Redes para el envejecimiento activo y saludable (EAS) en Andalucía. Programa piloto de formación intensiva de preparación para la jubilación de personal funcionario

 

envejecimiento

Una pareja de ancianos se miran mientras sonríen. Ilustración: Elena Águila

F Alonso-Trujillo, R López Médel, I Asensio Fernández, S Pinzón Pulido, J González García, M Martínez Domene, Grupo para la formación en Envejecimiento Activo y Saludable (EAS).

Resumen

Debido al continuo envejecimiento poblacional de Andalucía, los esfuerzos para soportar el proceso de Envejecimiento Activo Saludable (EAS) es un reto transcendental. El concepto del EAS implica optimizar las oportunidades de salud incrementando la esperanza de vida, los años vividos con salud y la calidad de vida. Permite desarrollar el potencial físico, social, económico, cultural y espiritual, así como la capacidad funcional, la autonomía y el bienestar mental. La integración en la red de servicios de un programa de formación multidimensional para el EAS previo a la nueva etapa de jubilación es valorado positivamente por las personas participantes en el proceso de pilotaje y validación de los cursos.

* Póster publicado en las 9 Jornadas de Salud Pública organizadas por la Escuela Andaluza de Salud Pública de Granada (14-18 Diciembre de 2016)

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Contexto y descripción del problema

En Andalucía, el marco político del EAS se estableció en el LBEA6, complementado con las políticas del LBEA de España. Otro hito destacable es la participación en el consorcio europeo de EAS, siendo calificada como lugar de referencia de innovación para el envejecimiento.

Las actividades y prácticas en redes más destacables que se han desarrollado en Andalucía en las 4 dimensiones básicas, se muestran a continuación:

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Descripción y objetivos

Se plantea la organización de programas de formación multidimensionales para el EAS, previos a la nueva etapa de jubilación para personal funcionario.

Objetivos

  • Difundir entre las futuras personas jubiladas y sus acompañantes, información, conocimiento práctico y toma de conciencia sobre esta nueva etapa y su protagonismo en la sociedad.
  • Preparar para asumir positivamente los cambios derivados de la jubilación.
  • Ayudar a descubrir opciones de prestación de servicios comunitarios, desde la experiencia de su trayectoria personal y profesional.
  • Facilitar el EAS y frenar los trastornos psicosomáticos, inadaptación y episodios de marginación asociados al cese de la vida laboral.
  • Facilitar estrategias de aprovechamiento del ocio y el tiempo libre.

 Procedimientos e instrumentos

  • Grupo de trabajo interdisciplinar.
  • Personal destinatario: Personal al servicio de la Administración General de la Junta de Andalucía (jubilación en 2015-2016).
  • 20 participantes /c y posibilidad de acompañante.
  • 18 h/curso.
  • 2 ediciones (Jerez y Granada).
  • Identificación y análisis de las dimensiones básicas en el curso piloto de Jerez (Jun 2015).
  • Cuestionario telemático de evaluación estandarizada del IAAP.
  • Rediseño de la segunda acción formativa.
  • Curso de validación en Granada (Oct 2015).
  • 2º cuestionario de evaluación estandarizada.
  • Encuesta de mejoras y de sensaciones personales mediante paneles abiertos.
  • Evaluación final y análisis.

Contenidos del Programa Formativo: 

  1. Aspectos psicológicos: autopercepción y dignificación personal, autoestima, relaciones personales y de pareja.
  2. Salud y cuidados: hábitos saludables, actividad física, dieta, sueño, estrés, tóxicos, talleres…
  3. Aspectos sociales: construcción del proyecto de vida social para la jubilación, relaciones personales y familiares, recursos, ocio y servicios de la comunidad.
  4. Aspectos legales y económicos.
  5. Gestión de las TIC y los Wereables.

Las valoraciones de las dos ediciones comparadas se muestran en los siguientes gráficos.

Resultados:

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Fig. 2: Informe de valoración de la acción formativa de Jerez – Pilotaje

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Fig. 3: Informe de valoración de la acción formativa de Granada – Validación

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Lecciones aprendidas

La implementación del programa formativo se ha pilotado con éxito en las dos ediciones, mostrando su idoneidad y conveniencia, así como la buena acogida entre las personas participantes, especialmente en la segunda edición tras las mejoras efectuadas en las cuestiones valoradas como insuficientes en la primera edición. Destacamos la importancia de introducir actividades innovadoras de ejercicio y relación como por ej. flamencoterapia o pelvi-fitness.

Bibliografía

  1. ALONSO TRUJILLO F. Longevidad y dependencia. En Salvador L y cols. Longevidad. Tratado integral sobre la salud en la segunda mitad de la vida. Ed Médica Panamericana. MADRID. 2004. Cap. 46 (789-799).
  2. Health and Ageing: A Discussion Paper. GENEVA. 2001.
  3. LUIS SALVADOR-CARULLA et al. Basic concepts in the taxonomy of health-related behaviours, habits and lifestyle. Int. J. Environ. Res. Public Health 2013, 10(5), 1963-1976.
  4. J BOUSQUET, et al. Operative definition of active and healthy ageing (AHA): Meeting report. Montpellier October 20–21, 2014. European Geriatric Medicine. 2015; 6 (issue2): 196-200.
  5. BEARD, J, et al. Informe mundial sobre el envejecimiento y la salud. Organización Mundial de la Salud. GINEBRA. 2015.
  6. Libro blanco del envejecimiento activo en Andalucía. SEVILLA. 2011.
  7. Libro blanco del envejecimiento activo. 2011.
  8. European Innovation Partnership on Active and Healthy Ageing. Reference Site. Excellent innovation for ageing A European Guide. 2012.

Agradecimientos y notas

Este estudio se ha desarrollado en el marco del proyecto formativo: Preparación para la Jubilación en la Administración Andaluza. CÓD: IAAP2015–I15C-PP05.

ENTIDADES COLABORADORAS: ASSDA, IAAP y EASP.

DURACIÓN: 1/1/2015-30/11/2015. (11 meses).

COORDINADORES: Federico Alonso Trujillo y Gloria Martí García.

Deseamos expresar nuestro agradecimiento por su colaboración a los miembros del Grupo de formación para el Envejecimiento Activo y Saludable (EAS): JM Sánchez Bursón, G Martí García, ML Martínez Cuello, LM Jiménez Gómez, D Naranjo Hernández, B Navarro Matillas, Petronila Olivia Ruiz, G González Medina, I Lobato, Ch Alba, JM Viñas, MC Rodríguez Contreras, I Fernández Ruiz, MJ Luzón Torres. Igualmente agradecemos la cesión de instalaciones al IES Padre Luis COLOMA de Jerez y a la EASP.

Autoría:

FEDERICO ALONSO TRUJILLO    ASSDA-Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andalucía- España.

RAQUEL LOPEZ MEDEL   ASSDA-Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andalucía- España.

INMACULADA ASENSIO FERNANDEZ   ASSDA-Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andalucía- España.

SANDRA PINZON PULIDO   EASP-Escuela Andaluza de Salud Pública- España.

JOAQUIN GONZALEZ GARCIA   IAAP-Instituto Andaluz de Administración Pública- España.

MANUEL MARTINEZ DOMENE   ASSDA-Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andalucía- España.

* Link para acceder al póster: 

http://www.redandaluzadesaludpublica.org/jornadas/_imagenes_y_otros/comunicaciones2015/modules/request.php?module=oc_proceedings&action=summary.php&id=290&a=Accept

¿Es necesaria una estrategia integrada de biosocioética?

Mediante esta entrada de blog comparto un artículo sobre bioética recientemente publicado en la Revista «Enfermería Clínica» en el que he participado, titulado: ¿Es necesaria una estrategia integrada de biosocioética?

Breve resúmen ( tomado de: http://www.sciencedirect.com/science/journal/aip/11308621 )

En el artículo se reflexiona sobre la necesidad de apostar por la articulación de una estrategia de ética que incluya dos de los pilares básicos que afectan al bienestar de las personas, como es la atención por parte de los servicios sanitarios y la atención por parte de los servicios sociales.

El objetivo es realizar un acercamiento a la percepción de profesionales de los servicios sociales y sanitarios en Andalucía sobre de la necesidad de desarrollar un espacio de encuentro entre la bioética y la ética de la intervención social, para lo que se ha realizado un estudio observacional, transversal y descriptivo, mediante encuesta a profesionales de los servicios sociales y sanitarios.

Si te interesa el artículo y quieres leerlo al completo, aquí tienes el enlace directo al índice de la Revista, para que lo puedas descargar en pdf:

http://www.sciencedirect.com/science/journal/aip/11308621

* Los autores del artículo son: Federico Alonso Trujillo, Raquel López Medel, Inmaculada Asensio Fernández, Sandra Pinzón Pulido, M. Carmen González Montero.

El abordaje de los casos de maltrato a personas mayores desde el marco de intervención del trabajo social

ImagenRESUMEN
La mayor parte de las situaciones de maltrato se producen en el contexto familiar, de ahí la dificultad de visibilizarlo oportunamente para actuar de manera coordinada y eficaz. Mediante el desarrollo de la presente comunicación, se expone de manera detallada cómo se aborda la intervención profesional, desde el ámbito del trabajo social, cuando se tiene conocimiento de una posible situación de malos tratos a una persona mayor, en el contexto domiciliario o familiar.
Para realizar esta exposición se seguirán los pasos del proceso metodológico básico de intervención en trabajo social, así como se explicarán las técnicas e instrumentos necesarios para llevarlo a cabo.
PALABRAS CLAVE
Maltrato, desatención, abandono, personas mayores, tercera edad, intervención profesional.
1. INTRODUCCIÓN
A la hora de abordar el tema del maltrato a las personas mayores es necesario hacer referencia a los profundos cambios sociales que vienen produciéndose en las últimas décadas en España, ya que afectan directamente al tratamiento de los problemas y nuevas necesidades de los sectores de población considerados más vulnerables, entre ellos las personas mayores.
En primer lugar, encontramos que la esperanza de vida ha aumentado notablemente en los últimos años en nuestro país, y esto ha propiciado que hoy día contemos con porcentajes elevados de personas mayores que requieren de una serie de atenciones y servicios destinados a promover su salud y bienestar. De igual modo, aumentan las enfermedades relacionadas con este sector de población, sobre todo las que implican algún tipo de deterioro cognitivo (p.e. alzheimer), que paradójicamente son las que más favorecen la vulnerabilidad de quién lo sufre, y las que más sobrecargan a las personas cuidadoras. En muchos casos, la evolución y el agravamiento de estas enfermedades dificultan la vida en familia y la compatibilización con la vida laboral.
La familia hoy día está atravesando cambios importantes en su estructura y en el manejo de roles por parte de sus miembros. Como unidad básica de convivencia, está viéndose obligada a soportar situaciones de tensión, necesidad y angustia derivadas de la coyuntura económica que estamos atravesando, y por la dificultad para el acceso a un empleo (por parte del algunos de sus miembros), también el acceso a los recursos de salud y a los servicios sociales, que en el caso de los mayores son los encargados de asegurar una adecuada calidad de vida. Esto provoca dinámicas de mucha tensión en las familias pues, justo en el momento en el que más apoyo se necesita para abordar esta situación de crisis, es cuando más dificultades tienen los poderes públicos para dar respuesta a ello, a pesar del innegable avance que se ha realizado en los últimos años en cuanto a reconocimiento de derechos subjetivos a las personas que se encuentran en situación de dependencia.
Los vínculos familiares y sociales cada vez son más frágiles. Siguiendo al sociólogo Zygmunt Bauman 1(BAUMAN, 2005), nos encontramos inmersos en lo que él denomina “modernidad líquida» caracterizada por la fragilidad de los vínculos afectivos entre las personas; el miedo a establecer relaciones duraderas, más allá de las meras conexiones fugaces exentas de responsabilidad; los lazos de la solidaridad parecen depender de los beneficios que generan, etc.
La metáfora de la liquidez de Bauman se deja apreciar de algún modo en las dinámicas familiares, en el sentido de que los hijos cada vez reniegan más de sus obligaciones –en cierto modo morales- respecto a sus padres, dándose en muchos casos verdaderas situaciones de abandono hacia las personas mayores por parte de sus familiares.
Las mujeres van dejando de lado la exigencia de atender a las personas más vulnerables dentro de las familias, ya que han de responder a las exigencias sociales, laborales y familiares propias, continuando con la renuncia a sus propios espacios de desarrollo individual o personal. Al no corresponder la organización de los cuidados a las personas en situación de dependencia en exclusiva a las mujeres, en muchos casos el resto de miembros de la familia tiende a considerar que las personas están mejor atendidas por personal especializado, obviando los afectos que son necesarios para el adecuado desarrollo del individuo en la vida social y familiar. En este sentido, encontramos situaciones de personas ingresadas en centros residenciales permanentes que apenas reciben visitas por parte de sus familias.
Las personas mayores no tienen la misma consideración social en todas las culturas. En la nuestra, conforme las personas avanzan en años, van perdiendo protagonismo en la vida social y familiar, de manera que son los familiares más próximos y directos los que, en términos generales, suelen alzarse como portavoces de sus necesidades y deseos. Siguen, por tanto, considerándose vulnerables por el mero hecho de ser mayores. Es necesario que la sociedad y los poderes públicos aúnen sus esfuerzos para garantizar y salvaguardar sus derechos y el pleno desarrollo de su calidad de vida, lo cual inevitablemente implica coordinar acciones para prevenir y para actuar de manera eficaz ante el conocimiento o sospecha de una situación de maltrato hacia este sector de población.
2. DEFINICIÓN Y TIPOLOGÍAS DE MALOS TRATOS
2.1. DEFINICIÓN
Para delimitar lo que se entiende por malos tratos hacia las personas mayores, se expone la definición recogida en la 2primera Conferencia Nacional de Consenso sobre el anciano maltratado, celebrada en Almería el 4 de Mayo de 1995:
El maltrato al anciano es todo acto u omisión sufrido por personas de 65 años o más, que vulnera la integridad física, psíquica, sexual, y económica, el principio de autonomía, o un derecho fundamental del individuo; que es percibido por éste o constatado objetivamente, con independencia de la intencionalidad y del medio donde ocurra (familiar, comunidad, instituciones).
2.2. TIPOLOGÍAS
Cuando se habla de malos tratos, se puede realizar una distinción en función del contexto en el que se llevan a cabo o en función de su naturaleza.
Dependiendo del contexto en el que se producen podemos distinguir:

  • Maltrato domiciliario, si se lleva a cabo en el contexto familiar que atiende a la persona mayor.
  • Maltrato institucional, si la persona mayor lo sufre en un centro al que esté acudiendo para recibir atenciones. Este puede ser una unidad de estancias diurnas, que son establecimientos que atienden a las personas mayores dependientes en régimen de media pensión; o puede ser un centro residencial, que son establecimientos donde habitan y reciben atenciones durante las 24 horas del día.

Dependiendo de su naturaleza encontramos:

  • Negligencia o abandono. Se centra en la no satisfacción de manera intencionada de las necesidades básicas: alimentación, higiene, seguridad, salud, afectos, comunicación, etc.
  • Maltrato físico. Se centra en todas aquellas agresiones físicas realizadas de manera intencionada con el fin de causar daños al anciano, o incluso -en casos extremos- la muerte.
  • Maltrato psicológico. Se centra en todos aquellos actos intencionados que generan malestar psicológico o emocional en el anciano, y que pueden concretarse en agresiones verbales, humillaciones, amenazas, chantajes y manipulaciones, desprecios, actos de intimidación o violación del derecho a tomar decisiones propias, estando en plena posesión de sus facultades.
  • Abuso económico o explotación financiera. Se trata de impedir a la persona mayor gestionar su propio dinero y patrimonio, llegando en los casos más extremos al más absoluto expolio de sus propiedades y a impedirle disponer de sus propios ingresos.
  • Abuso Sexual. Los abusos sexuales hacen referencia a realizar actos sexuales en presencia de las personas mayores o incluso con las personas mayores sin su consentimiento.

