Se necesita un poco de tiempo para superar una ruptura inesperada de pareja

Fuente: https://www.danielcolombo.com/por-que-perdemos-la-esperanza-y-8-formas-de-recobrarla-por-daniel-colombo/

Las rupturas de pareja están incluidas en la Escala de Acontecimientos Vitales Estresantes de Holmes y Rahe, 1976. De hecho, constituyen un proceso que puede resultar muy doloroso, e incluso incapacitante para la persona que lo padece, pero en circunstancias normales sólo durante un tiempo. La buena noticia es que una vez superada la fase critica inicial -de no aceptación y rechazo- este proceso puede conducirnos a una nueva versión de nosotras mismas (personas) más fuertes y con más auto-apoyo en la vida. 

LA VIDA NI COMIENZA NI TERMINA CON LA QUE HA SIDO TU PAREJA DURANTE TODO ESTE TIEMPO. LA VIDA COMIENZA Y TERMINA EN TI.

Sobre el desamor y las separaciones se ha escrito mucho, además de que hay un sinfín de vídeos de crecimiento personal sobre este tema en internet. Esto muestra dos cosas claras: se consume mucho este tipo de material, y suceden muchas rupturas, de manera que nada de lo humano nos es ajeno, como decía el filósofo.

El desamor es un tema, por tanto, que nunca pasa de moda y que cada día afecta a un buen número de personas. Es cierto que no todo el mundo lo vive de la misma manera, pues todas las personas no tenemos el mismo temperamento, las mismas experiencias, ni los mismos recursos personales y social, pero:

doler, duele, eso es seguro.

Por este motivo, las consultas de psicología se llenan y se vacían todos los días: entran quiénes recién se separan y requieren de ayuda para afrontarlo…, y salen quiénes ya han sido capaces de elaborar el duelo y soltar la rabia y la tristeza, para retomar su proyecto de vida. 

Una ruptura sentimental quiebra muchas de nuestras expectativas, es cierto, pero un mensaje  importante y sobre el que hay que tejer con empeño cada suspiro y cada lágrima derramada, es:

  • Ten por seguro, que lo vas a superar.
  • Ten por seguro, que no estás sola o solo. 
  • Ten por seguro, que la vida te regalará cosas muy bellas, si te preparas para continuar con el viaje. 
  • Ten por seguro, que de pena no se muere nadie. 

Me apetece mucho compartir un cuento que a mi me ha sido útil en algunas situaciones de dificultad. Todas las emociones viven en cada ser humano, y todas -cuando están revueltas- nos hacen sentir desasosiego y malestar. Has de saber que sus efectos en ti son transitorios  y que forman parte de la misma vida… jugando sus cartas.

Una vez superada una crisis, ni te imaginas la cantidad de recursos personales y la sabiduría que adquieres. No dudes ni un segundo de ti y de tu capacidad para salir fortalecida de todo este proceso.

Si hay tantas personas que cuentan abiertamente lo mal que lo han pasado y cómo lo han superado, y no sólo en internet, sino tus amistades, gente en los bares, compañeros y compañeras del trabajo…, ¿por qué tu caso va a ser una excepción?

Hay un cuento que aparece en el libro “Todo (no) terminó”, de Silvia Salinas y Jorge Bucay que creo te gustará leer para entender cómo funcionan las emociones en un momento complicado como es una ruptura de pareja. A continuación lo comparto.

LA ISLA DE LAS EMOCIONES

Erase una vez una isla donde habitaban todos los sentimientos: la Alegría, la Tristeza y muchos más, incluyendo el Amor. Todos los sentimientos estaban allí. A pesar de los roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila, hasta previsible. A veces, la Rutina hacía que el Aburrimiento se quedara dormido, o el Impulso armaba algún escándalo; otras veces, la Constancia y la Convivencia lograban aquietar al Descontento.
Un día, inesperadamente para todos los habitantes de la isla, el Conocimiento convocó una reunión. Cuando por fin la Distracción se dio por enterada y la Pereza llegó al lugar de encuentro, todos estuvieron presentes. Entonces, el Conocimiento dijo:
– “Tengo una mala noticia para darles: la isla se hunde».
Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:
– “¡No! … ¿como puede ser? …¡Si nosotros vivimos aquí desde siempre!!!!”
Pero el Conocimiento repitió:
– “La isla se hunde”.
– ¡Pero no puede ser!!! Quizás estás equivocado!!!”
– “El Conocimiento nunca se equivoca -dijo la Conciencia, dándose cuenta de la verdad-. Si él dice que se hunde, debe ser porque se hunde”.
– “Pero… ¿Qué vamos a hacer ahora????” -preguntaron los demás-.
Entonces el Conocimiento contestó:
– “Por supuesto, cada uno puede hacer lo que quiera, pero yo les sugiero que busquen la manera de abandonar la isla…. Construyan un barco, un bote, una balsa o algo que les permita irse, porque el que permanezca en la isla desaparecerá con ella”.
-“¿No podrías ayudarnos?”, preguntaron todos, porque confiaban en su capacidad.
– “¡No ! -dijo el Conocimiento-, la Previsión y yo hemos construido un avión y en cuanto termine de decirles esto, volaremos hacia la isla más cercana…”.
Las emociones dijeron:
– “¡No! ¡Pero no! ¿Qué será de nosotros???”
Dicho esto, el Conocimiento se subió al avión con su socia Previsión y, llevando de polizón al Miedo, que no es tonto y ya se había escondido en el motor, dejaron la isla.
Todas las emociones, en efecto, se dedicaron a construir un bote, un barco, un velero…Todas… Salvo el Amor.
Porque el amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:
– “Dejar esta isla… después de todo lo que viví aquí… ¿Cómo podría yo dejar este arbolito, por ejemplo? Ayyyy…. Compartimos tantas cosas…”.
Y mientras las emociones se dedicaban a fabricar el medio para irse, el Amor se subía a cada árbol, olía cada rosa, se fue hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacer en otros tiempos. Tocó cada piedra…y acarició cada rama…
Al llegar a la playa, exactamente al lugar desde donde el sol salía, su lugar favorito, quiso pensar con esa ingenuidad que tiene el amor:
-«Quizás la isla se hunda un ratito… y después resurja…. porqué no???»
Y se quedó días y días midiendo la altura de la marca, para revisar si el proceso de hundimiento no era reversible… Pero la isla se hundía cada vez más…
Sin embargo, el Amor no podía pensar en construir nada, porque estaba tan dolorido que sólo era capaz de llorar y gemir por lo que perdería.

