CSN Almería ‘Prácticas de Trabajo Social Clínico’. Once experiencias orquestadas en un libro

CSN Almería: https://www.youtube.com/watch?v=MqecCmV_9Sc

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Recientemente se ha publicado un libro titulado Prácticas de Trabajo Social Clínico, de la editorial Nau Llibres. La obra recopila 11 prácticas o experiencias relacionadas con la dimensión clínica de la profesión de trabajo social, y de aplicación en diferentes ámbitos como salud mental, atención primaria, servicios sociales comunitarios, servicios sociales de atención a la dependencia, etc.

El libro está coordinado por Amaya Ituarte, trabajadora social con gran recorrido y experiencia profesional, que en 1992 publicó su primer libro titulado ‘Procedimiento y proceso en trabajo social clínico’.

En esta ocasión, Amaya y Josefa Fombuena (directora de la Colección de Trabajo Social de la Editorial Nau Llibres) se reunieron para dar forma a un proyecto:

crear una obra polifónica donde cada persona autora invitada a participar comparta su experiencia y conocimientos relacionados con esta vertiente del Trabajo Social menos conocida en España, la dimensión clínica.

He tenido el honor de ser una de las autoras invitadas a este encuentro polifónico sobre prácticas del trabajo social clínico. Por este motivo comparto la pequeña presentación que recientemente he realizado en Canal Sur Noticias Almería.

En líneas generales, los contenidos que recoge el libro son:

  • la pertinencia del Trabajo Social Clínico y su fundamento y esencia dentro del campo de acción del trabajo social.
  • los modelos teóricos más usuales en que se sustentan las prácticas clínicas.
  • la construcción del contexto de intervención y el diagnóstico en Trabajo Social Clínico.
  • diferentes modelos de práctica clínica, en distintos medios profesionales y en la atención a personas con problemas diversos.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

 

Empatía vs Simpatía: dos cosas bien distintas

La empatía y la simpatía son dos palabras que suenan de manera muy similar, pero no guardan la misma similitud respecto a su significado en las relaciones humanas, aunque en la práctica se suele confundir un termino con el otro.

EL PODER LA EMPATIA

La EMPATÍA se concreta en ‘la habilidad de entender la perspectiva de otra persona’. Esta competencia es necesaria para un buen número de profesiones que trabajan en atención directa con personas, sobre todo quienes se dedican a labores de ayuda (trabajo social, psicología, medicina, etc).

Desde la empatía…

  • reconocemos la perspectiva del otro como su verdad
  • sentimos con la otra persona
  • reconocemos sus emociones
  • conectamos con ella a través de la conexión con algo nuestro que reconoce ese sentimiento
  • la acompañamos
  • sin hacer nada por cambiar su estado
  • sin juzgar nada

La SIMPATÍA también reconoce las dificultades de la persona interlocutora, pero en este caso quién simpatiza con el dolor ajeno trata por todos sus medios de proporcionar un sentimiento de confort, es decir, intenta que vea el lado bueno de las cosas y sacarla -por tanto- de ese estado.

Desde la simpatía…

  • una parte de nosotros se siente incómoda con la mala noticia o el problema y trata de salir de ahí
  • trata de mejorar las cosas aunque sea artificialmente
  • trata de poner algo positivo en todo el asunto que nos están compartiendo

Mientras la simpatía descubre que la persona sufre, la empatía puede sentir de algún modo ese dolor del otro, por tanto es más profunda que la anterior. La compasión se relaciona con la empatía, en la medida que reconoce una parte de uno mismo en el relato doloroso del otro: siente.

Obvio, hay ocasiones en las que nos comparten un problema y no sabemos qué decir. En estos casos, también se puede hacer un ejercicio de honestidad y agradecer al otro su confianza y señalarle que no sabemos muy bien qué decirle en ese preciso momento, pero queremos acompañarle en el proceso.

Una respuesta difícilmente mejora las cosas, lo que las mejora es la CONEXIÓN con el otro, el sentirnos acompañados en el proceso.