3. INTERVENCIÓN PROFESIONAL DESDE EL ÁMBITO DEL TRABAJO SOCIAL ANTE LA SOSPECHA DE MALOS TRATOS EN EL CONTEXTO DOMICILIARIO.
3.1. CONSIDERACIONES PREVIAS
Mediante el desarrollo de esta comunicación se pretende centrar la cuestión de la detección e intervención en un caso de sospecha de malos tratos a una persona mayor, desde la óptica de intervención del trabajo social. Sin embargo, cabe destacar que cuando se habla de malos tratos hay diferentes profesionales implicados en su detección y posterior tratamiento con los que los profesionales del trabajo social van a trabajar en coordinación, de manera que se articulen las acciones y los mecanismos para proteger a la persona y para tomar las decisiones pertinentes en cada caso.
A la hora de abordar un caso de posibles malos tratos, lo primero a tener en cuenta es que éstos pueden darse en cualquier tipo de persona mayor, independientemente de su situación social o económica. Igualmente conviene señalar que hay una serie de factores que pueden predisponer o suponer un riesgo de sufrir malos tratos, y estos factores van a funcionar de indicadores a evaluar cuando se estudie el caso.
La detección y la intervención ante un caso de posibles malos tratos se suele realizar desde el ámbito sanitario y desde el ámbito social, si bien cabe señalar que existen los 3mecanismos institucionales para que cualquier persona pueda realizar una denuncia sobre un posible caso de malos tratos. La Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, dispone de un teléfono gratuito de Atención al Mayor (900858381), cuya labor principal es la de recoger todas aquellas denuncias sobre situaciones de maltrato, abandono o negligencia al mayor.
Cuando se habla de malos tratos es importante tener claro que una cosa son los indicios o sospechas (signos que nos llevan a pensar que hay una situación de maltrato) y otra cosa es la certeza. Si un profesional tiene la certeza de que se está produciendo una situación de malos tratos, así como tiene identificado al autor/es, podrá interponer una denuncia en las dependencias de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, identificando al posible agresor o agresores; así como podrá informar de forma inmediata al Ministerio Fiscal, para que inicie las investigaciones oportunas para delimitar la situación de maltrato, de cara a proteger jurídicamente a esa persona. Desde el ámbito del trabajo social, paralelo a ésto, se facilitarán los medios y recursos necesarios para proporcionar asistencia inmediata a la persona (p.e. su internamiento en un centro residencial), respetando su voluntad y su autonomía.
3.2. EL PROCESO METODOLÓGICO DE INTERVENCIÓN
La sospecha de malos tratos pone en marcha la primera fase del proceso metodológico de intervención en trabajo social: (1) El conocimiento de la realidad social.
En el momento que un profesional del trabajo social tiene sospechas de un caso de posibles malos tratos ha de iniciar un proceso de investigación social de forma rápida para esclarecer los hechos, valorar el riesgo y poner en marcha un plan de acción.
El encuadre profesional- institucional desde el que se realice la intervención va a delimitar en gran medida las técnicas o instrumentos a emplear, así como puede requerir de la colaboración directa de otros profesionales, tanto sanitarios, como de lo social.
3.2.1. TÉCNICAS A EMPLEAR PARA EL CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD

LA OBSERVACIÓN
La observación ofrece evidencias significativas y datos que pueden registrarse y retomar en cualquier momento de nuestra investigación. Se destaca la importancia de recoger tanto la información verbal como la no verbal, poniendo el foco en:
Los comportamientos y actitudes de las personas entrevistadas.
La interacción de la persona mayor con sus cuidadores y/o familiares más directos
Todos aquellos detalles del entorno donde se desenvuelve el mayor que puedan ser significativos, como por ejemplo la vivienda en la que reside.

LA VISITA A DOMICILIO
La visita a domicilio suele realizarse por parte de los servicios sociales comunitarios (en muchas ocasiones a petición de la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, ante una denuncia formulada en el teléfono de atención al mayor). De igual modo, estas visitas se pueden realizar por los y las trabajadores-as sociales de los centros de salud, ante cualquier tipo de sospecha detectada, así como por los y las trabajadores-as sociales de la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de la Junta de Andalucía, ante cualquier tema relacionado con la situación de dependencia de la persona.
La visita a domicilio puede aportar información valiosa a la hora de investigar un caso de malos tratos. El contexto “habla por sí solo” en la mayor parte de los casos; sólo hay que estar atentos y observar conscientemente la vivienda, sobre todo las dependencias y lugares que habitualmente usa la persona mayor.
Se debe tener en cuenta que la visita domiciliaria puede ser percibida de manera negativa por parte de los miembros de la familia que conviven con la persona, motivo por el cual hay que valorar muy bien la estrategia que se va a emplear para llevarla a cabo. Lo más adecuado en estos casos en los que queremos tener acceso a la intimidad doméstica, es buscar la colaboración de la familia para estudiar a la persona en su medio. Esto se podría hacer, por ejemplo, en el caso de que la persona mayor tenga el reconocimiento de una situación de dependencia, pretextando que se está llevando a cabo un seguimiento del Propuesta Individual de Atención (PIA), o aprovechando cualquier otro tipo de petición formulada en los servicios sociales o centros de salud, y así acceder de la manera más natural y tranquila a la vivienda.
Es recomendable que este tipo de visitas se realicen conjuntamente por dos profesionales, si existe tal posibilidad en la institución para la que se trabaje, dado que mientras uno de ellos puede tener el rol de observar, el otro puede estar centrado en las preguntas que marcarán el tono de la entrevista. Así mismo, en el momento de solicitar ver la vivienda o las dependencias que utiliza la persona mayor, uno de los profesionales puede acompañar al cuidador o cuidadora en su recorrido por el domicilio, y el otro puede solicitar amablemente acompañar a la persona mayor mientras tanto, evitando comprometer a la persona mayor o a la familia, para prevenir posibles represalias posteriores. Hablar a solas con la persona mayor es muy importante, ya que es una oportunidad de la que disponemos para que nos haga llegar algún gesto o indicio más evidente de su situación.
Esto puede ser muy positivo si se plantea de manera coordinada, es decir, sabiendo cada cual de antemano su papel y actuando con mucha naturalidad. Más adelante se va a contemplar cómo llevar a cabo la entrevista.
Un elemento importante a valorar en los casos de malos tratos es la relación que existe entre agresor y victima, ya que los malos tratos en el ámbito familiar se suelen dar por parte de personas de las que socialmente se esperaría un trato afectuoso y cuidadoso con la persona mayor, Este aspecto social vinculado a la persona agresora puede despistar un poco a los profesionales en su labor de detección, y hay que vigilarlo especialmente en todas las actuaciones que se lleven a cabo, tanto para detectarlo como para intervenir en él, y por parte de todos los profesionales implicados en la tarea.
A modo de síntesis, de lo que se trata en la visita domiciliaria es de valorar cómo vive la persona en su medio y cómo se relaciona con su familia. Observar las dinámicas familiares, los modos de convivencia, los roles, responsabilidades, así como los espacios de uso de la persona mayor y, si es posible, de la familia en su conjunto, en cuanto a higiene y estado de conservación. Además, para que el empleo de esta técnica sea útil, se ha de ejecutar con sumo tacto y respeto por todos los miembros de la unidad de convivencia.

LA ENTREVISTA
La familia es un entramado complejo de relaciones, reglas, fidelidades, secretos, etc, que suelen involucrar de manera comprometida a sus miembros. Este entramado suele soportar y contener las diferentes situaciones de abandono, negligencia o maltrato que afectan a las personas más vulnerables de la misma. Curiosamente, suelen ser los cuidadores más directos de la persona mayor los perpetradores de tales malos tratos. Las razones o factores de riesgo pueden ser diversos, como por ejemplo: la sobrecarga del cuidador-a (física o emocional); padecer trastornos psicopatológicos, abuso de alcohol o tóxicos; inadecuadas o malas relaciones entre cuidador y persona mayor; experiencia o antecedentes previos de maltrato o violencia en el entorno familiar, entre otros.
Para realizar una valoración adecuada, sería recomendable entrevistar por separado y a solas a la persona mayor, a los cuidadores y a todas aquellas personas del entorno de las que se rescate su colaboración.
Es aconsejable estructurar previamente el contenido de la entrevista, teniendo claro el objetivo (el porqué y el para qué) y la información que queremos obtener, así como a quiénes deseamos entrevistar. De igual modo, antes de proceder a las entrevistas, sería muy útil disponer de información sobre la persona mayor: con quién vive, quién la cuida, cuál es su centro de salud y, si es posible y está a nuestro alcance, su historial médico, etc.
Para realizar la entrevista a la persona mayor, es conveniente realizar una valoración de su estado cognitivo. Si la persona no puede valorar su situación o no se comunica coherentemente con el entorno, será necesaria la colaboración de personal médico o sanitario.
Durante las entrevistas corresponde proporcionar un ambiente adecuado que facilite la empatía entre la persona mayor y el profesional, sin presionar, sin hacer preguntas en principio demasiado directas, sino más bien comenzando con preguntas abiertas que favorezcan la apertura de la persona y que pueda sentir la confianza necesaria para expresarse. En definitiva, de lo que se trata es de dedicar un espacio al inicio de la entrevista para generar el vínculo, lo cual va a facilitar las labores de exploración. Es importante poner atención en el tono de voz para que sea sereno y amable; también lo es mostrar una actitud de escucha activa hacia la persona; estar pendiente a sus silencios, a sus resistencias a expresarse; mantener una mirada atenta y amable; mantenerse cercano físicamente, sin invadir el espacio; no emitir juicios de valor en ningún momento; utilizar un lenguaje que sea accesible a la persona entrevistada; respetar los valores y tradiciones de la persona y garantizar la confidencialidad de lo relatado en todo momento, para que se sienta segura.
Puede ser bastante recomendable, una vez entrevistada la persona mayor a solas, proceder a entrevistarla también en presencia de sus cuidadores o familiares más directos, teniendo el cuidado preciso de no realizar preguntas directas sobre la presencia o no de malos tratos, sino preguntas que ofrezcan respuesta a aspectos generales sobre la dinámica de convivencia. No se trata de comprometer en ningún momento a la persona mayor, ni a la familia, y este aspecto es de vital importancia en estos casos. Realizando esta entrevista conjunta se va a observar si se produce algún cambio significativo en el comportamiento o actitud de la persona mayor, así como si responde con la misma normalidad o facilidad a las cuestiones planteadas.
Lo fundamental a la hora de abordar la entrevista clínica es mantener una actitud abierta, sincera y de genuino interés por lo que la persona está relatando o compartiendo con nosotros. Tal como se ha reflejado anteriormente, es muy importante poner mucha atención en todos los elementos de la comunicación no verbal (gestos, expresiones, emociones que surjan, reacciones, etc), pues van a proporcionar mucha información para nutrir el caso y hacer una valoración de riesgos adecuada.
3.2.2. LA RECOGIDA, REGISTRO, ANÁLISIS Y TRATAMIENTO DE LA INFORMACIÓN
Todo lo concerniente a la recogida, interpretación y análisis de datos se corresponde con la segunda fase del proceso metodológico de intervención en trabajo social: (2) Interpretación técnico- científica de la realidad.
Se considera imprescindible recoger por escrito todas las actuaciones y gestiones que se lleven a cabo en relación al caso, así como nuestras impresiones y reflexiones, y la información obtenida por otros profesionales o personas implicadas. En el desarrollo de la profesión de trabajo social siempre se ha puesto de relieve la importancia de hacer uso del 4Diario de Campo, para ser minuciosos y sistemáticos en la práctica diaria. Los datos aislados pueden no mostrar evidencias a priori, pero una vez recogidos y agrupados, se pueden establecer relaciones y conexiones (fruto del análisis de los mismos), lo cual favorece la evaluación y la toma de decisiones. También sirve de apoyo para elaborar un informe detallado para remitir al Ministerio Fiscal, en caso de que se constate que hay una situación de maltrato sobre la que se ha de intervenir jurídicamente para proteger a la persona mayor.
El trabajo social interviene en aquellos puntos en los que la persona interactúa con su entorno, según la definición de trabajo social aportada por la 5Federación Internacional de Trabajadores Sociales (FITS,2000). Por este motivo. el profesional del trabajo social debe recabar información de todos aquellos profesionales y/ o servicios con los que interactúa la persona mayor (por ejemplo médico de familia o trabajador-a social del centro de salud, trabajador social-a de los servicios sociales comunitarios, o del centro día, residencia, etc).
La colaboración estrecha con los profesionales del ámbito sanitario o de la salud que atienden directamente a la persona mayor es absolutamente imprescindible para abordar este tipo de situaciones, sobre todo si el maltrato es de tipo físico o sexual, y de todas las gestiones que se realicen a tal fin en coordinación con otros profesionales, deberá dejarse constancia por escrito para nutrir bien la intervención.
Todas las conclusiones derivadas de este análisis, quedarán reflejadas en el diagnostico de la situación y del riesgo de malos tratos o de agravamiento de los mismos detectado.
3.2.3. ESTABLECER UN PLAN INTEGRAL Y COORDINADO DE ACTUACIÓN
Siguiendo las fases del proceso metodológico de intervención en trabajo social, una vez abordadas las fases de conocimiento de la realidad social y de interpretación técnico- científica de la realidad, que se concreta en la emisión del correspondiente juicio técnico o diagnóstico, pasaríamos a la tercera fase denominada: (3) Estrategia de acción profesional. Con carácter general, los objetivos de la intervención se centran principalmente en evitar el maltrato, proteger a la victima y respetar la autonomía de la persona mayor. La estrategia que se diseñe puede promover la permanencia de la persona en su entorno, realizando las labores de intermediación que se consideren convenientes con la familia, siempre que los riesgos detectados sean leves y haya voluntad por parte de los miembros de la familia de reconducir la situación, con la ayuda que se considere necesaria desde el ámbito del trabajo social. Como se observa, esta fase viene directamente influenciada por lo detectado en las fases previas del proceso metodológico. El diseño y la orientación de la intervención se realiza en función de los factores de riesgo detectados, y siempre en estrecha colaboración con la persona mayor y los actores implicados. Por ejemplo, si se detecta que la cuidadora está muy sobrecargada y no recibe apoyo por parte de ningún otro miembro de la familia para asumir los cuidados, nuestras actuaciones irán encaminadas a reforzar los apoyos en el entorno, así como a trabajar con la persona mayor y familia la mejora de la convivencia. Si por el contrario se detecta que el riesgo puede ser grave, se actuará de la manera más diligente posible para asistir a la persona mayor en el conjunto de sus necesidades básicas y para protegerla, con los recursos institucionales que sean necesarios.
A modo de síntesis, señalar que el proyecto de intervención recogerá: un resumen de la situación de maltrato detectada, los objetivos, los recursos, las actividades a emprender, la identificación de todos los actores implicados (cuidadores, familiares, persona mayor…), identificará todos los intervinientes en el caso desde el punto de vista de los profesionales (médico de familia, trabajador-a social del centro de salud, director-a de la unidad de estancias diurnas…); y también recogerá las actuaciones que se han llevado a cabo con anterioridad respecto al caso.
Una vez diseñado el proyecto de intervención, pasaríamos a la cuarta fase del proceso metodológico: (4) Ejecución. Y para llevar a cabo esta fase tenemos que poner en marcha una serie de recursos y de actuaciones para reconducir la situación problema y conseguir los objetivos propuestos.
El seguimiento periódico del caso es fundamental para asegurarnos que se están produciendo los cambios esperados en la familia, en la persona mayor, en la manera de relacionarse y en el entorno. Este proceso es el que puede asegurar el éxito y mantenimiento de los logros conseguidos. Las personas suelen responder más positivamente cuando saben lo que se espera de ellas y cuando perciben un interés genuíno y auténtico hacia sus dificultades y necesidades. El profesional ha de constituirse como un referente por parte de la unidad de convivencia, para acudir en búsqueda de ayuda cuando lo necesiten.
Estos seguimientos ayudan a pasar a la última fase del proceso metodológico: (5) Evaluación. Una vez concluida la evaluación, si se han conseguido los objetivos propuestos se puede archivar el caso. De lo contrario, será necesario realizar una nueva valoración para reorientar los cambios que se consideren necesarios.
4. CONCLUSIONES
Las situaciones de maltrato que afectan directamente a las personas mayores requieren de una actuación específica, rápida y coordinada entre diferentes profesionales, administraciones e instituciones (públicas y/o privadas) con la predominancia de los profesionales de la rama médico- sanitaria y del trabajo social.
De la calidad de la investigación social que se lleve a cabo va a depender en gran medida el devenir de la situación planteada, ya que las principales dificultades se pueden dar a la hora de detectarlo, por las características y el perfil que presenta la persona mayor, así como por la inevitable y progresiva disminución de contactos sociales que suelen caracterizar a esta etapa de la vida, lo que puede provocar situaciones de aislamiento que agudicen aún más la situación de maltrato.
Desde el punto de vista del trabajo social se requiere realizar una intervención exhaustiva conducente a valorar los riesgos de maltrato a los que se puede estar viendo sometida una persona mayor, de manera que se asegure que es puesta a salvo, y que cuente con los recursos necesarios para mejorar su situación. Se requiere pues, de una reflexión continuada, así como de la adquisición progresiva de herramientas, conocimientos y experiencia necesarios para encarar adecuadamente los casos de malos tratos que encuentre a lo largo de su carrera, siendo esto imprescindible para realizar un trabajo adecuado y verdaderamente útil a la sociedad.
La sensibilización de la sociedad sobre este problema es otra de las piedras angulares que han de orientar cualquier tipo de intervención profesional de carácter comunitario, ya que el tema del maltrato al mayor se sigue invisibilizando, por tanto es mucho más complicado atajarlo e intervenir para erradicarlo. El trabajo social es una pieza clave en todo proceso de maltrato, es por ello que estos profesionales han de inspirar y apoyar el desarrollo de las políticas públicas necesarias para visibilizar este problema, y para que éstas políticas se pongan al servicio de la idoneidad y calidad de las intervenciones profesionales de las personas más vulnerables.
5. NOTAS:
1. Bauman, Z. Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Fondo de cultura económica de España S.L. Madrid. 2005.
2. Kessel H, Marín N, Maturana N. Revista Española de Geriatría y Gerontología 1996; 31: 367-372. http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/almeria-declaracion-01.pdf
3. Decreto 23/2004, de 3 de febrero, por el que se regula la protección jurídica a las personas mayores (BOJA núm. 25, de 6 de febrero 2004).
4. Sanchez, M. Manual de trabajo social. Universidad Nacional Autónoma de Mexico. Escuela Nacional de Trabajo Social. 2004. (p 210) Definición: «El diario de campo es un instrumento que permite la reconstrucciones de situaciones y espacios físicos. Estas anotaciones se utilizan para evaluar las actividades del día, así como para programar nuevas tareas o bien para poder diagnosticar. En las ciencias sociales se define al diario de campo como «la libreta o cuaderno donde se anota, al finalizar la tarea, la relación de los hechos observados».
5. Federación Internacional de Trabajadores Sociales (FITS o sus siglas en inglés IFSW) (2000): Definición de Trabajo Social, Asamblea General de Montreal, Canadá. Definición: «La profesión de trabajo social promueve el cambio social, la resolución de problemas en las relaciones humanas y el fortalecimiento y la liberación del pueblo para incrementar el bienestar. Mediante la utilización de teorías sobre el comportamiento humano y los sistemas sociales, el trabajo social interviene en los puntos en los que las personas interactúan con su entorno. Los principios de los Derechos Humanos y la Justicia Social son fundamentales para el trabajo social (FITS)».
6. BIBLIOGRAFÍA