Se le ocurrió entonces que la isla era muy grande y que, aún cuando se hundiera un poco, él siempre podría refugiarse en la zona más alta…. Cualquier cosa era mejor que tener que irse. Una pequeña renuncia nunca había sido un problema para él…
Así que una vez más, tocó las piedrecitas de la orilla … y se arrastró por la arena… y  se mojó los pies en la pequeña playa… que en otros tiempos era enorme…
Luego, sin darse cuenta demasiado de su renuncia, caminó hacia la parte norte de la isla, que si bien no era la que más le agradaba, era la más elevada…
Y la isla se hundía cada día un poco más…. Y el Amor se refugiaba cada día en un lugar más pequeño…
– “Después de tantas cosas que pasamos juntos!!!!- le reprochó a la isla.
Hasta que, finalmente, solo quedó una minúscula porción de suelo firme; el resto había sido tapado completamente por el agua.
Recién en ese momento, el amor se dio cuenta de que la isla se estaba hundiendo de verdad. Comprendió que, si no dejaba la isla, el amor desaparecería para siempre de la faz de la tierra…

Entonces, caminando entre senderos anegados y saltando enormes charcos de agua, el amor se dirigió a la bahía. Ya no había posibilidades de construirse una salida como la de todos; había perdido demasiado tiempo en negar lo que perdía y en llorar lo que desaparecía poco a poco ante sus ojos…
Desde allí podría ver pasar a sus compañeras en las embarcaciones. Tenía la esperanza de explicar su situación y de que alguna de ellas lo comprendiera y lo llevara.
Buscando con los ojos en el mar, vio venir el barco de la Riqueza y le hizo señas. Se acercó la Riqueza que pasaba en un lujoso yate, y el Amor dijo:
– «Riqueza llévame contigo! … Yo sufrí tanto la desaparición de la isla que no tuve tiempo de construirme un barco».
La Riqueza contestó:
– «No puedo, hay mucho oro y plata en mi barco, no tengo espacio para ti, lo siento» y siguió su camino, sin mirar atrás…
Le pidió ayuda a la Vanidad, a la que vio venir en un barco hermoso, lleno de adornos, caireles, mármoles y florecitas de todos los colores, que también venia pasando:
– «Vanidad» por favor ayúdame»…., y la Vanidad le respondió:
– «Imposible Amor, es que tienes un aspecto!!!!…¡ Estás tan desagradable!!! tan sucio, y tan desaliñado!!!!… perdón pero afearías mi barco…”- y se fue.
Pasó la Soberbia, que al pedido de ayuda contestó:
– «Quítate de mi camino o te paso por encima!».
Como pudo, el Amor se acerco al yate del Orgullo y, una vez mas, solicitó ayuda.
La respuesta fue una mirada despectiva y una ola casi lo asfixia.
Entonces, el Amor pidió ayuda a la Tristeza:
– «¿Me dejas ir contigo?».
La Tristeza le dijo:
– «Ay Amor, tu sabes que estoy taaaan triste que cuando estoy así prefiero estar sola»
Pasó la Alegría y estaba tan contenta que ni siquiera oyó al Amor llamarla.

Desesperado, el Amor comenzó a suspirar, con lágrimas en sus ojos. Se sentó en el pedacito de isla que quedaba, a esperar el final… De pronto, el Amor sintió que alguien chistaba:
– » Chst- Chst- Chst…»
Era un desconocido viejito que le hacía señas desde un bote a remos. El Amor se sorprendió:
– «¿Es a mi?»- preguntó, llevándose una mano al pecho.
– “Sí, sí -dijo el viejito-, es a ti. Ven, sube a mi bote, rema conmigo que yo te salvo”.
El Amor lo miró y le quiso explicar…
– lo que pasó, es que yo me quedé…
– «Ya entiendo» -dijo el viejito sin dejarlo terminar la frase- “¡Sube!”.
El amor subió al bote y juntos empezaron a remar para alejarse de la isla. No pasó mucho tiempo antes de poder ver cómo el último centímetro de la isla se hundía y desaparecía para siempre…
– “Nunca volverá a existir una isla como esta – murmuró el amor, quizás esperando que el viejito lo contradijera y le diera alguna esperanza.
– “No -dijo el viejo- como ésta, nunca; en todo caso, diferentes …!

Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor se sentía tan aliviado que olvidó preguntarle su nombre. Cuando se dio cuenta y quiso agradecerle, el viejito había desaparecido. Entonces el Amor, muy intrigado, fue en busca de la Sabiduría para preguntarle:
– “¿Cómo puede ser? Yo no lo conozco y él me salvó… Todos los demás no comprendían que hubiera quedado sin embarcación, pero él me salvó, me ayudó y yo ahora no sé ni siquiera quién es…”
Entonces la Sabiduría lo miró largamente a los ojos, y le dijo:

-«Es el único capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible seguir. Es el único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse. El que te salvó, Amor, es El Tiempo….”.

Por Inmaculada Asensio Fernández.

Decálogo de autorespeto en las relaciones de pareja

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Imagen tomada de: https://goo.gl/oXiSXP

Son muchas las personas adolescentes que a veces acuden a mi en busca de consejos o respuestas, ante relaciones tóxicas o poco recomendables. Yo siempre les digo que cualquier persona puede pasar por una relación no saludable,  y que conviene reflexionar sobre ello para poner un foco de atención importante y no repetir lo que nos dañó.

En las relaciones sentimentales se entremezclan emociones, deseos, expectativas, patrones heredados de los padres, etc…, que condicionan en gran medida dos aspectos fundamentales para avanzar en la vida afectiva:

(1) La interpretación de lo que nos sucede.
(2) La toma de decisiones.

Hay relaciones en las que la rutina se basa en soportar situaciones incómodas, inadecuadas o dañinas… sin encontrar una fácil vía de escape. Muchas preguntas y pocas respuestas:  sinsabores, malosentendidos, discusiones, malosgestos, desplantes, engaños, desamores…, pero sin tener claro si el problema lo tiene el otro/a o lo tienes tú,  es decir, sin saber precisar quién «ha provocado» esa situación.

  • ¿Le estaré dando demasiada importancia a este comportamiento, o verdaderamente debo salir corriendo de esta relación?
  • ¿Me ha faltado al respeto, o lo que ocurre es que soy híper-sensible?
  • ¿Cómo termino con esta relación de una vez por todas?

Si la relación de pareja no te permite estar tranquila ni sentir bienestar la mayor parte del tiempo: NO FUNCIONA.

Mantener una relación de pareja con constantes subidas y bajadas, discusiones y enfados, o con la sensación de que nos están lesionando la autoestima… nos pone en el camino de soportar una pesada piedra que tarde o temprano nos aplastará.
Además, me parece que hay una serie de límites por los que no se debe pasar, y son los que reflejo a continuación:

Decálogo de Autorespeto

1. No permitas que tu pareja te infravalore (física, mental o emocionalmente), ni que te haga comentarios desagradables o machistas, sobre ti o sobre otras personas. Estás recogiendo basura sin posibilidad de reciclaje. No minimices aquello que te hace mal.
2. No permitas que tu pareja te compare negativamente con otras personas, asumiendo los celos como algo propio de tu carácter. Hay personas que se la pasan provocando celos para sentirse poderosas y para minar la voluntad del otro, para reafirmarse y mantener la sartén por el mango. Esto no es amor.
3. No mientas, no finjas ni te sobreesfuerces por agradar a tu pareja, por obtener su aprobación. Esto es tremendamente perjudicial para tu bienestar.
4. No te calles cuando algo te haga daño o te siente mal por guardar la compostura. Esto no es auténtico ni digno de ti. Toma un tiempo para analizar, incluso contrasta con una persona de tu confianza para tener todas las pruebas que necesitas para mantener una conversación tranquila con tu pareja, pero firme.
5. Escucha-te y respeta-te en todo momento; de este modo alejarás el rencor de tu vida. El rencor te hace daño y te une al otro de una manera tóxica y dramática.
6. No te relaciones con tu pareja desde el miedo. No te esfuerces para ser amado o amada. Tu autoestima puede quedar a la altura del betún.
7. No soportes comentarios que te hagan daño, ni en el desempeño diario, ni en momentos especialmente íntimos -como en el momento del acto sexual. Hay momentos y situaciones que requieren de un mayor respeto, desde la más absoluta y honesta confianza. Por eso: si duele no es amor.
8. No tengas comportamientos de terapeuta hacia tus parejas, y mucho menos de madre. No pretendas convertirte en la cuidadora del otro, sin más.
9. No camines delante, ni camines detrás de esa persona amada. Si es tu pareja, el lugar es justo a su lado.
10. Recuerda que el único valor con el que no se puede jugar es la CONFIANZA. Una vez perdida es muy difícil –aunque no imposible- recuperarla.

En general, la confusión, el dolor y el estrés permanente nos avisan de algo muy claro: esa relación no es para nosotros. Y te comento que por más difícil que pueda parecerte salir de esa historia, te recuperarás y crecerás como persona: sabiduría.

La despedida es un nuevo comienzo. 

La relación más importante de tu vida es contigo mismo/a. Eres la persona con la que pasarás el resto de tu vida. Estar en pareja es una opción, no una obligación. Si decides estar con él o ella, que sea porque te aporte, porque te genere bienestar y confianza.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

La ruptura es un nuevo comienzo

Imagen mujer

Benjamín Lacombe (Edelvives) Imagen extraída de: https://goo.gl/YBN3Ki

La despedida es un nuevo comienzo.

Hay una frase célebre de Paulo Coelho que viaja de punta a punta en las redes sociales y que dice: “quédate con un amor que te dé respuestas y no problemas. Seguridad y no temor. Confianza y no más dudas”. Y es que cuando las heridas son más grandes que las alegrías compartidas en una relación de pareja, hay que plantearse decir adiós, por más doloroso que pueda parecernos.

