuando estaba a punto de escribirles para averiguar lo que pasaba, recibió un sobre de ellos. Decía así: «No sabemos qué chocó contra su coche. pero lo tendremos arreglado para el día quince del siguiente mes».
Con la realización de la dinámica, los participantes comprobarán que la diferencia entre el primer mensaje y lo que comenta el último participante, es abismal…, de hecho, seguramente no tendrán nada que ver.
Esta entrada de blog se centra en una propuesta para crear el proyecto de vida social durante la jubilación. La dedico a una de las seguidoras de este blog, sé que la está esperando: Cristina C.; y también se la dedico a una gran profesional del trabajo social muy querida por sus colegas: Paqui Compán.
La jubilación es un fenómeno relativamente reciente, pues durante el siglo XIX y parte del XX las personas trabajaban hasta caer enfermas o en situación de dependencia, ya que, además de que el trabajo era el elemento central de la propia vida, también era el sustento de toda una familia. No se podía elegir entre «comer» o «descansar».
Hoy día, el hecho de que una persona se pueda jubilar con un estado magnífico de salud y con una esperanza de vida prolongada, la sitúa (a esta persona) en el mejor de los escenarios para planificar y acometer nuevos proyectos, estén o no relacionados con su ocupación anterior. Aprovechar la enorme experiencia (traducida en sabiduría) y las ganas de hacer cosas útiles e interesantes para aportar a la sociedad, se configuran como un signo inequívoco de evolución propio de las sociedades avanzadas.
La jubilación suele acarrear un replanteamiento del proyecto vital de la persona, pues de hábitos estamos hechos, y la vida laboral es una sucesión de repeticiones que, cuando desaparecen, pueden generar una extraña sensación de vacío. Pero no es un vacío negativo como tal, sino que responde a ese espacio que deja la rutina, y que ahora debemos llenar con nuestros intereses y aficiones.
En realidad suena bastante bien, pero hay personas que sienten temor a esta parte de la vida…, quizá porque ahora toca pararse, reflexionar y reajustar, y todo nuestro mundo conocido está repleto de significados sobre las etapas que atravesamos, también sobre la jubilación.
Vamos a dedicar esta entrada de blog a la creación del proyecto de vida social al iniciar la jubilación, y lo vamos a dividir en los siguientes puntos:
Creación del proyecto de vida social I: Punto de partida: auto diagnóstico.
Creación del proyecto de vida social II: La jubilación como transición hacia lo que yo libre-mente decida.
Para crear este proyecto es necesario realizar una serie de ejercicios prácticos de autodiagnóstico con el objetivo de valorar el estado en el que se encuentra nuestra vida social, teniendo en cuenta todos los ámbitos que están presentes y que afectan a nuestro proyecto de vida (salud, familia, amigos, pareja, ocio, desarrollo personal o espiritualidad, aprendizaje, etc). Estos ejercicios son una propuesta para realizar de manera privada y libre, de modo que cada cual participará en ellos en función de sus deseos e intereses.
Con estos sencillos ejercicios, vamos a conseguir:
tomar conciencia del proceso en el que nos encontramos y de qué áreas de nuestra vida social funcionan mejor y cuáles necesitan ser revisadas, y
proponer objetivos para ajustar aquellas esferas de nuestra vida que pueden mejorar, y también en función de nuestros intereses, a la luz de los resultados obtenidos.
Comencemos:
I. Creación del proyecto de vida social I: Punto de partida: auto diagnóstico. Mi vida social ahora, ¿Qué es lo que realmente me importa?, ¿Qué asuntos tengo pendientes o inconclusos? Vamos a intentar descubrir lo que de verdad nos importa aquí y ahora. Herramienta: “Un año de vida” (Stephen Levine).
Un año de vida, de Stephen Levine
Para llevar a cabo esta primera dinámica, vamos a tomar como punto de partida el trabajo desarrollado por el autor Stephen Levine, a través de su libro titulado Un año de vida. La persona que escribe este texto, ha realizado una pequeña adaptación de la propuesta de trabajo que hace Levine (diseñada para un año) con ligeras variaciones, para que pueda ser aplicada en un breve lapso de tiempo, a modo de toma de conciencia sobre las prioridades más urgentes que subyacen al día a día de cada una de las personas asistentes a este curso.