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  • Sanchez, M. Manual de trabajo social. Universidad Nacional Autónoma de Mexico. Escuela Nacional de Trabajo Social. 2004.

*** Comunicación presentada en el I Congreso Internacional sobre Maltrato y Mayores en el siglo XXI, celebrado en la Universidad de Almería los días 11, 12 y 13 de Marzo de 2014.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández
Trabajadora Social de la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de la Junta de Andalucía.
Perito Judicial en casos de Violencia de Género.
Mediadora Familiar & Consteladora Familiar.

El Método The Work de Byron Katie como herramienta terapéutica en trabajo social

RESUMEN

Mediante la presente comunicación se expone sintéticamente en qué consiste el denominado método «The Work» o «El Trabajo», creado por la autora estadounidense Byron Katie. The Work se centra en trabajar con aquellas creencias que producen estrés y sufrimiento en las personas, y que paradógicamente contribuyen a anclarlas en las mismas situaciones y problemáticas de las que quieren desprenderse. En base a los resultados obtenidos por la aplicación del método en el campo de la salud mental, publicados por la Universidad de Washington[1], se pondrá de manifiesto su vinculación con el campo de acción del trabajo social, en su dimensión terapéutica, en cuanto a usos y aplicaciones.

[Nota1]    “The Work” of Byron Katie: A New Psychotherapy? Ricardo Hidalgo, LMHC, Mental Health Practitioner & Anil Coumar, MBBS, MA, Director, Mental Health Clinic Hall Health Center. University of Washington. 2012. http://www.padoin.com/thework/anil.pdf

PALABRAS CLAVE

Trabajo Social, Trabajo Social Terapéutico, Método The Work,  Sufrimiento, Byron Katie.

ABSTRACT

Through this communication is synthetically exposed what is called «The Work» or «El Trabajo» method, created by the American author Byron Katie, focused on working with those beliefs that cause stress and suffering on people, and paradoxically contribute to anchor them in the same situations and issues they want to release. Based on the results obtained by applying the method in the mental health area, published by the University of Washington, it will demonstrate its links with the scope of social work in its therapeutic dimension in terms of uses and applications.

KEY WORDS

Social Work, Therapeutic Social Work, The Work Method, Suffering, Byron Katie.

1. INTRODUCCIÓN

El trabajo social es una disciplina que desde sus orígenes se ha servido de los aportes y conocimientos de otras especialidades para llevar a cabo su cometido. Esto ha permitido facilitar su evolución para comprender y analizar la complejidad de los problemas sociales y de los problemas humanos, así como para apoyarse en la construcción de diferentes modelos de intervención, destinados a hacer frente a las dificultades de una realidad social cambiante como la nuestra.

La profesión de trabajo social necesita adaptarse a un contexto de crisis que está generando situaciones de mucha dificultad e injusticia.  En este sentido, se considera muy necesario apostar por formas de intervención de índole terapéutica, que se fundamentan en la relación de ayuda establecida entre el trabajador social y la persona, donde el trabajador social se constituye como el profesional de referencia para orientar el cambio y posibilitar una mejoría en la situación de la problemática individual o familiar planteada[2]. Desde esta visión, se comparte una propuesta metodológica que se utiliza para trabajar con aquellos pensamientos que generan estrés y sufrimiento en las personas, de manera que pueda ser incorporada como una herramienta más en la praxis de estos profesionales, para situaciones concretas en las que las personas deseen profundizar en los temas que las angustian y las paralizan de algún modo.

[Nota2]  Tomás Fernández García (coord). Fundamentos del trabajo social. Editores: Madrid : Alianza, 2009. Pag. 270.

2. VINCULACIÓN DEL MÉTODO THE WORK CON EL CAMPO DE ACCIÓN DEL TRABAJO SOCIAL

La «ayuda» es la función principal del Trabajo Social, y desde su campo de intervención se atienden demandas de diversa índole, todas ellas muy relacionadas con procesos de escasez, precariedad, sufrimiento o crisis, que afectan a calidad de vida de las personas. Esta diversidad de demandas exige apostar por una actualización permanente[3] de conocimientos, métodos y herramientas para ponerlas al servicio de aquellos colectivos que más lo necesitan.

[Nota3]    El código deontológico en su articulo 44 señala que «El/ la diplomado/a en trabajo social está obligado a dominar la práctica profesional y a mejorarla a través de la formación permanente y la evaluación continua de su trabajo». http://dtsss.ua.es/es/documentos/practicas-externas/codigo-deontologico-de-la-profesion-de-diplomados-en-trabajo-social.pdf

Las personas suelen anclarse en viejos patrones y esquemas de comportamiento aprendidos, no sólo en el seno de sus familias, sino dados por la comunidad y cultura/ sociedad a la que pertenecen. Estos esquemas reciben el nombre de creencias. El contexto influye sobre nuestra mente y nuestra conducta, y esa influencia se produce a través de la interpretación que hacemos del mismo. La interpretación de la realidad difiere de unas personas a otras, y de la calidad de esta interpretación va a depender en gran medida la calidad de vida emocional de las personas, lo cual va a repercutir necesariamente en sus elecciones, aprendizajes, metas y objetivos de vida.

The Work constituye un importante instrumento con el que acompañar y alimentar la relación de ayuda, ya que prepara y predispone a la persona a tomar conciencia y responsabilidad sobre las dificultades que enfrenta, permitiendo generar alternativas de resolución o de cambio,  mediante un  cambio de enfoque en su situación problema. Además también sirve al profesional para trabajarse sus propios pensamientos y creencias estresantes, pues como decía el filósofo: «Nada de lo humano me es ajeno«. Los profesionales también tienen vida personal, y por tanto preocupaciones y problemas que pueden indagar con esta poderosa y sencilla herramienta. En este sentido, Byron Katie señala que «si tú no puedes acabar con la guerra en tu cabeza, no podrás acabar con la guerra en el mundo».

En Estados Unidos los/as trabajadores/as sociales (entre otros profesionales de la ayuda) se sirven del método The Work como herramienta con la que complementar su trabajo diario; de hecho el  plan de estudios correspondiente a la formación como facilitador/a de este método tiene reconocidos una serie de Créditos de Formación Continua (Continuing Education Credit) dirigidos a profesionales con licencia como terapeuta matrimonial y de familia, trabajadores sociales y clínicos, consejeros en las áreas del alcoholismo y la drogadicción, enfermeros, maestros, etc, siendo por tanto, reconocido, como una importante herramienta para emplear en procesos de ayuda.

4. EN QUÉ CONSISTE EL MÉTODO THE WORK

The Work permite a las personas, no sólo identificar y cuestionar sus creencias dolorosas, sino a profundizar en sus proyecciones inconscientes sin ser bloqueado por la vergüenza o el miedo contra la que en general tienen que defenderse. Es un método sencillo, ya que su propia autora lo define como un «proceso que consta de 4 preguntas y 3 inversiones o inquiry».

En primer lugar las preguntas invitan a la persona a reflexionar profundamente acerca de aquello que las daña y el impacto que genera en su vidaY en segundo lugar, a través de la indagación o inquiry, la persona es invitada a invertir o darle la vuelta a esos pensamientos dolorosos, de forma que pueda indagar en ellos y contemplar otro enfoque de la realidad que no se está percibiendo, por el fuerte impacto negativo que le provoca el pensamiento.

En la aplicación del Método The Work diferenciamos 3 fases, tiempos o actos, que se realizan separadamente, en actitud meditativa o de quietud.

PRIMER ACTO:

Byron Katie invita a encontrar o identificar alguna persona o situación sobre la que se tiene una visión o juicio negativo. Sobre esta situación concreta se comienza a trabajar, para lo cual en la primera parte vamos a contestar por escrito una serie de cuestiones que Katie recoge en un instrumento denominado «Hoja de El Trabajo«. Recoger tus pensamientos  y juicios por escrito te permite darte el tiempo que necesitas para identificar lo que realmente te estresa o te daña, sin dar vueltas innecesarias.  Esta hoja está dividida en seis preguntas o apartados para centrar bien la cuestión y tomar los máximos detalles posibles.

Las instrucciones generales para rellenar la hoja serían: «Piensa en una situación recurrente, una situación confiablemente dolorosa o estresante para ti, aunque haya sucedido sólo una vez, y que se repite en tu mente. Antes de contestar cada una de las preguntas a continuación, permítete visitar mentalmente el momento y el lugar del suceso estresante».

Para ilustrar bien cómo se rellena una hoja de El Trabajo, voy a utilizar como hilo argumental e ilustrativo un ejemplo real de una sesión que facilité a una persona, cuya fuente de sufrimiento era que se sentía en la obligación de ayudar a su hermano a salir de la droga.

1. Describe qué o quién te produce dolor, estrés o sufrimiento y porqué (siempre centrándose en esa situación concreta).

Por ejemplo: Estoy deprimida y ansiosa porque tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga.

En esta pregunta, la persona indica la emoción más fuerte que le provoca su juicio (la depresión), sin embargo a la hora de cuestionar esta primera cuestión, vamos a tomar sólo el juicio, no la emoción, es decir, vamos a trabajar con la creencia: «Tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga«.

2. Describe, en esa situación, cómo quieres que esta persona o situación cambie, ¿qué quieres que haga? (De lo que se trata aquí es de ser lo más concreto y claro posible).

Por ejemplo: Quiero que mi hermano no me exija ayudarlo. Que aprenda a solucionar sus propios problemas sin arrastrar de mi.

3. Describe, en esa situación, ¿Qué consejo le darías a esa persona? (Aquí se trata de dar un consejo a la persona o situación que juzgamos, de manera que sintamos que lo va a comprender y que verdaderamente podrá ayudarlo).

Por ejemplo: Mi hermano debería cuidarse. Debería dejar de hacerse daño y de tratar de tapar sus propios problemas a través de sus adicciones.  

4. Para que tú seas feliz en esta situación, ¿Qué necesitas que esta persona piense, diga, sienta o haga? (La persona debe dejar claro aquí lo que ella necesita del otro o de la situación que le daña).

Por ejemplo: Necesito que mi hermano me deje tranquila y respete que yo ahora no puedo ayudarle. Necesito que mi hermano respete mi negativa a acompañarlo en este momento.

5. En esta situación, ¿Qué piensas de esta persona? Haz una lista. (Aquí se trata de poner una serie de adjetivos calificativos a esa persona o situación que nos está haciendo daño).

Por ejemplo: Mi hermano, en esta situación, es: exigente, abusivo y dañino.

6. Señala que hay en o acerca de esta situación que no quieres volver a experimentar nunca más.

Por ejemplo: Nunca más quiero contestar el teléfono de madrugada y encontrar que mi hermano Miguel ha tenido un accidente de coche, está colocado y me pide ayuda.

SEGUNDO ACTO:

En la segunda parte del método, una vez la persona ha cumplimentado su «Hoja de El Trabajo» sobre la situación concreta que le daña, interviene directamente el profesional para facilitar el método, procurando que la persona se sienta acompañada y pueda abrirse a experimentar a través de las cuatro preguntas básicas que conforman esta segunda parte, las cuáles han de formularse secuencialmente, así como ofreciendo a la persona el espacio, el silencio y la escucha necesaria para que pueda entrar en sí misma y responder de manera auténtica, no automática. La persona ha de encontrar un estado de quietud que favorezca que se produzca un verdadero insight[4] a través de la reflexión y de sus propias respuestas.

[Nota4]    Insight es un término utilizado en Psicología proveniente del inglés que se puede traducir al español como «visión interna» o más genéricamente «percepción» o «entendimiento». Se usa para designar la comprensión de algo. Este término fue introducido por la Gestalt.

El profesional va a tomar cada una de las 6 cuestiones reflejadas en la hoja y ayudará a la persona a cuestionarlas una a una, por separado y secuencialmente, teniendo en cuenta que cuestionarlas es aplicarle 4 preguntas y 3 inversiones (al opuesto, al otro/a y a sí mismo/a). El rol del profesional es absolutamente neutro, y no interviene en ningún momento para opinar, mucho menos para sugerir o juzgar lo oportuno del trabajo que está llevando a cabo la persona. Lo máximo que interviene es para aclarar algún punto, en cuanto a la cumplimentación de la hoja, el significado de las preguntas o asuntos similares.

 Las 4 preguntas básicas son:

  1. ¿Es verdad? (Le indicamos a la persona que sólo responda «si» o «no, sin explicación alguna).

Cuando le preguntas a la persona si es verdad aquello que la daña, le permites abrirse, ir a otro nivel. Es decir, esas preguntas puedan ser contestadas por esa sabiduría que la persona lleva dentro, y mediante la cual sólo puede acceder a través de un proceso de silencio y quietud.

Ejemplo. El profesional pregunta: ¿Es verdad que tú tienes que ayudar a tu hermano a salir de la droga? (Mediante esta sencilla pregunta, la persona puede llegar a comprender que ella no tiene que hacerlo, no está obligada, no es su responsabilidad). Esto sólo lo puede ver honestamente si lo cuestiona, y sólo accediendo de esta manera puede integrar nuevas respuestas.

  1. ¿Puedes saber con absoluta certeza que es verdad? (A través de esta pregunta, se le da nuevamente a la persona la oportunidad de responder «si» o «no», sin más).

Esta pregunta se formula cuando en la primera cuestión la persona ha respondido: «si».

Se trata de una nueva invitación que permite un marco de reflexión e interiorización mucho mayor, ya que se le pregunta por segunda vez y de manera mucho más tajante, desafiando a la mente impulsiva, cargada de razones y que mantiene su postura.

