¿Por qué no me escuchas? (III)

Esta es la tercera entrega de la saga “¿Por qué no me escuchas?”, en este caso dedicada a los aspectos que mejoran la comunicación entre las personas. Aprovecho para enlazar las entradas de blog precedentes: ¿por qué no me escuchas? (I) y ¿por qué no me escuchas? (II).

A continuación, presento una serie de consejos para mejorar la comunicación entre seres humanos, quizá puedan serte de ayuda:

Cuando discutas con otra persona sobre algún aspecto que te molesta relativo a ella, lo mejor es hablar de lo que hace y te molesta, pero no de lo que es. Cuando tomas un defecto o un mal comportamiento de una persona como si fuera una definición de sí misma, esa persona se dispone a estar en defensa y la fractura entre ambas se produce de manera inmediata.

Aborda los temas de uno en uno, no te amontones con el listado de cosas que echar en cara. Muchas veces se toma carrerilla y en medio de una discusión acalorada se verbalizan una a una todas las cosas que nos molestan de la otra persona, aunque no tengan nada que ver entre ellas ni con la situación actual. Esto es nefasto para que el otro pueda abrirse a escucharte y a intentar llegar a algún tipo de comunicación, acuerdo o solución.

Si sacamos a relucir el pasado, que sea para rememorar momentos buenos o positivos, con la intención de utilizarlo de modelo y para poner en marcha conductas positivas olvidadas. Lo que no es recomendable es poner el disco de los temas dedicados relativos al pasado…, sacar a relucir los “trapos sucios” de hace uno, cinco o veinte años, no sólo no aporta nada provechoso, sino que despierta emociones muy negativas. El levantamiento de un muro infranqueable entre ambos está asegurado.

No es bueno marear la perdiz con nuestras palabras, si queremos que la persona siga conectada a nuestra conversación. Para ello es necesario huir de subterfugios y enredos e ir al grano, ser específicos y concretos. Tras una comunicación específica, hay cambios; es una forma concreta de avanzar. Cuando se es inespecífico, rara vez se moviliza nada.

Evita por todos los medios hablar haciendo uso de generalizaciones. Los términos «siempre» y «nunca» raras veces son ciertos y tienden a formar etiquetas. En cambio, es más positivo utilizar expresiones como “a veces”, “con frecuencia”, “alguna vez”, “en ocasiones”… .

Por último, es importante poner especial atención a la comunicación no verbal, esa que no se oye, pero que habla a gritos sobre nosotras y nuestra forma de comunicarnos… parece invisible pero no lo es. Me refiero al contacto visual, que debe ser frecuente, pero no incisivo o exagerado. De igual modo, es importante regular el tono de voz, la expresión facial y el volumen de voz, para mostrar los afectos que consideremos convenientes a la situación (transmitir tranquilidad generalmente ayuda mucho). Y, por supuesto, es fundamental elegir cuidadosamente el lugar y el momento adecuados para mantener esa conversación.

Inmaculada Asensio Fernández.

¿Por qué no me escuchas? (II)

En la entrada de blog anterior he abordado las dificultades que subyacen al proceso de comunicación, entre las que destacan el no saber escuchar a nuestro interlocutor. Vimos que escuchar no es un proceso automático ni tampoco pasivo, sino que requiere de una actitud diligente para prestar atención a lo que la otra persona nos está contando, por tanto, requiere interpretar el mensaje y observar los elementos no verbales que la persona nos muestra cuando se expresa. Además, hicimos un repaso sobre los elementos que favorecen la escucha activa y que puedes leer AQUÍ

En esta segunda parte nos vamos a centrar en las habilidades para desarrollar la escucha activa, y que se emplean mucho en la práctica de la mediación familiar. Estas habilidades son:

  • Mostrar empatía: es necesario entender desde donde nos habla la otra persona, entender sus motivos y escuchar sus sentimientos. Es necesario colocarnos los zapatos del otro para entender todo el camino que ha andado, y cómo ha sido su vivencia. Esto no significa aceptar ni estar de acuerdo con la posición del otro, sino entenderlo y mostrarle que lo entiendes, sin juicios.