Mediante la lectura del libro, Levine proporciona la oportunidad de concluir los asuntos que tengamos pendientes para iniciar una nueva e interesante relación con la vida. Muchos de nosotros vivimos ignorando el hecho de que tarde o temprano dejaremos este mundo, de manera que, o bromeamos sobre el tema, o lo negamos. La preparación para la muerte es uno de los actos más racionales y gratificantes que podemos llevar a cabo en nuestra vida, afirma Levine.
Ejercicio:
La propuesta que se propone en este ejercicio está inspirada en la filosofía de este autor, y se trata de una invitación a dar rienda suelta a la imaginación según se explica a continuación:
Hoy es la fecha en la que comienza el último año de tu vida. Tu salud y capacidades se encuentran en el punto en el que se encuentran ahora…
¿Qué harías con tu vida a partir de este momento? Quiero que lleves al papel aquello que se te viene a la cabeza, y para ello vas a contar con unos minutos para escribir. Sin prisas y con total privacidad. Puedes, incluso, poner alguna música de fondo que te inspire. Esto es para ti, es una herramienta para que te des cuenta de lo que es más importante en tu vida ahora.
Escribe lo que te venga libremente.
II. Creación del proyecto de vida social II: La jubilación como transición hacia lo que yo libre-mente decida. (El sentido de mi vida social- relacional: mis valores y mis propósitos. El Plan. Hacia dónde quiero ir: objetivos, metas y actividades. Recursos de la comunidad). Herramienta: “La rueda de la vida” (Paul J. Meyer).
El fluir de mi vida en comunidad: la Rueda de la Vida, de Paul J. Meyer
La rueda de la vida es una herramienta de coaching personal que creó Paul J. Meyer, y que sirve para separar las distintas parcelas que conforman la vida de una persona, y con ello poder tener una visión clara y panorámica del nivel de desarrollo de cada una de ellas. De este modo, se espera que podamos obrar cambios en aquellas áreas que lo precisen, por estar más desfavorecidas o abandonadas (con asuntos pendientes), en la esfera completa de la vida de la persona.
La invitación a través de este ejercicio es que, una vez hemos reconocido aquello que verdaderamente tiene valor para nosotras, habiendo realizado el primer ejercicio (herramienta “Un año de vida”), ahora vamos a ir un poco más allá en este autodiagnóstico para comprobar el grado de satisfacción que tienes en las diferentes áreas de tu vida. Esto te servirá de punto de partida para elaborar tu proyecto de vida social.
Para llevar a cabo este ejercicio sigue las siguientes instrucciones.
1º Lo primero que tienes que hacer es dibujar un círculo y partirlo en porciones, como si fuera un quesito. Puedes realizar tantas porciones como áreas de tu vida sean importantes para ti y quieras analizar:
2º En segundo lugar, cada una de las porciones representa un área de interés para tu vida, por tanto las vas a identificar, por ejemplo: salud, dinero, pareja, familia, desarrollo personal o espiritualidad, etc. Como he indicado más arriba, cada cual identificará las porciones o aspectos de su vida en función de sus intereses o preferencias.
3º Una vez tengamos diseñada la estructura de nuestra rueda de la vida, ahora vamos a evaluar de 0 a 10 cómo de satisfechos estamos con cada una de esas porciones. Por tanto, teniendo en cuenta que 0 corresponde a muy mal, y 10 a muy bien, ¡ponte nota!
De este modo, si comenzamos a evaluar el apartado FAMILIA, debemos valorar qué puntación le damos a este aspecto de nuestra vida ahora (por ejemplo, si tengo conflictos con mis hijos, si no me encuentro bien con mi familia, si me siento sola… pondré una nota por debajo de 5 puntos… quizá un 2; pero si por el contrario me siento muy bien con mi familia, unida e integrada, así como tranquila porque todos los miembros de mi familia se encuentran bien… pondré una nota por encima de 5 puntos… quizá un 9. Y así habremos de hacer con cada una de las áreas de nuestra rueda.
Sigue este ejemplo:
A familia, le doy un 4.
Pareja, le doy un 6.
A dinero, le doy un 9.
A desarrollo personal y espiritualidad, le doy un 10.
A salud, le doy un 5.