Ejemplo. El profesional pregunta: ¿Puedes saber con absoluta certeza que es verdad que tú tienes que ayudar a tu hermano a salir de la droga?

La persona ayudada contestó que No, no tenía que hacerlo. Se dio cuenta.

  1. ¿Cómo reaccionas, qué sucede cuando crees en ese pensamiento?

Con esta pregunta la persona va a descubrir las implicaciones o repercusión que tiene en su vida  tener ese pensamiento. Cómo se trata a sí mismo y a los demás cuando lo tiene. Qué deja de hacer, qué emociones experimenta y cómo afecta a su cuerpo.

Por ejemplo. El profesional pregunta: ¿Cómo reaccionas, qué sucede cuando crees en el pensamiento de que tú tienes que ayudar a tu hermano a salir de la droga?

La persona objeto del ejemplo respondió (resumidamente) que reaccionaba con mucho nerviosismo y desesperanza. A nivel físico sentía mucha presión en el pecho y en la cabeza. Sentía ganas de llorar y de salir corriendo. Se trataba a sí misma de manera muy autoritaria y déspota, exigiéndose dar el 100% en un momento en el que ella estaba al 30%, por su estado emocional y preocupaciones. Observaba con claridad la repercusión que tenía este pensamiento en la propia relación que tenía con su hermano, al cual mentía constantemente y evitaba a toda costa, sin darle a él la posibilidad real de buscar otros apoyos en otros miembros de su familia.

  1. ¿Quién serías sin tú sin el pensamiento? (en esta misma situación)

Con esta pregunta la persona percibe quién sería ella sin ese pensamiento que  la daña, y desde ese lugar se la invita a comunicarse con el profesional.

Ejemplo: Imagínate quién serías tú en esta situación con tu hermano, (o en cualquier otra situación de tu vida diaria) sin el pensamiento de que tú tienes que ayudarlo a dejar la droga?

La persona objeto del ejemplo respondió (resumidamente) que si no se le pasara por la cabeza ni un segundo que tiene que ayudar a su hermano, se sentiría libre, relajada. Estaría de buen humor cuando hablara con él, y con más disposición a compartir algunos momentos juntos. Estaría mas centrada y realizaría más actividades de ocio, y fumaría menos.

La persona puede ver con claridad mediante las preguntas 3 y 4 cómo el pensamiento cambia su estado emocional, y la diferencia entre creer el pensamiento que la acosa, y creer en su opuesto, que la libera. Vivir esto en primera persona suele tener resultados muy liberadores, de hecho en el ejemplo descrito los tuvo.

TERCER ACTO:

La tercera parte del método, consiste en las inversiones, es decir, dar la oportunidad a la persona para experimentar los opuestos a lo que cree que es verdad, y proporcionar además 3 ejemplos concretos y genuinos de cómo puede ser verdad lo opuesto a lo que crees que es verdad.

Para ilustrar bien este apartado, vamos a seguir el hilo conductor del ejemplo con el que hemos ido trabajando.

INVERSIÓN 1 (al opuesto)Invitamos a la persona «X» a que inverta esa creencia que la estresa en primer lugar al opuesto, y que nos de 3 ejemplos genuínos y especificos de cómo puede ser verdad ese opuesto.

Ejemplo: La frase original era «tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga». Ahora se le pide que la inverta al opuesto: «No tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga».

Le pedimos los 3 ejemplos de cómo puede ser verdad que no tengo que ayudarlo a hacerlo:

  • ejemplo 1: él no quiere dejar la droga, no me ha pedido que lo ayude en eso.
  • ejemplo 2: moralmente no estoy obligada a hacerlo, pues ya lo he apoyado muchas veces, sin éxito, y yo también tengo mi propia vida y problemas que atender.
  • ejemplo 3: yo soy la hermana pequeña, y mis hermanos mayores están más predispuestos a apoyarlo, por tanto no tengo porqué asumir eso ahora, hasta enfermar.

INVERSIÓN 2 (al otro)Cuando la persona invierte al otro, lo que hace es colocarse ella en el puesto del otro, y colocar al otro en su puesto. Vamos a verlo más claro con el ejemplo:

Ejemplo: La frase original era «tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga». Ahora la invertimos al hermano: «Mi hermano tiene que ayudarme a mi (a dejar la droga[5]».

[Nota5]   Aclaración: La droga, en tanto que adicción, puede ser interpretada como la adicción que tiene la persona del ejemplo propuesto de ayudar a su familia, aún a pesar de su propia salud.

  • ejemplo 1: mi hermano tiene que ayudarme a dejar los ansiolíticos y los antidepresivos que tomo desde hace un par de años.
  • ejemplo 2: mi hermano ha aceptado en otras ocasiones que yo no estaba preparada para ayudarlo, ya que incluso he enfermado y he tenido que ingresar en salud mental, por este motivo él tendría que ayudarme.
  • ejemplo 3: mi hermano es mayor que yo, y por tanto está obligado a ayudarme a mi.

Con esta inversión la persona «X» se libera un poco de su nivel de exigencia y se da cuenta de que es igualmente verdad que ella tiene que ayudar a su hermano, como que él tendría que ayudarla a ella. Esto le facilita ver cómo ella se coloca en una situación de mayor vulnerabilidad al exigirse estar ahí cuando no puede hacerlo ahora, por su perfil y características en este momento. Ver que su hermano también tendría que hacerlo y no lo hace, la hace sentirse menos culpable o responsable de él, por tanto la libera.

INVERSIÓN 3 (a sí misma): Cuando la persona invierte el pensamiento a sí misma, se coloca a ella misma en todas las posiciones posibles frente al problema, es decir, puede hacerse consciente de lo que ella tiene que darse a sí misma, que es lo único verdaderamente manejable para ella aquí y ahora. Veamos el ejemplo:

Ejemplo: La frase original era «tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga». Ahora la invierte a sí misma: «Tengo que ayudarme a mi misma a salir de la droga».

  • ejemplo 1: Yo también tengo que ayudarme y apoyarme a mí misma para reducir el consumo de ansiolíticos, estando tranquila, viviendo mi vida un poco al margen de la de mi familia.
  • ejemplo 2: Yo tengo que ayudarme a mí misma a no caer en una depresión mayor (como la que tuve hace unos años y que me llevó a un intento de suicidio), por tanto tengo que ayudarme con esta droga que es mi familia, a alejarme prudencialmente de ella.
  • ejemplo 3: tengo que ayudarme a dejar la droga de hacerme responsable de todos los problemas que padecen mis hermanos, la droga de querer ser siempre la imprescindible, ya que de otro modo parece que no valgo lo suficiente, a mis ojos.

Una cuestión destacable en todo este proceso es que cuando la persona no está familiarizada con el método, y por tanto no tiene una apertura mental suficiente para experimentar los opuestos a lo que cree que es verdad y vivir sus ejemplos, el profesional puede apoyarle dándole algún ejemplo específico que ha percibido sobre su historia, siempre desde el respeto y pidiéndole permiso para intervenir. Por ejemplo se le puede decir: «Yo tengo un ejemplo de cómo tú tienes que ayudarte a ti misma en esta situación con tu hermano, ¿Quieres escucharlo?» Y si la persona responde afirmativamente le damos nuestro ejemplo. Puede que lo tome o que considere que no va con ella. Eso no importa, lo importante es que se vaya desbloqueando poco a poco y abriéndose al proceso.

5. CONCLUSIONES

Parece ser que en contextos tan cambiantes como los que estamos atravesando, los profesionales de la ayuda han de comprometerse de manera decidida por formarse en todas aquellas herramientas y métodos con los que pueda hacer frente a toda la problemática derivada de estas nuevas situaciones de crisis. En este sentido, The Work constituye un importante instrumento con el que acompañar y alimentar la relación de ayuda, ya que prepara y predispone a la persona hacia el cambio de enfoque en su situación problema. De igual modo, uno de los aspectos más relevantes que proporciona es que al tratarse de una herramienta que permite a la persona trabajarse a sí misma, el propio profesional la puede emplear para realizar su autotrabajo, lo que va a redundar en una mejora de su calidad de vida y de la calidad de su trabajo.

6. BIBLIOGRAFÍA

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Autora: Inmaculada Asensio Fernández. Trabajadora Social. Coleg. nº 543.

Comunicación presentada en el I Congreso Internacional de Facultades y Escuelas de Trabajo Social, celebrado en la Universidad de Murcia los días 23, 24 y 25 de Abril de 2014. Todas las comunicaciones y ponencias presentadas en el Congreso se han publicado en un libro bajo el título: EL TRABAJO SOCIAL ANTE EL RETO DE LA CRISIS Y LA EDUCACIÓN SUPERIOR. Editorial Universitas, S.A. 2014.

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Nuevos caminos en el ejercicio de la profesión de trabajo social

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«La mejor manera de predecir el futuro es creándolo». Peter Drucker.

Palabras clave

Trabajo social, innovación social, sinergia.

Resumen

Con el desarrollo de la presente comunicación se formulan una serie de propuestas para ejercer profesionalmente el trabajo social, tanto de forma individual y autónoma, como mediante la colaboración con otros campos de conocimiento y otros profesionales. Tomando la fuerza de aquellos profesionales que nos precedieron, y el impulso de los que en este momento se encuentran en primera línea de acción- reflexión, innovando y creando, así como apostando por nuevas formas de llevar a cabo el trabajo diario; construyendo los puentes necesarios para llegar a aquellos sectores profesionales poco explorados en el desarrollo histórico de la profesión en nuestro país.

Keywords

Social work, social innovation, synergy.

Abstract

With the development of this communication we intend to made a series of proposals for professionally social work practice, both individually and autonomously, and through collaboration with other fields of knowledge and other professionals. Taking the force from the professionals who came before us, and taken the pulse of those who are currently at the forefront of action-reflection, innovating and creating and investing in new ways to carry out the daily work, building the necessary bridges to reach those unexplored professional sectors in the historical development of the profession in our country.

INTRODUCCIÓN

La contracción económica por la que estamos atravesando ha afectado mucho a la profesión de trabajo social, pues por un lado ha aumentado considerablemente la demanda de su ayuda, y por otro ha reducido la posibilidad de acceso a los recursos públicos con los que complementa su intervención. Este desmantelamiento acelerado y progresivo de los servicios públicos, está desafiando la capacidad creadora de muchos profesionales de lo social que se están viendo abocados a llenar el vacío dejado por un estado de bienestar gravemente herido.

Desde el ámbito de la profesión se deben articular todas las acciones reivindicativas que se consideren necesarias para salvaguardar todos esos derechos sociales conquistados, bajo la premisa de: “reivindicar sí, y ampliar horizontes y enfoques en pos de avanzar, también”.

La profesión se encuentra ante el reto de re-inventarse, manteniendo la identidad que proviene de su cuerpo teórico y de la sistematización de su práctica profesional, realizando un movimiento consciente para acercarse a otros ámbitos de intervención, es decir, encaminarse hacia la conquista de nuevos espacios donde ejercer y desarrollar su trabajo. Crear nuevos campos de acción puede ser una oportunidad de mejora en este momento en el que lo que abundan son las necesidades sociales. Siguiendo a Natalio Kisnerman «toda crisis lleva a la reflexión y a una angustia existencial, pues ellas son el motor de los cambios». En este sentido, es conveniente recordar que el trabajo social creativo es la capacidad de generar alternativas de solución y llevarlas a cabo, pues las personas con las que trabajamos son el recurso más valioso con el que podemos contar, ya que ellas tienen capacidades que el trabajador social ha de movilizar, con un decidido papel motivador y de promoción.

ABRIR CAMINOS GENERANDO SINERGIAS CON OTROS PROFESIONALES

La titulación académica de trabajo social proporciona una basta formación para detectar e interpretar las bases del sufrimiento humano, interviniendo en los puntos en los que las personas interactúan con su entorno, para dar soporte, acompañar y orientar hacia la superación de las dificultades, así como para motivar hacia el cambio.

Muchos profesionales que se dedican a labores de ayuda comienzan a apostar por marcos de trabajo más libres y autónomos, desde esquemas de colaboración con otros profesionales, trabajando por proyectos. De este modo aporta y a la vez se nutre de tal colaboración en muchos ámbitos de su carrera. Algunos ejemplos prácticos de la generación de estas sinergias empresariales pueden ser los siguientes:

Creación de proyectos para poner en marcha escuelas de padres y madres, en colaboración con profesionales de la enseñanza, de la psicología, o de la educación social, entre otros. Intervenir conjuntamente en estos ámbitos enriquece mucho el trabajo, además de que aporta una visión muy práctica de la realidad social y familiar del momento actual.

Desarrollo de proyectos conjuntos para ejercer la actividad de la mediación familiar, trabajando en colaboración con abogados-as, o con profesionales vinculados con el campo de la psicología, entre otros. De este modo se amplía la red de personas a las que ofrecer los servicios, y se tiene la posibilidad de moverse en círculos mayores de actuación. Para embarcarse en este tipo de proyectos es necesario realizar una formación complementaria y específica en mediación familiar, según la normativa vigente que regula el desempeño de esta actividad.

Proyectos de puesta en marcha de servicios de orientación y apoyo a familias, dado que hay muchas familias que requieren ayuda especifica por parte de equipos multidisciplinares y que no suelen frecuentar los servicios sociales. Este tipo de proyectos se pueden orientar a la resolución de conflictos en el seno de las familias, así como a abordar aspectos tales como el diseño del proyecto familiar vital, incluyendo aquí herramientas que provienen de profesiones emergentes en estos momentos de cambio mundial, como ejemplo el coaching, etc.

Como vemos en estos ejemplos prácticos, se trata de establecer marcos de colaboración sobre la base de lo que unos y otros profesionales dominan en su ámbito de trabajo, intercambiar ideas y crear nuevos proyectos, útiles e innovadores para el momento social que se está atravesando, en concordancia con las características culturales, sociodemográficas y económicas del lugar.

AMPLIACIÓN DEL CAMPO DE ACTUACIÓN MEDIANTE LA INCORPORACIÓN DE CONOCIMIENTOS Y EXPERIENCIAS PROVENIENTES DE OTRAS DISCIPLINAS.

Cada momento histórico posee unos condicionantes para el desarrollo de cada profesión. Los hechos que vivimos hoy día nos fuerzan de alguna manera a encontrar alternativas para actuar y avanzar en este contexto cambiante. Surgen nuevas profesiones como el coaching, la terapia gestalt, las constelaciones familiares, el mindfullness, etc.

Son muchos los profesionales que, formados académicamente en una disciplina determinada, apuestan por ampliar su formación hacia otras corrientes o vías con las que enriquecer su trabajo, mediante la incorporación de nuevos conocimientos y experiencias profesionales. Ana Escobar, diplomada en trabajo social, da buenas muestras de ello mediante la puesta en marcha de una empresa de trabajo social, peritaje y formación. Toda su experiencia como empresaria queda reflejada en su libro sobre Introducción al ejercicio libre profesional y empresarial de los trabajadores sociales.

CO- RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS GRANDES EMPRESAS HACIA EL OBJETO DE INTERVENCIÓN DEL TRABAJO SOCIAL.

En estos momentos que estamos atravesando en los que hay bastantes promociones de profesionales de lo social que tienen dificultades para acceder a un empleo, se proponen nuevas vías para tratar de mejorar la calidad de vida de las personas que habitan el mundo, en esta ocasión con la propuesta clara de corresponsabilizar a las grandes empresas con el bienestar de la población, de manera que se pueden comenzar a elaborar proyectos de bienestar o desarrollo comunitario, rescatando la colaboración económica de estas empresas y que parte de sus beneficios reviertan en la población, generando por otro lado un honda expansiva de solidaridad y promoción de la calidad de vida.

Hay muchos países europeos en los que profesionales del trabajo social se dedican a elaborar proyectos que más tarde presentan a empresas para conseguir fondos, y finalmente consiguen llevarlos a cabo, tanto para el propio personal de la empresa (bajo el prisma de la mejora de la calidad de vida de los propios empleados, sobre todo cuando se trata de grandes empresas) como dirigidos a la comunidad. A este tipo de fórmula se la viene llamando fundraising. La sociedad la hacemos todos, y las empresas tienen un papel muy importante en este sentido.