Te aconsejo ver este vídeo, de donde he sacado la mayor parte de la información para esta entrada de blog: EL PODER DE LA EMPATÍA

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Estoy atravesando una crisis personal,¿sobreviviré para contarlo?

Foto tomada por Inmaculada Asensio, en Mecina Bombarón.

Foto: Inmaculada Asensio. Mecina Bombarón, 2014.

Las crisis son problemas que se originan por situaciones que, aunque suelen ser temporales, provocan un desorden en el estilo de vida, hábitos y forma particular de interpretar el mundo por parte de la persona. El concepto de crisis, pues, se refiere a un desajuste de un estado de equilibrio, debido a un acontecimiento que puede ser vivido como una amenaza o como un desafío, en principio incontrolable. Todo lo que conocías…, todo aquello con lo que te has venido identificando hasta la fecha, se tambalea o desaparece.

Las crisis asustan mucho, pero una vez se supera una, se desarrollan habilidades y estrategias de afrontamiento que nos acompañan durante toda la vida.

Conceptos fuerza: Acontecimiento – Temporal – Incontrolable – Desorden – Desajuste – Equilibrio – Amenaza – Desafío – Oportunidad – Maduración – Recursos.

El acontecimiento de la crisis crea un problema en la vida cotidiana de la persona que la está padeciendo, y afecta a su estabilidad durante una temporada, ya que digamos que vive en una especie de secuestro emocional.  Es presa de lo que siente y lo vive con total intensidad, de manera que, o bien se afana desesperadamente por encontrar una salida a su prisión (con tensión o ansiedad), o bien puede desmoronarse y entrar en un estado de suma pasividad y melancolía, lo que puede preceder a una fase de depresión.

Tanto la ansiedad por salir, como la pasividad y la tristeza de la depresión son los intentos desesperados que hace nuestro ser biológico y emocional por mantenerse a flote y no hundirse del todo. Sin embargo, ni un estado ni el otro garantizan que la salida se produzca con más rapidez y con menos daño; es decir, el precio de madurar y salir fortalecidas es que durante un tiempo nos va a doler, y esta realidad es como un peaje que hay que pagar sí o sí para renacer como el Ave Fénix.

Las crisis se caracterizan por la brusquedad con la que aparecen y los estragos que producen en la dinámica habitual de vida, en el sentido de que parecen arrasar con todo lo que encuentran a su paso. Sin embargo, éstas suponen una oportunidad para reorganizarlo todo, para tirar aquello que ya no nos sirve y para reajustar lo que se necesita para continuar con el propio rumbo.

Créeme, son experiencias vitales por las que atraviesan todas las personas en algún momento de su vida, y están ahí para hacernos crecer.

Las crisis llegan y se van. No te empeñes en otra cosa. Son como una estación de tren por la que hay que atravesar temporalmente.  No se puede vivir en un estado de crisis permanente, de hecho difícilmente se soportaría. De un modo u otro, la naturaleza humana encuentra los mecanismos de auto regulación para adaptarse a la nueva situación, hacer los cambios necesarios para mejorar nuestro presente, y sobre todo re-definir nuestro propósito y proyecto de vida, pues hasta que llega el momento de la cuarta pregunta -como lo llaman muchos- o de la muerte, son muchas las enseñanzas, recorridos, aventuras, ilusiones, cambios y re-estructuraciones por las que hay que atravesar para terminar reconociendo: “Si, he vivido”.

Aprendiendo de la naturaleza.

He leído por ahí que las águilas tienen un ritual muy curioso para madurar, a través de su larga vida. Cuando su pico y sus uñas están tan deformadas por el paso de los años que les impiden defenderse y alimentarse de la manera más adaptada al medio y a su naturaleza, se retiran a una montaña elevada, y en la más absoluta y escrupulosa soledad, se arrancan una a una cada una de sus uñas con su propio pico, para finalizar arrancándose el pico también, golpeando el mismo contra la fría y dura roca. Esto lo hacen para que tanto el pico como las uñas crezcan nuevamente, fuertes y sanas, y les permitan afrontar una vida larga y llena de experiencias.