Es triste dejar ir a la persona con la que hemos compartido experiencias, cariño, sexo, confidencias e ilusiones… pero más triste es ver cómo todo aquello que sentiste se va desmoronando, y la imagen interior que guardas de la otra persona se aleja muy mucho  del ideal que habías generado cuando decidiste apostar por esa relación.

Para decir adiós a una persona a la que se ha amado hay que ser valiente, y sobre todo tener los pies en la tierra –como se suele decir. Hay ocasiones en las que el deseo de separarse está muy claro, y otras en las que sentimos que algo dentro de nosotros no quiere dejar marchar al otro, o algún rastro de lo vivido. Y en estas situaciones no conviene tomar decisiones precipitadas, pues si hay algo verdaderamente tóxico en las relaciones es terminar, para más adelante volver a intentarlo, y volver a dejarlo, y volver a intentarlo (…) en un bucle sin fin de incertidumbre y de apego que destruye la autoestima y la confianza por completo.

Decíamos, pues, que es necesario ser valiente, pero no sólo eso, además se requiere honestidad para aceptar que las alegrías ya no son tantas, y las dudas, los conflictos y las discusiones afloran por doquier. Ya no hay posibilidad de crear un futuro en común y lo único que hacemos en la relación es pasarlo mal y aguantar sinsabores. A este respecto 1Jorge Bucay y Silvia Salinas lo tienen claro:

Las relaciones duran lo que tienen que durar, es decir, mientras impliquen crecimiento para ambos: a veces unas semanas, otras, toda una vida”.

El desgaste es la antesala del desamor

Desde el ángulo del aprendizaje y crecimiento mutuo, cuando dos personas duran toda una vida es porque tienen claro que su compromiso y su amor está por encima de las diferencias que hayan podido surgir, máxime si han creado una familia a la que sostener y nutrir.

Hay relaciones en las que las tensiones están por encima del compromiso y del amor, propiciando el surgimiento de situaciones negativas que llevan a las personas a entrar en una discusión –cuando aún no han superado la anterior. Los problemas no se resuelven, se enquistan. Se acuestan a dormir y cada uno ocupa un rincón lejano en la cama… apagan la luz y los ojos permanecen abiertos, ahogados en un sinfín de preocupaciones e interrogantes sin respuesta: ¿hasta cuándo va a durar esta situación?

Este tipo de situaciones provocan un importante desgaste en las personas que comparten esa relación, de manera que sus intercambios se van viciando, con la consiguiente pérdida de deseo,  paz interior,  autoestima y de una dirección clara en esa relación.

Lo peor es que la mayor parte de los intentos por resolver el conflicto y que todo vuelva a ser como antes enturbian aún más la comunicación entre ambos, y llega un momento en el que el más mínimo contacto íntimo puede resultar incómodo, y hasta forzado.

Ese momento en el que ya no puedes generar una imagen positiva de la relación o de tu pareja, a través de la imaginación, la cosa está clara: la fractura ya está hecha.

A estas situaciones las llamo estar de resaca continua. No te llegas a recuperar de los síntomas del malentendido reciente y se inicia un nuevo ciclo de desavenencias que poco a poco nos van desgastando, hasta terminar por completo con nuestra ilusión y ganas de estar en esa relación, de manera que se va construyendo un muro invisible que separa a los supuestos enamorados.

Si ya no se confía en la posibilidad de un futuro en común o el proyecto de vida ha caído en mil pedazos, sólo queda una cosa y es soltar al otro, y soltarnos nosotros. Sin duda será un poco duro al principio, pero de ahí se sale, con el apoyo de la familia y/o amigos, o incluso con el apoyo extra de una ayuda profesional.

¿Para qué hacerse más daño alimentando algo que no va? ¿Para qué insistir en meter la cabeza por donde no cabe? Acepta que esa persona y tú ya os habéis mostrado lo necesario. Ya se puede dar carpetazo a esa historia de amor.

Si las personas se han hecho mucho daño a través de faltas de respeto, tocando las heridas del otro o incluso jugando con el valor que no se debe jugar nunca en una relación como es la confianza, hay que soltar el vínculo desde la gratitud de lo que fue, aún a pesar toda esa gama de sentimientos que acompañan a una despedida, donde no suelen faltar ni la rabia ni la tristeza.

La relación ha terminado

Dependiendo de la calidad del vínculo y del tiempo invertido en la relación, ésta puede generar un vacío mayor o menor en las personas. La buena noticia es que esta sensación de vacío no dura para siempre -ni mucho menos- y es una oportunidad para trabajar tus zonas vulnerables, tus carencias y tu amor propio.

Mantenerse en la idea de aprender de la experiencia y centrarse en la autorecuperación, es seguir con el propio camino.

Cuando se produce una ruptura de pareja, se dan –al menos- dos procesos diferenciados, y cuyo tratamiento por parte de la persona padeciente es completamente distinto. Por una parte está la decisión y el acto de poner fin a la unión, y por el otro el acto de atravesar el proceso de duelo que acompaña a esa ruptura que, bien elaborado, nos prepara para abrirnos a la posibilidad de enamorarnos de nuevo.

Poner fin a la relación es una decisión que nos empuja a un camino que, en primer lugar no suele ser agradable, sino más bien todo lo contrario. Puede que incluso al inicio de este camino puedan surgir sentimientos de arrepentimiento que nos lleven a dar pasos atrás, pero merece la pena mantenerse en este lugar para quedarte con el aprendizaje necesario de la experiencia, comenzando con el convencimiento personal de que “de pena no se muere nadie”, y salir se sale; incluso pasado un tiempo prudencial podemos volver a enamorarnos incluso con una intensidad mayor que la anterior. Sobre todo porque la experiencia es un grado, y a la hora de elegir pareja se tiene mucho en cuenta lo vivido en la anterior.