  • Parafrasear: en el transcurso de una conversación, puede resultar útil mostrarle al otro que lo estamos escuchando verificando con nuestras palabras el mensaje recibido, incluso retomando sus palabras y devolviéndoselas reduciendo la carga emocional; de este modo la persona puede tomar conciencia de otros ángulos o puntos de vista menos viscerales, y además puede darse cuenta de que la seguimos… , sin tener que suponer nada y sin malinterpretar, que es tan nocivo para comunicarse positivamente con los demás. Un ejemplo de parafrasear puede ser: «entiendo…, cuando dices que no lo soportas te refieres a que te hace daño que se vaya de la habitación y te deje con la palabra en la boca, como si no le importaras… «.

  • Resumir: a veces es conveniente introducir un pequeño resumen, cuando el otro nos cede la palabra, para mostrarle que hemos comprendido el mensaje, o incluso para pedirle aclaración sobre algún aspecto concreto… “según entiendo, tu jefe te levantó la voz y decidiste plantarle cara mostrándole claramente que te estaba faltando al respeto, y por eso te fuiste de la reunión”.

  • Reforzar al otro: puede resultar positivo emitir refuerzos o cumplidos a la otra para transmitir que de algún modo estamos aprobando lo que nos dice, estamos de acuerdo y comprendemos lo que nos dice. Un ejemplo sería: «Hiciste muy bien en hablarle claro”… «Debes ser muy buena poniendo limites».

Todas estas son habilidades que mejoran el proceso de la comunicación con los demás, y que se pueden emplear alternativamente para mostrar al otro que lo estamos siguiendo y que nos interesa lo que dice, que validamos su mensaje y cómo lo está viviendo.

Escuchando con interés mejoran mucho las relaciones con los demás, en todos los ámbitos y esferas de la vida personal y profesional.

Inmaculada Asensio Fernández.

¿Por qué no me escuchas? (I)

Imagen tomada de: https://www.istockphoto.com/es/ilustraciones/oreja-humana

Uno de los principios más difíciles de respetar en el proceso de la comunicación es saber escuchar, y precisamente es lo más importante para que verdaderamente se produzca ese fenómeno de la comunicación.

Escuchar no es un proceso automático, aunque muchas personas lo consideran así, sino que requiere de toda nuestra atención por ser requerir un esfuerzo superior al que se hace al hablar, y también al que se hace cuando se escucha sin interpretar la información que vamos recibiendo. Escuchar sin interpretar es oír, por tanto, percibir vibraciones de sonido.

Hay personas que están compartiendo un espacio de tiempo con otras y que en la conversación sólo oyen sonidos, no escuchan atentamente, y lo podemos percibir claramente porque están perdidos en la conversación: preguntan por algo que ya se ha dicho, introducen elementos en referencia a lo que se ha dicho que no tiene nada que ver, o preguntan constantemente qué hemos dicho… como despistados en medio del océano de nuestras palabras.

Escuchar es entender, comprender, y dar sentido a toda la comunicación que mantenemos con una persona, a su mensaje. Y para comprender no nos quedamos sólo con las palabras, sino que también observamos e interpretamos los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que está diciendo la persona con la que conversamos.

Hay quienes comparten tiempo con otros, pero están más pendientes de lo que quieren decir ellos, de lucirse o desahogarse, que de interesarse realmente por lo que la otra persona quiere compartir con ellos. Estos casos no son aislados…, yo conozco unos pocos, incluso entre mis propias “amistades”.

En esa necesidad de comunicar lo propio se pierde la esencia de la comunicación.

Vamos a ver algunos elementos que favorecen la escucha activa:

Interés: el interés es una disposición que nos invita a prepararnos interiormente para escuchar a la otra persona.

Atención: la curva de la atención se inicia en un punto muy alto, disminuye a medida que el mensaje continúa dado que es fácil distraerse en determinados momentos, y vuelve a ascender hacia el final del mensaje. Hay que tratar de hacer un esfuerzo especial hacia la mitad del mensaje con objeto de que nuestra atención no decaiga.

