Actos de Autoafirmación

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Son muchas las oportunidades que nos da la vida para darnos valor, para autoafirmar nuestras ideas, habilidades y decisiones, siendo esto muy necesario para que ocupemos el lugar que nos corresponde en el mundo, que no es ni más ni menos que el que nosotros queramos o estemos en disposición de darnos.

Esta semana he decidido escribir sobre la importancia de poner sobre la mesa aquello que queremos sacar de nuestro corazón (o de nuestra cabeza), bien porque nos hace daño, bien porque nos hace sentir pequeños, indefensos o malheridos. Y decido escribir sobre ello echando mano de la caja de herramientas que viaja conmigo, con experiencias en las cuales me he visto enfrentada a situaciones que han requerido poner voz a mis necesidades y recordar a otras personas que el respeto ha de estar siempre presente a la hora de comunicarnos, independientemente de si estamos o no de acuerdo respecto a un tema, o de si estamos o no enfadados por su causa.

Nunca sabes en qué parte del camino puedes toparte con un maestro Zen:

DIÁLOGO ZEN: Maestro, ¿qué es lo más importante cuando se trata de mantener y fortalecer una relación entre dos personas, sea del tipo que sea? Hijo, la materia prima de toda relación humana, sea de amistad o de amores o de negocios o lo que sea, es el espacio personal. Una relación es una construcción, una fabricación, por lo que lo más importante para que el producto salga firme y duradero es saber manejar sabiamente esa materia prima: el espacio personal de cada uno.

(cuento tomado de: http://4grandesverdades.wordpress.com/cuentos-zen/)

Y de espacio personal se trata casi siempre, de respetar el tuyo y mostrárselo al resto de personas; pues una cosa está clara, y es que las discusiones son necesarias en muchos momentos de nuestra vida, pues ¿De qué otro modo podemos crecer mediante el intercambio de opiniones? ¿Cómo podemos aprender a poner límites a los demás, si no es discutiendo… practicando? o ¿De qué otro modo podemos aprender a pedir lo que nos corresponde por el simple hecho de ser personas? Una buena respuesta aquí sería: EXPRESANDO, por mucho que nos cueste.

Lo que no se dice no desaparece.

¿Has tenido algún problema con una compañera del trabajo? ¿Tu jefe te ha levantado la voz? ¿Se te ha colado una señora en la cola del supermercado con un carro a tope? ¿Estabas intentando contar algo que era importante para ti y no han parado de interrumpirte? EXPRESALO. No es necesario atacar a nadie para hacer valer nuestros derechos u opiniones, simplemente hablar de ti en primera persona, acerca de cómo te sientes en esa situación, con ese comportamiento o conducta, y lo que esperas de la persona en concreto para la próxima vez.

Poner palabras a lo que hemos sentido es necesario, y además aporta beneficios inmediatos a la persona que se ha lanzado a hacerlo; pero más aún lo es mantenernos en el proceso que eso conlleva. Esto quiere decir, que -muchas veces- al expresar aquello que necesitamos (aunque lo hagamos de manera adecuada y asertiva) nos topamos con sentimientos de culpabilidad, miedo o incluso vergüenza, generalmente heredados de nuestra cultura o de nuestra infancia, a los cuales no podemos ceder en primera instancia, máxime si nuestra conducta ha sido adecuada. Hay que estar en el proceso, aprendiendo y absorbiendo todo lo que nos vaya llegando, teniendo claro lo que nos ha movido a actuar y a expresarnos para parar los pies a esa situación o persona.

Lo creas o no, cuando te haces valer mostrando quién eres y cuál es tu espacio, además de estar dando la oportunidad a la otra persona de aprender algo importante para su vida (otra cosa es que sea capaz de aprovecharlo), estás tomando una postura activa en tus propios conflictos, los estás afrontando, y estás mostrando a esa persona quién eres, y qué es lo que estás dispuesto a tolerar o no en tus interacciones, pues todos tenemos límites, y éstos variarán en función de la persona con la que nos estemos relacionando.

Hay un asunto que me parece el eje central de todo el articulo, y es que a pesar del valor que tiene para autoafirmarnos el expresarnos hacia el resto de personas, lo más importante es que a la primera persona que se lo muestras es a ti misma, y ese es el valor principal de la autoafirmación, el cómo nos sentimos y nos percibimos a nosotros mismos. Es muy necesario que en este camino llamado vida tengamos claro que el compañero o compañera de viaje con el que pasaremos el resto de nuestros días es con nosotros mismos. Y esta realidad es la única que nos permite darnos nuestro sitio. Si yo me voy a acompañar, lo mejor será que me sienta bien, satisfecha o incluso orgullosa de la forma de afrontar las situaciones que me van surgiendo, con el único afán de amar aquella imagen que me devuelva el espejo (entendiendo aquí el espejo como el reflejo del alma). El respeto comienza por ti, y desde ese lugar va al mundo. 

El país de tus miedos

¿Alguna vez has tenido miedo? El miedo es un sentimiento muy común a ciertas edades, que evoluciona y toma diferentes formas y caminos conforme nos hacemos adultos.

Hoy comparto con todo el mundo este cuento que se llama «El país de tus miedos», ganador de un concurso de cuentos infantiles y que ilustra muy bien lo que se esconde detrás del miedo. Su autor: Paco López Muñoz. 

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Había una vez una niña que se llamaba Julia. Julia tenía miedo de muchas cosas. Tenía miedo en la oscuridad, tenía miedo de quedarse sola, también tenía miedo cuando veía a mucha gente, tenía miedo de los perros, de los gatos, de los pájaros, de los desconocidos, tenía miedo al agua de la piscina y de la playa, tenía miedo del fuego, de los truenos, de las tormentas, tenía miedo de los monstruos de los cuentos, tenía miedo de ponerse enferma, o de que su mamá enfermara, tenía miedo de ir al cole, de caerse o hacerse daño jugando…
Tenía tanto miedo que nunca salía de casa para no caerse, enfermar, encontrarse con algún perro o persona desconocida. Pasaban los días y Julia miraba por la ventana, veía jugar a los niños y niñas, veía como corrían y se divertían. Su mamá le decía: “¿por qué no vas a jugar con ellos?” Pero Julia se sentía muy triste porque tenía mucho miedo y no quería salir de casa. Llegaba la noche y Julia temblaba de miedo en su cama, todo estaba muy oscuro y no se oía nada, le daba miedo el silencio y la oscuridad de la noche, así que se levantaba y, sin hacer ruido, se metía en la cama de sus papás, allí se sentía protegida.
Una noche, mientras dormía entre mamá y papá, la cama comenzó a temblar, se movía tanto que Julia se despertó sobresaltada. ¡Terremoto, hay un terremoto! Sus papás parecían no notarlo. Julia se puso de pie en la cama, comenzó a saltar y gritar para despertar a sus papás, entonces un gran agujero se abrió en el centro. Julia cayó dentro y bajo por un tobogán que le dejó en un bosque tenebroso y oscuro. Se levantó del suelo y miró a su alrededor: “¿dónde estoy? Está muy oscuro, tengo miedo. ¡Mamá! ¡Papá! ¡Venir a por mí!”
Nadie parecía oírla, así que Julia pensó que tenía que salir de ahí, se levantó y comenzó a andar. Enseguida encontró un camino y decidió seguir andado por él para ver dónde le llevaba. “¡Qué silencio, no se oye nada! ¡Tengo miedo!” Julia se acordaba de mamá y papá, se sentía sola y tenía más miedo aún. Cansada de andar se sentó junto a un árbol, se sentía tan triste que empezó a llorar.
Entonces oyó un ruido “¡uuhhhh! ¡ohohoho! ¡uuuhhhh!” Julia miraba a un lado y a otro y no conseguía ver nada, un gran pájaro volaba sobre su cabeza, Julia temblaba de miedo. El pájaro desapareció, volvió el silencio. Por un momento Julia dejó de temblar, pero entonces oyó ladrar a un perro, parecía que estaba furioso, luego otra vez volvió el silencio… Julia cerró los ojos y se dijo a sí misma: “no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo…” Cuando abrió los ojos, tenía delante de ella un gran perro negro. Julia se quedó paralizada, el miedo no le dejaba ni parpadear, tenía ganas de gritar, de llorar, de pedir ayuda, pero el miedo no le dejaba moverse, ni hablar, ni gritar, ni siquiera podía llorar.
El perro se acercó aún más, se sentó frente a ella y le dijo:
– ¡Me tienes harto! Estoy cansado de que seas una miedica, nunca he conocido a una niña con tantos miedos. ¡Eres la Reina del Miedo!
Julia seguía paralizada y con la boca abierta, pero no de miedo sino de asombro, ¡le estaba hablando un perro! O, mejor dicho, ¿le estaba regañando por tener miedo? Julia no daba crédito a lo que veía y oía.
– ¿Es que no vas a decir nada? ¿Se te ha comido la lengua un gato? ¡Ah, se me olvidaba que también te dan miedo los gatos!
– ¿Quién eres tú?
– ¿Qué quién soy? Soy Dog, el guardián de tu bosque.
– ¿Mi bosque? – Julia miraba a su alrededor, observando el bosque en el que se encontraba.
– Sí, tu bosque, el bosque de tus miedos. Aquí viven todos tus miedos: los perros, los gatos, los pájaros, los monstruos, la oscuridad, el silencio, los ruidos, la soledad, las tormentas, el agua, los truenos… ¡Este es el bosque más grande que conozco! ¡Me das demasiado trabajo! ¡No puedo controlar un bosque tan grande! Tienes que hacer algo.
– Pero, no entiendo, ¿quién ha creado este bosque?, ¿por qué dices que es mío? y ¿que yo te doy mucho trabajo?
– Te lo voy a explicar más despacio… ¡Hola! Soy Dog, soy el perro que guarda el bosque de tus miedos, este bosque lo has creado tu solita, aquí vas metiendo todas las cosas, animales y personas que te dan miedo. Es un bosque muy grande, demasiado grande, porque tienes miedo de demasiadas cosas. ¿Quieres que te lo enseñe? Sígueme.
Dog y Julia recorrieron el bosque y Julia pudo ver todas las cosas, animales y personas que le daban miedo. Después de haberlo visto todo, se sentó en un claro del bosque. A su alrededor tenía nubes negras, perros, gatos, pájaros, tormentas, desconocidos, fuego y tantas cosas que le daban miedo.
– Estoy cansada de que me sigan todas estas cosas. ¿Puedes decirme qué tengo que hacer para no tener miedo?
– ¡Al miedo hay que asustarle! – le dijo Dog.
– ¿Asustar al miedo? ¿Y eso cómo se hace?
– Muy fácil. ¿Tú cómo asustas a un amigo?
– Me escondo y, cuando no se lo espera, salto y con cara de monstruo le grito: ¡¡Buuuuhhh!!
– ¡Muy bien! Pues eso mismo tienes que hacerle al miedo.
– Pero, ¿dónde está el miedo?
– Espera, que ahora mismo te lo traigo.
Dog desapareció entre los árboles y al poco rato apareció trayendo consigo algo muy grande que venía tapado con una tela negra. Julia se quedó con la boca abierta.
– ¡Que me trae el miedo! –pensó.
Y al instante se puso a temblar. Dog colocó delante de ella aquel bulto tan grande y le dijo:
– ¡Prepárate!– Julia volvió a quedarse paralizada.– ¡He dicho que te prepares! ¡Confía en mí! Pon cara de monstruo y prepárate para darle un buen susto al miedo. Cuando estés lista, dímelo y le descubro.
Julia se armó de valor, puso la cara más fea que había puesto nunca, levantó las manos como si fueran garras y gritó muy muy fuerte “¡¡¡¡Buuuuuhhhhh!!!!” Al instante Dog retiró la tela que cubría al miedo y ¡sorpresa! Julia se vio reflejada en un gran espejo, como se vio tan fea y haciendo de monstruo, le dio un ataque de risa.