* Hasta aquí la versión reducida… si te interesa el tema puedes seguir leyendo.

Tu calle ya no es tu calle

Dice un poema de 2Manuel Machado “tu calle ya no es tu calle, es una calle cualquiera camino de cualquier parte”. El poema de Machado me sirve para destacar lo que sucede  cuando se inicia el camino de retorno a nosotros mismos al dejar una relación de pareja, y es que la otra persona pierde progresivamente protagonismo en nuestras vidas, hasta que llega un momento en que su calle es una calle cualquiera para nosotros, y camino a cualquier parte, ya que nuestra mirada ha de estar fijada en el nuevo camino que se inicia ante nosotros: la recuperación.

En los primeros momentos de la ruptura conviene recordar muy de cerca los motivos que nos han llevado a dejar esa relación, si la decisión la hemos tomado nosotros; o recordar los momentos desagradables y dolorosos que nos recordaban una y otra vez que esa relación no era sana, que nunca seríamos dichosos al lado de esta persona.

Recuerdo este punto porque suele ser frecuente que tras sentir los primeros síntomas de la pérdida del otro, comencemos a disfrazar y dulcificar lo acontecido, de manera que busquemos todas las pruebas que nos lleven a pensar que esa relación es lo mejor que nos ha pasado en la vida. Ojo, el autoengaño es un recurso macabro de la mente para que retrocedas, para que no asumas tu parte de responsabilidad y no atravesar la pérdida.

El dolor de estos primeros momentos puede llevarnos a buscar a la otra persona y a pedirle que vuelva con nosotros. Si una relación que ha terminado se da una oportunidad, desde luego es prudente dejar pasar un poco de tiempo para descubrir si ha sido fruto de la desesperación del momento de la despedida, o si realmente es una decisión razonada y no improvisada, basada en el convencimiento real de que puede funcionar, aún a pesar de la trayectoria y de los acontecimientos vividos.

Un límite tan importante y decisivo como es poner fin a una relación exige plantearse mucho las cosas, adoptar nuevos acuerdos y límites en la relación, si se opta por intentarlo de nuevo.

La función de los atajos

Luego también hay situaciones en las que las personas que comienzan a sufrir todos los síntomas de la despedida y del duelo intentan buscar atajos que los saquen de ese estado y de esa situación de dolor.

Un atajo es una senda o lugar por donde se abrevia el camino, y en temas de ruptura bien parece que hay personas que prefieren tomar atajos para no afrontar la parte más difícil del desamor: encajar y elaborar bien el fin de esta historia, el duelo.

¿Cuáles son los atajos más comunes en estas situaciones?

El más comúnmente aceptado sería el que sigue al refrán “una mancha de mora, con otra mancha se quita”, que no es ni más ni menos que buscar la manera de sustituir la relación que ya ha terminado por otra. Este tipo de comportamientos privan a la persona de la posibilidad de aprender de la relación que ha terminado, y por tanto no volver a repetir esa misma historia con la siguiente persona de la que se enamore.

Los momentos de tristeza son fundamentales para entrar en uno mismo y reflexionar, sin bien hay que reconocer que están más que denostados en nuestra cultura y por la sociedad, ya que hemos creado una especie de pánico social al dolor y a la soledad, provocando que muchas personas opten por una huída inmediata respecto a ambas cosas: la soledad y el dolor, como si de enfermedades terminales o terriblemente incapacitantes se tratara.

El temor de vernos atravesar un periodo de soledad puede llevarnos a pensar que nos vamos a quedar en esa situación para siempre, motivando forzar el proceso de recuperación cuanto antes, y de la mano de otra persona. Pero has de saber que cuando inicias una relación de pareja sin haber elaborado el duelo de la anterior “estarías sustituyendo el afecto que falta y esto podría generar una cierta dependencia”, tal como se recoge en un artículo de Beatriz G. Portalatín publicado en el 3Diario El Mundo el 15 de Abril de 2015.

Lo mejor es comenzar una relación de pareja cuando nos encontremos en una situación libre de cargas del pasado, pero sobre todo libre de resentimientos y rencores respecto a nuestra pareja anterior. Hay que reconocer que estos sentimientos no son campo abonado para que surja y florezca el verdadero amor, despojado de toda sensación de necesidad y angustia, por tanto un amor maduro y basado en la autonomía de dos personas que se encuentran y se funden en el abrazo del respeto y de la apertura a la persona que llega a nuestra vida.

Aprendiendo a decir adiós, a soltar lo que ya no está

La cuestión es que la relación ha terminado, no quiero coger ningún atajo pero el dolor que siento se me hace insoportable. Todo me recuerda a la persona de la que me he separado y el llanto hace acto de presencia una y otra vez.

Lo que conviene en estos momentos es apoyarse en las personas que nos quieren y con las que tenemos una buena relación, como puede ser nuestra familia o nuestros amigos. No es conveniente pasar todo el día encerrado en casa, ni lamentándose. Tiene que haber un momento para cada cosa, también para la distracción.

En un primer momento es importante hablar y desahogarnos con aquellos miembros de la familia o amigos en los que encontramos un mayor apoyo, pues el propio relato de lo sucedido y de cómo nos sentimos, nos ayuda a reelaborar lo sucedido, y a colocarnos donde nos corresponde en toda historia; pero al mismo tiempo nos ayuda a orientarnos en el maremagnun de sentimientos que nos dominan y a ordenarlo todo.