Feedback: es fundamental expresar a la otra persona que la estamos escuchando, tanto con comunicación verbal (entiendo, ah, si…), como con comunicación no verbal (contacto visual, inclinación del cuerpo, etc.).

Respeto: el respeto implica escuchar el mensaje sin atribuir características o etiquetas a la persona que lo emite, así como también implica no juzgar, no rechazar lo que el otro nos dice y no interrumpir a quién habla.      

No hables de tu libro: no debes aprovechar para meter la cuña en los momentos en los que la persona para un segundo para tomar aire. Por ejemplo, supongamos que la persona con la que estás reunida te cuenta que está mal porque no le va bien con su pareja, y tú le respondes que a ti tampoco te va bien con la tuya; en este caso no es positivo contra-argumentar lo que te ha comentado con lo que te está ocurriendo a ti, pues lo que ella necesita es ser escuchada. También es importante tener bajo control a ese personaje experto que se preocupa por dar soluciones prematuras al problema del otro, sin dejarle terminar de hablar.

Estos tips sólo son útiles si dedicamos nuestra atención a ellos y practicamos la escucha auténtica, por tanto, activa hacia el otro. Recuerda que no estamos diseñados para escuchar activamente, sino todo lo contrario, sobre todo desde que nos sumergimos de lleno en este mundo digital que ensordece todos nuestros sentidos.

Actualmente tenemos todo en contra para estar en el silencio y sostener el espacio con las personas con las que nos vinculamos. Si queremos marcar la diferencia en la calidad de nuestras relaciones, debemos esforzarnos un poco para desarrollar el músculo de la intención.

Inmaculada Asensio Fernández.

Es fácil hablar en público, si sabes cómo

El autor Allen Carr publicó hace años un libro llamado «Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo». En este libro él comparte su experiencia de ex-fumador, y cómo -de una manera bastante natural y sin artificios- consiguió dejar de fumar. Este libro ha sido súper ventas y ha ayudado a muchas personas a superar su adicción al tabaco… incluida una servidora. Y sí, fue fácil tras tomar la decisión. Ese es el punto de inflexión: DECIDIR.

Hablar en publico es facil

Se imparte en la Cámara de Comercio de Almería

Y para hablar en público sucede lo mismo que con la adicción al tabaco,  es fácil adoptar un cambio y exponerse para superar las resistencias… si sabes cómo… y si tomas la determinación de ir por ello.

Hay escenas y momentos en la vida de una persona que quedan grabadas en el gran cajón de las memorias que contribuyen a edificarnos:

Una chica de 14 años está a punto de exponer un trabajo sobre el homo sapiens, en su clase de antropología, en el instituto (1993). Se ha esforzado mucho en prepararlo, pero le da pánico ponerse de pie ante la mirada atenta de sus compañeros… -¿y si me quedo en blanco…? Pero la nota final de la asignatura depende de esa exposición y no puede elegir. Se arma de valor y se pone de pie en el centro del aula. Intenta no mirar a nadie, sino a la pared del fondo, al frente. Comienza a hablar (según ha ido memorizando) y todo va bien hasta que un pensamiento surge: no lo estoy haciendo bien. Se nota que estoy nerviosa. Me voy a quedar en blanco… De repente surge el sudor frío, las palpitaciones y las ganas de salir corriendo. Se hace el silencio y alguien se ríe. La sensación es de absoluto pánico e indefensión. Se pierde en medio de un mar de sensaciones de ridículo… y no es capaz de recordar lo que tiene que decir… finalmente no soporta tanta presión y sale de clase  corriendo. Al rato regresa y nadie dice nada; ni el profesor ni ninguno de sus compañeros articularon palabra…
Allí quedó congelada su posibilidad de expresarse en público, hasta algunos años después (…).