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– ¡Jajajaja Jajajaja! ¿Pero qué broma es ésta? ¡Si soy yo!
– No es ninguna broma, Julia – le dijo Dog.– El miedo no existe, lo creas tú misma. ¿Volverás a tener miedo?
– ¿Miedo? ¿De quién? ¿De mí misma? ¡No!, pero si yo no doy miedo. ¡Buuuhhh! –gritaba Julia frente al espejo.– ¡Jajajajajaja! Nunca me había reído tanto.
Mientras decía esto, los animales empezaron a desaparecer, las tormentas, el fuego, el agua, y también el bosque; el bosque empezó a hacerse pequeño, muy pequeño.
– ¡Gracias, Julia! – le dijo Dog.
– ¡No! ¡Gracias a ti, Dog! Por enseñarme al miedo.
A la mañana siguiente, Julia se despertó en su habitación, su mamá extrañada fue a buscarla
– ¡Julia, no has venido esta noche a nuestra cama!
– Sí, mamá, pero ahora soy valiente y pensé que podía dormir sola en mi cama.
A partir de aquel día, Julia dejó de tener miedo y volvió a ser feliz, a salir a la calle, a jugar con sus amigos e incluso llegó a tener varias mascotas.

Recuerda: al miedo hay que asustarle.

«El Trabajo de Byron Katie: ¿Una nueva psicoterapia?

ImagenQuiero presentaros a Byron Katie y su método: The Work, para trabajar con aquellos pensamientos y creencias que nos producen estrés y sufrimiento. Se trata de un método muy práctico y sencillo, al alcance de todas las personas que lo necesiten y que sintonicen con él.

Yo conocí The Work de la manera más casual, leyendo un articulo sobre su autora en una revista de temas de crecimiento personal. Lo que más me llamó la atención -además de la belleza de su autora, es que se trataba de un método con el que yo misma podía trabajar mis pensamientos y creencias, y de una manera muy natural y sin artificios de ningún tipo.

He tenido la suerte de conocerla y de graduarme en su escuela en Los Angeles, y hoy quiero compartir con todas las personas que seguís mi blog un artículo que localicé en la red, bajo el título:«El Trabajo de Byron Katie: ¿Una nueva psicoterapia?”, publicado por la Universidad de Washington y que he traducido al español para compartirlo. Los autores del mismo son profesionales dentro del campo de la salud mental, y exponen los beneficios de este método a la luz de los resultados obtenidos en su práctica profesional con pacientes de salud mental. He aquí el fruto de su investigación. 

«El Trabajo de Byron Katie: ¿Una nueva psicoterapia?

RESUMEN

En este trabajo se presenta «The Work» de Byron Katie, autora de Amar lo que es. Este método sostiene que «la indagación», como también se le llama, puede ser considerada como una nueva psicoterapia, que puede ser tan eficaz o más que los métodos existentes, aunque Byron Katie nunca lo ha presentado como tal. Este proceso simple y directo, resumida en «Juzga a tu prójimo, escríbelo, haz 4 cuatro preguntas e inviértelo”, hace que sea ampliamente accesible e investigable.

Mientras Byron Katie ha introducido este proceso terapéutico a cientos de miles de personas en todo el mundo en los últimos 20 años, ha hecho pocas incursiones en el campo de la psicoterapia, aunque muchos profesionales de la salud mental han experimentado el valor de este proceso y lo han incorporado a su práctica. Deseamos que este documento introduzca a The Work (o El Trabajo) de manera más amplia, y estimule el interés en la investigación de este sencillo y eficaz proceso.

INTRODUCCIÓN

Byron Katie es autora de Amar lo que Es.

«The Work» puede ser visto como una forma sencilla y concisa de psicoterapia que parece sintetizar los elementos de las psicoterapias psicoanalíticas, cognitivas/ psicoterapias conductuales y psicoterapias basadas en mindfulness. “The Work” emplea los bienconocidos métodos psicoterapéuticos como la imaginación guiada, juegos de rol y reestructuración cognitiva. Permite a las personas, no sólo cuestionar sus creencias dolorosas, sino a profundizar en sus proyecciones inconscientes sin ser bloqueado por la vergüenza contra la que en general tienen que defenderse.

DESCRIPCIÓN

«The Work», consta de cuatro preguntas sencillas y de unas inversiones. Como Byron Katie dice: “Juzga a tu vecino, escríbelo, haz cuatro preguntas y dale la vuelta”.

Se trata de un proceso por el cual los conceptos dolorosos, tales como, «mi padre no se preocupa por mí», son investigados a la luz de las cuatro preguntas y luego se realizan una serie de inversiones de esos mismos pensamientos a otros cercanos y a opuestos.

Un ejemplo puede ser el siguiente:

«Mi padre no se preocupa por mí». 1. ¿Es Verdad?

«Sí. Si él se preocupara por mí me llamaría o me envíaría correos electrónicos y cartas para preguntar por mí, pero nunca he sabido de él «.

(Al contestar «no» a esta pregunta, pase a la pregunta número tres)

«Mi padre no se preocupa por mí». 2. ¿Puedes saber con absoluta certeza que es verdad?

«No. No podemos saber con absoluta certeza que él no se preocupa por mí, incluso si él no llama o no se pone en contacto conmigo. «

Esta segunda pregunta, se le pregunta si la respuesta a la primera pregunta es «sí». Se invita a una reflexión más profunda acerca de lo que realmente sabemos que es verdad. A veces la gente responderá:»Sí» a esta pregunta, aunque es imposible saber absolutamente nada en realidad. Es posible ir simplemente a la tercera cuestión, sin obstaculizar ni procesar incluso cuando esta pregunta se responde con un «sí».