¿Acaso este proceso no es doloroso para el Águila? Sin embargo es totalmente natural y necesario, tanto como el fluir y el aceptar que lo único permanente en la vida es el CAMBIO.

Y al igual que el Águila, fijaos en la magistral metáfora que se esconde tras el mito del Ave Fénix, que cada noche muere ardiendo en llamas, para renacer de sus propias cenizas a la mañana siguiente, con toda su gloria, y mucho más fuerte que el día anterior.

¿Y por qué nos hacemos más fuertes y más sabios con el paso de los años…?

Por las experiencias que vamos afrontando, superando y acumulando en la estela evolutiva de nuestra vida. Cada experiencia por la que se atraviesa deja un surco que difícilmente se olvida, y que además permite su contemplación en aquellos momentos en los que se siente el frío de la noche oscura del alma, como han denominado algunos autores a esos estados existenciales en los que parece que uno va a encontrar la misma muerte, por el dolor y el sufrimiento que siente.  Además, proporcionan nuevos recursos que, sin atravesarlas, no podríamos adquirir de ningún otro modo.

Cada vez que se traspasa una crisis, la persona que regresa de ese viaje no es la misma que a su partida. Por algo se dice que la palabra crisis etimológicamente significa cambio. Esa persona se ha visto obligada a mirar hacia dentro, hacia lo oscuro de su propio ser o hacia lo más ingrato que guarda dentro de sí, que bien puede adoptar la forma de defectos, miedos,  complejos no superados, recuerdos y memorias de experiencias vividas, de personas o de situaciones que aquí y ahora no están, o la estela dejada por las desilusiones de los sueños rotos.

La buena noticia es que de las crisis se sale, a veces en solitario, y otras veces buscando apoyo en personas de nuestro entorno, o en profesionales que se dedican a la labor de ayuda; y esto sólo lo saben las personas que han hecho este viaje y que han regresado para contarlo.

Si te encuentras ante una situación crítica, pregúntate qué has de aprender de toda esa experiencia, y esfuérzate por mudar las uñas y el pico cuanto antes, no trates de huir del proceso, pues es toda una vida llena de experiencias y de reencuentros la que te espera, cuando estés preparada y empoderada para arrojarte nuevamente al mundo. Y como he mencionado más arriba, recuerda que pedir ayuda también es un recurso, y muy importante –por cierto.

Salir se sale, eso seguro. La naturaleza lo ha dispuesto así.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

El valor terapéutico de la profesión de trabajo social en momentos de cambio.

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PALABRAS CLAVE

Trabajo social, terapéutica de lo social, trabajo social terapéutico.

RESUMEN

Con el desarrollo de la presente comunicación se pone el acento en la recuperación de la confianza por parte del profesional del trabajo social para encarar -en una postura de fuerza- toda la vorágine derivada de la coyuntura económica, pues lo que da sentido al trabajo social no es exclusivamente los medios económicos con los que cuenta, sino la propia labor del profesional. El trabajador y trabajadora social tienen que desenvolverse en un medio de crisis, aportando nuevas herramientas relacionales y de desarrollo humano en la aplicación de su cometido y de sus tareas, recuperando el «para qué» de la profesión.

KEY WORDS

Social work, social therapeutics, therapeutic social work.

ABSTRACT

The development of the present communication emphasizes the recovery of hope by the professional social work to face -in a strength position- this frenzy, because what gives meaning to social work is not exclusively financial means are there, but the very professional work. The social worker have to operate in an environment of crisis, providing new relational tools and human development in the implementation of its mandate and tasks.

INTRODUCCIÓN

Los trabajadores y trabajadoras sociales asistimos a un profundo cambio social, que hunde sus raíces en la crisis económica que estamos atravesando y que está generando situaciones de mucha dificultad e injusticia. Esta crisis está obligando a las personas a afrontar nuevas y acuciantes situaciones, como la falta de empleo, la precariedad laboral o infraempleo, la sobrecarga de responsabilidad económica en algunos miembros de las familias, la pérdida de la vivienda, el surgimiento del fenómeno de la emigración a otros países con más posibilidades de empleabilidad, etc. En general, un gran sector de población actualmente desempleada (aunque sobradamente formada en muchos casos), adolece de falta de metas y objetivos para redibujar sus opciones profesionales y de desarrollo vital, entre otros tantos problemas sociales.