Luego encontramos otro tipo de experiencias relacionadas con el mundo empresarial, como la incorporación de la figura del trabajador-a social en los equipos de recursos humanos de las grandes empresas. En este momento presente hay muchos profesionales del trabajo social que ejercen su trabajo en los departamentos de recursos humanos de grandes empresas o multinacionales, fundamentalmente en países con una marcada tradición social como en latinoamérica: Colombia, Ecuador, México,etc. En España, sin embargo, el desarrollo de la profesión no se ha abierto camino en el ámbito de la empresa y de los recursos humanos, siendo relativamente frecuente la elaboración de propuestas teóricas sobre el sector acerca de este tipo de experiencias. Encontramos, por ejemplo, la aportación teórica de Yolanda Domenech y Juan Carlos Gómez, desde la Universidad de Alicante, en la cual se concretan en una serie de propuestas de trabajo de los trabajadores sociales, relacionadas con la empresa en general, y los recursos humanos en particular. La figura del trabajador social, dentro de los equipos de recursos humanos, compartiría funciones propias de los recursos humanos, al trabajar en equipo con los demás miembros, así como funciones específicas del Trabajo social, ya que su objeto de intervención se centra en procurar la mejora de la calidad de vida de las personas que trabajan en las empresas.

CONTROL Y GESTIÓN DE CALIDAD EN LOS CENTROS QUE ATIENDEN A PERSONAS EN SITUACIÓN DE ESPECIAL VULNERABILIDAD.

Los profesionales del trabajo social están formados para asegurar que las personas alcanzan determinadas cotas de bienestar social, definidas por una serie de derechos y, en definitiva, de políticas sociales.

Los trabajadores/as sociales tienen las competencias suficientes para medir la calidad de vida de las personas usuarias que disfrutan del recurso en cuestión, así como para planificar, hacer seguimiento y propuestas de mejora respecto a la adecuada marcha del centro y al adecuado avance, desarrollo y desempeño de sus usuarios, en base a unos determinados objetivos. El tema de la gestión de calidad asegura que se cumplan unos estándares mínimos de calidad que superan con creces a lo estipulado en las normativas y reglamentos que regulan ese tipo de establecimiento, pues la gestión de calidad supone siempre una mejora en la calidad de vida, además de que supone un compromiso claro y real con la filosofía de la mejora.

La gestión de calidad no tiene porqué suponer un desembolso mayor para este tipo de centros; simplemente es necesario que exista un determinado compromiso por parte de las instituciones que ejercen la tutela de los mismos, de manera que el nivel de exigencia a las entidades gestoras suponga la contratación de trabajadores y trabajadoras sociales. En definitiva, siguiendo a Mª Jose Salvador (Técnica de la Gerencia de Servicios Sociales de Castilla y León), los programas de mejora de la calidad deben de contener, entre otras cosas, una definición clara de los requisitos de calidad necesarios, y uno de los profesionales más indicados para definir tales requisitos es el/la trabajador/ a social.

Está claro que la tendencia actual en materia de política social no está en sintonía con el crecimiento de centros y servicios, más bien todo lo contrario, pero una cosa es que no se pueda crecer, y la otra muy distinta es que no podamos mejorar el terreno que pisamos y que ya hemos conquistado, con nuestra trayectoria y saber hacer.

CONCLUSIONES

Durante el desarrollo de la comunicación se han plasmado una serie de experiencias profesionales relacionadas con posibilidades de empleabilidad del trabajo social. Todas las propuestas vertidas tienen su base en la lectura de diferentes experiencias de otros profesionales, tanto en España como en otros países de Europa, así como provienen de experiencias de desarrollo profesional que se están comenzando a llevar a cabo en la sociedad española, y de la cual se tiene noticia por el surgimiento de nuevos negocios.

La incorporación de la figura del trabajador social en las empresas supondría un avance en la modernización de la mentalidad del tejido empresarial, de cara al desarrollo de actitudes de concienciación, co-rresponsabilidad y promoción de la solidaridad social y económica de estas empresas con aquellos que se encuentran en situación desfavorecida. Al fin y al cabo la sociedad la creamos todos/as.

El trabajo social tiene una función cohesiva en la sociedad y, por tanto, debe aumentar su proyección más allá de los ámbitos conocidos y explorados. Esta proyección está en manos de los propios trabajadores sociales, ya que como actores principales tienen mucho que aportar a través de la creación de nuevas propuestas, creación de foros donde compartir ideas y experiencias novedosas, así como alimentarse de lo que otros/as profesionales ya han avanzado en este sentido.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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AUTORA: Inmaculada Asensio Fernández

*** Comunicación presentada en el XII Congreso Estatal de Trabajo Social, celebrado en Marbella los días 14, 15 y 16 de Noviembre de 2013.

El valor terapéutico de la profesión de trabajo social en momentos de cambio.

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PALABRAS CLAVE

Trabajo social, terapéutica de lo social, trabajo social terapéutico.

RESUMEN

Con el desarrollo de la presente comunicación se pone el acento en la recuperación de la confianza por parte del profesional del trabajo social para encarar -en una postura de fuerza- toda la vorágine derivada de la coyuntura económica, pues lo que da sentido al trabajo social no es exclusivamente los medios económicos con los que cuenta, sino la propia labor del profesional. El trabajador y trabajadora social tienen que desenvolverse en un medio de crisis, aportando nuevas herramientas relacionales y de desarrollo humano en la aplicación de su cometido y de sus tareas, recuperando el «para qué» de la profesión.

KEY WORDS

Social work, social therapeutics, therapeutic social work.

ABSTRACT

The development of the present communication emphasizes the recovery of hope by the professional social work to face -in a strength position- this frenzy, because what gives meaning to social work is not exclusively financial means are there, but the very professional work. The social worker have to operate in an environment of crisis, providing new relational tools and human development in the implementation of its mandate and tasks.

INTRODUCCIÓN

Los trabajadores y trabajadoras sociales asistimos a un profundo cambio social, que hunde sus raíces en la crisis económica que estamos atravesando y que está generando situaciones de mucha dificultad e injusticia. Esta crisis está obligando a las personas a afrontar nuevas y acuciantes situaciones, como la falta de empleo, la precariedad laboral o infraempleo, la sobrecarga de responsabilidad económica en algunos miembros de las familias, la pérdida de la vivienda, el surgimiento del fenómeno de la emigración a otros países con más posibilidades de empleabilidad, etc. En general, un gran sector de población actualmente desempleada (aunque sobradamente formada en muchos casos), adolece de falta de metas y objetivos para redibujar sus opciones profesionales y de desarrollo vital, entre otros tantos problemas sociales.

La tesis de partida de la presente comunicación se centra en cómo el escenario económico al que asistimos, no sólo está generando efectos negativos en la población, sino que está afectando considerablemente al sentir de los trabajadores y trabajadoras sociales respecto a la utilidad de la profesión, para afrontar tanto cambio, tensión y sufrimiento por parte de la población a la que atiende. Se respira un profundo aire de pesimismo ante la cantidad de recortes que se están produciendo en materia social y la correspondiente limitación de derechos hacia las personas. Si bien es cierto que estos recortes van en detrimento de la calidad de vida de los ciudadanos, de las intervenciones que se llevan a cabo, cabe reflexionar en este foro acerca de la idoneidad del momento actual para hacer una revisión de los principios y fundamentos que sustentan la profesión, dado que el trabajo social no surgió en una época de bonanza económica en la que abundaban los derechos sociales, sino que surgió en los momentos más críticos, donde las personas tenían menos derechos y más necesidades.

Hoy día el propio profesional tiene serias dudas sobre la utilidad de muchas de sus intervenciones, pues ante la falta de medios y recursos le es más difícil visibilizar de manera práctica los resultados de su trabajo. Y esta si que es una verdadera crisis, y para superarla hay que volver a las raíces, a la génesis del trabajo social, a sus precursores. Revisar cómo se desenvolvían éstos ante retos complejos y cómo reaccionaban ante las cuestiones sociales como las que hoy vivimos.

RETOMANDO LAS RAÍCES

El origen del trabajo social surge para mejorar las condiciones de vida de las personas y de la sociedad en general. Si recordamos el surgimiento de la profesión en Europa, en el siglo XIX, el clima social estaba envuelto en una situación crítica, derivada de las consecuencias de la revolución industrial; las carencias y las dificultades estaban por doquier y los profesionales trabajadores sociales comenzaron a popularizarse ante tanta situación de necesidad, y a organizar la manera de ejercer su trabajo, profesionalizándolo mediante la sistematización de su práctica, la creación de modelos teóricos en los que sustentar y -posteriormente- revisar su trabajo, y el desarrollo de un basto cuerpo de conocimiento teórico de la profesión.

En sus orígenes era un trabajo muy idealista y completamente vocacional, basado en el deseo de ayudar al otro, por tanto ejercido por personas con una clara actitud y conducta prosocial.

En este sentido, la profesión no surgió para apoyar posturas pasivas, sino para servir de motor de cambio e impulsar la erradicación de todas esas injusticias y situaciones de marginalidad entre los miembros de las comunidades. Y la nota característica es que fueron los mismos precursores del trabajo social los que se centraron en ser los agentes del cambio, no las instituciones sociales y/o administrativas del momento.

Si hay un espíritu o sentido que permanece vivo dentro de la profesión, es el deseo de ir más allá de los síntomas presentados por la situación o persona/s, y este sigue siendo el reto de los y las profesionales del trabajo social: buscar las causas profundas y complejas de los problemas que sufren las personas, rescatando su propia responsabilidad sobre los mismos, de manera que, en la medida de sus posibilidades, puedan articular mecanismos para salir de ese estado, con el oportuno acompañamiento, guía y ayuda.

Hay importantes autores del siglo XX que han desarrollado teorías de gran relevancia para comprender las bases del desarrollo humano, como Carl Rogers y Maslow, así como Vicktor Frankl. Estos autores abogan por la capacidad del ser humano para sobreponerse a todas las circunstancias que implican el desafío de estar vivo y de vivir en sociedad. Todos ellos han compartido su particular forma de entender el trabajo terapéutico y de ayuda, así como han servido de base e inspiración para muchas profesiones y profesionales dedicados a labores terapéuticas.

La posibilidad de aprendizaje y estímulo puede ser importante si se rescata lo positivo de las experiencias vividas y compartidas por estos personajes; por ejemplo en el caso de Viktor Frankl, que en las condiciones más extremas que cualquiera pueda imaginar, como prisionero en los campos de concentración, no sólo se repuso de toda esa terrible experiencia, sino que pudo dar fe de ella mediante los manuscritos que había acumulado en sus años como deportado, e incorporarlos más tarde a su obra. Su libro más famoso se titula «El hombre en busca de sentido». Y precisamente de buscarle sentido a la labor social en este nuevo contexto se trata ahora, justo en este momento en el que el pesimismo y el descontento se están apoderando tanto de las personas, como de los propios profesionales de lo social.

TERAPÉUTICA DE LO SOCIAL

La clave de la terapéutica de lo social hoy día se centra, por un lado, en tomar una posición crítica y reivindicativa frente a las actuales situaciones de injusticia y desigualdad económica y social, y por el otro en apoyar a las personas para abandonar actitudes derrotistas y desmoralizantes, para avanzar -en la medida de sus posibilidades- hacia el logro de la mejora en su calidad de vida.

Desde los orígenes del trabajo social se ha hablado ampliamente de la vertiente terapéutica de la profesión, en su modalidad individual- familiar y grupal, estudiada y desarrollada en primer lugar por Mary Richmond, con su modelo de trabajo social de casos. Sin embargo, ahora asistimos a un cambio de planteamiento respecto a la intervención a este nivel, ya que hay profesiones emergentes que están aportando dinamismo y frescura al trabajo que desde la óptica del trabajo social se viene haciendo, mediante el aporte de nuevas herramientas con las que complementar el trabajo con las personas, los grupos y las comunidades.

La formación continua y actualización de conocimientos por parte de los profesionales, así como el intercambio de experiencias gracias a las ventajas de vivir en una sociedad de la información y la comunicación, están permitiendo profundizar aún más en la mejora de la relación de ayuda. Un aspecto fundamental en este caso es continuar apostando por el desarrollo profesional, abriéndonos a nuevas tendencias, además de afianzando interiormente el valor terapéutico de la profesión, ya que es una constante en el ejercicio e intercambio diarios con las personas a las que atiende, mediante el apoyo para hacer frente a los efectos psico- sociales de la situación económica del entorno. Para ello, se hace necesario superar el tradicional binomio necesidad vs. recurso (ampliamente estudiado y referido en diferentes comunicaciones y artículos sobre intervención en trabajo social), y avanzar hacia formas de intervención más centradas en la persona.

Los y las trabajadores/as sociales son profesionales muy cercanos a la población, bien mediante su trabajo en instituciones públicas, como en privadas o sin ánimo de lucro. La demanda de ayuda que reciben es amplia y diversa, y la cuestión común es cómo abordar el contacto con la persona, y qué marco dar a la relación de ayuda y posteriores intervenciones (o tratamiento). Las demandas contienen un componente emocional muy significativo, y están relacionadas con situaciones que las personas no saben cómo manejar. Requieren de la objetividad e imparcialidad de un profesional con la suficiente apertura y sensibilidad para acoger a esa persona, escucharla e iniciar -en su caso- un proyecto de intervención para mejorar su situación personal, familiar y social.

De igual modo, los y las trabajadores/as sociales en ocasiones se enfrentan a demandas de ayuda puntuales, que no derivan en un proyecto de intervención. Este tipo de demandas se acogen en el contexto de una entrevista inicial entre el sujeto y el profesional, y el vehículo de la misma es la conversación o entrevista. En todos los casos y situaciones, conversar, mostrar un interés genuíno por lo que la persona nos está relatando, escuchando abiertamente, abriéndonos y concediéndole el espacio para expresar todas sus preocupaciones, puede ser verdaderamente terapéutico y reparador para una persona, para que ésta pueda manejar con más habilidades su situación. Y puede que nuestro contacto con esa persona y su problema quede ahí, por no requerir de actuación mayor que la propia información y asesoramiento proporcionado en un momento dado sobre una situación concreta.

EL PROFESIONAL ES EL RECURSO

Las personas están realizando un importante esfuerzo de reajuste personal, familiar y social, dadas las exigencias actuales que plantea la vida en familia, la compatibilidad con la vida laboral, así como el estrés y el sufrimiento derivados de la falta de medios para subsistir, o de condiciones de trabajo y de vida muy precarias e injustas. Las estructuras sociales y administrativas son muy rígidas, y permiten poco margen de maniobra a las personas para cambiar su situación, por tanto, más que esperar que la solución venga de afuera, tenemos que iniciar procesos de apoyo y acompañamiento con las personas que demandan nuestros servicios, pues además es muy necesario. Esto no quiere decir que esta labor no se esté llevando a cabo, sin embargo si que es importante revisarla para mejorarla, ya que la mejora continua está implícita en cualquier forma o sistema de trabajo bajo la óptica de la calidad, de la cual se ha hablado bastante en los últimos años, aplicada al campo de los servicios sociales.

Los y las trabajadores/as sociales asistimos a un cambio de conciencia social importante respecto al apoyo y la resolución de los problemas que afectan a los sectores más desfavorecidos, puesto que las miras ya no están tan puestas en el estado, como garante de derechos universales y subjetivos, sino en el desarrollo de las propias capacidades de las personas para salir adelante. El propio trabajo de los trabajadores sociales es el recurso principal a la hora de intervenir.

La terapéutica de lo social promueve y fortalece a la formación y actualización de sus profesionales, alimentándose de nuevas fuentes de conocimiento en este momento en boga, como por ejemplo el coaching o la gestalt, por poner algunos ejemplos, ya que incorporan herramientas novedosas para hacer frente al sufrimiento humano, trabajando fundamentalmente con las creencias que obstaculizan el avance de la persona en alguna dirección.

CONCLUSIONES

La actividad del trabajo social está más viva que nunca, pues ahora es cuando más demandas de ayuda hacia estos profesionales hay por parte de la población. Los trabajadores sociales no son meros gestores de ayudas y recursos, sino que ellos sirven a la vez de recurso y de instrumento para mejorar las condiciones de vida de las personas que atienden.

Los nuevos escenarios requieren de una permanente formación y actualización por parte de los profesionales, así como de una toma de conciencia sobre la necesidad de cambiar el chip y dejar de asociar el trabajo que se lleva a cabo con la gestión de recursos relacionados con la mejora de la calidad de vida.