«Mi padre no se preocupa por mí». 3. ¿Cómo reaccionas cuando piensas este pensamiento?

«Cuando pienso en este pensamiento, me siento triste, solo y deprimido. La sensación me golpea en el pecho y viaja a mis hombros. Me siento inútil y no quiero estar cerca de personas. No contesto el teléfono.

Me molesta que mi padre no se preocupe por mi, pero yo nunca lo diría. En su lugar, me retiro de él, y no con él. Entonces me odio a mi mismo por pensar, sentir y actuar de esa manera. Busco una manera de distraerme de mis miserias al convertirme en un adicto al trabajo o drogándome. Siento que hay algo terriblemente mal en mi, y a veces sólo quiero estar muerto. 

«Mi padre no se preocupa por mí». 4. ¿Quién serías sin ese pensamiento?

«Sin este pensamiento no me tomaría los errores/ fallos de mi padre personalmente, y si yo pensara en él, podría comunicarme con él para decirle que estoy pensando en él, en lugar de resentirme con él porque no me contacta. Yo estaría mucho mejor”.

Estas preguntas son una invitación para ir a tu interior y echar un vistazo a lo que realmente crees y cómo reaccionas / vives con y sin el pensamiento doloroso.

Las inversiones son una manera de tomar el concepto original en sus palabras exactas y darle la vuelta a conceptos relacionados y opuestos, mediante la sustitución del propio por el otro, para ver cómo lo sientes de verdadero o cierto cuando el concepto es aplicado a uno mismo.

Así, «Mi padre no se preocupa por mí «se invierte a:

«No me preocupo por mi papá».

«No me preocupo por mí mismo».

«Mi papá se preocupa por mí»

Una vez más, el espíritu de la indagación es meditar y reflexionar sobre los nuevos conceptos para valorar si los sientes tan ciertos o más ciertos que el concepto o pensamiento original.

Añadiendo la palabra «A veces» puedes reducir el golpe o impacto negativo del pensamiento original invertido. Por ejemplo – «A veces No me importa mi papá» puede ser más preciso y más verdad que «no me preocupo por mi papá».

El cambio es el proceso por el cual el inconsciente se hace consciente, a menudo en un destello de percepción emocional profunda.

Esta experiencia proporciona una visión de gran alcance para darse cuenta de lo cegados que estamos por nuestras creencias (la percepción selectiva es real). Cómo voy a considerar si quiera, lo opuesto, si estoy posicionada en lo mío, en la creencia que tengo sobre mí.

La libertad del dolor del concepto estresante original se consigue cuando las inversiones son experimentadas como verdaderas o como más verdaderas que el concepto original.

Cuando el nuevo concepto se siente como una creencia verdadera, en el concepto original ha perdido su influencia.

Nuestro acostumbrado diálogo interior puede ser algo como esto:

«Mi padre no se preocupa por mí. Oh, vamos, sabes que eso no es cierto. Deja de pensar de esa manera. ¿Por qué sigues pensando este pensamiento cuando es tan obviamente falso? Deja de pensar de esta manera. Me pregunto ¿qué hay de malo en mí que yo sigo creyendo esta mentira estúpida?. Debo ser estúpido. Debe haber algo mal en mí. Tengo que dejar de pensar de esta manera. «

El problema con este enfoque es que lo que sabemos, no cambia lo que CREEMOS. Pensando que debería, cuando no lo hace, conduce a nuevas dificultades, sentimientos de inadecuación. Mientras que nuestro auto diálogo típico nos empuja más profundo en nuestra depresión hasta el punto de la desesperación, la desesperanza y la impotencia,

«El Trabajo», a menudo conduce a una sensación de alivio y alegría de autorrealización.

El trabajo como una psicoterapia psicoanalítica:

Cuando escuché a Byron Katie haciendo una entrevista con un joven que estaba preocupado porque sus padres lo juzgaban y no lo comprendían, me sorprendió lo que escuché. En cuestión de 30 minutos más o menos, este joven fue capaz, sin vergüenza y con visión profunda, de ver el dolor de ser juzgado e incomprendido por sus padres como una proyección de sus propios juicios y malentendidos de sus padres y de sí mismo.

Me parecía que yo acababa de presenciar un proceso que, en 30-45 minutos, dio como resultado el tipo de conocimiento emocional profundo que no había logrado tras meses e incluso años de mi mejor psicoanalíticamente informada psicoterapia.

«El Trabajo» de Byron Katie puede ser visto como un nuevo «camino real al inconsciente», y parece ser lo disponible más fiable. Su proceso de «indagación» es una forma breve e incisiva para que la gente tenga una introspección, cuestionar sus pensamientos y fiablemente darse cuenta de que sus juicios de los demás son proyecciones de de los juicios propios hacia sí mismo. La indagación, al igual que la madre atenta y confiable, sólo se sienta allí esperando que se le pregunte, ni persigue ni abandona.

El proceso de Byron Katie de la «Indagación», al igual que la psicoterapia psicoanalítica, invita a «la libre asociación «en la forma de la» Hoja de Trabajo Juzga tu vecino/ prójimo «. Se invita al investigador a escribir sus pensamientos, sin tratar de censurar:

«Les invito a ser críticos, duros, infantiles y mezquinos. Escribid con la espontaneidad de un niño que está triste, enojado, confundido o asustado. No tratéis de ser sabios, espiritual o amable. Este es el momento para ser totalmente honesto y sin censura acerca de cómo se siente.

Permita que sus sentimientos se expresen sin temor a las consecuencias o cualquier amenaza de castigo «(Katie, Byron con Stephen Mitchell; Amar lo que es, Harmon Libros, 2002) 11-12.).

Al igual que los pensadores psicoanalíticos, Byron Katie observa que nosotros suprimimos, reprimimos, e intentamos protegernos y defendernos contra nuestros dolorosos, y temidos pensamientos y juicios.

Ella se refiere comúnmente a estos pensamientos no deseados como «nuestros niños rechazados«, y nos invita a recibir a nuestros deseados, rechazados «niños» de nuevo para que podamos encontrarnos con ellos con comprensión, en lugar de con nuestra hostilidad usual y nuestro rechazo y miedo. Al igual que algunos autores psicoanalíticos, Byron Katie llega a la conclusión de que todo lo que experimentamos es una proyección.

Una de las diferencias de los enfoques psicoanalíticos es que «El Trabajo» invita a la libre asociación a ponerse por escrito, donde puede ser fácilmente observados e indagado/ investigado.

Katie llama a esto «parar la mente», y señala que el polo de la mente que sólo quiere/ tiene que tener razón es tan rápido y fugaz, que si no hacemos esto en el papel, somos en gran medida incapaces de analizar nuestros pensamientos y llegar al otro polo de la mente, que simplemente quiere saber lo que es verdad.

Otra diferencia es que en lugar de que el analista haga interpretaciones, el terapeuta hace las cuatro preguntas que invitan al paciente a reflexionar y mirar dentro, es decir, al auto-análisis. El cambio también sustituye a la interpretación del analista. Hay un cambio si se produce una percepción emocional profunda, y no la brillante muy oportuna interpretación del analista, que puede y con frecuencia se rechaza por el paciente. Mientras enfoques psicoanalíticos están tratando el dolor del cliente mediante la creación de nuevas historias a través de interpretaciones, la “Indagación» es «deshacer» las actuales dolorosas historias.

El trabajo como una psicoterapia basada en la atención plena:

La atención basada en la psicoterapia es un modelo emergente de psicoterapia basada en la antigua tradición de la psicología budista y la práctica de la meditación. Psicoterapéuticamente, la atención se puede definir como la conciencia de la experiencia actual con total aceptación.

Es una manera única de relacionarnos con nuestra experiencia, que reduce el sufrimiento emocional y aumenta la sensación general de bienestar. La atención es una habilidad que puede ser cultivada por el terapeuta para mejorar la eficacia clínica de la relación terapéutica.

También se puede aplicar en los ejercicios estratégicos para el cliente, ya sea formalmente o en la meditación informal, en habilidades para la vida cotidiana. Mindfulness enseña a los clientes a reconocer y aceptar sus pensamientos y emociones sin necesidad de reaccionar ante ellos.