Experiencias como éstas son devastadoras para la autoimagen de una adolescente, y colaboran para hacerla creer que nunca podrá volver a situarse ante una audiencia… Y así pasó durante unos años, en los que ni siquiera el paso por la universidad contribuyó a hacerla cambiar de idea y a enfrentarse a este miedo, hasta que alguien la hizo entender que,

a hablar en público se aprende,

y se aprende practicando bajo la mirada atenta de una persona formada y con experiencia como oradora,

y se aprende que hay secretos y trucos para ganar seguridad y para desmontar viejos miedos e inseguridades.  

La adolescente descrita renglones atrás fue Inmaculada Asensio, es decir, una servidora. Hoy día, cuando recuerdo aquella situación, reconozco que  me llena de satisfacción comprobar –una vez más- que cada uno de nosotros puede superar sus propios límites, si se lo propone.

¿Qué cosa ocurrió que lo cambiaría todo?

Para superar una situación, hay que exponerse a ella, y si se hace con ayuda, mejor que mejor. En mi caso, primero conecté con el teatro, y me apasionó. Estuve un par de años en un grupo aficionado.

Luego, cada vez que me ofrecían impartir una conferencia o charla sobre trabajo social, durante mis primeros años de ejercicio profesional, siempre decía que sí, aunque sintiera gran nerviosismo.

En tercer lugar, allá por el año 2003 me postulé para colaborar en eventos y seminarios relacionados con el trabajo social, y esto me exigió estar abierta a participar en mesas redondas y cursos de todo tipo, y -con más o menos aciertos- al tener un nivel mayor de exposición, comencé a coger tablas.

Años más tarde, decidí realizar Máster de Comunicación Social, con gran carga lectiva en materias de oratoria, y con un resultado académico final de Premio Extraordinario a mejor expediente académico del año.

Resumiendo, me preocupé siempre por mejorar mis habilidades comunicacionales, por tanto realicé cursos y pequeños seminarios con profesores como  el actor Alfredo Mantovani, la escritora y asesora de comunicación no verbal Teresa Baró e incluso tocando temas de improvisación ante las cámaras con la directora de cine Gracia Querejeta, con el único objetivo de exponerme y de recibir sugerencias de mejora, para incorporar más trucos y estrategias en la importante tarea de comunicar.

Hoy día puedo acompañar a otras personas que desean exponerse a la situación de hablar en público y superar sus dificultades. Aprender a comunicarse de manera efectiva ante una audiencia nos permite vivir una versión de nosotros mismos más clara y segura.

Inmaculada Asensio Fernández

La Universidad de Almería concede a Inmaculada Asensio el Premio Extraordinario Fin de Estudios de las Enseñanzas en Comunicación Social

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Imagen tomada por Erika Asensio

La Universidad de Almería, mediante convocatoria del Rector, inicia de oficio el procedimiento de concesión de Premios Extraordinarios al alumnado que reúna los requisitos académicos para optar a su concesión, entre los que se encuentra obtener el mejor expediente académico.

El pasado jueves 23 de marzo la Universidad de Almería contactó conmigo para hacerme saber que me habían concedido este Premio Extraordinario, que consiste en una mención otorgada mediante Diploma para hacer constar oficialmente la obtención del mejor expediente académico, en este caso correspondiente a los estudios de Máster en Comunicación Social.

Ciertamente, no estoy demasiado acostumbrada a recibir este tipo Premios, mucho menos sin previo aviso… sin esperar y sin conocer de su existencia.

Es curioso, en esta ocasión el esfuerzo ha traído buenos frutos, y por eso me animo a compartir mi alegría con toda esta comunidad, a través de este salón de té en el que comparto un trocito de mi parte emocional, intelectual, reivindicativa y social.

Gracias a todos mis profes y “profas” del Máster de Comunicación Social (2015- 2016), la verdad es que ha sido un placer y un lujo aprender de vosotros, y sin duda habéis dejado una huella importante en mi Carrera profesional.

Cada día más contenta de la decisión que tomé de contactar con Rafael Quirosa Cheyrouze para preguntarle por los contenidos del Máster, ante la posibilidad de optar por esta formación de posgrado: GRACIAS Rafa, por este proyecto de Máster que tanto sudor te cuesta coordinar, eres estupendo.