A relaciones sociales, le doy un 2.
A ocio, le doy un 2.
A aprendizaje y sabiduría, le doy un 5.
Observa las puntuaciones en la propia rueda (en rojo), así has de hacerlo tú:
Los puntitos rojos representan la puntuación que he dado a cada aspecto (según el ejemplo precedente), para que lo podáis ver bien. Primero lo marco en la rueda, y después hacemos lo que voy a ir indicando.
4º Una vez hemos puesto la puntuación en cada apartado, lo que nos queda es unir los puntos tal como se ve en el dibujo a continuación, para que puedas comprobar a simple vista qué tan equilibrada está tu rueda de la vida.
Ahora nos vamos a dar cuenta de cómo gira nuestra rueda de la vida, si gira fácilmente, fluyendo, o por el contrario va a trompicones…
Para ello, vamos a unir todos los puntos y vamos a ver cómo se queda “nuestra rueda”, esa imagen gráfica la puedes manejar muy bien con tu intelecto, para reflexionar y tomar algunas decisiones al respecto, siempre con los apoyos que consideres necesarios.
¿Cómo es nuestra rueda, creéis que puede girar bien? ¿O por el contrario, es tan desigual y puntiaguda en algunos aspectos…, que genera gran desequilibrio en el panorama general de nuestra vida?
Veamos posibles ruedas de la vida de ejemplo, según puntuaciones distintas:
La primera, es bastante desigual e irregular. Su circulación será más complicada.
La segunda parece un poco más equilibrada, aunque tiene algunos salientes que también restan confortabilidad a la rueda de la vida.
La tercera es bastante más armoniosa, puede circular de una forma más fluida.
5º Resultado: ahora puedes comprobar fácilmente qué áreas de tu vida funcionan mejor y cuáles merecen una pensada para mejorarlas. Unas preguntas sencillas que puedes hacerte para buscar claridad a través del ejercicio son:
¿He obtenido un círculo grande o es pequeño? (cuanto más amplio o grande, más satisfacción con mi vida). ¿Es un círculo equilibrado, o si tuviera que girar circularía a trompicones? ¿Estoy descuidando alguna parcela que es importante para mí?¿Cuáles son las áreas de mejora que debes emprender a partir de este ejercicio?
Reflexiona sobre todo ello, pues de lo que se trata es de mejorar tu proyecto de vida .
Mis prioridades vitales
Ahora tenemos que concretar un poco más cuáles son mis prioridades vitales, a la luz de los resultados obtenidos en las dinámicas realizadas hasta ahora.
Con la herramienta de “Un año de vida” he podido ver con mucha claridad que es lo más importante para mi en la vida, o cuál es ese asunto pendiente que me gustaría resolver o cerrar de una vez por todas. Además, tienes mi rueda de la vida que me permite hacer una reflexión más detallada y panorámica sobre diferentes aspectos y ámbitos de mi vida… y ahora puedo plantear cuáles son mis prioridades dentro de cada una de las porciones o dimensiones que he evaluado.
De este modo, lo que se te pide es que fijar al menos 5 metas dentro de cada aspecto vital o porción del quesito.
Espero que esta propuesta te sirva de ayuda para mejorar un poquito tu vida personal y social.
Me encantaría que comentaras esta entrada de blog si te ha gustado. Ese feedback es una valiosa aportación para mi. Inmaculada Asensio Fernández.
En mi calidad de mediadora familiar, en esta ocasión quiero abordar el tema de la separación y divorcio cuando la pareja tiene hijos. Y comienzo con una frase que no es mía, pero que me parece tremendamente ilustrativa de lo que voy a contar:
Es preferible venir de un hogar roto, que vivir en uno.
La he tomado de una entrevista al psicólogo Juan Pablo Arredondo, en el que cita a una tal Marta como artífice de la misma. En la entrevista aborda una serie de claves para separarse/divorciarse sin provocar un daño adicional e innecesario a los hijos e hijas.
Afrontar una crisis de pareja es muy duro, y si se tienen hijos la situación de dolor se multiplica exponencialmente. Pero, si además la pareja contempla la posibilidad de romper esa relación… hay un sinfín de pensamientos y sentimientos que producen mucho estrés y negatividad, y se relacionan con “qué va a pasar ahora con los niños”.