Las investigaciones muestran que la recuperación sostenida de la depresión depende de aprender a mantener estados suaves de tristeza, y controlando los patrones de pensamiento que se disparan y activan. En la terapia basada en la atención plena, el médico asiste a sus clientes en el desarrollo de una capacidad para permitir sentimientos angustiosos, pensamientos y sensaciones para ocupar la conciencia, sin tratar de cambiarlos. «El Trabajo» va más allá de la atención, y su práctica enseña un método de cuestionar las creencias estresantes. Al investigar pensamientos estresantes, tienden a perder su fuerza y persistencia. Byron Katie llama a esto «El Gran Deshacer «.

El trabajo puede complementar las terapias basadas en mindfulness. Mientras que la atención basada en terapias ayudan a crear conciencia y ecuanimidad, el trabajo proporciona una herramienta adicional para hacer frente al pensamiento recurrente y sentir los lazos que aumentan la posibilidad de que la depresión regrese.

En la experiencia de uno de los autores, «El Trabajo» fortalece la práctica de la meditación. Se le dio una forma nueva y poderosa para hacer frente a pensamientos repetitivos, estrés que a veces causan la suficiente frustración como para levantarse del cojín de meditación.

El trabajo como una psicoterapia cognitivo-conductual:

Mientras que la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) se ha demostrado por la investigación ser útil en una amplia variedad de problemas clínicos psicológicos, «El Trabajo» está sólo empezando a ser investigado. Ambos, «El Trabajo «y la TCC, comparten la premisa básica de que el sufrimiento es causado, no por la gente, lugares, condiciones y cosas, sino por los pensamientos acerca de ellos. El objetivo de ambos es Identificar las creencias erróneas e irracionales que están causando el estrés o sufrimiento. Mientras que el enfoque en la TCC es desafiar, disputar o detener estos pensamientos, en la “Indagación», el objetivo es «su encuentro con la comprensión» mediante la aplicación de las cuatro preguntas y las inversiones.

Enfoques de la TCC toman la postura de que podemos elegir nuestros pensamientos y acciones, y por lo tanto cambiar nuestros sentimientos estresantes. Emplean métodos como la “reestructuración cognitiva, “disputa «, y «la parada del pensamiento «. Byron Katie, sin embargo, observa que nosotros no podemos controlar lo que pensamos, o lo que creemos.

Los pensamientos aparecen en la mente al igual que sucede la respiración. Sí, podemos suprimir, reprimir o distraernos a nosotros mismos de estos pensamientos, pero si se dejan las creencias sin cuestionar, simplemente estas vuelven en un momento posterior. El objetivo de “El Trabajo» no es controlar nuestros pensamientos y acciones, que se considera inútil, sino cuestionar las creencias estresantes con un solo motivo, que es el de saber, en lo más profundo de nosotros, lo que es realmente cierto para nosotros. Cuando nos encontramos con que lo que pensábamos que era verdad no lo es, y que lo contrario de lo que pensamos que es tan verdadero o más, nuestros sentimientos y acciones cambian como consecuencia de la nueva percepción.

TCC y «El Trabajo» pueden ayudar a cambiar nuestra forma de pensar («cognitivo») y lo que hacemos («Comportamiento)». Nuestra forma de pensar acerca de un problema afecta a cómo nos sentimos físicamente y emocional y lo que hacemos. A diferencia de otras psicoterapias, la TCC “El Trabajo”se centran en los problemas y dificultades de «aquí y ahora». En lugar de centrarse en las causas de nuestro malestar o síntomas en el pasado, buscan maneras para mejorar nuestro estado de ánimo ahora mismo.

En la terapia cognitiva conductual (TCC), el cliente aprende a escribir sus creencias irracionales y a examinar los pros y los contras de cada creencia. De hecho, las primeras 3 preguntas de El Trabajo son muy similares a un enfoque de TCC. La cuarta pregunta «¿Quién serías sin el pensamiento?”, va más allá de la TCC, en una nueva dimensión – un territorio de no pensamientos. La cuarta pregunta nos permite ver realmente los pensamientos como lo que son – sólo eventos aleatorios que aparecen y desaparecen en la conciencia. En otras palabras no hay nada «Real» en ellos. También, siguiendo la tercera cuestión, que invita al investigador a examinar, de cerca, cómo su vida se ve afectada por sus creencias o pensamientos, la cuarta pregunta proporciona un contraste que invita al investigador a imaginar cómo sería su vida sin la creencia. Este contraste permite una potente e inmediata experiencia de la potencia de nuestro creencias. Con la creencia experimentamos dolor y estrés, sin la creencia somos más pacíficos.

Las tareas son una práctica habitual de los enfoques cognitivo-conductuales. «El Trabajo» se puede hacer fácilmente por los clientes en su propia casa. Sin embargo, a menudo no es necesario asignar El Trabajo como tarea para casa a los clientes por cuenta propia entre las sesiones. Esto es probablemente porque los beneficios de hacer el trabajo son tan notables en las sesiones, y el proceso es tan simple que los clientes espontáneamente empiezan a usar «el trabajo» entre las visitas.

Caso sobre la evidencia de la efectividad de «El Trabajo», como la psicoterapia

Caso I: Molly, de 33 años, mujer casada con un 2 hija había estado en tratamiento por la depresión posparto durante cuatro meses con poca mejoría. Originalmente, habia esperado una gran familia y muchos niños, pero ella había tenido un embarazo «de infierno «, y ella se dijo que no debía quedar embarazada nuevamente.

Mientras que ella no tenía dificultades de vinculación a su bebé, le faltaba la energía o la alegría maternal que ella esperaba, y se sentía demasiado irritable. Esto hizo que se sintiera como una madre inadecuada.

Cuando se introdujo en «El Trabajo», Molly respondió de inmediato. Pasó la hora el examen de la creencia de que no debe hacer nada mal, la creencia de que debebajar de peso, y la creencia de que no podía encontrar un trabajo mejor. Su ansiedad marcada de ser mala, disminuyó un poco durante la sesión.

Se consiguió el libro de Byron Katie Amar lo que es y continuó practicando la «Indagación» en su vida y en las sesiones. Su depresión y la ansiedad fueron poco a poco aflojando. Después de seis semanas Molly inesperadamente se quedó embarazada de nuevo y luego abortó. A pesar de estos acontecimientos traumáticos, sus síntomas sólo regresaron momentáneamente, mientras ella continuó encontrándose con sus creencias dolorosas con la «Indagación».

En una ocasión, ella estaba bastante inconsolable, pero fue capaz de cuestionar su creencia de que no debía tener miedo, o que debe «superarlo». Encontró en la inversión que debe tener miedo y que no debía superarlo para ser más verdadera. Esto parecía darle su «permiso» para estar tan asustada como ella necesitaba, por todo el tiempo que sea necesario, y esto parecía consolarla en su inconsolable estado.

Molly no llegó a deprimirse otra vez. Durante las próximas ocho semanas Molly informó que se estaba sintiendo en general mejor y más esperanzada. Su estrés en casa con su marido, en el trabajo, y con ella misma, continuaron disminuyendo y ella, agradable, cooperativa y exuberante continuó emergiendo. Aproximadamente doce semanas después de introducirse en «El Trabajo» Molly se sentía confiada en su capacidad para encontrarse con cualquier pensamiento o idea estresante, con las cuatro preguntas y las inversiones, y ella interrumpió su psicoterapia.

Caso 2:

Un hombre de cincuenta y nueve años de edad, casado y padre de dos hijos adultos que ha estado más de años en tratamiento por una depresión crónica, porque no había superado la profunda herida de que sus padres no lo querían.

Cuando tenía tres o cuatro su padres se divorciaron y lo enviaron para ser criado por su abuela. Mientras que la psicoterapia y antidepresivos habían ayudado (él ya no estaba furioso o suicida) – habían fracasado en aliviar su depresión suficientemente.

En su típico estilo se mostró escéptico y cínico cuando se introdujo en el «The Work», pero cautelosamente abierto, ya que todavía no había encontrado la libertad de su dolor y enojo. Unas pocas visitas después de introducirse en este enfoque, se quejaba de sentirse muy atascado.

Invitándolo a cuestionar su creencia de que estaba atascado o que no debería estar atascado, él respondía a la pregunta número 4 «¿quién serías sin ese pensamiento», que él no sabía por qué, pero siempre se resistía a esta cuarta pregunta.

Esto resultó en un destello de intuición que, de hecho, no se atascó, estaba resistiendo activamente cuestionando su mente. Cuando se sentó con esta auto-realización se dio cuenta de que era muy reacio a dejar de lado sus viejos conceptos sagrados, porque temía que no tendría ninguna idea de quién era él sin sus antiguas creencias. Se había visto a sí mismo como una víctima indefensa de toda su vida entera (estar apegado/ atrapado es una manera de ser víctima). Sin la identidad de una víctima indefensa que temía no saber quién era.