La tesis de partida de la presente comunicación se centra en cómo el escenario económico al que asistimos, no sólo está generando efectos negativos en la población, sino que está afectando considerablemente al sentir de los trabajadores y trabajadoras sociales respecto a la utilidad de la profesión, para afrontar tanto cambio, tensión y sufrimiento por parte de la población a la que atiende. Se respira un profundo aire de pesimismo ante la cantidad de recortes que se están produciendo en materia social y la correspondiente limitación de derechos hacia las personas. Si bien es cierto que estos recortes van en detrimento de la calidad de vida de los ciudadanos, de las intervenciones que se llevan a cabo, cabe reflexionar en este foro acerca de la idoneidad del momento actual para hacer una revisión de los principios y fundamentos que sustentan la profesión, dado que el trabajo social no surgió en una época de bonanza económica en la que abundaban los derechos sociales, sino que surgió en los momentos más críticos, donde las personas tenían menos derechos y más necesidades.

Hoy día el propio profesional tiene serias dudas sobre la utilidad de muchas de sus intervenciones, pues ante la falta de medios y recursos le es más difícil visibilizar de manera práctica los resultados de su trabajo. Y esta si que es una verdadera crisis, y para superarla hay que volver a las raíces, a la génesis del trabajo social, a sus precursores. Revisar cómo se desenvolvían éstos ante retos complejos y cómo reaccionaban ante las cuestiones sociales como las que hoy vivimos.

RETOMANDO LAS RAÍCES

El origen del trabajo social surge para mejorar las condiciones de vida de las personas y de la sociedad en general. Si recordamos el surgimiento de la profesión en Europa, en el siglo XIX, el clima social estaba envuelto en una situación crítica, derivada de las consecuencias de la revolución industrial; las carencias y las dificultades estaban por doquier y los profesionales trabajadores sociales comenzaron a popularizarse ante tanta situación de necesidad, y a organizar la manera de ejercer su trabajo, profesionalizándolo mediante la sistematización de su práctica, la creación de modelos teóricos en los que sustentar y -posteriormente- revisar su trabajo, y el desarrollo de un basto cuerpo de conocimiento teórico de la profesión.

En sus orígenes era un trabajo muy idealista y completamente vocacional, basado en el deseo de ayudar al otro, por tanto ejercido por personas con una clara actitud y conducta prosocial.

En este sentido, la profesión no surgió para apoyar posturas pasivas, sino para servir de motor de cambio e impulsar la erradicación de todas esas injusticias y situaciones de marginalidad entre los miembros de las comunidades. Y la nota característica es que fueron los mismos precursores del trabajo social los que se centraron en ser los agentes del cambio, no las instituciones sociales y/o administrativas del momento.

Si hay un espíritu o sentido que permanece vivo dentro de la profesión, es el deseo de ir más allá de los síntomas presentados por la situación o persona/s, y este sigue siendo el reto de los y las profesionales del trabajo social: buscar las causas profundas y complejas de los problemas que sufren las personas, rescatando su propia responsabilidad sobre los mismos, de manera que, en la medida de sus posibilidades, puedan articular mecanismos para salir de ese estado, con el oportuno acompañamiento, guía y ayuda.

Hay importantes autores del siglo XX que han desarrollado teorías de gran relevancia para comprender las bases del desarrollo humano, como Carl Rogers y Maslow, así como Vicktor Frankl. Estos autores abogan por la capacidad del ser humano para sobreponerse a todas las circunstancias que implican el desafío de estar vivo y de vivir en sociedad. Todos ellos han compartido su particular forma de entender el trabajo terapéutico y de ayuda, así como han servido de base e inspiración para muchas profesiones y profesionales dedicados a labores terapéuticas.