¿Cómo nos llevaremos siendo padres, cuando no hemos sabido entendernos como pareja?
Este es un tema peliagudo porque la cultura en la que hemos crecido ha fomentado el valor de las familias, como núcleo de convivencia y soporte para todos sus miembros, en aras a conseguir una estabilidad y bienestar común, sobre todo mirando hacia los hijos e hijas.
Sin embargo, la sociedad ha cambiado a toda prisa y no nos sirven los remedios de hace 40, 30 o 20 años… Hoy día sabemos que esta armoniosidad familiar no siempre es posible, y que actualmente hay más separaciones que inicios de convivencia en pareja… de manera que los esquemas en los que crecimos no aportan respuestas a cómo conseguir ese bienestar cuando la pareja se rompe, pero no la parentalidad. Los hijos e hijas lo son para toda la vida.
Una pareja que convive con unos egos muy marcados, o directamente sin amor, puede generar situaciones muy difíciles de convivencia… faltas de respeto, discusiones repetitivas y desagradables (de esas en las que se levanta la voz, aunque uno de los dos advierta que los hijos están delante) y es que no es fácil sujetar el temperamento cuando la comunicación en la relación se va tornando conflictiva y tóxica.
Hay personas que logran reconducir sus crisis de pareja, muchas veces con ayuda de especialistas, y creo de veras que merece la pena intentarlo… recurriendo a ayuda profesional, pues una pareja que va mal no sólo tiene diferencias o conflictos, sino que tiene a sus espaldas un buen número de intentos fallidos de resolución, y eso también pesa mucho y forma parte del problema, de esa sensación de desamor.
Ahora bien, hay otras parejas que no dejan de confirmar el deterioro, y se instalan en la pasividad (dejar morir no es lo mismo que matar) o en la rabia y la pelea eterna (la culpa es tuya, y tú me has traído a este lugar en el que no quiero estar).
Si el desamor se hace presente y no se vislumbra una salida, conviene tomar nota de aquellas situaciones de separación que conocemos en las que ha habido buena comunicación y buen entendimiento por el bien común más preciado: los hijos e hijas.
Hay algunos consejos muy sabios para afrontar una separación o divorcio 3.0, y con las mayores garantías, pero va a suponer un gran esfuerzo para esos padres y esas madres que ya no encuentran puentes para llegar hasta la orilla en la que se encuentra el otro, aquel que fue su pareja.
Comencemos con una pregunta, tal como la formula Juan Pablo Arredondo en ese video:
¿Harías cualquier cosa por tu hijo? ¿Darías la vida por tu hija? ¿De verdad lo harías?
Todo el mundo (o casi) va a decir que si, que darían la vida por sus hijos…, sin embargo, pocos son los capaces de parar una pelea o discusión y de quedarse con las ganas de decir la última palabra para demostrar que tienen razón…, mucho menos paran cuando sienten el impulso de criticar al otro progenitor (estén o no delante los hijos).
De este modo, lo primero es,
¡CÁLLATE LA BOCA!
Si, así de claro. Cierra de una vez el pico y deja de discutir con tu pareja frente a tus pequeños, o deja de hablar mal del otro u otra delante de tus hijos.
El desahogo baldío en oídos de todo el mundo no sirve más que para aumentar la sensación de impotencia y de ruina respecto a la situación.
Es muy importante anteponer a tus hijos por encima de lo que sientes, y no al contrario.
Si criticas al padre o a la madre de tu pequeño, estarás anteponiéndote tú a tu hijo.
Los hijos se desarrollan con salud si sus padres tienen una buena relación entre ellos, y desde ellos hacia sus hijos.
Lo segundo, es,
INTENTA TENER UNA RELACIÓN AMIGABLE Y RESPETUOSA CON TU EXPAREJA
Puede que ahora lo veas imposible, pero no lo es. Sólo es necesario tomar la decisión de proteger a vuestros hijos del golpe de la separación. Lucha por doblegar tu ego y tu necesidad de llevar la razón, o de demostrar que el otro está equivocado.
Los hijos son observadores silenciosos de papá y mamá, sobre cómo se llevan, cómo se hablan, qué tipo de trato se tienen… y de ahí aprenden. Cuanto más respeto exista entre ambos, y mejor relación cordial… más calidad tendrá la parentalidad común.