De repente, su vida cambió pasando de considerarse indefenso – víctima, a una vida basada en elecciones. A raíz de este descubrimiento, dejó de resistirse a la pregunta número 4, y comenzó a utilizar activamente «El Trabajo» en su vida diaria, con muchas satisfacciones, aunque no por completo. Unas semanas más tarde confió en «El Trabajo» y comenzó a considerar dejar su psicoterapia semanal, sintiéndose capaz de resolver su confusión y el sufrimiento por su cuenta con las cuatro preguntas y la indagación. Él estalló en lágrimas de gratitud cuando se dio cuenta de que su mayor temor, que era no encontrar alivio a su sufrimiento, resultó no ser cierto.

Cuando «El Trabajo» no funciona

En nuestra experiencia con “El Trabajo» siempre alivia o elimina los afectos dolorosos de los pensamientos, y funciona para cualquier problema, simplemente porque todo sufrimiento es creado por nuestros pensamientos.

Sin embargo, hay veces en que una persona no quiere «hacer “El Trabajo «. Parece que hay dos motivos principales y opuestos en la mente – qué es correcto y saber

lo que es verdad. «El Trabajo» es más eficaz cuando lo hacemos por amor a la verdad. Cuándo estamos más comprometidos en tener razón que en saber lo que es verdad, ¿se puede sentir aversión por las cuatro preguntas?

Bien, hay una minoría de pacientes que no quiere oír las preguntas y están bien desinteresados o se molestan cuando se les pregunta. A veces es útil comenzar preguntando si quieren tener claridad o si quieren saber la verdad antes de hacer las preguntas.

Una mujer que estaba siendo tratado durante toda la vida por depresión severa, fue llevada a trabajar con The Work, pero ella tendía a responder las preguntas intelectualmente, en lugar de utilizar las preguntas como invitaciones para entrar en un estado de introspección y reflexión. En consecuencia, se encontró un poco aliviada de sus síntomas. A pesar de su falta de mejoría, se comentó en una ocasión que ella ha estado en terapia de forma intermitente durante más de veinte años, y que ella no ha encontrado nada más útil que «el trabajo». Parece que las personas puedan encontrar «El Trabajo» útil, incluso cuando no se traduce en un mejoramiento inmediato de los síntomas.

El mayor obstáculo para hacer «El Trabajo» puede ser la renuencia de las personas a escribir sus pensamientos. En nuestra experiencia, es muy común, y no parece haber cualquier número de motivos de este rechazo: el miedo de nuestros pensamientos, miedo al cambio, miedo a la desilusión, o la creencia de que «yo lo puedo hacer en mi cabeza», por nombrar algunos.

Conclusión

En nuestra experiencia personal y clínica, «El Trabajo» de Byron Katie se puede utilizar como una psicoterapia incisiva y eficaz. Ha ayudado a nuestros clientes de todas las edades con una amplia variedad de síntomas de presentación – desde los más simples hasta los más complejos y crónicos. Muchos no habían obtenido grandes beneficios de otros métodos que habían utilizado.

El campo de la psicología clínica y de los millones de personas que son tratadas por mantenerse mucho tiempo en los síntomas, pueden ganar con este proceso simple y eficaz. Es simple, de estructura simple, lo que hace fácil de aprender e investigar,

Esperamos que este artículo estimule el interés de los muchos clínicos e investigadores en el campo.

Fuente:

*Autores del artículo:

Ricardo Hidalgo, LMHC, Profesional de Salud Mental y

Anil Coumar, MBBS, MA, Director de la Clínica de Salud Mental Hall Health Center.

Universidad de Washington

Caja 354410. Seattle, WA 98195. Tel: 206-543-5030

Sobre perdonar

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Perdonar es una decisión, un movimiento interno hacia nuestro propio cambio y nada tiene que ver con la otra persona, aunque indudablemente la pacificación de un conflicto beneficia a todo el mundo, se continúe o no con la relación.

Perdonar implica, de algún modo, comprometerse con ver a la otra persona y a la misma situación de otra manera, pues cuando nos alejamos de las situaciones y tomamos perspectiva, alcanzamos una visión general que nos permite restar importancia a ciertos detalles, incluso a interpretar de otra manera aquella palabra, frase o acto que tanto nos molestó o dañó. Hay que tener en cuenta que cuando algo nos produce dolor o sufrimiento, no sólo cuenta lo que nos ha pasado, sino nuestra forma de interpretar el hecho en sí. Eso es -si cabe- más importante, pues nos puede traer la paz, o nos puede llevar a una guerra sin tregua y devastadora, para nosotros y para los que nos rodean.

Nuestras percepciones sobre las cosas que nos suceden están llenas de juicios y proyecciones, así como contaminadas con nuestras hipótesis sobre el futuro y que en muchas ocasiones nos provocan una distorsión de la realidad del aquí y ahora. En este sentido, siguiendo a la autora Byron katie podemos tener claro que la realidad siempre es amable, mucho más que la idea que nos hacemos de lo que hemos vivido (el pasado) o la idea que nos hacemos de lo que vamos a vivir (futuro).

Perdonar es desmontar todo lo que hemos creado con nuestra mente, liberarnos de ello y convencernos de una vez por todas de que sólo podemos ser felices si amamos. Lo que pasó, pasó, y lo que queda ahora es mío, pues yo decido rebobinar la cinta una y otra vez en mi cabeza, máxime si la situación o persona en concreto ya no están en mi vida.

Perdonar es un acto de responsabilidad con nosotros mismos, y con la vida, que es lo más valioso que tenemos. Nos comprometemos a sanar nuestros sentimientos de odio y rechazo, de miedo y de culpa, y por fin decidimos viajar ligeros de equipaje.

No te tomes en serio a tu personaje o él te tomará a ti.

Hay mucha literatura sobre el perdón, sin embargo hoy me voy a centrar en la metodología de los 5 pasos del perdón que mi buena amiga Trinidad Laviana compartió conmigo, tras formarse como  facilitadora del perdón:

1. SENSIBILIDAD: Yo siento. Reconozco mis sentimientos y los acepto. Me ocupo de mi, de lo de dentro, en lugar de lo de fuera. Atiendo mis sentimientos, les dejo su espacio y su tiempo.

2. RESPONSABILIDAD: Tomo la responsabilidad -por decirlo de algún modo- espiritual, mediante la cual tomo conciencia de que el conflicto está en mi mente, puedo ver que todo es una proyección de mi mente.

3. HUMILDAD: Se trata de un abandono progresivo de los procesamientos mentales típicos o conocidos, y cambiarlos por un «no se». No entiendo nada, no se nada. Lo entrego todo. Me abro a la paz. Siguiendo a la autora Byron Katie, sería algo así como preguntarse abiertamente: ¿Puedo saber con total y absoluta certeza que ese hecho en concreto es verdad?

4. VOLUNTAD: Elijo ver de otra manera, y para ello pido ayuda: una mente programada no puede ayudarse a sí misma. Para ver la situación de otra manera sólo tengo que cuestionarla, utilizando para ello diferentes herramientas. Yo te recomiendo una: TheWork o El Trabajo de Byron katie, puesto que esta herramienta es una invitación para ir más allá de las primeras impresiones y juicios que nos formamos con las personas y con las cosas que nos suceden. Es una invitación a entrar en ti, a conocerte verdaderamente y a tomar conciencia de lo que es tuyo, y de lo que es del otro, con aceptación y paz.

5. ACEPTACIÓN: Ahora es el momento de aceptar la curación sin expectativas, sin imaginar o fabricar mentalmente nada, sin imponer plazos. Acepto todo como está y abandono la lucha. La aceptación es el reconocimiento de que no pudo ser de otra manera. Quedarnos con el aprendizaje de lo ocurrido. Elijo paz: ahora.

La manera de llegar al odio es un proceso corrosivo para las personas. Se parte de un enfado, se pasa a la rabia, más tarde a la indiferencia para culminar en el ODIO. Y el odio, querid@s amig@s, por decirlo de algún modo “es como tomarte un frasco de veneno tú, y esperar que se muera otro”.

Mantener conversaciones difíciles

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Hay momentos en la vida en los que nos vemos abocados a enfrentarnos a situaciones incómodas, complicadas o desagradables, en las que necesitamos alguna estrategia. Una de esas situaciones puede estar relacionada con una conversación pendiente a la que nos resistimos, postergamos, o incluso dudamos sí mantener o no. Podemos suponer que es necesario tenerla para aclarar o mejorar una situación, para zanjar un asunto o para no empeorar las cosas. El caso es que son tragos muchas veces amargos, que producen sentimientos de malestar, miedo, ira, culpa o tristeza, y nos quitan mucha energía para hacer otras cosas; es por ello que conviene contar con algunas herramientas para prepararse y tener la sartén por el mango.