Es deseable y absolutamente necesario que la recuperación económica dote a los servicios sociales de los recursos económicos necesarios para mejorar la calidad de vida de las personas que más lo necesitan, especialmente en nuestro país, en el que nunca ha habido una gran cobertura social. En este sentido hay que destacar que no sólo se saldrá de la crisis a través de la potenciación de medios económicos; hay que superar también la crisis humana, la de creencias y valores en el trabajo social, recuperando ese espiritu vocacional que caracteriza a la profesión y apostar por nuevas fórmulas para alimentar el trabajo, así como nuestra propia motivación hacia él y hacia las personas con las que trabajamos. Este aspecto es el que se quiere destacar con el desarrollo de la presenta comunicación.

Para finalizar quiero compartir las palabras que Nelson Mandela pronunció en su Discurso como presidente electo de Sudáfrica, en 1994:

Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados.

Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite.

Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta.

Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso?

En realidad, ¿quién eres tú para no serlo?

Eres hijo del universo.

El hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo.

No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras.

Nacemos para hacer manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros.

No solamente algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno.

Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo.

Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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– Vander, J. (1986). Manual de Psicología Social, Barcelona: Paidós. P. 617.

AUTORA:  Inmaculada Asensio Fernández.

*** Comunicación presentada en el XII Congreso Estatal de Trabajo Social, celebrado en Marbella, en 14, 15 y 16 de Noviembre de 2013.

Marco de atención a la infancia a través de los Servicios Sociales en España.

El papel del trabajador social en los distintos niveles de intervención y coordinación entre los diferentes servicios.ImagenPonencia presentada en el II Simposium Internacional y IV Nacional sobre derechos de la Niñez, celebrado en la Universidad de Costa Rica. Octubre de 2009.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Trabajadora Social. España.

«Es un error hablar de la felicidad de la infancia. Los niños suelen ser extraordinariamente sensibles. El hombre es dueño de su destino pero los niños están a merced de quienes les rodean.». Roussea.

PALABRAS CLAVE: Infancia, protección, riesgo social, maltrato infantil, servicios sociales.

RESUMEN

La población infantil ha tenido diferente consideración a lo largo de la historia, pasando desde la invisibilidad total de sus características y necesidades, hasta el reconocimiento y la consolidación de sus derechos como actores primordiales de la sociedad actual, que además gozan de especial protección por razón de su vulnerabilidad.

A pesar del reconocimiento cultural, social y jurídico atribuido a la infancia hoy día, no se debe obviar el hecho de que el maltrato infantil existe, incluso en las sociedades más avanzadas y desarrolladas; por tanto requiere de una actuación rapida y coordinada desde los sistemas de servicios sociales, en colaboración con otros sistemas de protección social.

ABSTRACT:

Children had a different view along the history, going from total invisibility of their characteristics and needs, to the recognition and consolidation of their rights as actors of society today, which also enjoy special protection by reason of their vulnerability.

In spite of the cultural, social and juridical recognition attributed to the infancy today, it is not necessary to to obviate the fact that child abuse exists even in the most advanced and developed societies, therefore requires a rapid and coordinated action from the systems of social services, in collaboration with other systems of social protection.

I. INTRODUCCIÓN

Si algo caracteriza a los estados democráticos modernos es la evolución del concepto social de familia, así como el papel que juega y el lugar que ocupa cada uno de sus miembros, haciendo especial hincapié en el bienestar de las personas menores de edad. Esta nueva concepción socio- familiar de los niños y niñas se aleja de viejos sistemas paternalistas que consideraban a los hijos como una propiedad de los padres, como sujetos históricamente invisibles dentro del orden familiar.

A partir del siglo XX, con la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño por las Naciones Unidas (1989), se empieza a tener en cuenta a la infancia, de manera que se comienza a tener un tratamiento legal de los derechos de las niñas y niños, al objeto de velar por su protección y de cubrir sus necesidades. En la actualidad, se parte de la idea de que la familia conforma el entorno idóneo para el desarrollo de las personas menores, si bien es cierto que en muchas ocasiones ese entorno se vuelve adverso e impide su normal desarrollo.

El cuerpo legislativo español obliga a la Administración Pública a actuar en aquellos casos en los que tenga constancia de que se está produciendo una situación de riesgo respecto de una persona menor. La situación de riesgo conllevará, en todo caso, de la elaboración y puesta en marcha de un proyecto de intervención social- individual, a través del sistema público de servicios sociales, con la colaboración, por parte del resto sistemas de protección social, que considere oportuna. En función de la gravedad de las situaciones presentadas, así como del grado de colaboración de los padres y del pronóstico de la situación, se asignará a la familia el tipo de intervención oportuno, que puede ir desde la intervención directa con las familias, mediante equipos especializados de tratamiento familiar, hasta el acogimiento familiar, la adopción e incluso en los casos más graves, al acogimiento residencial, a través del sistema de protección de personas menores.

II. EL SISTEMA PÚBLICO DE SERVICIOS SOCIALES EN ESPAÑA. CONSIDERACIONES INICIALES Y ESTRUCTURA.

II. I. CONSIDERACIONES INICIALES

España ha sufrido una evolución muy importante desde la década de los años ochenta, en lo que a desarrollo de su sistema de servicios sociales se refiere. La desaparición del régimen franquista y el avance de su sistema democrático, ha permitido vertebrar un sistema público de servicios sociales, creado con el afán de dar respuesta a las necesidades sociales de la población, con especial incidencia en aquellos colectivos afectados por situaciones desfavorecedoras. Ahora bien, en cuanto al desarrollo de la política en materia de infancia, el punto de referencia lo constituye, a nivel internacional, la Declaración de los Derechos del Niño de 1959 y la Convención de la Infancia aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de Noviembre de 1989, y ratificada por España el 20 de Noviembre de 1990. 1En este sentido, cabe destacar los tres hechos fundamentales que han colaborado con la protección jurídica de las personas menores de edad en España, los cuales se concretan en: 1) La aprobación y promulgación de la Constitución Española de 1978, en la que se recogen una serie de principios fundamentales aplicables a los niños y niñas, así como sitúa a los padres como primeros responsables de la crianza y desarrollo de los hijos, a pesar de la responsabilidad subsidiaria del estado respecto a los deberes y cargas que implican la asistencia y educación de las personas menores; 2) Las reformas del Código Civil iniciadas en 1981, que en el tema que nos ocupa se centran en el reconocimiento que le confiere a la persona menor de edad respecto al derecho de audiencia ante diferentes aspectos familiares y contractuales. Del mismo modo se suprime la distinción entre filiación legítima e ilegítima, así como introduce la investigación de la paternidad; 3) La Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, profundiza en los aspectos de protección de las niñas y niños, siguiendo la filosofía de la Convención de los Derechos del Niño.

Respecto a todas estas cuestiones, cabe destacar que el sistema público de servicios sociales contempla, entre sus cometidos, la atención y protección de las necesidades de las familias y de las personas menores que en ella se integran. En este sentido, vamos a realizar un breve repaso a cerca de la estructura actual de los servicios sociales en España, para adentrarnos -a continuación- en los niveles de intervención que se llevan a cabo para trabajar con personas menores en situación de riesgo social.

II. III. ESTRUCTURA DE LOS SERVICIOS SOCIALES

Al hablar de servicios sociales en España, hay que aludir al principio de descentralización. Los servicios sociales se entienden como instrumentos que deben estar lo más cercanos posibles al contexto en que se generan las desigualdades. Respondiendo a este planteamiento, en nuestro país se ha materializado la descentralización del modelo del Bienestar Social en las distintas autonomías que componen el estado español (19 en total). Ello se ha traducido, finalmente, en la creación de las distintas leyes autonómicas de servicios sociales, todas ellas dotadas de la infraestructura necesaria para prestar servicios sociales.

Con carácter general, los servicios sociales se estructuran en:

Servicios Sociales Comunitarios

Los servicios sociales comunitarios constituyen la estructura básica del sistema público de servicios sociales y están dirigidos con carácter integral y polivalente a todos los ciudadanos, como primer nivel de actuación para el logro de unas mejores condiciones de vida para la población. Se puede decir que son la puerta de entrada de cualquier demanda de carácter social al sistema público de servicios sociales, pues toda intervención (sea de la índole que sea) ha de ser valorada, en primera instancia, por los profesionales de estos servicios.

Del estudio y análisis de las diversas leyes de servicios sociales se establece que las prestaciones mínimas y comunes que han de garantizar los mismos son:

Información, orientación y asesoramiento: va dirigida a individuos, grupos e instituciones sobre los derechos que pudieran corresponden y los recursos sociales existentes, así como asesoramiento especializado sobre problemas sociales y su canalización, cuando sea necesario, a los demás servicios sociales existentes.

Ayuda a domicilio: tiene como objetivo la prestación de una serie de atenciones a los individuos y/ o familias en su domicilio, cuando se hallen en situaciones en las que no es posible la realización de sus actividades habituales, o en situaciones de conflicto psico- familiares para alguno de sus miembros.

Alojamiento alternativo y convivencia: supone una alternativa para las personas que carecen de ambiente familiar adecuado.

Prevención de la marginación e inserción social: se refiere a intervenciones realizadas por equipos profesionales, dirigidas a personas y colectivos en situaciones de riesgo o marginación social, con el objeto de prevenir marginaciones sociales y, en su caso, lograr la inserción familiar y social.

Otras prestaciones y/o ayudas: emergencia social, ayudas económicas familiares.

Servicios Sociales Especializados

Los servicios sociales especializados suponen el segundo nivel de intervención en servicios sociales. Estos servicios se prestan en equipamientos específicos y se orientan a dar respuesta a situaciones y necesidades que requieren una especialización técnica. Los servicios sociales especializados pueden ser de titularidad pública o prestados por entidades diversas (tanto de iniciativa social como mercantil) que intervienen en este sector. Los servicios especializados ofrecen apoyos dirigidos específicamente a diferentes colectivos, como por ejemplo infancia, adolescencia y juventud, personas mayores, personas con discapacidad, personas drogodependientes, etc.

III. NIVELES DE INTERVENCIÓN CON LA INFANCIA. EL TRABAJADOR SOCIAL EN LOS DISTINTOS NIVELES DE INTERVENCIÓN Y COORDINACIÓN ENTRE LOS DISTINTOS SERVICIOS

III. I. ALGUNAS DEFINICIONES INTRODUCTORIAS

Cabe señalar una diferenciación que por primera vez se introduce en el ordenamiento jurídico español y que establece la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, en relación a los conceptos de “situación de riesgo social” y “situación de desamparo”, los cuales orientarán los límites y contenidos de las actuaciones jurídico administrativas a llevar a cabo con las personas menores y sus familias, y se concretan en lo siguiente:

La situación riesgo social (art. 17) es aquella en la que existen carencias o dificultades en la atención de las necesidades básicas que las personas menores precisan para su correcto desarrollo físico, psíquico y social, y que no requieran su separación del medio familiar, aunque sí conllevará la elaboración y puesta en marcha de un proyecto de intervención social individual debidamente temporalizado, que recogerá las actuaciones y recursos necesarios para su eliminación.

La situación de desamparo (art. 18) es la que se produce a causa del incumplimiento, del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de las personas menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material. Esas graves circunstancias aconsejan la separación de su núcleo familiar.

III. II. NIVELES DE INTERVENCIÓN

En función de la problemática planteada y de las oportunidades de actuación y mejora de la situación, los recursos dirigidos a la atención de la infancia pueden clasificarse en tres niveles:

1. Los que contemplan a las niñas y niños en su entorno natural, eludiendo la separación de éstos de su familia y su medio, llevando a cabo las actuaciones pertinentes en el entorno en que vive, es decir, directamente donde tienen lugar y se desarrollan los problemas.

2. Los que conllevan la separación de la familia biológica, así como la aceptación de medidas alternativas de carácter temporal, facilitando la salida del niño/a de su entorno familiar, ya sea con carácter familiar o definitivo, y brindándole un entorno familiar alterno que asegure su desarrollo personal en condiciones óptimas.

3. Los que conllevan la separación de la persona menor de su familia, así como el internamiento en centros de protección, con el objetivo de preservarle de un perjuicio o contingencia mayor durante el periodo de tiempo que sea preciso, hasta la completa resolución del problema o situación que provoca dicho internamiento. Se intentará, en la medida de lo posible, que la aplicación de estos recursos tenga carácter temporal, facilitando siempre la reinserción del menor a su entorno natural.

III.II.I. PRIMER NIVEL. ATENCIÓN A LA PERSONA MENOR EN SU PROPIO MEDIO

El medio más propicio e idóneo para el crecimiento y desarrollo de las personas menores es su ambiente familiar, siendo el objetivo básico de cualquier actuación que se lleve a cabo, la permanencia de éste en su propia familia. El criterio para intervenir en este primer nivel es que hay una situación de riesgo leve, con pronóstico favorable, de lo contrario pasaría a otro nivel de intervención más específico. Este primer nivel de atención se realiza a través de los servicios sociales comunitarios, en colaboración estrecha con otros servicios de atención primaria, como por ejemplo los servicios de salud. Los trabajadores sociales que desempeñan su trabajo en las unidades de salud (centros de salud, hospitales, etc) mantienen una comunicación estrecha con los trabajadores sociales de los servicios sociales comunitarios de su zona territorial, en aras a mantener una información actualizada y realizar un adecuado seguimiento y/o derivación de los casos de riesgo social detectados en personas menores y sus familias.

La actuación que se realiza con familias en situación de riesgo social desde los servicios sociales comunitarios está dirigida a la prevención, detección, intervención y a la reinserción, a través de los diferentes programas, ayudas técnicas y económicas y recursos sociales que para este fin se arbitran. Deben ser la puerta de entrada al sistema de atención y protección a la familia.

Desde estos servicios sociales comunitarios se pueden arbitrar las siguientes medidas de actuación:

Mediante la prestación de un servicio de ayuda a domicilio, que tiene un carácter integral, social y rehabilitador, orientado a facilitar la permanencia del menor en el propio hogar, proporcionándole atención directa, mediante la intervención de personal cualificado y supervisado. Las prestaciones del servicio de ayuda a domicilio son de carácter doméstico, de carácter personal, de carácter educativo y de carácter socio- comunitario.

Mediante la inclusión de la persona menor en programas de estancias diurnas, que son aquellos que, fuera del horario escolar, desarrollan una función preventiva a través de actividades de ocio y cultura, con el fin de compensar las deficiencias socioeducativas de las personas menores, potenciando su desarrollo personal y la integración social de éstos y sus familias. Estos programas incluyen alimentación en régimen de media pensión.

Mediante la prestación de ayudas económicas familiares, que son un conjunto de prestaciones económicas dirigidas a familias que carezcan de recursos económicos suficientes, para la satisfacción de las necesidades básicas, siempre y cuando tengan personas menores a su cargo. Estas ayudas tienen por objeto el mantenimiento de la unidad familiar con personas menores a cargo.

Mediante la prestación de ayudas de urgencia (de carácter extraordinario) destinadas a resolver situaciones de emergencia en las que las personas o familias se van privadas de los medios de vida primarios imprescindibles.

El equipo de profesionales que intervienen con personas menores y familias, están integrados básicamente por el Trabajador Social, el psicólogo y el educador social/familiar; según el nivel de intervención, habrá otros profesionales que vengan a contemplar las competencias, servicios, y prestaciones específicas.

La intervención del trabajador social en los servicios de atención primaria se concreta en las siguientes funciones relacionadas con el sistema de protección de personas menores:

1. Desarrollo de los programas de prevención primaria.

2. Recogida de información sobre posibles situaciones de desamparo y su derivación a los servicios de protección de personas menores.

3. Apreciación de situaciones de riesgo e intervención con medidas oportunas.

4. Detección de personas menores en situación de desprotección.

5. Emisión de informes sobre la situación de personas menores, la familia y su entorno social.

6. Gestión de ayudas y servicios de apoyo y tratamiento.

7. Colaboración para la coordinación entre los servicios públicos que intervienen (por lo general salud, educación y justicia).

8. Seguimiento y apoyo a las familias y a las personas menores que se han reinsertado a su medio familiar y social.

9. Participar con la persona y la familia en la formulación de los objetivos de intervención, en el diseño de la ejecución, y en la evaluación de los resultados.

III.II.II. SEGUNDO NIVEL: INTERVENCIÓN DE LOS EQUIPOS DE TRATAMIENTO FAMILIAR.

Aún dependiente de dicha estructura de atención primaria (servicios sociales comunitarios), son aquellos que intervienen con personas menores y familias con una problemática más específica. El criterio para intervenir en este nivel es que hay una situación de riesgo moderado, con pronóstico favorable.