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Inmaculada Asensio Fernández

 

Los 5 principios éticos básicos para profesionales de la información

Lanzarse a la esfera profesional de la información pública requiere de especial cuidado a la hora de comunicar, pues la información es como la piedra:

el distraído tropezó con ella, el violento la utilizó como proyectil, el emprendedor construyó con ella, el campesino cansado la utilizó como asiento, para los niños fue un juguete, David mató a Goliat y Miguel Ángel le sacó la más bella escultura. En todos los casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre (poema de Antonio Pereira Apon)

Los profesionales que ejercen el periodismo -sobre todo ellos- tienen la obligación moral de preparar adecuadamente las noticias que van a comunicar, para evitar errores y daños innecesarios; pero no sólo los periodistas sino toda aquella persona que utiliza los medios de comunicación en línea para expresarse públicamente.

Para demostrar responsabilidad a la hora de informar, hay un mínimo de principios éticos que se han de respetar y que giran en torno a 5 temas:

1. Verdad y Precisión

Los hechos deben obtenerse con la mayor exactitud posible, por tanto corroborando y contrastando a través de diferentes fuentes.

2. Independencia

Un profesional de la información es –debe ser– una voz independiente, sin atender a intereses específicos de ningún tipo. Si se tiene algún tipo de ideología o afiliación política o de otro tipo, debe dejarse claro ante la audiencia.

3. La equidad y la imparcialidad

Ante un mismo hecho hay diferentes versiones, por tanto es conveniente presentar la información de manera contextualizada, aunque no se presenten todos los puntos de vista. No hay verdades absolutas, y esto debe quedar claro en el equilibrio de la información proporcionada, sin fanatismos, sin credos. Cuanta más imparcialidad respecto a los datos y noticias, mucha más credibilidad puede tener la información.

4. Humanidad

Hay un principio básico en bioética que se denomina ‘no malefidencia’, que se traduce en no hacer daño a nadie. Es importante manejar las informaciones de una manera respetuosa y cuidadosa, desde el punto de vista más ecológico posible con el entorno. ¿Es hiriente lo que vas a decir? Sé consciente de la fuerza que tienen tus palabras e imágenes cuando salen al encuentro de las personas a las que van dirigidas.

5. Responsabilidad

Has de asumir la responsabilidad de las informaciones que traslades al exterior, y esto nos sirve tanto para nuestro trabajo, como para nuestra comunicación con los demás. La persona que está frente a ti o frente a las noticias que tú estás proporcionando va a recibir un impacto, por tanto si cometes un error debes admitirlo y corregirlo de inmediato (es la mínima reparación que debes hacer) y mostrar una disculpa sincera. Para esto también es conveniente estar abierto al feedback que puedan darnos los demás, es decir, a la escucha honesta y humilde.

* Fuentes consultadas: 

www.ethicaljournalismnetwork.org

https://goo.gl/hKPvLw

Inmaculada Asensio Fernández

Sobre el bien hablar

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Imagen tomada de: https://goo.gl/Og5sWh

Este año pasado he centrado gran parte de mi tiempo e intereses en estudiar los entresijos de la Comunicación Social, a través del Master que sobre estas materias imparte la Universidad de Almería. La mayor parte de mis profesores provienen de la disciplina de la filología hispánica, lo que me ha permitido acercarme un poco más a la importancia de emplear adecuadamente el lenguaje, para que cumpla de la mejor manera su función, que no es otra que la de comunicar eficazmente un mensaje.