En esta entrada de hoy, quiero compartir algunos consejos o tips que pueden ser de utilidad para afrontar conversaciones difíciles, basándome en mi objeto de estudio durante años (literatura sobre comunicación, habilidades sociales y negociación), así como en el resultado de mis propias experiencias personales en estos temas.

Antes de enfrentarse a una conversación complicada, conviene hacerse a un@ mism@ una serie de preguntas:

¿Merece la pena mantener esa conversación, es realmente necesario para mi? ¿Cuáles son mis necesidades? ¿y mis miedos? ¿Qué puede aportar esta conversación en este momento a mi vida?

Reflexiona bien estas cuestiones antes de realizar ningún movimiento. Este es el motor que te va a impulsar a pasar a la acción. No todas las conversaciones difíciles merecen la pena tenerse. Si la probabilidad de que podamos salir beneficiados es muy baja, puede que no sea el momento, pues como dicen hay veces que “es peor el remedio que la enfermedad”.

Muchas veces la conversación pendiente viene derivada de una disputa o discusión mantenida previamente, en la que el tema está abierto y necesitamos cerrar para sentirnos en paz con nosotr@s mism@s. Las causas pueden ser muchas, pero la principal se centra en que cada persona quiere hacer las cosas a su manera; de veras cree tener razón. En estas situaciones, es importante tener en cuenta, antes de plantearse estrategia alguna, si estás dispuest@ a negociar y a comprometerte, de lo contrario el conflicto estará servido.

Elegir el momento adecuado para conversar es muy importante, así como generar un buen clima, lo que significa mostrar una actitud dialogante, amable y estar tranquil@s. Muchas veces nos metemos prisas innecesarias porque no queremos soportar el malestar interior que sentimos, y entramos en situaciones de urgencia. Esto nos puede llevar a ser torpes y a forzar las cosas más de la cuenta. De igual modo, si nos sentimos presos por la ira, furia o rabia, esto nos va a predisponer a descargar en la otra persona, así como nos va a cerrar a la posibilidad de tener un intercambio abierto y sincero.

Es fundamental escuchar atentamente a la otra persona, en lugar de interrumpir para dar tu opinión, sin pensar, dejándote llevar por las emociones del momento. Escuchar proporciona mucha información relevante, da sensación de respeto a la otra persona y evita muchas meteduras de pata, ya que reduce la tensión y las situaciones potenciales de conflicto, al reducirse el nivel de confrontación de la espiral ataque- defensa.

Escuchar implica:

  • Entrar en el marco de referencia de la otra persona.

  • Ver las cosas a través de ese marco, como lo ve la otra persona.

  • Comprender su “paradigma”, identificar lo que siente.

  • Consiste en comprender profunda y completamente a la otra persona, tanto emocional como intelectualmente.

Durante la conversación puede ser importante expresar los propios sentimientos, pero sin mostrarlos directamente. Y para esto es necesario hablar con calma, sin culpar ni atacar a nadie, hablar en primera persona y con respeto, empatizando con el otro-a, aunque no estés de acuerdo con él.

Aquello que lances te será devuelto”.

Entre los mensajes que suelen generar conflicto encontramos:

  • Cortes de conversación.

  • Realizar reproches.

  • Generalizar.

  • Hacer comentarios irónicos o sarcásticos.

  • Suponer en lugar de comprobar.

  • Dar consejos sin que te los hayan pedido.

  • Hablar por el otr@.

  • Hacer comentarios en actitud defensiva.

  • Etc.

Para ser efectiv@, presenta tu mensaje de manera ordenada y clara. Hay que evitar distraerse del tema u objetivo principal de la conversación. Céntrate en los hechos en sí y no te obceques desde el principio en tu postura. Adapta tus palabras y expresiones a las características del receptor del mensaje (esto quiere decir que cambies de registro si hace falta). Y sobre todo: ¡no te líes dando explicaciones de más! Intenta ser sencill@, destacando la idea que consideras más importante, y repite lo que quieres que definitivamente llegue a la otra persona.

Hazle saber en tus propias palabras lo que comprendes de su mensaje, parafraseando, para que no pueda haber lugar a nuevos malentendidos. Ten en cuenta que cuando se conversa de un tema peliagudo se mezclan muchos sentimientos y emociones, se recurre al pasado, se va a otros temas que poco sirven para el objetivo de la conversación de hoy. Es importante tener la cabeza fría para llevar todo el tiempo a la otra persona al tema central de la conversación.

Ten claro en todo momento tu línea argumental. No hay nada menos efectivo a la hora de negociar que conversar con una persona que no tiene claras las cosas, que divaga y duda. Es importante que estés bien documentad@, si el tema que vas a tratar lo requiere, y que se te perciba tranquilo-a y con dominio, lo cual no quiere decir que te impongas a nada y a nadie. Como persona asertiva que eres, da muestras de que realmente consideras la postura del otr@, aunque no estés de acuerdo con él- ella. De este modo se sentirá respetad@.

Los problemas surgen cuando dejamos que entren en juego las personalidades (en vez de las ideas). Es fundamental no personalizar, culpar ni insultar a la otra persona. Se discute por una discrepancia, no por la forma de ser o personalidad de la otra persona. Nunca le digas al otro lo que “ES”, sino habla de su comportamiento o actitud respecto a un tema en concreto. Esto le quita carga emocional a la frase, y permite que la otra persona pueda abrirse, sin sentirse ofendida ni atacada en su autoestima.

No adelantes tu decisión sobre el tema que se está debatiendo (si es que hay alguna decisión que tomar), de lo contrario la persona con la que conversas perderá el interés en seguir tu discurso (por tanto habrás perdido toda posibilidad de realizar una buena negociación), pues creerá todo el tiempo que sabe lo que vas a decir. Tanto si está en lo cierto como si no, «desconectará» y no le prestará atención.

Si la otra persona te propone algo, pregúntate de veras si es o no razonable para tí. Puede que estés enfrascad@ en tu postura, y que no se te haya ocurrido esta alternativa, en la que además ambos podéis salir beneficiados.

Si te vas a negar a hacer algo que para ti es indiscutiblemente razonable, no te disculpes. Si lo haces, la otra persona puede intentar manipularte mediante sentimientos de culpa. No se puede decir no comenzando por «Lo siento pero…». O si, o no. Se breve.

También suele ser útil tener preparada una buena batería de preguntas, para verificar informaciones, y obtener nuevas. Además pueden hacer sentir al receptor que tenemos interés en conocer su criterio y que valoramos lo que piensa.

Chiavenato, como una herramienta para el coaching, propone los siguientes tipos de preguntas, que también son válidas para el intercambio en una negociación cara-cara.

Inquiriendo. “¿Qué piensa que debe hacerse?.

Concretizando: “¿Puede darme un ejemplo específico?”.

Explorando: “¿Puede decirme algo de lo que piensa sobre esto?”.

Sumarizando: “Por favor, ¿qué esta intentando decirme?”.

Conectando: “¿Cuál es el punto que se relaciona con lo que dijo anteriormente?”.

Reorientando: “Yo pienso que estamos perdidos. ¿Podemos retomar el asunto?”.

Resumiendo: “¿Con qué concordamos hoy?”.

Resolviendo: “Vamos a intercambiar ideas nuevamente. ¿Cuáles son las posibles soluciones?”.

Por último, y ésto sólo para las personas a las que les va la pluma… ¿Te gusta escribir? Te sugiero que escribas en un papel, de manera clara y concisa, qué es lo que esperas conseguir. Redacta en qué clima se va a desenvolver la conversación y cuál será el resultado (siempre en términos positivos para ti) y cómo te vas a sentir durante y después. Ten en cuenta que si piensas que va a ser sumamente difícil, probablemente lo será. Si verdaderamente crees que pase lo que pase sacarás algo bueno de ella, entonces seguro lo harás. Proyecta todo lo mejor posible.

Cuando llevamos el asunto al papel, de algún modo lo ponemos fuera de nosotros, alcanzamos un poco de perspectiva. Cuando estamos alterados, nerviosos o confusos con el tema en cuestión, es necesario tomar un poco de distancia. Generalmente cuando estamos preocupados en exceso y estresados, no percibimos con claridad los hechos. Necesitamos disociarnos de la situación, no estar ni en la propia postura ni en la del otro, sino situarnos en una “tercera posición” -digamos como espectador. De este modo podemos dejar a un lado todas esas emociones que infunden miedo o rabia y podemos ser más objetivos.