En este nivel se trabaja directamente con las familias mediante los Equipos de Tratamiento Familiar (compuestos por trabajador social, psicógologo y educador social/ familiar) que constituyen un recurso especializado para tratar situaciones de riesgo en la familia, que se utiliza sólo en aquellos casos que se valore previamente la necesidad y la posibilidad real y efectiva de proporcionar a la familia un tratamiento para evitar la adopción de una medida protectora, previendo que el pronostico puede ser positivo. En este sentido, la familia ha de ser informada de la existencia de los Equipos de Tratamiento Familiar y de la finalidad del tratamiento, realizando previamente un trabajo de sensibilización para aclarar bien todo el proceso. El objetivo a trabajar debe ser que la familia acepte la intervención, para que ésta tenga efectos verdaderamente positivos, desde el compromiso de la propia familia por solucionar los problemas detectados.

Las funciones del Trabajador Social dentro de estos Equipos de Tratamiento Familiar son las siguientes:

1. Recepción y estudio de los casos derivados, profundizando en el conocimiento de la situación a través de otras fuentes o servicios relacionados con el mismo, contrastando y complementando la información remitida.

2. Establecer un pronóstico de los cambios y logros que pueda conseguir la familia detectando y/o reforzando los recursos de la red de apoyo social disponible, al objeto de evitar posibles medidas que impliquen la separación de la persona menor de su familia de procedencia.

3. Valorar la idoneidad de incluir el caso en el programa de tratamiento.

4. Formular las hipótesis de trabajo y elaborar, junto con el resto del equipo técnico, el Proyecto de Intervención Familiar individualizado, consensuado con la familia.

5. Desarrollar y efectuar el seguimiento del Proyecto de Intervención Familiar mediante la aplicación de las técnicas ajustadas a cada caso.

6. Realizar labores de mediación entre los diferentes miembros de la unidad de convivencia en la que se encuentra la persona menor, para lograr acuerdos y compromisos comunes respecto a cuestiones referentes a la cobertura de las necesidades básicas de la vida diaria (alimentación, administración de bienes, educación, atención a la salud, comunicación, etc).

7. Colaborar con el servicio que haya derivado el caso y con las instituciones implicadas, proporcionando información sobre su evolución, con vistas a que tengan conocimiento puntual y permanente por si volvieran a recibir el caso derivado.

8. Elaborar y transmitir cuanta documentación e informes técnicos sean necesarios para facilitar el conocimiento y la evolución del caso.

9. Colaborar en las actividades y mecanismos de coordinación necesarios para el desarrollo de cada proyecto, especialmente con los Servicios Sociales Comunitarios y los servicios de protección a la persona menor, así como al resto de dispositivos implicados en la resolución de casos.

10. Derivar los casos a los recursos sociales más adecuados, una vez finalizada la intervención, remitiendo la documentación técnica que se precise con el fin de dar a conocer los pormenores de la intervención realizada y su evolución.

11. Proporcionar información sobre la evolución general del programa y asistir a las reuniones de trabajo y comisiones técnicas que se establezcan.

12. Cualquier otra función relacionada que se considere necesaria para la consecución de los objetivos del programa.

Otros servicios que intervienen de manera directa en este nivel secundario son los de salud, con toda la red de centros de salud, ambulatorios y hospitales, espacios muy importantes para la detección y el diagnóstico de las personas menores que son objeto de malos tratos. Sin embargo, dentro de los Equipos del Sistema de Apoyo Educativo, la actuación del trabajador social está muy poco implantada, aunque son un testigo privilegiado para detectar situaciones de riesgo, además de poder realizar intervenciones preventivas dentro de sus funciones educativas. Otro sistema donde el papel del trabajador social tiene un papel cada vez más importante es en el Sistema Judicial; el trabajador social está normalmente integrado en un equipo técnico, con funciones de peritaje y adscritos a Juzgados de Familia y Penales. Los juzgados también se han dotado de Servicios de Mediación Familiar o los Puntos de Encuentro, o los Servicios de Atención a las Víctimas.

III.II.III. TERCER NIVEL: ATENCIÓN A LAS PERSONAS MENORES A TRAVÉS DEL ACOGIMIENTO RESIDENCIAL

El tercer nivel de intervención se centra en acciones que protejan a la persona menor de una posible situación de abandono y/o malos tratos (desamparo), las cuales se desarrollan a través del servicio de protección de personas menores, que tiene las competencias específicas para el ejercicio de las funciones de protección de personas menores que implican separación del niño/a de su medio familiar. El criterio para intervenir en este tercer nivel de atención es que hay una situación de riesgo grave, con pronóstico desfavorable.

El Trabajador social del servicio de protección de personas menores aporta sus conocimientos y técnicas profesionales al equipo interdisciplinar que conforma el servicio (compuesto por trabajador social, psicólogo y letrado), destacándose las siguientes funciones:

1. Análisis y valoración previa de la información recibida en el servicio, poniéndose en contacto con personas e instituciones relacionadas con la persona menor y la familia para matizar o complementar dicha información.

2. Conocimiento y valoración de la trayectoria socio-familiar desde sus orígenes.

3. Ofrecer al resto del equipo una visión globalizadora e integral de la situación del menor mediante la sistematización de la información de todas las áreas.

4. Informar, tanto a la familia como al resto de las entidades implicadas, de las actuaciones a seguir.

5. Movilizar los recursos aplicables para promover el cambio y transformar el entorno de riesgo de la persona menor.

6. Coordinar las actuaciones de las distintas instituciones que realizan planes de mejora con la familia y la persona menor.

7. Coordinarse para conocer las actuaciones de los distintos profesionales del resto del equipo. Realizando el seguimiento de la familia y del entorno, trasladando esta información al resto de los profesionales que intervienen.

8. Elaborar el diagnóstico social a través de la interpretación objetiva de la realidad socio-familiar y de los resultados de las intervenciones realizadas, formulando el pronóstico de evolución socio-familiar.

9. Elaborar el informe social y la propuesta técnica.

10. Elaborar la propuesta de intervención a desarrollar con la persona menor en los centros residenciales de protección.

Los principales recursos y centros de atención a los niños y niñas, así como adolescentres, en este nivel de actuación, son:

Centros de Acogida Inmediata, que son los que acogen, carácter de urgencia y por un corto periodo de tiempo, a personas menores de edad, entre los 0 y 18 años, que se encuentran en grave situación de desprotección o algo riesgo físico o psíquico.

Centros Residenciales, que son centros que ofrecen a las personas menores el alojamiento, la convivencia y la educación necesarios para su desarrollo, por el período más breve posible, hasta que pueda producirse el retorno a su familia de origen, o se adopte otra medida alternativa (acogimiento familiar, acogimiento preadoptivo o acogimiento adoptivo).

Centros de internamiento para personas menores sujetos a medidas acordadas por los jueces, que son recursos con carácter especializado dirigidos a personas menores infractoras, en los que ingresan por Orden Judicial, y en los que pueden realizarse labores educativas y pedagógicas, derivadas de la finalidad y el alcance de la medida judicial impuesta.

CONCLUSIONES

El maltrato a la población infantil siempre ha existido, sin embargo hoy día existe una preocupación generalizada por desarrollar políticas públicas que orienten actuaciones coordinadas, rápidas y eficaces desde los diferentes sistemas de protección social. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer, sobre todo en cuanto a cambio de valores, concientización y sensibilización de la población para erradicar las diferentes formas de maltrato a la infancia, que van desde la aceptación social del conocido lema “te pego por tu bien”, hasta situaciones de acusado riesgo social, llegando a situaciones de desamparo en los sectores más vulnerables, como son las personas menores. Los servicios sociales constituyen un instrumento necesario para colaborar en la progresiva eliminación del maltrato, siempre en colaboración con el sistema de salud y el sistema de educación, donde resulta necesario coordinar actuaciones en aras a la prevención y detección precoz de este tipo de situaciones. Sin embargo, es necesario dotarlos con los recursos humanos necesarios para evitar dilaciones indebidas en las intervenciones, así como agilizar el paso de un nivel de intervención a otro, si la situación socio familiar presentada lo requiere. Esta agilidad puede incrementar las posibilidades de éxito en los resultados de las intervenciones. No obstante lo dicho, es importante destacar que, desde la democratización del estado español, ha habido grandes avances e impulsos legislativos en lo que a políticas sociales se refiere. Es obvio que queda mucho camino por recorrer, como también lo es que la meta está hoy mucho más cerca que ayer.

«Si queréis estudiar a los hombres no dejéis de frecuentar la sociedad de los niños». Thomas Hobbes.

BIBLIOGRAFÍA

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  • Código Civil.

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  • Consejería para la Igualdad y el Bienestar Social de la Junta de Andalucía. 2005. Proyecto Educativo Marco para los centros de protección de menores en el ámbito de la comunidad autónoma Andaluza.

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  • GAITÁN, L. (1999): El espacio social de la infancia. Los niños en el Estado de Bienestar, Madrid, Comunidad de Madrid.

Gestión de calidad en Servicios Sociales como herramienta de cambio social

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Antes de comenzar a hablar de crisis económica, todavía parecía posible mejorar aún más la practica profesional, y apostar por modelos de gestión basados en la transparencia, el rigor, la universalidad y el compromiso.

Esta fue mi aportación al VII Congreso Estatal de Escuelas Universitarias de trabajo social, celebrado en Granada, en 2008.

Gestión de calidad en Servicios Sociales como herramienta de cambio social

Poco a poco hemos ido perdiendo el hábito de cambiar y de ensoñarnos… se puede decir que la ´televisión oficial´ lo hace por nosotros”

Palabras clave

Calidad, intervención social, trabajo social, servicios sociales.

Introducción

La inercia del mundo deprisa en que vivimos nos impide plantearnos la “calidad” de nuestro trabajo; aunque si me apuras te diré que nos impide incluso plantearnos nuestra propia calidad de vida. Por este motivo me presento ante vosotros con la intención de discutir acerca de la importancia de llevar a cabo una revisión, evaluación y modernización de la concepción de los servicios sociales, de manera que se actualicen los presupuestos teóricos que motivaron su creación.

La sociedad se encuentra en un proceso de constante evolución, así como las necesidades de la población, aunque la adaptación de las instituciones a estas realidades es algo lenta. Se pretende poner de manifiesto la importancia de dotarse de los instrumentos necesarios para adecuarse a estos cambios y garantizar la prestación de unos servicios de calidad, superando el tradicional binomio Necesidad vs. Recurso.

Desarrollo

La sociedad de hoy día ha cambiado mucho en las últimas décadas; sin embargo el sistema público de servicios sociales es el mismo ahora que a finales de los años 80, en cuanto a concepción, principios, estructura y organización. Las prestaciones básicas en que se concretan, en muchos casos, no ofrecen una respuesta integral a las demandas que plantea la sociedad actual. Digamos que es nuestro modelo de servicios sociales el que selecciona a los usuarios que a él se dirigen, y no al contrario. Una de las consecuencias más inmediatas de este hecho es el uso repetitivo y poco eficaz que se hace de los servicios por parte de ciertos sectores de población, lo que desemboca en una progresiva falta de calidad respecto al resultado final de las actuaciones, así como a la consecución de –digamos- poco exigentes niveles de satisfacción humana. Estas situaciones reflejan el descuido de las diferentes organizaciones e instituciones sociales para determinar y atender las necesidades humanas, fundamentalmente porque se desconoce el impacto real de las intervenciones que se llevan a cabo. Esto puede venir dado por la falta de información para establecer una correlación de datos, inexistencia de evaluaciones sobre programas y objetivos, datos sobre satisfacción, etc. Se parte de la idea de que se necesita remover los cimientos del sistema, adecuando los programas, las intervenciones y recursos, teniendo en cuenta la percepción, por un lado, del propio personal, así como la percepción de los individuos, rescatando la importancia de colaborar conjuntamente en la consecución de sus objetivos, expectativas e intereses.

*** Algunas notas anecdóticas para la reflexión

1. Una señora acude puntual a la cita que tiene programada conmigo en Servicios Sociales Comunitarios. A rasgos generales, presenta buen aspecto y una esmerada formalidad en los gestos y palabras. La demanda que realiza se concreta en si la puedo ayudar a acceder a algún servicio público gratuíto en el que pueda tratar los problemas conyugales que tiene con su marido, pues no disponen de medios suficientes para pagarlo. Ambos tienen una hija de dos años; viven en la vivienda de la madre de él (gran dependiente) y ella es la encargada de cuidar a su suegra. En España no tiene lazo afectivo alguno (ella es ecuatoriana), salvo su hija, su marido y familia de éste. Las primeras impresiones son de que no existe índice alguno de riesgo social, simplemente la mujer veía como su matrimonio comenzaba a fracturarse y no sabía muy bien qué hacer.

La demanda se centra en la solicitud de ayuda para manejar o gestionar los conflictos conyugales, agudizados con otros elementos estresantes que se dan en la unidad de convivencia (situaciones de dependencia, desarraigo cultural, recursos económicos limitados, aunque no insuficientes …), de manera que se pueda fomentar la cohesión familiar.

2. Me llega un hombre al que -en sus propias palabras- su mujer ha abandonado y le ha echado de casa. Se ve en la calle y sin medios, con una gran depresión. Acude en estado de mucha agitación nerviosa, llorando, solicitando ayuda para controlar la situación. Se siente incapaz de soportar el dolor por el rechazo, por la ruptura. Señala no saber cómo encarar la lejanía de los hijos, quienes a la hora de elegir con quien vivir, seguro quedarían con la madre.

La demanda se concreta en la solicitud de apoyo emocional en el momento presente, así como de información acerca de grupos o asociaciones de hombres para participar en alguna actividad o taller. Se percibe que necesita fuerza e identificación con un grupo para avanzar.

Una de las preguntas para la reflexión sería: ¿donde caen estas demandas? Que cada uno conteste para sí mismo de qué modo hubiera actuado en cada uno de los casos.

No somos conscientes, pero trabajamos a ciegas. Es como si hoy día usáramos para vestirnos la ropa que compramos hace 20 años ¿se ajustaría a nuestra necesidad ahora?

El proceso de atención a las necesidades personales no depende únicamente de la disponibilidad o no de recursos, sino que hay aspectos que suponen un gran “valor” para el servicio, como por ejemplo la interacción entre profesional y usuario, dado que la relación terapéutica de ayuda que se establece entre ambos requiere de una serie de elementos que pueden aportar una mayor calidad, como –por poner un ejemplo- la recogida precisa de las informaciones y expectativas respecto al servicio, proporcionadas por la persona; el respeto a su historia personal y el derecho a recibir una información útil, tanto a nivel práctico como las precisas “devoluciones” acerca de los aspectos positivos y rescatables de su situación.

Todo esto implica apostar por una forma de trabajo apoyada en el principio de mejora continua, que contempla lo siguiente:

PLANIFICAR: procesos y resultados

HACER: según lo planificado

VERIFICAR Y EVALUAR: medir lo planificado – hecho

ACTUAR PARA MEJORAR: en consecuencia con los resultados

La calidad de nuestro trabajo generalmente se mide por el número de personas atendidas, prescripciones de recurso realizadas, tiempo invertido, nº de visitas, etc. Pero en realidad estos datos no permiten tomar decisiones oportunas orientadas a promover cambios, por ejemplo, a la hora de plantear el marco terapéutico más adecuado para desarrollar el trabajo con el usuario, así como para ver la repercusión real que tienen nuestras intervenciones, si cumplimos o no con la función social para la que hemos sido concebidos, como agentes sociales de cambio. Estos elementos no se tienen en cuenta en la intervención social, por tanto trabajamos con una venda en los ojos, perdemos la actitud crítica, caemos en la queja constante, que no es sino un circulo vicioso que no nos permite hacernos responsables de todo lo que acontece en nuestro ámbito de trabajo.

Con todo lo dicho, debemos reconocer que es un poco arriesgado hablar de gestión de calidad en el ámbito de la intervención social, pues este término siempre se ha asociado al ámbito de la empresa, de bienes y de servicios; se ha concebido como una estrategia de marketing, para diferenciar a unas empresas de otras y obtener como resultado más prestigio y más ingresos. En este sentido, lo realmente importante es la obtención de un certificado de calidad -al precio que sea- y hay ejemplos más que suficientes para demostrar que (en muchos casos) éste puede obtenerse burlando el trabajo de los auditores de calidad, mediante la implantación de sistemas excesivamente documentales, caracterizados por la generación de tediosos e innecesarios registros que surgen con el fin de demostrar o dejar evidencia de la realización de ciertas actividades que, en realidad, no dejan claro si aportan o no valor al servicio en cuestión.