La decisión de la ruptura, sea tomada por una persona o por otra, hay que aceptarla como un acto de libertad de quién ha decidido, y en muchos casos como un acto de sentatez ante lo que no se sostiene. Siguiendo a 4Jorge Bucay “la propuesta es que yo me responsabilice, que me haga cargo de mí, que yo termine adueñándome para siempre de mi vida”. Y esto es un acto de voluntad y de auto convencimiento diario, acerca de las razones que han provocado la ruptura de esta relación, en la que yo puedo tener mi parte de responsabilidad, pero no toda la responsabilidad.

Uno de los aspectos más difíciles de encajar en la ruptura es la sensación de dependencia respecto de la persona amada. Surgen momentos de angustia y de negatividad que nos empujan a mirar atrás una y otra vez, obviando lo que nos separa y magnificando lo que nos acerca.

A este aspecto hay que ponerle mucha atención, ya que se trata de un engaño bien urdido y con los mismos síntomas físicos que provoca la abstinencia a una droga al principio de dejar de consumirla. Dicho así puede parecer exagerado, pero dentro del contexto de lo que significa ese doloroso momento, y desde el valor que supone dejar atrás algo que nos hace daño y nos atrae a partes iguales, conviene tenerlo en cuenta para –al menos- saber que lo que nos ocurre no es una especie de locura transitoria (en plan “ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero”), sino que puede entrar dentro de la normalidad.

Leyendo a Eduardo Punset y su viaje al amor descubrí que los efectos físicos y psicológicos que acompañan al proceso de duelo o desamor tienen una fecha de caducidad, es decir, estamos programados para pasarlo mal durante un tiempo, pero no para quedarnos en ese lugar de manera indefinida.

Acepta que el desapego duele y que sólo se supera atravesándolo. Que no es el lugar de destino, sino sólo una estación por la que muchas personas atravesamos en algún momento de nuestra vida.

Duele el desapego

Duele el desapego

es una lucha, una gran desazon.

Grita como la droga

por la unión de dos.

Duele pensar en el otro

sentirlo en las entrañas.

Duele la imposibilidad de un futuro en común,

ni en hechos… ni en palabras.

Duele el desapego

por miles de fantasías despiertas,

obviando lo que nos separa

y magnificando lo que nos acerca.

Duele el desapego,

por la falta de coherencia,

por el peso de la obsesión,

por la rabia de la despedida

y por el maltrecho corazón.

Duele el desapego

no nos enseñan a afrontar,

que las despedidas no siempre encajan

y nos llevan a la baja,

más es cuestión de tiempo,

encontrar un mar en calma.

Duele y aún así está la conciencia

para poner todo en su sitio,

para tratarse a una misma con amor,

y avanzar sin cárceles ni condenas,

hacia la libertad.

 (Poema de elaboración propia)

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

Referencias:

1 Bucay, J., Salinas, S. (2003) “Amarse con los ojos abiertos”. R.B.A. Libros, S.A. Barcelona

2 http://www.poetasandaluces.com/poema.asp?idPoema=1570

3 http://www.elmundo.es/salud/2014/04/09/53443ef7ca474165428b4585.html

4 Bucay, J. (2003) “El camino de la autodependencia”. Editorial Grijalbo. Barcelona

5. Punset, E. (2007) «El viaje al amor». Editorial Destino. Barcelona

Atravesar una ruptura puede ser difícil, y a la par nos hace crecer

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Ciertamente las rupturas de pareja suelen ser dolorosas, y por ello hay un tiempo de duelo que, bien elaborado, da paso a una fase de acomodación a la nueva situación. En estos momentos tan decisivos de cambio, es importante darse el espacio para que toda la gama de nuevos sentimientos cobren vida y recorran el sendero que conduce al nuevo lugar: la libertad.

Con frecuencia hablo con personas que me transmiten sentimientos de frustración o resentimiento por relaciones de amor pasadas “truncadas”, en las cuales se han sentido abandonadas, no valoradas, ninguneadas, engañadas (etcétera) y eso les ha dejado una profunda huella que, aunque ellos y ellas no sean conscientes, les está afectando en su manera de relacionarse con los demás hoy día, incluso en su manera de recibir y manifestar el amor, el que llevan dentro y el que pueden recibir de todo lo que les rodea.

Recordemos que el AMOR es una necesidad básica, de hecho Abraham Maslow (principal exponente de la psicología humanista) la recoge en su famosa pirámide sobre necesidades básicas del individuo, y la jerarquiza en un nivel importante para el desarrollo y satisfacción de la persona. Él lo llama «necesidad de amor y de pertenencia», y alude a que éstas necesidades tienden a satisfacerse cuando las necesidades fisiológicas y de seguridad se han completado.

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Jerarquización de necesidades básicas según Maslow (1908-1970)

A la dificultad o incapacidad de dar y recibir amor yo lo denomino discapacidad emocional, en el sentido de que hay una importante parte de la persona que queda limitada en un aspecto concreto de la vida: AMAR. Es curioso. El sufrimiento aísla el corazón, lo amordaza y lo silencia… con suerte sólo por un tiempo. Hay personas a las que este episodio les dura un suspiro; sin embargo a otras les puede durar toda la vida. Ahora bien ¿cuál es el punto de inflexión entre unas y otras? En mi opinión ese punto está en la percepción que se tiene del problema; la manera de explicarse lo sucedido y el lugar que decide ocupar la persona en toda esa constelación de sentimientos hacia el otro y hacia si mismo.

Si no cambias de dirección, llegarás al lugar al que te diriges. (Antiguo proverbio chino).