Hay ocasiones en las que no es suficiente lo dicho hasta ahora, pues nos encontramos con interlocutores pesados, muy persistentes. Invertir tiempo en argumentar para hacer cambiar de idea a una persona de estas características, resta mucha energía, y rara vez sirve de algo. Una técnica en estos casos que puede ser muy útil es la técnica del «disco rayado». Es un gran truco para cuando nos encontramos con alguien con quién no ha funcionado ningún otro método de disuasión. La técnica consiste simplemente en repetir la misma frase una y otra vez, independientemente de lo que diga el otro, hasta que se canse. Así de sencillo.

Bueno, estos son algunos consejos que he recopilado y organizado para enfrentarse a conversaciones difíciles. No obstante, no hay formulas milagro, pues el recorrido debe hacerse por un@ mism@. Pero como mapa de ruta puede ser de gran ayuda.

Que nada ni nadie te quite el sueño

ImagenPara muchas personas el sueño es simplemente una rutina más de la vida diaria y no se plantean que una de las cosas más importantes para afrontar bien el día es el descanso de la noche anterior. Dormir bien es necesario para estar de buen humor y para tener energía suficiente para cumplir ese ciclo de 12 ó 15 horas que estamos despiertos y en activo. Este es un asunto al que en nuestra cultura no se le ha dado mucha importancia, salvo cuando hay un desarreglo importante al respecto y se acude al médico, psicólogo o especialista en la materia en busca de ayuda.

Hay situaciones diarias que pueden alterarnos el sueño, algunas de ellas incluso difíciles de controlar en el momento; haber tenido un problema grave en el trabajo, o una discusión acalorada con la pareja, vernos envueltos en algún malentendido, o sentirnos ofendidos o molestos por la actitud de alguna persona de nuestro entorno y llevarnos eso a casa, o lo que es peor, a la cama con nosotros. Y la inercia del momento puede ser dejarnos llevar por lo que sentimos, por todas nuestras razones (pues en esas situaciones todos estamos cargados de razones), seguir nuestras tribulaciones mentales, los pensamientos atropellados, los deseos de venganza o resarcimiento por la ofensa -en teoría- recibida; o por soportar la rabia y decepción por aquello que consideramos que tendríamos que haber dicho o hecho, y en el momento ni hicimos ni dijimos, por mencionar sólo algunas de las situaciones.

Otras veces nuestro sueño no es reparador porque nos conformamos con dormir menos horas, nos vamos a la cama con el ordenador y nos quedamos conectados hasta las tantas, o atendemos llamadas telefónicas a deshoras, pues parece que desde que tenemos móvil, debemos estar disponibles las 24 horas del día. Todas estas situaciones reflejadas como ejemplos demuestran que no tenemos suficiente respeto por el proceso del sueño y eso, queridos amigos, tarde o temprano pasa factura. Si nos ocurre un día aislado no reviste ninguna importancia, pero luego de varios días así, si los síntomas persisten, podemos hacer uso de las recomendaciones para dormir bien que abundan en internet ( no tomar café durante el día, o al menos nunca después de la hora del almuerzo; cenar ligero; no acostarse con los pies fríos, hacer algún tipo de ejercicio físico por la tarde…). Sin embargo hoy no me quiero extender en este tipo de recomendaciones, que están al alcance de todos, sino que más bien me gustaría incidir en la importancia de tomar la decisión diaria de comprometerse con el acto de dormir bien, otorgándole el valor que tiene para nuestra salud y para afrontar el nuevo día.

Parto de la idea de que cuando tomamos conciencia de la importancia del sueño en nuestra vida, podemos tomar ciertas medidas para educar nuestra conducta diaria al respecto, y esto nos puede ayudar a poner los límites necesarios para que nada ni nade nos quite el sueño.

Hace un tiempo asistí a un taller de psicología sufí para la apertura del corazón, y recuerdo que la persona que condujo el taller nos comentó que el sueño había de ser tomado como algo sagrado, de manera que hasta incluso si antes de irnos a dormir hemos tenido una discusión o una mala noticia, y nos sentimos heridos, tristes o enfadados, hemos de utilizar todos nuestros recursos para proteger nuestro sueño de todas las emociones que se mueven dentro de nosotros. Mencionó como ejemplo que cuando una pareja tiene un enfrentamiento, si es hora de ir a la cama, lo adecuado para respetar cada uno el descanso de su compañero es darse la mano, y dejar para el día siguiente aquel asunto importante que nos mantiene enroscados en esa posición de victimas de las circunstancias. Aplazarlo (y esto exige una gran disciplina mental) o simplemente restarle importancia, o mejor aún, recordar al otro (antes de que suba la escala del conflicto) que es tarde y que no es el momento para comenzar ese tipo de conversación; siempre es mejor prevenir que curar y respetarse ante este tipo de situaciones: mi descanso ahora es lo primero. En este preciso instante, en este minuto, no voy a cambiar el mundo, no hay nada que hoy pueda hacer y mañana no. Necesito parar ahora, cargar pilas, para obtener las fuerzas que necesito para afrontar esta historia.

Compartiendo todo esto con vosotros soy consciente de la dificultad que puede entrañar en la práctica, pues he podido comprobar los efectos de una noche en vela, por un problema, o un disgusto derivado de atender una llamada a deshoras, por ejemplo, y he aprendido que adoptar conductas -por así decirlas higiénicas- en esos momentos, puede mejorar tu vida. Reconozco que a fecha de hoy protejo muy mucho mi sueño, con sus excepciones, claro está, pues esto de pertenecer al género humano es lo que tiene.

Hace unos años, en una conversación con un colega, lo escuché hablar de un futbolista que había superado un grave cáncer, y que aseguraba que uno de sus secretos para sobreponerse al diagnostico fue justamente que, el mismo día que los médicos le dijeron que tenía cáncer, él se fue a casa y durmió toda la noche, las 8 horas seguidas. Según comentaba mi colega, en la entrevista que le hicieron aseguraba que no se había permitido que ese asunto alterara su sueño, ni un sólo minuto, que había aprendido a aparcar las preocupaciones antes de irse a dormir y en esa ocasión no iba a ser menos. El mismo futbolista estaba convencido de que eso, entre otras cosas, lo había salvado.

Es curioso que muchas veces cuando tenemos una preocupación o problema, creemos que hablando de él una y otra vez (lo que comúnmente conocemos como desahogo) o pensando las cosas mil veces, reconsiderándolas en todas sus posibles versiones… las solucionamos, cuando en realidad, por lo general, las hacemos más grandes e insoportables muchas veces.

Respetar nuestro sueño, darnos cuenta de que, como antes decía, no hay nada que hoy pueda hacer que no pueda hacer mañana; darnos cuenta de que no es tan importante hacer ahora esa llamada aclaratoria, o enviar ese correo electrónico, que lo puedo hacer mañana; que no tengo que iniciar esta discusión en este momento, porque es en este momento que ha surgido el “chispazo”, que es mejor no tirar de la madeja para no terminar enfrascados en una situación que seguro nos quitará el sueño.

En mi caso, apagar el móvil a las 10 de la noche, desconectarme del ordenador a una hora prudencial antes de acostarme, para no engancharme a contestar emails, leer artículos o noticias que ahora no vienen al caso… parar una discusión a tiempo, o simplemente realizar algún tipo de ejercicio para parar el pensamiento, o incluso mejor aún, para programar nuestro sueño, me ha cambiado la vida.

Os propongo en esta entrada de hoy un ejercicio de Jose María Doria para programar un sueño reparador que a mi me funciona:

Antes de irte a dormir, más aún si alguna preocupación te ronda, toma una libreta o un trozo de papel y, por escrito, ordena a tu cuerpo y mente lo que deseas, que en mi caso solía ser: “Ordeno a mi cuerpo y mente que esta noche me proporcionen el sueño reparador que necesito. Deseo desconectar de todo lo que me ha sucedido durante el día, caer en un sueño profundo. Gracias”. Este papel lo dejas en la mesita de noche, apagas la luz y te dispones a dormir. A mi me ha sorprendido la sencillez y la eficacia.

Dormir, respetar nuestro sueño, es una de las cosas más importantes y que requieren una gran conciencia y compromiso personal.

La verdad, la bondad y la necesidad

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Los tres filtros de Sócrates

Un joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:

Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando mal de ti…

¡Espera! –lo interrumpe el filósofo-. ¿Ya hiciste pasar por los tres filtros lo que me vas a contar?

¿Los tres filtros?

Sí. El primero es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres contarme es absolutamente cierto?

No. Lo oí comentar a unos vecinos.

Al menos lo habrás hecho pasar por el segundo filtro, que es la bondad. Eso que quieres decirme, ¿es bueno para alguien?

No, en realidad no. Al contrario…

¡Ah, vaya! El último filtro es la necesidad.

¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

A decir verdad, no

Entonces –dijo el sabio sonriendo-,

si no es verdadero, ni bueno, ni necesario…

sepúltalo en el olvido.

