La política social debe estar orientada hacia la promoción de la realización personal

La política social debe perseguir la libre realización personal de cada individuo en su contexto social de referencia, poniendo especial énfasis en las situaciones que puedan provocar una mayor vulnerabilidad, en función de instrumentos estandarizados de identificación, análisis y evaluación de las mismas.

El autor José María Alonso Seco nos recuerda -en su libro “La política social como realización de derechos sociales”- que la política social debe estar orientada hacia la libertad. Pero esta libertad no se entiende como la satisfacción de una serie de aspiraciones individuales, sino que contempla a la comunidad en la que esta persona se inserta y a la que pertenece, su contexto social en el momento histórico que le ha tocado vivir.

Lo opuesto a la libertad es la servidumbre (liber vs. servus), sigue afirmando Alonso Seco, y el concepto de libertad no se puede separar del contexto que envuelve y condiciona a las personas.

La condición de liber era la que confería el carácter de ciudadanía y los beneficios inherentes a ella, frente a la de servus, que significaba una profunda limitación de la capacidad jurídica y una consideración social ínfima, por tanto, una limitación importante para desarrollarse en la vida en sociedad” (Alonso Seco, 2019: 66).

Natividad de la Red Vega suele aludir en sus conferencias a la cita de Ortega y Gasset que dice:

“yo soy yo y mis circunstancias, y si no las salvo a ellas no me salvo yo”.

Gasset nos recuerda que «mis circunstancias»» están repletas de detalles autobiográficos que imprimen en nosotros un carácter y un temperamento, y también una serie de elementos facilitadores u obstaculizadores para el desarrollo de una adecuada libertad individual, que vienen marcados por factores ambientales y sociales.

Las personas se ven irremediablemente afectadas por su contexto. Hay elementos culturales que separan aún más a la persona de su idea de autorrealización personal y de libertad, debido a este contexto social. Por ejemplo, no es lo mismo nacer mujer que nacer hombre, y de manera más acentuada en determinadas culturas; tampoco es lo mismo nacer en África, Asia, América, que en Europa, del mismo modo que tampoco es lo mismo crecer en una familia normalizada y sin problemas económicos y/o sociales, que en una familia disfuncional y en situación de marginación.

La libertad individual es una aspiración que se relaciona directamente con el bienestar, e incluso con la felicidad, pero sus posibilidades de consecución van a estar condicionadas, por fuerza, por el contexto determinado en el que se desarrolla cada ser humano.

En pos de la consecución de esta idea de felicidad que va de la mano de la libertad, hay determinadas corrientes de autoayuda centradas en la motivación que insisten en afirmar, en relación a las propias aspiraciones y sueños, que:

  • “Si puedes creer en ello, puedes conseguirlo”.
  • “Si lo visualizas, lo puedes tener”.
  • “Si lo crees, lo creas”.
  • “Si te enfocas, lo consigues”.
  • Etc.

Tener metas es positivo, pues la vida transcurre en nuestros esfuerzos por lograr nuestras aspiraciones, y con cada consecución de logros podemos sentirnos más completas y completos, en función del grado de importancia que le otorguemos a esos sueños. Pero, estos eslóganes o frases fuerza olvidan algo muy importante: el contexto en el que se desarrolla cada persona y que la influye de manera directa. No todo es “si quieres puedes”, ya que hay muchos factores que pueden predecir el éxito o el fracaso en la consecución de las propias metas.

Reconozco, sin embargo, que si deseas algo y es razonablemente realista y se alinea con tus objetivos de vida, lo mejor es proyectarlo y trabajar para lograrlo. Que pase de ser un sueño a convertirse en un proyecto, y currártelo para conseguirlo.

Por este motivo, aunque muchas leyes autonómicas de servicios sociales hablan de la atención centrada en la persona, como modelo de intervención profesional en los servicios sociales, no se debe olvidar que las políticas sociales se dirigen a las personas, a los grupos y las comunidades en que se insertan, y que sólo en ese contexto comunitario las personas pueden realizarse con autonomía.

Inmaculada Asensio Fernández.

Libro referenciado: La política social como realización de derechos sociales. José María Alonso Seco, Técnico Superior de la Seguridad Social, Licenciado en Psicología Dr. en Derecho y Ciencias Sociales. Valencia : Tirant humanidades. 2019.

Libertad individual frente a bienestar colectivo, a propósito de unas reflexiones de Victoria Camps

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Fuente: https://n9.cl/6kxc   Christian Schloe

La semana pasada asistí a una conferencia virtual, organizada por la Fundación Grifols, en la que participaron varias personas, entre ellas la reconocida filósofa española Victoria Camps.