Lo tercero, es,
VIVE TU PROCESO Y TRABAJA TUS ESTADOS EMOCIONALES PARA NO CARGAR NI CULPAR AL OTRO, Y PARA RESOLVER EL DAÑO CON APOYOS
Si te cuesta lidiar con emociones incómodas o desagradables sobre la situación, pide ayuda. Acude a terapia, habla con algún amigo o amiga de confianza, o con algún familiar cercano, pero no te dejes arrastrar por tus detonadores emocionales. Trabaja para que la razón (y las razones) se impongan. El bienestar de tus hijos e hijas es la mayor de las razones, ellos son tu obra y tu legado.
Lo cuarto, es,
TRATA DE LLEGAR A ACUERDOS SOBRE CUSTODIA, VISITAS Y DEMÁS TEMAS DE INTERÉS RESPECTO A LOS HIJOS, SIN NECESIDAD DE LA INTERVENCIÓN DE UN JUZGADO
Traten de llegar a acuerdos, dejando al margen las opiniones o comentarios críticos de terceras personas, por ejemplo por parte de otros miembros de las familias extensas. El mejor acuerdo de partida es no ir a juicio, para que nadie tenga que decidir por vosotros cómo organizaros en la crianza de vuestros hijos.
Los pleitos judiciales son conflicto.
Alternativas extrajudiciales como la mediación familiar aportan más humanidad al proceso, y son los propios padres y madres los que llegan a los acuerdos básicos, y acomodan sus rutinas a las necesidades de sus hijas y sus hijos: ellos vienen para quedarse, lógicamente no se pueden (y no se quieren) devolver.
Estos son 4 sencillos consejos que, de conseguirse, van a multiplicar las posibilidades de construir una separación pacífica y positiva. Muchas veces es sólo cuestión de actitud.
Hablo de jubilada refiriéndome, no a las mujeres, sino a todas las personas.
Etimológicamente, jubilación viene de la palabra jubilare: celebración, júbilo, alegría… pero no todas las personas que se jubilan viven este proceso con ilusión y ganas, sino que a veces es todo lo contrario.
El establecimiento de una edad para jubilarse es una construcción social que parte de una decisión política determinada por factores biológicos, psicológicos, económicos y sociales. Este proceso de jubilación no es igual para todo el mundo, pues las personas somos diferentes y afrontamos los cambios de la vida de una manera diferente también.
En este sentido, la jubilación es una etapa en la vida de una persona que puede ser recibida de forma amable, o puede suponer un bache emocional que superar hasta encontrar un nuevo mundo de significados en la propia existencia, no vinculados necesariamente a la fuerza de trabajo y a la correspondiente remuneración.
A mi juicio, un gran error de las sociedades industrializadas y post-industrializadas es el hecho de que el sistema en el que nos desarrollamos está diseñado eminentemente para producir, para tener éxito (asociado al trabajo/ocupación), para ser reconocidos socialmente en función de nuestra aportación al mercado de trabajo. Lógicamente, esto pone palos en las ruedas para recibir con los brazos abiertos la jubilación.
La Asociación Americana de Psicología establece que con carácter general podemos encontrar seis tipos de personas jubiladas:
1. Continuadoras
Las continuadoras mantienen el contacto con sus habilidades y actividades del pasado, pero las modifican para adecuarlas a la jubilación, a través de trabajo voluntario o trabajo a tiempo parcial en su campo de actividad anterior.
2. Aventureras
Las aventureras inician nuevas actividades o aprenden nuevas habilidades no relacionadas con su trabajo anterior, como aprender a tocar el piano o emplearse en algo totalmente nuevo.
3. Buscadoras
Las buscadoras aprenden, por ensayo y error, en su búsqueda de una nueva identidad, ya que no sienten tener esa identidad, ni estando jubiladas.
4. Despreocupadas
Las despreocupadas disfrutan del tiempo sin obligaciones y les agrada dejarse llevar (fluir) por la corriente, en lo que a su cronograma diario se refiere.
5. Espectadoras involucradas
Las espectadoras involucradas mantienen un interés en el campo de trabajo anterior, pero asumen roles diferentes, como por ejemplo un mayor protagonismo en la esfera familiar, o cualquier otra actividad que les pueda interesar.