Comunicarnos bien es importante para desenvolvernos en la vida pública y privada, pues la lengua es el vehículo de nuestro saber, de nuestros sentimientos, de nuestras habilidades y capacidades…, aunque –como es lógico- hay otras maneras de comunicarnos, y no todas se circunscriben al uso de la lengua. Sin embargo, hoy quiero centrarme en aquellos aspectos que favorecen la comunicación entre hablantes, o como diría el profesor Luis Cortés Rodríguez, Catedrático de Lengua Española de la Universidad de Almería, los llamados principios del bien hablar: corrección, claridad, adecuación y eficacia. Como suele decir el citado profesor, nosotros sabemos que el hablar mal o el hablar bien depende de esos cuatro principios, y no del acento, como suelen pensar algunas personas al referirse a quiénes hablamos con entonación o musicalidad andaluza. Por tanto, hablar bien no es cosa de acentuación, sino de riqueza y adecuación léxica, de la forma de conectar actos discursivos (hablamos mediante palabras y estas se unen y forman actos discursivos), de la manera de manejar las pausas y silencios, etc.

Veamos esos cuatro principios del bien hablar:

Principio de CORRECCIÓN. Hablar bien es ser correcto con el uso de las normas gramaticales, así como presentar una adecuada corrección fonética… una persona puede hablar bien, pero si dice “me se” cayó el lápiz, ya está atentando contra este importante principio.

Principio de CLARIDAD. Al hablar tenemos que ser claros, y somos claros cuando ordenamos nuestras ideas y cuando somos coherentes a la hora de expresarlas, procesando bien los actos discursivos, y empleando los conectores adecuados entre unos y otros, con porque, aunque, así que, además, etc.

Principio de ADECUACIÓN. Cada momento tiene su lengua. Esto quiere decir que tenemos que ser habilidosos para saber elegir el registro más adecuado al momento en el que nos encontremos, de manera que o bien optemos por uno más coloquial u otro más formal, pues cada uno tiene sus propios rasgos y mecanismos, y es importante diferenciarlos y emplearlos según el contexto y la situación.

Principio de EFICACIA. Ser eficaz es usar la lengua de manera que con ella digamos lo que realmente queremos decir. Para ello seleccionaremos aquellos mecanismos y formas que nos permitan ser corteses, irónicos, convincentes, o cualquier otra característica… cuando lo deseemos.

Lo dejamos aquí, mediante estas cuatro pinceladas sobre el bien hablar que se pueden ampliar con la lectura del libro: “El español que hablamos: malos usos y buenas soluciones”, del profesor Luis Cortés Rodríguez. Universidad de Almería. 2013.

LIBRO LUIS EL ESPAÑOL

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

Comunicación honesta

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En determinadas situaciones me he preguntado cómo sería la mejor manera de expresar lo que siento, de pedir algo que necesito o simplemente hablar a las claras con alguien sobre un asunto pendiente, siendo honesta, más sin poner en riesgo la relación y sin dañar innecesariamente al otro.

¿Me lo callo o lo suelto de una vez?

Ser honesto no quiere decir compartir cada pensamiento que cruza por tu mente, ni mucho menos. Muchos de nuestros pensamientos responden a patrones internos, así como a la emocionalidad del momento o situación… y suelen enturbiar más que ayudar en el proceso de ser honestos.

Una mente clara es como un río en calma. Limpio y tranquilo. Tener esto presente es importante.

Es difícil ofender a otra persona cuando lo que se comparte son los propios sentimientos -expresados en 1ª persona- y las propias experiencias. Si se habla de la otra persona, es oportuno preguntarse si es asunto tuyo hablar del otro.

¿Acaso quieres que la otra persona cambie para que tú te sientas mejor? ¿Crees que reprochar va a aportar algo interesante al intercambio? Conviene reflexionar sobre ello antes de abrir el pico.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es el TACTO. Como dicen, quien no tiene un mínimo de tacto a la hora de relacionarse con personas siempre tendrá enemigos, o por lo menos perderá aliados. Tener una política de honestidad y transparencia en nuestras relaciones no nos da permiso para intimidar a la gente con opiniones groseras o difíciles de manejar. Puedes ser honesto, directo y suave al mismo tiempo, diciendo lo que quieres educadamente, así como conociendo de antemano las susceptibilidades más evidentes de tu interlocutor.

Revisa tu actitud antes hablar. Si estás cansado o de mal humor, sin duda puedes enviar un mensaje equivocado, aunque no te des ni cuenta, incluso utilizando palabras correctas. Tu actitud y tus intenciones se perciben a través de la voz o la postura, por tanto un talante tranquilo y, en la medida de lo posible, amable, facilitan la comunicación.

Si tienes miedo de lastimar a la otra persona con tus pensamientos o con tus palabras: ¡Espera! Lo mejor es que pase el temor, pues de lo contrario la persona no se centrará en el mensaje o la intención, sino en el miedo. Y si ve tu miedo tendrá una buena razón para desconfiar de ti y de tu honestidad. Relajate. Es la manera de que no perciba tu mensaje negativamente.

No utilices calificativos. Me refiero a expresiones tipo: “sin ánimo de ofender…”, pues la persona interpretará: “prepárate para ser ofendido”. Si le dices: “míralo de esta manera”, puede que la persona entienda que su visión no es aceptada.

La verdad no necesita presentaciones. Baste decir lo que quieres con claridad y sencillez, sólo eso.

Es importante tener una actitud comprensiva y empática. Aún entregando tu verdad con el mayor tacto, amabilidad y buenas intenciones, todavía puede golpear el nervio de alguien. Estas situaciones se pueden navegar con paciencia.

Escucha el grito o el sarcasmo y deja que sea la otra persona la que maneje su dolor. Una cosa que puedes hacer aquí es expresarle: “es realmente importante para mí ser abierto y honesto contigo. Siento que lo estés pasando mal ¿Hay algo que yo pueda hacer para ayudarte en este momento?

Ser abierto y sincero siempre es más fácil con la práctica. Si lo consigues las recompensas valen la pena, pues se liberan cargas. Desde luego no vas a cambiar el mundo, pero mejorarás tu vida, que es de lo que se trata.

 Extraído de diferentes lecturas de Luis Sergio Lico, orador, consultor y educador en Brasil.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Decálogo de ASERTIVIDAD

ImagenHoy me apetece compartir con vosotr@s este pequeño decálogo sobre un sobre un concepto tan llevado y tan traído, en temas de comunicación humana, como es la ASERTIVIDAD.

La palabra asertividad viene del latín assertum que significa afirmar. Entonces asertividad significa: afirmación de la propia personalidad, confianza en si mismo, autoestima, lo cual se refleja en una comunicación segura y eficiente.

Dicho de otro modo, la asertividad es la capacidad de la persona de comunicarse con los demás, expresar su parecer, sentimientos y necesidades, de una forma consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, tanto al contexto como respecto a la persona a la que nos dirigimos. Es un estilo comunicativo que nos ayuda a sentirnos mejor con nosotr@s mism@s y a manejar de manera segura los inconvenientes con los que nos encontramos, así como a resolver con mayor eficacia nuestros conflictos. Se puede decir que siendo asertivos permanecemos en nuestro lugar, en nuestro centro, pero sin obviar la importancia de expresarnos, siempre convenientemente, pero desde nuestra honestidad como personas.

*** Decálogo de la asertividad ***

1. Manifiesta tanto sobre ti mismo como sea apropiado a las circunstancias y a los individuos.

2. Empéñate en expresar todos tus sentimientos, sean de enojo o de ternura.

3. Examina tu conducta y determina las áreas en las cuales te gustaría llegar a ser más asertivo.

4. No confundas agresión con asertividad.

5. Ten en cuenta que puedes no ser asertivo en un área y sí asertivo en otra.

6. Actúa de manera que aumente tu estima y propio respeto.

7. No confundas conducta manipuladora con asertividad verdadera.

8. Actúa. Realiza.

9. Entiende que la asertividad es un proceso, no un estado permanente.

10. Date tiempo de pensar antes de hablar. Piensa que siempre existe un modo apropiado de expresar tus mensajes.

La diferencia básica entre ser asertivo y ser agresivo es la forma en que nuestras palabras y comportamientos afectan a los derechos de los demás. (Sharon Anthony Bower).