La ponencia de esta filósofa se centró en analizar las circunstancias que rodean a los conceptos de libertad individual y bien común o colectivo, ya que en estos tiempos de pandemia han estado literalmente enfrentados. Esta rivalidad es debida a la Declaración del Estado de Alarma, decretada por el Gobierno de España el 14 de marzo de 2020, y a la correspondiente obligatoriedad de permanecer confinados en el domicilio, con el propósito de reducir el índice de contagios por Covid19.

El confinamiento ha sido una decisión basada en la heteronomía, esto es, basado en normas y reglas impuestas a la ciudadanía en contra de su voluntad, o con el beneplácito de su indiferencia.  La heteronomía se ayuda de las imposiciones jurídicas y las sanciones, cosa que no sucede con el ejercicio de la autonomía, que se basa en la libre elección, acción y decisión.

El hecho de que el principio de autonomía entre en colisión con el de bienestar, es algo bastante habitual en la práctica clínica, y también en la práctica profesional de la intervención social. Sin embargo, en esta situación de excepcionalidad, no es lo mismo hablar de autonomía y bienestar, que hablar de autonomía y bienestar colectivo, porque nos encontramos ante una pandemia global que presenta grandes incertidumbres y dificultades para combatir este virus, y sus consecuencias sanitarias, sociales y económicas.

Además, se dan ciertas controversias respecto a cómo afecta el virus a la población, pues a algunas personas no les genera síntomas, y a otras las enferma gravemente, e incluso llegan al fallecimiento en poco tiempo. Es preciso, por tanto, actuar con suma prudencia.

La prudencia aconseja evitar el colapso de la sanidad pública en el territorio, dada la velocidad de contagio que presenta el Covid19. Precisamente, se ha optado por un compromiso de convicción ante la tragedia, y se ha procedido a limitar el uso de las libertades individuales para atender una situación grave y excepcional.

Las personas somos soberanas para infringirnos daño a nosotras mismas, pero no para infringirlo al resto, aunque no seamos conscientes de ello. La compasión, además, funciona como mecanismo psicológico para sentir el dolor del otro y actuar conforme a un principio de solidaridad. La razón no es lo único que fundamenta la acción, también lo son las emociones, y la compasión forma parte de ellas.

Con frecuencia, cuando se habla de autonomía sólo se contempla una de las caras del derecho a la libertad, pero no los deberes o responsabilidades que entraña ser libres (esto también lo refuerza Fernando Savater en su libro “Ética para Amador”). El bien común es un valor de suficiente peso para abogar por una limitación –temporal eso sí- de libertades: en el caso que nos ocupa, para reducir el número de contagios y de muertes, sobre todo de las personas más vulnerables de la sociedad.

Hablamos, pues, de libertad individual frente a salud pública.

El control supone una invasión de la intimidad de las personas, y puede llegar a ser muy lesivo; de hecho, hay personas que afirman que durante el Covid19 hemos vivido es un estado policial, a juzgar por el elevado número de sanciones que se han producido, hacia aquellas personas que han tratado de eludir las medidas de restricción impuestas. La cuestión filosófica aquí es que, si queremos una libertad limitada, no contraria con el espíritu de la democracia, hay que ejercer una libertad responsable, es decir, una libertad que asume sus propios límites, una libertad en la que -como sociedad o como colectivo- podemos confiar.

Pero luego surge otro escollo en la comprensión de los riesgos que supone exponerse socialmente en una situación de pandemia, y son las noticias falsas o fake news. Estas fake, como se las llama coloquialmente, han jugado en contra durante esta crisis sanitaria, por alentar -en ocasiones- a la ciudadanía, en corrientes de opinión contradictorias respecto a un tema muy serio, como es la salud pública.

Se encuentran fácilmente, de hecho, noticias falsas que se basan en corrientes pseudo-cientificas que pueden poner en riesgo la salud de buena parte de la población, sobre todo aquellas que niegan la pandemia y que alientan a las personas a que se adhieren a sus ideas de no respetar las medidas de distancia física o de confinamiento…, sin que sus postulados puedan demostrar la certeza absoluta sobre lo que afirman. Más que basadas en la ciencia, se basan en la fe -esa que  inevitablemente es ciega- de manera que podemos estar en lo cierto…, o no.

En estos momentos, observamos que el des-confinamiento plantea un importante desafío para los poderes públicos y para la sociedad en su conjunto, ya que supone el paso ordenado desde la restricción de libertades, hacia el ejercicio responsable de la autonomía. Se trata, pues, de ir rebajando progresivamente el nivel de control hacia la ciudadanía, sin invadir la intimidad personal: con conciencia, confiando en que todo va a salir bien.

El análisis de estos conceptos éticos desde la mirada de Victoria Camps, me parece un punto de equilibrio para toda la situación que estamos viviendo. No es fácil afrontar una pandemia mundial, y esta no es la primera ni será la última. La historia lo atestigua.

Inmaculada Asensio Fernández.