
Imagen con Emilio Calatayud en una de sus conferencias en Almería
El juez de Menores Emilio Calatayud es una persona que expresa sus ideas con vehemencia, en primera persona y de manera –muchas veces- coloquial. Está claro que su discurso es accesible a todos los públicos.
Hay personas que lo critican por compartir sus juicios de valor tan abiertamente, y por la solidez con la que sostiene ciertas opiniones. Luego hay otras personas que quedan fascinadas por su gesto campechano, por su capacidad de ver a través del joven delincuente hasta llegar al chaval con problemas, con falta de atención, límites y cariño… o simplemente con la ausencia de unos referentes afectivos estables y positivos. Yo soy más bien de este segundo grupo, si bien es cierto que tampoco comparto todas sus ideas a pies juntillas, pero me fascina su capacidad de comunicar lo que vive en su día a día, y la bondad que se esconde tras esas famosas condenas que tratan de reconducir la vida de los chavales, infundiéndoles algo de esperanza, y aportándoles la posibilidad de realizar una reparación por el daño causado, de manera que puedan recuperar su dignidad.
Me alegro de haber escuchado a D. Emilio Calatayud, y de que siga despertando en mi esa curiosidad que permite que la llama de la ilusión permanezca encendida. Me gusta cómo a través de sus relatos logro vislumbrar en cada historia a una persona herida que también necesita una segunda oportunidad… lo cual no quiere decir que todos sepan aprovecharla.
Creo que hacen falta muchos ‘Emilios’ como este juez, para tratar de reparar este mundo tan grande y tan roto.
Autora: Inmaculada Asensio Fernández