Resolver problemas

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Abrir la mente es abrir el corazón.

La primera premisa para resolver problemas, sean de la índole que sean, es confiar en comprender la totalidad del mimo. Por ello tenemos que poner especial atención en los “puntos ciegos” como son: las suposiciones, los prejuicios y las formas de pensar que nos impiden tomar cierta distancia y ver las cosas con claridad. Por tanto la primera premisa es precisamente: TOMAR DISTANCIA. Cuanta más objetividad se alcanza, más alternativas podemos barajar. Y si no, ¿qué le ocurre a un ordenador cuando tiene muchos virus? Se bloquea y no puede trabajar o lo hace más lento y con más dificultad.

Veamos una serie de tips o cuestiones a tener en cuenta:

  • Cambia tu lenguaje, de negativo a positivo. Incluso es mejor hablar de reto, dificultad, desafío o incluso oportunidad en lugar de problema. Parece que llamándolo así se nos hace más manejable.

  • Define tu dificultad o desafío claramente ¿Qué te preocupa o te causa tensión o infelicidad? Escribelo con detalle.

  • Simplifica el problema y céntrate en lo más importante o acuciante para tí ahora.

  • Preguntate lo siguiente: ¿Cuál es la mejor cosa a hacer en este momento bajo estas circunstancias? No mates moscas a cañonazos. Reflexiona. Tienes derecho a no decidir nada ahora, si no encuentras la claridad que necesitas.

  • A veces la mejor solución al problema «en este momento» es irse a dormir, DESCANSAR. Con la cabeza a 100º no se pueden ver alternativas ni tomar decisiones… o si no ¿qué le ocurre a un ordenador cuando está infectado de virus..? SE BLOQUEA. Así pues, descansa hoy.
  • Escoge la que crees puede ser tu mejor solución, comparando aquí y ahora las alternativas posibles.

  • Antes de poner tu decisión en ejecución, pregúntate: ¿Qué es lo peor que me puede pasar si esto no me funciona? Haz que tus peores fantasmas cobren vida.

  • Dale forma a esa posible solución y plantéate… ¿cómo sabrás que estás avanzando en la dirección que deseas?

  • Acepta la responsabilidad de poner en marcha la decisión que has tomado.

  • Fija un plazo para llevarlo a cabo.

Un aspecto igualmente importante en este tipo de situaciones es el de aprender a escuchar. Cuando atravesamos momentos difíciles, por lo general, escuchamos sólo lo que queremos oír, y esto puede limitar mucho nuestras posibilidades, pudiendo quedar limitados sin darnos cuenta.

Cuando hablo de escuchar no me refiero sólo a lo que nos llega desde afuera, sino que me refiero sobre todo a nuestro propio diálogo interno, esa voz que siempre está ahí, ese testigo incondicional que viaja con nosotros. A esa voz tenemos que escucharla, pues nos arroja los pensamientos y creencias que tenemos acerca de toda la situación que estamos viviendo, y nos dan la oportunidad de cuestionar todo eso para ver la verdad que hay detrás de toda esa verborrea. Si no reflexionamos todo ese discurso interno, podemos equivocarnos y actuar de forma desmedida, imprudente o incluso equivocada.

Recordad que cuando el río está en calma, podemos ver el fondo, y cuando vemos el fondo vemos reflejada la luz del sol que está justo encima y que nos recuerda que cada mañana empieza un nuevo día.

50 Frases para matar una idea

ImagenNos ha tocado vivir un momento histórico diferente, donde hay que agudizar el ingenio y dejar rienda suelta a nuestra creatividad… ¿Acaso tienes alguna IDEA? Pues indaga, creete merecedor de intentarlo y protégete de aquellos que intenten desalentarte. Si tú lo has visto ya significa que existe, que de algún modo ya se ha materializado.

Es tu idea y tiene valor, así que ojo con los miedos ajenos, con aquellas frases que puedan llegar a ti y que traten de quitarle fuerza a tu propósito. Si ellos no lo ven es su asunto, el tuyo es otro.

En los años 80, Dave Dufour acuñó una lista de sencillas frases capaces de acabar de un plumazo con cualquier idea. ¿Quien no ha oído alguna vez una sola de estas frases?.

1. En nuestro caso es diferente.

2. Ya lo hemos intentado antes.

3. Cuesta mucho.

4. No es mi trabajo.

5. Estamos demasiado ocupados para eso.

6. No tenemos tiempo.

7. No tenemos suficiente ayuda o gente para hacerlo.

8. Es un cambio demasiado radical.

9. A la gente no le va a gustar.

10. Va en contra de la política de la compañía.

11. Los sindicatos van a protestar.

12. Eso aumentará la burocracia.

13. No tenemos permiso.

14. Volvamos a la realidad.

15. No es nuestro problema.

16. No me gusta la idea.

17. No digo que no sea así, pero…

18. Vas adelantado dos años a tu tiempo.

19. Ahora no es el momento.

20. No está en el presupuesto.

21. A mi no me vas a enseñar nada nuevo.

22. Bien pensado, pero no es práctico.

23. Pensémoslo mejor.

24. Seremos el hazmerreir de la industria.

25. Otra vez eso no…

26. De dónde te has sacado eso?

27. Nos hemos arreglado perfectamente hasta ahora.

28. Nunca se ha intentado.

29. Pongamos eso como idea de baja prioridad.

30. Hagamos un comité.

31. En nuestro lugar no funcionaría.

32. El comité ejecutivo nunca lo aprobará.

33. No encuentro la relación.

34. Mejor consultarlo con la almohada.

35. No se puede hacer.

36. Es demasiado problema cambiar.

37. No da beneficios por sí solo.

38. Es imposible.

39. Conozco una persona que lo intentó y la despidieron.

40. Siempre lo hemos hecho así.

41. A la larga perderíamos dinero.

42. No tentemos a la suerte.

43. Ésto es lo que se puede esperar de un novato.

44. ¿Alguien lo ha intentado antes?.

45. Pensémoslo más detenidamente.

46. Tenemos que rendir cuentas a los accionistas.

47. No sueñes.

48. Si no está roto no es necesario arreglarlo.

49. Demasiado bonito para ser verdad.

50. Es demasiado trabajo.

¿Cómo llegar a ser Reina?

¿Cómo llegar a ser Reina?

 Si así lo crees, así será.

 Permítete serlo.

 Diseña tu reinado. Lo que equivale a:

 – Tus normas

– Tus derechos

– Tu escala de valores

– Tus creencias

– Mandamientos regios.

 Muéstralo todos los días (repasa tus mandamientos y cumple al menos uno al día)

Se comprensiva con todos aquellos plebeyos de alma que no son dignos de tu luz.

No te obligues a soportar nada, ni aguantar a nadie que no le plazca tu Corona.

La vida es un conjunto de experimentos (ensayo, error, ensayo, error, ensayo !solución!)

Honra tu luz.

Nunca te creas superior a nadie, ni tampoco inferior.

Di siempre tu verdad.

Las reinas no tienen miedo de estar solas, lo perdieron hace tiempo: por eso llegaron a reinas.

Lidera tu destino.

Detrás de toda Reina existe un alma fuerte que arriesga todo con tal de vivir su vida y alcanzar el destino de su corona.

Detrás de toda Reina hay un sueño de búsqueda eterna por cuya consecución es capaz hasta de empeñar la corona y enfrentarse a los demonios más oscuros.

Una Reina sabe que las personas tienen misiones, razones para estar en nuestras vidas, y, una vez concluidas, se van.

Unos se irán sin un adiós. Otros se largarán dando un portazo. Otros, en cambio, nos obsequiarán con flores en la despedida o celebrarán con champán haberse encontrado con nosotros. Unos nos verán, esto es, se darán cuenta de quienes somos más allá de la identidad personal. En cambio, otro jamás atisbarán ni un tímido rayo de luz de nuestra alma.

Una Reina cesada se va de viaje, procura reorganizar su vida, recoge remos y sigue adelante hacia su destino sin mirar atras.

Las Reinas no juegan con los sentimientos, ni aceptan que nadie juegue con los suyos.

Una Reina, no va de Reina. Simplemente es Reina.

Una Reina puede amar, pero en todo caso, se ama más a sí misma.

Una Reina se pregunta cada día cómo se siente. Y luego calibra si su deseo o ideal de bienestar interior coincide con su realidad.

Una Reina no teme preguntar.

Una Reina se atreve a mostrar lo que piensa y siente.

Una Reina asume sus miedos y aprende de sus errores.

Una Reina tiene vida propia.

UNA REINA ES UNA REINA

Extracto del libro «La reina que dio calabazas al caballero de la armadura oxidada»

De Rosetta Forner.