Construye tu fuerza interna

fuerza interna

Cuando las cosas se tuercen en la vida, cuando atravesamos un problema  o cuando nos enfrentamos al duelo de una pérdida o de una despedida… hay ciertos recursos internos a los que merece la pena echar mano para salir adelante con el menor coste posible, y con un buen aprendizaje.

Según Jorge Bucay, en su libro El camino de la autodependencia,

“Un recurso es toda herramienta de la cual uno es capaz de valerse para hacer otra cosa; para enfrentar, allanar o resolver las contingencias que se nos puedan presentar”.

Hay muchas maneras de obtener recursos personales, pero una de las más  efectivas supone atravesar por estas situaciones -digamos poco gratas- venciendo todas nuestras resistencias a pasarlo mal o peor;  no en vano hay una frase que dice “el dolor que sientes hoy, será tu fuerza de mañana”. Y es cierto que hay determinadas fortalezas que sólo se pueden adquirir atravesando nuestras zonas más oscuras e inhóspitas, pues enfrentando una situación difícil, todo nuestro ser se pone a prueba, y exprimimos al máximo nuestro potencial de supervivencia. Ahí te das cuenta, en primer lugar,  que tienes muchas herramientas que no tenías localizadas, y es que en una situación de alerta se agudizan todos los sentidos. También te das cuenta de que hay otras herramientas que se pueden fabricar, bien contemplando cómo lo hicieron otros que ya pasaron por situaciones similares;   bien tomando como referencia los comentarios de un buen amigo o amiga que te aporte puntos de luz sobre los aspectos que te producen mayor confusión. Incluso también puedes recurrir a un o una ayudadora profesional que te ofrezca la posibilidad de rescatar nuevas formas de hacer frente a lo que tanto te preocupa.

Algunos puntos que puedes tener en cuenta en el no fácil proceso de convertirte -como diría el humanista Carl Rogers- en persona, pueden ser:

Define el problema REAL que te preocupa. 

Muchas veces nos lamentamos y sufrimos porque en nuestra cabeza nos situamos en el peor escenario posible (la mayor parte de las veces totalmente lejano de la realidad). Por eso es conveniente que sólo o con ayuda, definas de la manera más objetiva posible cuál es tu verdadero problema aquí y ahora.

Definir un problema también implica tener claro de quién es la responsabilidad de su resolución. Y esto te lo recuerdo para que te hagas responsable sólo de la parte que te corresponda, y no cargues ciegamente con las obligaciones de otros, lo tengan claro ellos o no. Cada persona ha de cargar sólo con lo suyo.

Trata de ser coherente.

La coherencia nos proporciona seguridad y un lugar importante como protagonistas de nuestra propia vida. Ser coherentes significa actuar acorde a tus pensamientos y sentimientos, de manera que sigas una misma línea que te ayude a mantenerte en una posición de equilibrio, sin actuar en tu contra ni hacerte más daño (por las contradicciones internas que puede conllevar que pensamiento, emoción y acción no estén alineados).

Fortalece tu mente.

La mente suele jugarnos malas pasadas, sobre todo cuando las cosas se ponen feas. Es bueno que no concedas crédito a todo lo que se te pasa por la cabeza cuando atraviesas un momento difícil. De verdad, no te creas todo lo que te dices en ese diálogo interno incesante. Para el flujo de pensamientos. Sal a la calle, ponte a fregar los platos o sal a hacer algo de ejercicio físico. Este es sin duda un aspecto importante, pues el desgaste emocional que sigue al calentamiento de cabeza nos deja en una situación vulnerable, y eso es justo lo que menos nos conviene.

Expresa lo que necesitas.