6. Retraídas
Las retraídas se deprimen, se apartan de la vida y se dan por vencidas en la búsqueda de un nuevo camino.
Afortunadamente, hay muchas personas que se jubilan y no se retraen, sino todo lo contrario. Me viene a la cabeza de manera muy especial el caso de Carlos San Juan, impulsor de ‘Soy mayor, no idiota‘ que está consiguiendo sensibilizar al Gobierno de España -y a toda la ciudadanía- respecto a la dificultad que entraña para muchas personas mayores, que no han crecido sumergidas en la era digital, tener que realizar todos sus trámites bancarios a través de internet, cada vez con menos presencia física en oficinas y sucursales bancarias.
Olé tú, Carlos San Juan. Deseo tener tu fuerza y tu valor siempre, no sólo cuando me jubile.
Este señor es una inspiración para cualquier persona, y en concreto para los mayores se ha convertido en un icono…, prácticamente en un héroe.
Dicho esto, admito que pueda producirse cierto aletargamiento al cambiar drásticamente nuestras rutinas diarias, y al tener que reconfigurar nuestro autoconcepto e identidad, ya no asociados a una comunidad profesional concreta, o más bien a un espacio de trabajo concreto.
Ya no eres «Pepita, la de Cultura en el Ayuntamiento”, ahora tu concepto trasciende todos esos límites y se expande, tú eres mucho más que todo eso.
¡Reacciona!
Las tres pasiones de la jubilada o del jubilado radical se concretan en dejar paso a ciertos aspectos que ya no tienes que currarte, pues ya se han incorporado de manera gradual a toda tu trayectoria de vida, pero debes dejarles espacio para que aniden en ti.
3 pasiones de la persona jubilada radical:
SABIDURÍA
Eres más sabia, ya que tienes una experiencia que muchas personas desearían tener, y es como el oro líquido para aquellos y aquellas que están lidiando ahora con todo lo que ya has lidiado tú. Tienes el conocimiento de tu oficio/ profesión, pero además tienes todas las habilidades y soft-skills, como se les llama ahora, para poder alumbrar el camino a otros.
LIBERTAD
Tienes más libertad, pues ya no tienes que plegarte ante figuras de autoridad, normalmente asociadas a puestos y cargos, o a la fidelidad a nuestras jefaturas o centros de trabajo. Las personas más libres pueden ser infinitamente más creativas y desafiar lo establecido, por tanto, romper algunos moldes.
COMPROMISO
Ahora te encuentras con el reto, además, de tratar de mejorar la calidad de vida de las personas que llegan a la jubilación, pues no puedes permitirte el lujo de activar los detonadores emocionales que te resten fuerza e inteligencia práctica, de esta que sirve para la vida diaria. Las personas que llegan a la jubilación y que tienen formación y experiencia, son las más aptas para llenar de significados y valores esta nueva etapa, pues todo lo que ellas hagan nos lo vamos a encontrar los demás. Aquí el compromiso hacia los demás es muy importante, pues proporciona el sentido a todos los nuevos proyectos y pasos.
NO TE QUEDES PARA TI LO QUE HAS APRENDIDO, HAZ ALGO ÚTIL CON TODO ELLO. TIENES UN GRAN VALOR PARA APORTAR A LA SOCIEDAD.
Revisa los contratos ocultos que has estado respetando hasta ahora, esos sistemas de creencias y obediencia impuestos por la cultura, la familia y los grupos de referencia para ti. Revisa y cuestiona todo eso para soltar lastre.
Tú no eres tu trabajo.
Tú no eres un recuerdo de la organización/ institución/ empresa para la que has trabajado.
Tú no eres tu status socio-económico.
Tú no eres un rol asignado por la sociedad para ti, incluso antes de que nacieras.
Tú eres mucho más que todo eso, eres una persona y puedes ser un estímulo y una especie de coach de vida para otros.
Inmaculada Asensio,
La siguiente entrada de blog la voy a dedicar a un proceso dinámico para diseñar el proyecto de vida social tras la jubilación, utilizando la metodología que durante años he transmitido en los cursos de Preparación a la Jubilación Andaluza impartidos por el Instituto Andaluz de Administración Pública, y de los que he sido docente.