La posibilidad de aprendizaje y estímulo puede ser importante si se rescata lo positivo de las experiencias vividas y compartidas por estos personajes; por ejemplo en el caso de Viktor Frankl, que en las condiciones más extremas que cualquiera pueda imaginar, como prisionero en los campos de concentración, no sólo se repuso de toda esa terrible experiencia, sino que pudo dar fe de ella mediante los manuscritos que había acumulado en sus años como deportado, e incorporarlos más tarde a su obra. Su libro más famoso se titula «El hombre en busca de sentido». Y precisamente de buscarle sentido a la labor social en este nuevo contexto se trata ahora, justo en este momento en el que el pesimismo y el descontento se están apoderando tanto de las personas, como de los propios profesionales de lo social.

TERAPÉUTICA DE LO SOCIAL

La clave de la terapéutica de lo social hoy día se centra, por un lado, en tomar una posición crítica y reivindicativa frente a las actuales situaciones de injusticia y desigualdad económica y social, y por el otro en apoyar a las personas para abandonar actitudes derrotistas y desmoralizantes, para avanzar -en la medida de sus posibilidades- hacia el logro de la mejora en su calidad de vida.

Desde los orígenes del trabajo social se ha hablado ampliamente de la vertiente terapéutica de la profesión, en su modalidad individual- familiar y grupal, estudiada y desarrollada en primer lugar por Mary Richmond, con su modelo de trabajo social de casos. Sin embargo, ahora asistimos a un cambio de planteamiento respecto a la intervención a este nivel, ya que hay profesiones emergentes que están aportando dinamismo y frescura al trabajo que desde la óptica del trabajo social se viene haciendo, mediante el aporte de nuevas herramientas con las que complementar el trabajo con las personas, los grupos y las comunidades.

La formación continua y actualización de conocimientos por parte de los profesionales, así como el intercambio de experiencias gracias a las ventajas de vivir en una sociedad de la información y la comunicación, están permitiendo profundizar aún más en la mejora de la relación de ayuda. Un aspecto fundamental en este caso es continuar apostando por el desarrollo profesional, abriéndonos a nuevas tendencias, además de afianzando interiormente el valor terapéutico de la profesión, ya que es una constante en el ejercicio e intercambio diarios con las personas a las que atiende, mediante el apoyo para hacer frente a los efectos psico- sociales de la situación económica del entorno. Para ello, se hace necesario superar el tradicional binomio necesidad vs. recurso (ampliamente estudiado y referido en diferentes comunicaciones y artículos sobre intervención en trabajo social), y avanzar hacia formas de intervención más centradas en la persona.

Los y las trabajadores/as sociales son profesionales muy cercanos a la población, bien mediante su trabajo en instituciones públicas, como en privadas o sin ánimo de lucro. La demanda de ayuda que reciben es amplia y diversa, y la cuestión común es cómo abordar el contacto con la persona, y qué marco dar a la relación de ayuda y posteriores intervenciones (o tratamiento). Las demandas contienen un componente emocional muy significativo, y están relacionadas con situaciones que las personas no saben cómo manejar. Requieren de la objetividad e imparcialidad de un profesional con la suficiente apertura y sensibilidad para acoger a esa persona, escucharla e iniciar -en su caso- un proyecto de intervención para mejorar su situación personal, familiar y social.

De igual modo, los y las trabajadores/as sociales en ocasiones se enfrentan a demandas de ayuda puntuales, que no derivan en un proyecto de intervención. Este tipo de demandas se acogen en el contexto de una entrevista inicial entre el sujeto y el profesional, y el vehículo de la misma es la conversación o entrevista. En todos los casos y situaciones, conversar, mostrar un interés genuíno por lo que la persona nos está relatando, escuchando abiertamente, abriéndonos y concediéndole el espacio para expresar todas sus preocupaciones, puede ser verdaderamente terapéutico y reparador para una persona, para que ésta pueda manejar con más habilidades su situación. Y puede que nuestro contacto con esa persona y su problema quede ahí, por no requerir de actuación mayor que la propia información y asesoramiento proporcionado en un momento dado sobre una situación concreta.