Mi experiencia es que cuando la calidad es genuina, es decir, no se “prostituye”, la preocupación por la misma puede facilitar que los servicios respondan de forma más precisa a las necesidades que motivaron su creación, así como puede provocar cambios internos en organizaciones, grupos e instituciones, dirigidos a huir de posturas viciadas, carentes de objetivo y -por ende- de sentido. Se ha de procurar que los modelos de gestión en servicios sociales sean lo más transparentes y eficaces posibles, centrados en las necesidades reales de las personas y alejados de un modelo de bienestar inmovilista y rígido. Es importante añadir que la concepción de los servicios no debe ir orientada únicamente hacia unos resultados, que es lo que se desprende (como hemos visto) de la lógica empresarial y liberal, sino que ha de primar el interés hacia la gestión por procesos, puesto que pone el énfasis en huir de estructuras departamentales, en las cuales todas las partes implicadas en el desarrollo de un conjunto de actividades o servicios, desconocen la repercusión final de la labor que realizan, lo que puede provocar actitudes pasivas y poco motivadoras hacia el propio trabajo y hacia lo que recibirán los sujetos de nuestras intervenciones. Se debe destacar que los recursos humanos son los protagonistas de toda gestión ligada a cuestiones de calidad, sobre todo en el delicado campo de lo social, ya que los riesgos laborales asociados al desempeño de nuestra profesión se ven agudizados por entornos de trabajo multiproblemáticos, estresantes, en muchos casos de graves carencias, no sólo económicas, sino de habilidades personales, afectivas y demás, que obligan a los técnicos a desarrollar estrategias para desvincularse lo máximo posible de la labor diaria, en aras a evitar sentimientos de frustración y desmotivación que pueden venir de la mano de ciertas situaciones en las cuales nuestra actuación se vea muy limitada.

Cabe destacar que en distintas comunidades autónomas se han aprobado leyes autonómicas en las que se recoge la calidad como objetivo; por ejemplo la Rioja, Cataluña, Madrid, etc. Estas leyes surgen como una exigencia ética para alcanzar un mayor nivel de mejora y compromiso en la prestación de los servicios sociales, y articula la promoción de la cultura por la calidad centrada en el ciudadano, que ha de obtener respuestas eficaces y transparentes, centradas en la gestión, mediante la elaboración de programas y la formación de los profesionales para que participen activamente en el diseño de procesos de mejora y centradas en la toma de decisiones en base a informaciones sobre objetivos y optimización de recursos.

Esto supone un antes y un después en la tradicional concepción de la actividad asistencial en nuestro pais, al considerar de vital importancia el involucrar en procesos de mejora todas las actividades relacionadas con los servicios sociales, estableciendo la misión, visión y valores de los servicios sociales hoy día, así como los medios que se ponen al servicio de una gestión transparente, participativa, eficaz, preventiva, coherente y moderna.

Algunas conclusiones

La evolución de los servicios sociales en España ha sido ágil en comparación con otros países de la Unión Europea. Sin embargo, a pesar de que en España se goza de las ventajas de un estado de bienestar, en estos momentos se hace necesario consolidar toda la labor llevada a cabo en los últimos treinta años en materia de servicios sociales, y apostar por modelos de gestión de calidad basados en la mejora continua y en la satisfacción del cliente- usuario. Estas políticas de modernización de la sociedad están en sintonía con las nuevas tendencias europeas, en cuanto a modelos de gestión de los servicios, ya que ofrecen una mayor sensación de confianza y transparencia en la sociedad, puesto que se controla periódicamente la idoneidad de las prestaciones en relación a las necesidades de los usuarios.

La aparición de nuevos fenómenos sociales está provocando importantes cambios en la estructura social, ya que actualmente encontramos que las herramientas con las que ayer contábamos para hacer frente a los problemas sociales, hoy se nos antojan desfasadas, obsoletas e insuficientes; encontramos que la sociedad de nuestros días está impregnada de fenómenos multiculturales, de nuevas formas de modelos de familia, debilitamiento de redes sociales que provocan la falta de seguridad afectiva, el envejecimiento progresivo de la población, el surgimiento de los nuevos modelos de esclavitud relacionados con la adquisición de hipotecas vitalicias que obligan, en muchos casos, a vivir por debajo del umbral de la pobreza, la tendencia progresiva hacia la privatización de los servicios públicos; los consabidos -y en aumento- problemas de aislamiento o de soledad, etc.

La gestión de calidad se presenta como una opción destinada a analizar las necesidades sociales de hoy día, así como las nuevas estrategias de intervención para atajarlas, superando la concepción de la satisfacción de las necesidades humanas, hacia la afirmación de una serie de derechos sociales que faciliten una mejor definición de los servicios, de los criterios y modelos de intervención, así como de la optimización de recursos en servicios sociales.

Hemos avanzado en recursos, es cierto, pero ¿y la intervención … y el proceso metodológico … y la relación de ayuda? Con estas cuestiones me despido de todos vosotros, con la esperanza de haber sembrado una pequeña semilla en vuestras conciencias que os ayude a cuestionaros vuestro propio trabajo, así como las fuerzas que nos empujan día a día en la misma dirección.

Bibliografía

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Carmen María Romero y Jorge Arturo Sáenz F. (2005) Calidad en los Servicios Sociales. Revista de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Costa Rica.

Drogas y adicciones en la sociedad actual

En el año 2006 se me ofrece la posibilidad de colaborar en la redacción de un libro sobre el consumo el consumo de drogas en la sociedad actual, concretamente centrado en la etapa de la adolescencia. Mi colega Antonio Molina y yo nos ponemos manos a la obra y concluimos nuestra aportación con la confección de un capítulo para el libro, del cual paso a compartir la introducción.

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El adolescente ante las drogas.

Antonio M. Molina Moreno. Departamento de personalidad, evaluación y tratamiento psicológicos de la Universidad de Almería.

Inmaculada Asensio Fernández. Trabajadora social.

A modo de introducción

Existe cierto consenso entre expertos del estudio del desarrollo evolutivo humano a la hora de definir la adolescencia como un periodo de la vida o ciclo vital lleno de cambios (físicos, cognitivos y emocionales) y conflictos personales motivados por la intención de adoptar, por parte del adolescente, una identidad particular genuina a modo de ajuste creativo -en términos gestalticos- para alcanzar un estilo propio de personalidad. Dichos cambios son entendidos como parte de un proceso evolutivo de transformación de las relaciones que surgen en la adolescencia: se negocia con los padres nuevos niveles de autonomía e independencia, acordes con su edad, y al mismo tiempo se mantienen los vínculos afectivos con ellos (Collins, 1997).

No obstante, estos cambios no se originan de forma brusca y rápida, sino de manera progresiva en interacción con las personas que constituyen el contexto familiar más inmediato. En este sentido, los conflictos familiares que se producen en la etapa de la adolescencia en torno a los horarios, las tareas domésticas, lo deberes escolares, etc. resultan ser asuntos menores (Palacios y Palacios, 2002) cuya resolución dependerá de la calidad de las relaciones afectivas (intimidad, afecto, comunicación y aceptación incondicional) entre padres e hijos. Más adelante se analizarán las repercusiones asociadas a una deficitaria relación afectiva y las potenciales consecuencias que ello conlleva en el adolescente ante la decisión de tomar o no drogas.

Es en este periodo de crecimiento personal en el que los apoyos externos (familia, grupo de amigos, profesores…), diferenciados en los valores que cada uno promulga y defiende, se configuran como elementos de influencia. A menudo encontramos situaciones en las que el adolescente lucha en un intento desesperado por desligarse de ciertos grupos (en los cuales se haya inmerso) en pos de la búsqueda de una identidad propia, aspecto por el que se caracteriza este periodo de la vida. En esta situación de cambios, las personas más cercanas al adolescente – generalmente la familia- van a tener un papel fundamental, sirviendo como referentes de esta aparente muestra de “rebeldía” hacia las personas de autoridad y hacia los valores establecidos. Es decir, la familia como entidad relacional va a constituir un punto clave de apoyo en la emergencia de la identidad del adolescente. Por un lado, la familia es para el joven aquello de lo que quiere desligarse, independizarse, pero al mismo tiempo constituye el lugar de encuentro donde regresa cuando se encuentra desorientado.

El adolescente presenta en este periodo de su vida con un repertorio más desarrollado (en función de las habilidades, conocimientos y valores adquiridos por cada durante la niñez), mostrando mayor capacidad de discriminación, mayor grado de conciencia de su entorno y de sí mismo, reconocimiento de la relatividad de lo que conoce, etc. Se encuentra en este momento con que la sociedad va a exigirle “que sepa lo que quiere en la vida”, “que tenga las ideas claras”, “que trabaje para labrarse un futuro” cuando la realidad es que el adolescente está viviendo cambios a distintos niveles. Para McConville (1995) el periodo de la adolescencia se caracterizaría por tres momentos vitales: a) una adolescencia temprana, en la que su máxima expresión es el desarraigo o desapego de vínculos familiares; b) una adolescencia media caracterizada por la interiorización y c) una adolescencia tardía en la que su máxima expresión sería la integración. Estos tres momentos vitales se desarrollarían a lo largo de un continuo y la resolución de cada uno de ellos en parte determinaría el abordaje de la vida adulta. En general, los rasgos identificados en cada etapa sirven de orientación acerca de los cambios experimentados por el adolescente que, indudablemente, no se pueden generalizar, pero bien pueden servir de guías para aprehender este periodo de la vida.

Desde esta perspectiva, la primera etapa se contempla como una reelaboración de fronteras interpersonales en la que el adolescente toma distancia de sus padres y de otros adultos, retirándose físicamente, rechazando valores y reglas aprendidos en el contexto más inmediato. En este contexto persona el adolescente desea experimentar con su propio apoyo, se adueña de su espacio y tiempo, vive su privacidad, al tiempo que busca confirmación en el ambiente.

La segunda etapa se caracteriza por la apertura a sus propios sentimientos y emociones. Es el momento en el que el adolescente vive su primer amor, usa los diarios para reflejar sus sentimientos, se identifica con determinadas canciones, vive el aislamiento con tintes melancólicos, reflexiona sobre las “máscaras” sociales,,, Es el contexto personal en el que descubre la diferencia entre lo que siente y la forma de expresarlo: distingue entre confiar y no confiar en los demás.

Finalmente, la tercera etapa (integración) se contempla como el momento de la experimentación, de la puesta en práctica de la identidad formada, de lo que “soy yo” y adónde “yo me dirijo”. Es el momento de las elecciones y las decisiones (estudios, profesión…) y de “enfrentamiento” con el mundo real. Es el encuentro con uno mismo en el que el adolescente logra un sentido de identidad propio. La resolución de este cúmulo de cambios internos y externos dependerá de cómo el adolescente llegue a este periodo de la vida y de qué tipo de apoyos externos disponga. En este contexto relacional pueden hacer acto de presencia, en su forma más directa, las drogas, con las diversas funciones que a su uso se les ha otorgado, a saber, como sustancias de iniciación, de diversión, otras de experimentación y finalmente utilizadas como medio de evitación de las cosas desagradables del vivir.

Este es el caldo de cultivo en el que hacen acto de presencia los múltiples programas preventivos sobre el consumo de drogas. Cada uno lleva un estandarte particular (“no a las drogas”, “es tu responsabilidad”, “por tu salud”…) pero a todos ellos les une un objetivo común que es reducir el consumo de drogas en los jóvenes. En general, los programas de prevención de drogas en la población adolescente han ido dirigidos a proporcionar información sobre los efectos y consecuencias que conlleva el abuso de drogas. Son campañas amplias, dirigidas al grueso del grupo de adolescentes, residiendo tal vez ahí la gran dificultad de ser efectivas.

A continuación se van a presentar algunos datos de la prevalencia más recientes sobre el consumo de drogas en la población española que bien pueden entenderse como un indicador del efecto producido por las distintas campañas diseñadas para disminuir el consumo de sustancias en la adolescencia.

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Los aspectos sociales de la enfermedad de esclerosis múltiple

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En el año 2003 tuve mi primera oportunidad laboral como trabajadora social, en la Asociación de Esclerosis Múltiple de Almería. A pesar de no tener experiencia, me sentía bastante inclinada a apoyar a las personas afectadas por esta enfermedad. Fue un trabajo laborioso e intenso. Recibía y atendía a personas recién diagnosticadas y a sus familias, proporcionando el apoyo y la contención necesarias a cada caso y situación. Algunas entrevistas eran “fuertes”, en el sentido de intensas, tanto para ellos como para mí. Con esta primera experiencia laboral pude darme cuenta de lo importante que es desarrollar una ACTITUD PROSOCIAL en este tipo de trabajo, pues el componente humano de la intervención profesional no puede ser más necesario.

Realicé actividades diversas, con un margen de libertad bastante apropiado a ese momento y circunstancias para mi, entre las cuales está el hecho de que la Asociación Española de Esclerosis Múltiple (AEDEM) me permitió publicar mi primer artículo de carácter profesional en su revista , de tirada nacional. Para mi supuso un reto en aquel momento hablar sobre LOS ASPECTOS SOCIALES QUE RODEAN A LA ENFERMEDAD, así como de las actividades y proyectos que en ese momento llevaba a cabo la Asociación en la provincia de Almería. 

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El impacto que genera el diagnostico de esclerosis múltiple en la persona y en su familia, sean cuales sean las repercusiones y el alcance real de la enfermedad a nivel físico, es decir, sus síntomas, en muchas ocasiones es mucho mayor que la propia enfermedad en sí. Esto lo he podido constatar mediante el fruto de mi trabajo en la provincia de Almería. En temas de salud no se puede hablar de enfermedades, sino de enfermos, por tanto se ha de atender a la particularidad y singularidad de cada caso. 

En mi día a día, yo me encontraba con personas que padecían esta enfermedad cuyas evoluciones eran completamente distintas, tanto física como psicológicamente. Sin embargo, debo reconocer que un número significativo de personas a las que entrevisté y con las que me relacioné, que tenían el diagnostico desde hacía algunos años, otros meses, eran personas en las que la enfermedad casi no se había abierto camino a nivel físico; no obstante, el peso del estigma y del diagnostico hacía una mella lo suficientemente grande y pesada en su vida, que requería igualmente de intervención individual, de apoyo y motivación. Esto es lo que la gente no suele comentar sobre este tipo de enfermedades. Se da la circunstancia de que por el contrario, casi todas las noticias que nos llegan de los medios de comunicación, son de personas que se encuentran con un nivel de deterioro quizá mayor, y la persona a la que “colocan el traje de esclerótica” comienza a generar una serie de pensamientos e imágenes que le hacen cambiar por completo el concepto de sí mismos, su autoimagen y su percepción acerca de la vida, sus familiares, amigos… y del mundo en general.

Se puede decir que los aspectos sociales que rodean la enfermedad son, en la mayor parte de las ocasiones, mucho más perniciosos que la enfermedad en sí, sobre todo por el cambio en la forma de percibir la vida. Esto nos lleva directamente a valorar el impacto de la etiqueta en la vida de una persona, y ahí es donde el profesional trabajador o trabajadora social tiene mucho que decir y hacer, así como facilitar las adaptaciones y herramientas necesarias para que la persona re-interprete toda esta complejidad de sentimientos y situaciones, que no es ni más ni menos que el origen de gran parte de su sufrimiento.

Tengo que añadir que fue una experiencia interesante, que meses más tarde me llevó a ser invitada por la Fundación Almeríense de Asociaciones de personas con Discapacidad, a unas Jornadas sobre la misma temática del artículo publicado en la citada revista. Como gran parte de las cosas que nos pasan en la vida, donde se dan estas sinergias, casualmente mi siguiente empleo como trabajadora social se debió a mi participación en aquel evento, de manera que al mes siguiente estaba trabajando para esa misma Fundación que me había invitado, aunque en otra de sus asociaciones, esta vez en la Asociación de Personas con Discapacidad Física EL SALIENTE, centro especial de empleo.

Me siento muy agradecida por mi colaboración en todas las asociaciones mencionadas. En este primer articulo se enmarca mi primera experiencia profesional, que da a luz a una inquietud literaria e investigadora que hoy día me sigue acompañando, tanto en vertiente personal como profesional.

Gracias.