Vivimos en la cultura de la confrontación, en la que cuando una historia de amor acaba, se buscan culpables, o se culpa a las situaciones, compromisos, a lo que se dijo o no se dijo… o incluso al propio desamor. Este aspecto en muchas ocasiones viene reforzado por las propias familias de origen, pues es en el seno de la familia donde aprendemos lo más importante sobre el amor y sobre el AMAR. Sin embargo, la cuestión está en que hay trajes que se van tejiendo poco a poco, como se teje la misma vida, y una persona sola no es capaz de dilucidar qué vino antes o qué vino después… si me dejaste tú o te dejé yo, si me dañaste tú, o fui yo quién te dañó a ti… pues son muchas las puntadas de hilo que hay que dar para obtener como resultado dicho traje.

Lo nuestro ha terminado. Tú eres el malo, o yo soy la mala ¿Qué hacemos con ésto? ¿Dejamos que condicione nuestra manera de relacionarnos entre nosotros y con las demás personas en los próximos años? La respuesta a esta pregunta puede llevarte al cielo, o al infierno… aunque hay personas a las que un paso por el infierno no les viene nada mal para aceptar los cambios… pero no para hipotecarse de por vida, pues en cierto modo sería algo así como comprar una billete de tren hacia ninguna parte… y ¿quién quiere viajar hacia ninguna parte?

El amor es un elemento debatido y discutido por muchos… poetas, escritores, filósofos, compositores, cantautores… y todavía no hay consenso sobre el ingrediente preciso para detectarlo, dejarlo aflorar dentro de nosotros y permitir, en su caso, que anide a sus anchas, de manera que llegue allí donde más se necesite. En mi modesta opinión, el amor es algo que ha de experimentarse en primer lugar dentro de un@ mism@, de forma que desarrollemos las capacidades precisas para reconocerlo fuera: en cada persona, en cada rostro, en cada gesto de aquellos que se cruzan en nuestro camino. Y ese amor no está condicionado ni es exclusivo a personas, cosas y situaciones, sino que es un amor más grande que nosotr@s mism@s y que lo envuelve todo. Es una posición, es una actitud, es una decisión en la vida.

En pareja, en solitario o como quiera que sea… el amor no puede serte arrebatado. Y si no lo sientes o no eres capaz de conectar con él, quizá sea un buen momento para plantearte ciertas cosas. Puede que “la vida” se haga cargo de que despiertes… si es que es tu momento. Lo que no es tan seguro es que sea de la manera que consideres más dulce o apropiada para ti ahora.

No importa. Dice una buena amiga que “El amor siempre gana”, y yo me pregunto: ¿Porqué no?

Os dejo con una canción de Extremoduro que bañó gran parte de mi adolescencia, y que dice

«Ama, ama y ensancha el alma»

http://www.youtube.com/watch?v=ZNH6FcxQh_U

 Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Más información sobre Abraham Maslow: http://es.wikipedia.org/wiki/Abraham_Maslow

«Toma las riendas». Trabaja con tus pensamientos

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 Esta tarde abro la caja de herramientas para hablaros de «The Work» o El Trabajo, y por supuesto de su autora: Byron Katie.

Sobre el método:

The Work es un método para trabajar con aquellos pensamientos y creencias que nos producen estrés, dolor o sufrimiento. Ya sabemos que la naturaleza de la mente humana es compleja, y que las personas convivimos con creencias, gran parte de ellas adquiridas a través de nuestros padres, abuelos, maestros y en general figuras de autoridad en la niñez, e incluso otras adquiridas por la cultura y la sociedad del momento, o por una serie de experiencias vividas. Muchas de estas creencias nos impulsan y nos ayudan a avanzar; sin embargo hay otras que nos limitan y nos quitan valor –a nuestros ojos- y estas que son las que más duelen, por ello hay que cuestionarlas

¿Es verdad todo lo que piensas?

Qué pasaría si una mañana te levantaras y no recordaras nada. No tuvieras historia, no supieras quién eres, no conocieras a nadie… no tuvieses identidad, ni memorias… ¿Quién serías…? ¿Quién serías en tu relación o en tu matrimonio sin todo eso…? ¿Quién serías en tu trabajo o con tus amigos…? ¿Quién serías mientras friegas los platos… sin programación alguna, sin pensamientos…?

Estas preguntas o -quizá tan sólo una de ellas que las contiene todas- se las hizo la autora del Método: BYRON KATIE.

ImagenEsta hermosa mujer, aquí donde la veis, pasó una depresión que le duró más de 10 años. Casi no lo cuenta. No tenía ganas de vivir. Sufrió todo tipo de penalidades a causa de sus pensamientos. Se sentía culpable de estar criando a sus hijos sin poder transmitirles casi ni un ápice de gusto por la vida, incluso por su mal carácter y amargura.

Quizá ella no lo explicaría así, pero yo lo resumo de este modo y con mis palabras tras todo lo que ella ha compartido con el mundo, para ayudar a los demás a través de su experiencia.

Ya sabemos que las personas que sufren mucho y logran salir de ahí, lo hacen con un vigor desconocido, que las sitúa en un lugar de gran fortaleza y sabiduría. Generalmente se les llama maestros/as. Muchos autores lo llaman RESILIENCIA. En el caso de Byron Katie -y muchos otros- yo lo llamo ILUMINACIÓN *(alcanzar un punto de claridad importante respecto a las diferentes vicisitudes de vida, un antes y un después).