EL PROFESIONAL ES EL RECURSO

Las personas están realizando un importante esfuerzo de reajuste personal, familiar y social, dadas las exigencias actuales que plantea la vida en familia, la compatibilidad con la vida laboral, así como el estrés y el sufrimiento derivados de la falta de medios para subsistir, o de condiciones de trabajo y de vida muy precarias e injustas. Las estructuras sociales y administrativas son muy rígidas, y permiten poco margen de maniobra a las personas para cambiar su situación, por tanto, más que esperar que la solución venga de afuera, tenemos que iniciar procesos de apoyo y acompañamiento con las personas que demandan nuestros servicios, pues además es muy necesario. Esto no quiere decir que esta labor no se esté llevando a cabo, sin embargo si que es importante revisarla para mejorarla, ya que la mejora continua está implícita en cualquier forma o sistema de trabajo bajo la óptica de la calidad, de la cual se ha hablado bastante en los últimos años, aplicada al campo de los servicios sociales.

Los y las trabajadores/as sociales asistimos a un cambio de conciencia social importante respecto al apoyo y la resolución de los problemas que afectan a los sectores más desfavorecidos, puesto que las miras ya no están tan puestas en el estado, como garante de derechos universales y subjetivos, sino en el desarrollo de las propias capacidades de las personas para salir adelante. El propio trabajo de los trabajadores sociales es el recurso principal a la hora de intervenir.

La terapéutica de lo social promueve y fortalece a la formación y actualización de sus profesionales, alimentándose de nuevas fuentes de conocimiento en este momento en boga, como por ejemplo el coaching o la gestalt, por poner algunos ejemplos, ya que incorporan herramientas novedosas para hacer frente al sufrimiento humano, trabajando fundamentalmente con las creencias que obstaculizan el avance de la persona en alguna dirección.

CONCLUSIONES

La actividad del trabajo social está más viva que nunca, pues ahora es cuando más demandas de ayuda hacia estos profesionales hay por parte de la población. Los trabajadores sociales no son meros gestores de ayudas y recursos, sino que ellos sirven a la vez de recurso y de instrumento para mejorar las condiciones de vida de las personas que atienden.

Los nuevos escenarios requieren de una permanente formación y actualización por parte de los profesionales, así como de una toma de conciencia sobre la necesidad de cambiar el chip y dejar de asociar el trabajo que se lleva a cabo con la gestión de recursos relacionados con la mejora de la calidad de vida.

Es deseable y absolutamente necesario que la recuperación económica dote a los servicios sociales de los recursos económicos necesarios para mejorar la calidad de vida de las personas que más lo necesitan, especialmente en nuestro país, en el que nunca ha habido una gran cobertura social. En este sentido hay que destacar que no sólo se saldrá de la crisis a través de la potenciación de medios económicos; hay que superar también la crisis humana, la de creencias y valores en el trabajo social, recuperando ese espiritu vocacional que caracteriza a la profesión y apostar por nuevas fórmulas para alimentar el trabajo, así como nuestra propia motivación hacia él y hacia las personas con las que trabajamos. Este aspecto es el que se quiere destacar con el desarrollo de la presenta comunicación.

Para finalizar quiero compartir las palabras que Nelson Mandela pronunció en su Discurso como presidente electo de Sudáfrica, en 1994:

Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados.

Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite.

Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta.

Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso?

En realidad, ¿quién eres tú para no serlo?

Eres hijo del universo.

El hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo.

No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras.

Nacemos para hacer manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros.

No solamente algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno.

Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo.

Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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– Vander, J. (1986). Manual de Psicología Social, Barcelona: Paidós. P. 617.

AUTORA:  Inmaculada Asensio Fernández.

*** Comunicación presentada en el XII Congreso Estatal de Trabajo Social, celebrado en Marbella, en 14, 15 y 16 de Noviembre de 2013.