Pedir ayuda siempre ha sido considerado como un recurso. Si tienes pareja, algún familiar o un buen amigo-a disponible para desahogarte, puedes recurrir a ellos, pero ojo, no utilices tus relaciones sociales únicamente para descargarte cuando te sientas mal. Las personas que te quieren estarán ahí para acompañarte, eso seguro. Pero ese desahogo tiene un principio y un fin, y eso hay que tenerlo muy presente. Además, aunque lo estés pasando mal, un día puedes quedar con alguien para hablar del tema, y otro simplemente para distraerte, por ejemplo dando un paseo en grata compañía.

Expresar lo que necesitas no sólo hace referencia a desahogarte; también se refiere a que tomes del entorno todo aquello que esté disponible y te pueda ayudar en ese momento difícil. Puede ser algo tan sencillo como darte un masaje para relajarte, irte a dar un baño a la playa, pasar un fin de semana en aquel cortijo de un buen amigo, o de tu tía de Cuenca… lo que sea que te pueda hacer sentir mejor.

Intenta mantener la compostura para salir adelante.

Si bien es cierto que cuando se está jodido bien puede apetecer meterse en la cama y no salir de ella, o encerrarnos en casa para no ver a nadie, eso no nos asegura que vayamos a salir antes de este trance; más bien lo contrario, puede agudizarlo y hacerlo más lento y pesado, con el consiguiente coste de sufrimiento.

Mantener la compostura se basaría en hacerse responsable de la situación que nos azota desde el enfoque de nuestra DIGNIDAD como personas. Tenemos dignidad, lo que se traduce en que somos valiosos pase lo que pase. Las posturas que refuercen nuestro sentimiento de victimas o de personas maltratadas por la vida nos restan fuerza y PODER sobre la situación, de manera que nos dejan más volubles a la opinión ajena, y más vulnerables para afrontar la situación.

Suelta aquello que te hace sufrir o ya no te aporta.

Nadie es responsable del dolor de nadie, simplemente cuando una relación no va o marcha con muchas dificultades y mucho esfuerzo, hay que plantearse seriamente decir adiós. No se puede vivir con miedo:   https://www.youtube.com/watch?v=sS8u1f7oyhA&feature=share

Tómate un descanso o cambia de escenario.

Diferentes estudios de psicología social han demostrado el impacto del entorno en la conducta de las personas (por ejemplo el experimento de la cárcel de Stanford -1971- por el Dr. Philip Zimbardo.

El mismo Zimbardo asegura que cuando una persona que está siendo sometida a presión cambia radicalmente de entorno, es decir, sale del escenario en el que se está produciendo la situación estresante, sus síntomas se atenúan de manera casi inmediata, comenzando a alcanzar importantes cotas de recuperación.  Por este motivo, en la medida de lo posible, puedes tratar de salir del escenario habitual, aunque sea por un lapso breve de tiempo, y tomar las fuerzas que necesitas para regresar y situarte de una manera más calmada y con aplomo frente al problema.

Recuerda que el camino de la vida se compone de un amplio abanico de situaciones, pasando desde las más dulces, las normales o rutinarias, hasta las dolorosas. Gracias a todas ellas el ser humano puede evolucionar como especie para sobrevivir y permanecer aquí, con el estilo de vida social y biológica que llevamos

Y bueno, hasta aquí mis reflexiones en la entrada de blog para hoy.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Yo también sufrí bullying en el colegio: el caso de Blanca Giménez

Tras la publicación de mi última entrada de blog sobre el bullying, relatando mi propia experiencia durante la etapa escolar, quedó inaugurado el movimiento “YO TAMBIÉN SUFRÍ BULLYING EN EL COLEGIO”. A través de este movimiento se pretende dar a conocer a la comunidad -social, política y educativa- la presencia de este problema social que afecta hoy día a un gran número de personas, y sobre el que no hay criterios claros y uniformes de actuación, a juzgar por los casos que aparecen en los diarios. El Bullying existe y hay que visibilizarlo.

Estoy muy agradecida porque algunas personas me han escrito emails para contarme su historia y publicarla en mi blog, y aquí va la primera: el caso de Blanca, hoy una mujer fuerte, risueña y con mucho autoapoyo, capaz de compartir lo que para ella fue un martirio en su época escolar. No he cambiado ni un punto ni una coma de su relato, pues me parece absolutamente genuíno y de corazón, que es lo que importa.

Blank peke

Blanca Giménez de pequeñita

El texto de Blanca dice así:

En primer lugar agradecer a Inmaculada  la iniciativa tan constructiva, liberadora y sanadora.

Es cierto que somos much@s  l@s que hemos sufrido bullying en el colegio,pero que quizás nunca lo hemos manifestado públicamente por miedo o vergüenza.

Aquello marcó mi personalidad y dejó grandes cicatrices que han costado sanar.

Es duro observar cómo va en aumento con una crueldad y violencia que me deja perpleja, y que refresca aquellas situaciones de mi niñez tan dolorosas.

Hay crí@s que se suicidan de la angustia y miedo tan inmenso que tienen en la época que vivimos. Hay que abrir los ojos y actuar para que no siga sucediendo.

He sido alumna de muchos colegios por el trabajo que ejercía mi madre. Donde le salía trabajo allí nos mudábamos, en consecuencia también estrenaba colegio, mofas y martirio.

Recuerdo claramente el miedo que sentía al saber que tendría que pasar una vez más por situaciones similares a las anteriores, el cuerpo temblaba y el aire parecía no querer entrar por las fosas nasales….sensación de asfixia.

Desde que era un mico fui inquieta (no hiperactiva). Siempre me ha costado bastante pasar una hora sentada inmóvil escuchando atenta una clase, solía necesitar levantarme aunque fuese para sacar punta, tirar una goma o lápiz al suelo para poder levantarme por tener que recogerlo….. “culillo de mal asiento” se me llamaba.

(Aún de adulta hay veces que me sigue ocurriendo)

Ya en parvulitos la profesora me amarraba a la silla con la cinta de su bata…las mofas, risas y cachondeo eran de todo tipo y colores. El estómago se me encogía produciéndome un gran dolor, también sentía mucha vergüenza. No me gustaba ser el centro de mira para el cachondeo del grupo.

Al poco rato de estar amarrada a la silla…me inclinaba y levantaba con la silla pegada al trasero, e iba a sacar punta o a recoger un papel que había dejado caer a posta para tener excusa por haberme levantado.

La profesora entraba en cólera y recibía gritos, más mofas, castigada quieta en la esquina mirando hacia la pared, amenazas de quedarme sin recreo, etc… (algunas veces cumplía sus amenazas)

La clase se cachondeaba llamándome “culillo de mal asiento” repetidas veces, como cantando el patio de mi casa es particular (ya sabes). En el recreo o bus escolar se repetía la coral…

Parecen tonterías sin importancia, pero nadie está en el cuerpo del otro para saber las combustiones que siente.

Ya de más mayor, cuando me llamaban para hacer un ejercicio en la pizarra, al escuchar mi nombre hasta las pestañas me temblaban, el miedo se apoderaba de mí y no era capaz de resolver lo que se me indicaba. En consecuencia también surgían múltiples mofas de todos los colores y gustos.

Lógicamente siendo el centro del cachondeo, nadie te quiere en su grupo como alguien deseado…al contrario, te dejan de lado en una soledad dolorosa donde no comprendes  qué es lo que hiciste mal,  o qué hay de malo en ti.

Nací con heridas profundas en la córnea del ojo izquierdo, por una paliza que mi padre dio a mi madre estando embarazada.

Mis gafas no eran de culo de vaso…eran lo siguiente! Añadiendo un lindo parche que me hacía la pirata del lugar. No sé el motivo, pero mi madre me las compró de color negro….eran horrorosas!! Las gafas me acompañaron hasta los 16 años, cuando ya decidí no ponérmelas más, al saber que lo que tenía en el ojo era incurable. A día de hoy sólo veo con el ojo derecho….pero este ve por tres jajajajaja.

Las gafas, el no ser guapa/cuerpazo, el nombre y apellido, no tener padre, no ser una eminencia en los estudios etc… fueron causas de muchas humillaciones psíquicas y físicas que causaron grandes heridas.

En el recreo me daban de lado en las pandillas de la gente guapa y exitosa…me sentía como la apestada, no era del interés de nadie excepto para ser centro de las burlas.

Cuando había que hacer un trabajo grupal, habitualmente me quedaba fuera de los grupos, la profesora era la encargada de colocarme en alguno, con las consecuentes caras y gestos de “uff” del grupo al que se le había impuesto mi participación.

Podría escribir un libro de anécdotas y vivencias de otras agresiones/acoso de las que he sido testigo hacia otras criaturas,  pero mejor lo dejo aquí….creo que con esto de momento es suficiente.

Hoy comprendo que somos víctimas de víctimas, normalmente no calibramos el daño tan grande que podemos causar con un gesto, grito, descalificación, insulto, palabra, refrán etc…

Te deja marcad@ de por vida. Lloré mucho y el dolor por épocas era intenso, pero a día de hoy estoy muy orgullosa de haber superado todo aquello, haber perdonado y comprendido que aquello también formó parte del Ser que a día de hoy Soy.

También confieso que si me dieran la oportunidad de volver atrás…divina juventud…NO la querría jajaja,no me gusta la experiencia del colegio y no quisiera volver a pasar por aquello de nuevo ni loca.

Blanca Giménez.

Gracias Blanca, por compartir tu experiencia.

Yo también sufrí Bullying en el colegio

Me sumo al movimiento: «YO TAMBIÉN SUFRI BULLYING EN EL COLEGIO».
Me he hecho yo a la idea de que existe tal movimiento, pero si no es así queda oficialmente creado. Está bien eso de compartir la propia historia o experiencia si de algún modo ayuda a otras personas.

stop

CONTRA EL ACOSO ESCOLAR: TOLERANCIA “0”.

Hace poco me dijo un buen amigo que un cantante de música pop acababa de hacer público en las redes sociales que él también había sufrido bullying cuando era niño y adolescente. Me conmovió lo suficiente para hacer público lo que yo también sufrí en mi etapa escolar, y que ha marcado en gran medida mi carácter y muchas de las elecciones que he hecho en la vida.
Mediante esta entrada de blog voy a definir lo que se entiende por Bullying, para pasar a relatar brevemente mi experiencia en el colegio, con el objetivo de colaborar para visibilizar este problema social, y sensibilizar a los y las profesionales involucrados.

 

¿QUÉ ES BULLYING?
Acoso físico o psicológico al que someten, de forma continuada, a un alumno-a sus compañeros-as, que suele tener lugar en el aula y en el patio de la escuela. Los casos de bullying revelan un abuso de poder. El acosador o acosadora logra la intimidación del otro chico-a, quién lo percibe como más fuerte, más allá de si esta fortaleza es real o subjetiva. Poco a poco, el niño-a acosado-a   comienza a experimentar diversas consecuencias psicológicas ante la situación, con unas consecuencias en la vida social del sujeto muy concretas; para empezar: teniendo temor de asistir a la escuela, mostrándose retraído-a ante sus compañeros, disminuyendo su rendimiento académico (…) llegando a situaciones extremas de suicidio.     

(http://definicion.de/bullying/)

Vista la definición, voy a resumir brevemente mi historia:

Inma niña gafas

Yo, año 1986.

Cuando yo tenía unos 7 u 8 años mis padres se separaron. Las relaciones entre ellos eran tensas y recuerdo muy bien que el panorama familiar no era positivo.

Yo estaba, junto con mi hermano y hermanas, acudiendo a un colegio cercano a casa. Se llamaba Colegio Público Santiago (en la actualidad su nombre es IES Maestro Padilla). Recuerdo que todo iba más o menos bien en clase, con la salvedad de alguna maestra que tenía métodos educativos más que cuestionables, como por ejemplo no permitirnos ir al baño cuando lo necesitábamos, ridiculizarnos cuando alguna operación matemática no salía bien, además de castigarnos severamente por hablar en clase con el compañero de al lado… etc. Para mí todo eso era normal.

Sin embargo, cercana a esa edad de 8 años (año 1986), de repente todos los niños comenzaron a “meterse” conmigo. Yo usaba gafas con un cristal considerable, y en mi caso creo que éste fue un detonante claro para que las burlas se centraran en mí. Lo que comenzó como algo esporádico y anecdódico, se fue instalando en las maneras de relacionarse de mis compañeros conmigo (sobre todo chicos). Siempre hacían burlas sobre mi persona, me ridiculizaban y me insultaban.

Como lo hacían en grupo, rara vez me defendía, pues temía que la cosa fuera a peor y que incluso me agredieran físicamente, cosa que alguna vez sucedió…

Durante muchos años me lamentaba cada vez que tenía que levantarme para ir a clase, era una auténtica pesadilla. Mi rendimiento escolar bajó -a pesar de ser una buena alumna, y la única explicación a este hecho en el Boletín del colegio era que «era una niña muy nerviosa que no se concentraba en las tareas encomendadas».

Alguna vez refería algo en casa, sin mucho afán, pues de algún modo parecía algo normal. Mi madre lo consideró una cuestión de patio de colegio, y lo único que me aconsejó fue que aprendiera a defenderme para que no me pasaran estas cosas.

«Corramos un tupido velo (…)» .

Al no contar con un apoyo familiar sólido para enfrentar este acoso, pues mi familia «no lo veía como tal», así como tampoco contar con la protección del profesorado, que presenciaban diariamente situaciones negativas y lesivas hacia mi persona y no hacían absolutamente nada… poco a poco me fui acostumbrando a experimentar e interpretar mi realidad desde la supervivencia, de modo que me hice fuerte, a mi manera.

Estas situaciones estaban más que socialmente aceptadas en aquellos años, en un entorno escolar infanto-juvenil, y sospecho que hoy día también, pues no se le daba tratamiento de ningún tipo…, se consideraban “chiquillerías”.

En mi situación, la excusa eran las gafas de elevada graduación que usaba, en otras personas sucedía por una cuestión de sobrepeso, o por considerarse empollonas o frikys, también por tener una orientación sexual diferente al resto… en definitiva por llamar la atención sobre algún aspecto concreto de su físico o su personalidad.

De la época escolar tengo algún recuerdo bueno, y mil malos… por eso creo que es necesario hacerlo visible, para apoyar a las personas que lo sufren y para concienciar sobre el tema.

Ahora tengo 36 años y observo el pasado desde una perspectiva completamente distinta. Creo que de cada experiencia se puede aprender algo útil para la vida, pero indudablemente es mucho lo que hay que trabajarse a nivel personal para poder cambiar la percepción de determinadas circunstancias o suertes que nos han tocado vivir, para no estar constantemente auto-referenciándonos con el pasado.

Hoy, 29 años después del inicio de mi historia de acoso escolar, lo digo alto y claro: El bullying o acoso escolar EXISTE, y se da con mucha frecuencia. Cuando hay sospechas hay que actuar de inmediato, en primer lugar protegiendo y apoyando a la víctima, y en segundo aplicando las medidas disciplinarias pertinentes con las personas acosadoras.

No se puede mirar para otro lado.

Y algo muy importante, si tú que estás leyendo esta entrada de blog, lo estás sufriendo directamente o sabes de alguien que lo está sufriendo ahora: ¡DENÚNCIALO!

Recuerda que lo que no se dice, no desaparece.

campaña