Byron Katie se dio cuenta de que cuando creía sus pensamientos, sufría, y cuando se los cuestionaba, había algo dentro de ella que se abría y se expandía… comenzaba a «VER«. Ya nada era lo mismo. Ella los cuestionaba con una serie de preguntas que forman parte de su método y que nos ayudan a indagar en lo más profundo.

Hay muchas realidades o verdades sobre todo lo que nos sucede o lo que pensamos, que no vemos fácilmente, pues por fidelidad a quién somos (a nuestra identidad) no acostumbramos a cuestionar casi nada de lo que se nos pasa por la cabeza. Por poner algunos ejemplos:

Él no me quiere. Ella debería cambiar. Mi madre no debería haberse separado. Yo debería ser madre. Soy mayor para encontrar pareja. Tendría que tener más dinero. Mi vida no tiene sentido… etc.

Todos estos pensamientos sin cuestionar, nos pueden hacer la puñeta en mas de un momento y en más de dos.

Todo esto son ejemplos de pensamientos que tenemos al cabo del día, y dependiendo de la situación que estemos atravesando, la mente se dispara, y nos puede producir un sufrimiento innecesario, que lejos de llevarnos a actuar (lo cual podría en un momento dado justificarlo un poco) nos ancla, nos infravaloriza, nos deja a la altura del betún.

Ante este panorama, podemos tardar mucho tiempo en comprender que es lo que tienen las situaciones, o las personas, que yo tengo que ver para poder liberarme y dejar de pedirle al mundo lo que sólo yo puedo darme: LIBERTAD y AUTOAPOYO.

¿Sabías que la mayor parte de las decisiones que tomas están condicionadas por tus creencias, y que la mayor parte de estas creencias no son conscientes? Es curioso, pero así funciona el insconsciente. Es como subirse a un bus hacia «ninguna parte», y teniendo que aguantar vicisitudes varias hasta llegar a «ningún lugar». The Work es una manera más de trabajar con todo eso, desde mi punto de vista muy sencilla  y útil para la vida.

The Work de Byron Katie ha llegado a todo el mundo, pues desde el año 1986 se dedica a compartir lo que ella descubrió y que le cambió la vida y su manera de entender la mente humana… el mundo.

Byron es autora de diversos libros, así como tiene un Instituto internacional sobre The Work, se llama Byron Katie Institute, y a través de este Instituto se han formado miles de personas en su método. Tiene Escuelas residenciales en Estados Unidos, así como en Europa.  Muchísimas personas de America Latina se han formado igualmente en el método, y en la actualidad se está expandiendo mucho por África, pues el Instituto es muy potente a nivel internacional y tienen programas de becas y de ayudas para la formación. Además tienen un programa residencial de 28 días para superar adicciones. Se llama Tournaround House, y otros muchos proyectos.

Si queréis más información podéis visitar su web: www.thework.com

El año pasado estuve en Estados Unidos en su Escuela, y este año repetí la experiencia en Alemania, esta vez no como participante, sino como staff (miembro del equipo colaborador). En ambas ocasiones la experiencia ha sido fuerte y liberadora.

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Esta es la orla de la Escuela en la que me gradué en Los Ángeles, California.
Y yo soy una de esas maravillosas hormigas.

Antes de esta experiencia, en muchos momentos sentía que algunos problemas eran más grandes que yo. Ahora no, ahora se que todo lo puedo cuestionar y que ello me da las pautas para salir de mi posición cómoda y tomar las riendas de mi vida.

Con the work se puede trabajar cualquier situación que os podais imaginar, y relacionada con dinero, salud, amor, trabajo, amistad, etc. Cualquier pensamiento que te pinche o te cause estrés o sufrimiento en cualquier área de tu vida.

Mi último proyecto: TRABAJAR EL AMOR Y LA PAREJA a través de the work. Como sabéis soy trabajadora social y mediadora familiar. El tema de la pareja y la familia me apasionan y es mucho el camino a recorrer. 

¿Quién serías tú sin tu historia con tu pareja, en tu relación…   o sin pareja?

¿Quién serías sin tu historia de lo que debe ser el amor?

¿Quién serías sin tu historia acerca de los hombres… o de las mujeres?

¿Quién serías sin todos esos pensamientos que te hacen sufrir en relación al amor?

Nos encontramos atravesando por un momento histórico y social en el que las relaciones están sufriendo cambios y adaptaciones continuamente. Todos los días se crean parejas, y todos los días se rompen parejas, con más o menos acierto. De igual modo hay muchas personas que viven solteras, o singles, y que no se atreven a dar el paso a lanzarse a conocer a otras personas para iniciar nuevas relaciones, sintiendo mucha frustración por ello.

Y todo está bien. Pero ¿Qué pasa cuando sufro en mi relación, o sufro porque no tengo pareja? ¿Qué pasa cuando no logro dejar ciertos aspectos en el pasado? ¿Qué pasa cuando me creo la historia de que soy demasiado mayor para enamorarme…?

SUFRO. CULPO A LOS DEMÁS. NO ME ATREVO. MI AUTOESTIMA SE RESIENTE. NO ME DOY LO QUE YO NECESITO. ME DEPRIMO.

El amor es un tema que preocupa a muchas personas, y  con el que se puede avanzar en gran medida a través the work; pues ya lo dice Byron Katie: la persona con la que estás en este momento, es tu mejor maestro. Pero no sólo tu pareja, sino tu jefe/a, tus amigos, tus vecinos… y todas aquellas personas con las que te relacionas y con las que te surgen conflictos.

La cosa está en abrirse y explorar.

¿Te atreves?

Y con esta frase me despido por hoy.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández