«Toma las riendas». Trabaja con tus pensamientos

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 Esta tarde abro la caja de herramientas para hablaros de «The Work» o El Trabajo, y por supuesto de su autora: Byron Katie.

Sobre el método:

The Work es un método para trabajar con aquellos pensamientos y creencias que nos producen estrés, dolor o sufrimiento. Ya sabemos que la naturaleza de la mente humana es compleja, y que las personas convivimos con creencias, gran parte de ellas adquiridas a través de nuestros padres, abuelos, maestros y en general figuras de autoridad en la niñez, e incluso otras adquiridas por la cultura y la sociedad del momento, o por una serie de experiencias vividas. Muchas de estas creencias nos impulsan y nos ayudan a avanzar; sin embargo hay otras que nos limitan y nos quitan valor –a nuestros ojos- y estas que son las que más duelen, por ello hay que cuestionarlas

¿Es verdad todo lo que piensas?

Qué pasaría si una mañana te levantaras y no recordaras nada. No tuvieras historia, no supieras quién eres, no conocieras a nadie… no tuvieses identidad, ni memorias… ¿Quién serías…? ¿Quién serías en tu relación o en tu matrimonio sin todo eso…? ¿Quién serías en tu trabajo o con tus amigos…? ¿Quién serías mientras friegas los platos… sin programación alguna, sin pensamientos…?

Estas preguntas o -quizá tan sólo una de ellas que las contiene todas- se las hizo la autora del Método: BYRON KATIE.

ImagenEsta hermosa mujer, aquí donde la veis, pasó una depresión que le duró más de 10 años. Casi no lo cuenta. No tenía ganas de vivir. Sufrió todo tipo de penalidades a causa de sus pensamientos. Se sentía culpable de estar criando a sus hijos sin poder transmitirles casi ni un ápice de gusto por la vida, incluso por su mal carácter y amargura.

Quizá ella no lo explicaría así, pero yo lo resumo de este modo y con mis palabras tras todo lo que ella ha compartido con el mundo, para ayudar a los demás a través de su experiencia.

Ya sabemos que las personas que sufren mucho y logran salir de ahí, lo hacen con un vigor desconocido, que las sitúa en un lugar de gran fortaleza y sabiduría. Generalmente se les llama maestros/as. Muchos autores lo llaman RESILIENCIA. En el caso de Byron Katie -y muchos otros- yo lo llamo ILUMINACIÓN *(alcanzar un punto de claridad importante respecto a las diferentes vicisitudes de vida, un antes y un después).

Byron Katie se dio cuenta de que cuando creía sus pensamientos, sufría, y cuando se los cuestionaba, había algo dentro de ella que se abría y se expandía… comenzaba a «VER«. Ya nada era lo mismo. Ella los cuestionaba con una serie de preguntas que forman parte de su método y que nos ayudan a indagar en lo más profundo.

Hay muchas realidades o verdades sobre todo lo que nos sucede o lo que pensamos, que no vemos fácilmente, pues por fidelidad a quién somos (a nuestra identidad) no acostumbramos a cuestionar casi nada de lo que se nos pasa por la cabeza. Por poner algunos ejemplos:

Él no me quiere. Ella debería cambiar. Mi madre no debería haberse separado. Yo debería ser madre. Soy mayor para encontrar pareja. Tendría que tener más dinero. Mi vida no tiene sentido… etc.

Todos estos pensamientos sin cuestionar, nos pueden hacer la puñeta en mas de un momento y en más de dos.

Todo esto son ejemplos de pensamientos que tenemos al cabo del día, y dependiendo de la situación que estemos atravesando, la mente se dispara, y nos puede producir un sufrimiento innecesario, que lejos de llevarnos a actuar (lo cual podría en un momento dado justificarlo un poco) nos ancla, nos infravaloriza, nos deja a la altura del betún.

Ante este panorama, podemos tardar mucho tiempo en comprender que es lo que tienen las situaciones, o las personas, que yo tengo que ver para poder liberarme y dejar de pedirle al mundo lo que sólo yo puedo darme: LIBERTAD y AUTOAPOYO.

¿Sabías que la mayor parte de las decisiones que tomas están condicionadas por tus creencias, y que la mayor parte de estas creencias no son conscientes? Es curioso, pero así funciona el insconsciente. Es como subirse a un bus hacia «ninguna parte», y teniendo que aguantar vicisitudes varias hasta llegar a «ningún lugar». The Work es una manera más de trabajar con todo eso, desde mi punto de vista muy sencilla  y útil para la vida.

The Work de Byron Katie ha llegado a todo el mundo, pues desde el año 1986 se dedica a compartir lo que ella descubrió y que le cambió la vida y su manera de entender la mente humana… el mundo.

Byron es autora de diversos libros, así como tiene un Instituto internacional sobre The Work, se llama Byron Katie Institute, y a través de este Instituto se han formado miles de personas en su método. Tiene Escuelas residenciales en Estados Unidos, así como en Europa.  Muchísimas personas de America Latina se han formado igualmente en el método, y en la actualidad se está expandiendo mucho por África, pues el Instituto es muy potente a nivel internacional y tienen programas de becas y de ayudas para la formación. Además tienen un programa residencial de 28 días para superar adicciones. Se llama Tournaround House, y otros muchos proyectos.

Si queréis más información podéis visitar su web: www.thework.com

El año pasado estuve en Estados Unidos en su Escuela, y este año repetí la experiencia en Alemania, esta vez no como participante, sino como staff (miembro del equipo colaborador). En ambas ocasiones la experiencia ha sido fuerte y liberadora.

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Esta es la orla de la Escuela en la que me gradué en Los Ángeles, California.
Y yo soy una de esas maravillosas hormigas.

Antes de esta experiencia, en muchos momentos sentía que algunos problemas eran más grandes que yo. Ahora no, ahora se que todo lo puedo cuestionar y que ello me da las pautas para salir de mi posición cómoda y tomar las riendas de mi vida.

Con the work se puede trabajar cualquier situación que os podais imaginar, y relacionada con dinero, salud, amor, trabajo, amistad, etc. Cualquier pensamiento que te pinche o te cause estrés o sufrimiento en cualquier área de tu vida.

Mi último proyecto: TRABAJAR EL AMOR Y LA PAREJA a través de the work. Como sabéis soy trabajadora social y mediadora familiar. El tema de la pareja y la familia me apasionan y es mucho el camino a recorrer. 

¿Quién serías tú sin tu historia con tu pareja, en tu relación…   o sin pareja?

¿Quién serías sin tu historia de lo que debe ser el amor?

¿Quién serías sin tu historia acerca de los hombres… o de las mujeres?

¿Quién serías sin todos esos pensamientos que te hacen sufrir en relación al amor?

Nos encontramos atravesando por un momento histórico y social en el que las relaciones están sufriendo cambios y adaptaciones continuamente. Todos los días se crean parejas, y todos los días se rompen parejas, con más o menos acierto. De igual modo hay muchas personas que viven solteras, o singles, y que no se atreven a dar el paso a lanzarse a conocer a otras personas para iniciar nuevas relaciones, sintiendo mucha frustración por ello.

Y todo está bien. Pero ¿Qué pasa cuando sufro en mi relación, o sufro porque no tengo pareja? ¿Qué pasa cuando no logro dejar ciertos aspectos en el pasado? ¿Qué pasa cuando me creo la historia de que soy demasiado mayor para enamorarme…?

SUFRO. CULPO A LOS DEMÁS. NO ME ATREVO. MI AUTOESTIMA SE RESIENTE. NO ME DOY LO QUE YO NECESITO. ME DEPRIMO.

El amor es un tema que preocupa a muchas personas, y  con el que se puede avanzar en gran medida a través the work; pues ya lo dice Byron Katie: la persona con la que estás en este momento, es tu mejor maestro. Pero no sólo tu pareja, sino tu jefe/a, tus amigos, tus vecinos… y todas aquellas personas con las que te relacionas y con las que te surgen conflictos.

La cosa está en abrirse y explorar.

¿Te atreves?

Y con esta frase me despido por hoy.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

En todas las familias hay problemas sociales

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Dicen por ahí que «en todas las casas se cuecen habas, pero no en todas del mismo tamaño». Este dicho refleja muy bien la realidad social de gran parte de las familias, del mundo mundial -como diría el gran amigo Manolito Gafotas. La aventura de estar vivo implica justo eso, enfrentarse a situaciones difíciles y cambiantes a lo largo de la vida.

Esta frase que hoy da titulo a esta entrada de blog la escuché hace años de la mano de una colega profesional argentina: Adriana, trabajadora social y mediadora familiar. Asistimos juntas a un Congreso de Trabajo Social en Zaragoza y compartimos avatares y vivencias varias. En algún momento que conversábamos sobre la vida, los compromisos, los valores, el amor, el trabajo… ella me dijo: «Inmaculada, en todas las familias hay problemas sociales, – y sentenció: en todas«. Los problemas son inherentes a la raza humana, lo suyo es aprender lo que nos muestran, encararlos y tratar de resolver. Ser conscientes de esta premisa nos ayuda a ser más humildes y a no ir con el cuento de que los profesionales de lo social trabajamos con familias multiproblemáticas. Trabajamos   con familias, sin más. Familias atravesando alguna dificultad.

Esta frase quedó en mi, resonando y dando vueltas, como banda sonora de fondo de las experiencias que voy encontrando a cada paso. en mi camino profesional.

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Los problemas son obstaculos que hallamos en distintos momentos de nuestro desarrollo evolutivo, que tienen en común el tratarse de situaciones que no sabemos cómo manejar y que por lo general están ligadas a la dinámica social y relacional establecida en nuestro entorno más próximo, que es en definitiva en el que nos desenvolvemos y del que, para bien o para mal, nos nutrimos.

Estos problemas pueden relacionarse con situaciones de enfermedad, muerte, conflictos graves en las relaciones, separaciones traumaticas, adicciones, situaciones de maltrato, la necesidad de sustento económico, etc. El caso es que todas las personas, independientemente de la situación social o económica, conocemos de cerca lo que significa atravesar un proceso doloroso o estresante, y las repercusiones que ello puede tener en nuestro día a día, y en nuestra particular visión del mundo.

Cuando nos vemos avocados a hacer frente a situaciones nuevas, imprevistas, negativas… la incertidumbre, la duda y el estrés pueden nublarlo todo. Las nubes no nos dejan ver “el camino” a seguir, incluso nos impiden ver los diferentes caminos que tenemos ante nosotros (lo que se traduce en opciones), pues posibilidades siempre hay, la cuestión está en verlas. La ayuda de un tercero en esos casos puede ser muy buena, y éste tercero bien puede ser un familiar, un amigo.. o un profesional.

Hay un recurso fundamental cuando se atraviesa cualquier tipo de problema y es el pedir ayuda. Este recurso es el primero y el que verdaderamente puede facilitarnos el salir del hoyo, y no es broma. Pedir ayuda implica tomar las riendas, movilizarnos, y comenzar a estudiar la mejor manera de solucionar la situación que tanto nos preocupa. Siguiendo la metáfora del camino, aquella tercera persona que nos ayuda cuando estamos mal, nos facilita la labor de quitar la broza y apartar las ramas que restan visibilidad para encontrar la mejor ruta aquí y ahora.

Si tenemos alguna persona de valor para nosotros en nuestro entorno para solicitar la oportuna visión objetiva sobre la situación en sí, esto nos aportará claridad, así como nos ayudará a situarnos y a dilucidar lo que es manejable para mi ahora y lo que no. Una persona ajena al problema es capaz de ver opciones, cosa que la persona afectada por toda la vorágine de emociones no tanto.

Otra opción, si eres una persona abierta y te lo puedes permitir, puede ser solicitar ayuda a un profesional (psicólogo, trabajador social, mediador, coach…), pues éstos profesionales tienen una especialización clara a la hora de abordar problemas y pueden proporcionarte herramientas nuevas, así como mostrarte las que ya tienes y que no puedes ver (por el estado de confusión), lo cual va a forjar aún más tus posibilidades de salir de ese estado lo antes posible.

En mi profesión como trabajadora social en ocasiones he recibido llamadas y consultas de diferentes colegas profesionales, de lo social y de lo humano, quiénes necesitaban desahogar un problema de tipo personal y/o familiar con el cual llevaban tiempo lidiando, pero sin resultados (por lo menos no a la vista). El caso es que en todos los casos siempre he percibido una especie de pudor o vergüenza a la hora de relatar sus preocupaciones o problemas, de hecho suelen comentar:

Compañera, no quiero que te hagas una visión equivocada de mi, pero de pequeña… «tal o cual cosa», o mi padre siempre ha sido un hombre (…), o mi madre (…),  mi marido (…); en fin, ejemplos varios.

Y hay algo que siempre me ha gustado decirles y es que “nada de lo humano me es ajeno». Y no es simplemente una frase hecha, sino que es la verdad. Yo misma me he enfrentado a dificultades de todo tipo, algunas de las cuales he resuelto con éxito, y otras que ha resuelto el tiempo, el caso es que nada me es ajeno, y la empatía que siento en cada uno de los relatos me hace confiar en las capacidades de cada persona para salir de sus historias y de sus dificultades, con o sin ayuda, aunque a veces un empujoncito hace mucho.

En todas las familias hay problemas sociales, sí, y esto es algo que nos acerca bastante a los demás, independientemente de su vida y circunstancias. El sufrimiento humano vive en la mente, y se alimenta de los pensamientos. Si los pensamientos no se cuestionan, puedes tirarte toda la vida viviendo de tu historia: la historia de donde naciste; la historia de donde te criaste, la historia de que lo has pasado mal, la historia de que tu pareja te abandonó, o la historia de que no vales lo suficiente… Y como todo son historias y las creemos, esto puede no tener fin. Sin embargo hay una pregunta que también resuena en mi, esta vez de la mano de la autora estadounidense Byron Katie:

¿QUIÉN SERÍAS TÚ SIN TU HISTORIA?

Yo quizá un poco más libre: y TU?

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Necesito que me quieran ¿Es eso verdad?

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Este es el título de uno de los libros de la autora Byron Katie, el cual disfruto a cada párrafo que leo. Considero que las enseñanzas de esta gran mujer son muy necesarias para afrontar los retos de la sociedad de hoy día, sobre todo en lo que a valoración personal se refiere, así como a las relaciones que mantenemos con los demás… parejas, amigos, familiares o conocidos.

Necesito que me quieran ¿Es eso verdad?

Hay ocasiones en las que nos enfrentamos a la pérdida de un gran amor, y nos apegamos – en el mejor de los casos- a la idea de recuperarlo, de convencerlo o hacerle ver lo valiosos que somos y lo equivocados que están. Y en otras por ejemplo sentimos deseos de vengarnos, de hacer todo lo posible por resarcirnos por la herida causada en nosotros.

En otros momentos nos lamentamos pensando que nuestro jefe o jefa debería valorarnos más, reconocer nuestro trabajo, tenernos más en cuenta, tratarnos con más cuidado y atención, etc.

Otras veces sufrimos porque consideramos que nuestro padre tendría que haber sido más cariñoso con nosotros, o nuestra madre menos severa, o nuestro hermano más generoso, etc.

Como vemos, hay múltiples situaciones en las que sentimos que necesitamos el amor de los demás, sean estos familiares, parejas o ex-parejas y amigos o hasta compañeros del trabajo.

Creer en la idea de que necesito todo eso y que no lo tengo… ¿Cómo me hace sentir?

¿Cómo me siento cuando me digo que mi ex-pareja o ex-marido no me quiere?

¿Cómo me siento cuando me reprocho que no soy una mujer interesante para tal o cual persona?

Toda vez que pensamientos de este tipo atraviesan mi cabeza me siento triste, enfadada, confundida, sola, abandonada, infeliz… Y no tiene porqué coincidir con una etapa chunga de mi vida. Basta que esté una simple tarde tomando un té, escuchando buena música, y que de repente me venga el pensamiento de que él no me quiere, para que todo el bienestar del día o del momento se vaya al garete… ¡Zas! otra vez al pozo. Así de claro.

Byron Katie nos muestra cómo hay una serie de pensamientos que son comunes a todos los seres humanos, aunque no todos los tengan en la misma medida. Estos pensamientos campan a sus anchas en nosotros, en el vecino y en el otro, y afectan a la manera de estar en el mundo, de relacionarnos, de comportarnos con nuestros semejantes, nuestros jefes o con desconocidos. Entran en mi en un sólo segundo y lo cambian todo. Sin embargo hay algo que no solemos preguntarnos:

¿Es verdad?

Esta pregunta inocua e inofensiva es la puerta de entrada al método de Byron Katie. Es una pregunta que, planteada como un acto meditativo, es decir, permitiendo que la pregunta conecte conmigo, que la respuesta venga a mi sin yo buscarla, me puede aportar información valiosísima que hasta el momento no había visto, ni tan siquiera de lejos.

El método de Byron Katie se concreta en 4 sencillas preguntas que te ayudan a indagar en todos esos pensamientos y creencias que te generan dolor, que te frustran y confunden, en definitiva te estresan. Te permiten ver qué otras verdades hay tras esa primera creencia o pensamiento que hasta el momento no veías y que puede cambiar por completo la situación que te hace daño, la interpretación que haces de ella y hasta la propia visión de tí misma, como actora principal de la historia y como única persona que verdaderamente puede darse a sí misma lo que necesita.

Comienzas a conocer a esa persona que eres tú, a descubrir muchos aspectos tuyos que antes no veías, a valorar la persona que eres. Desde ahí ves acciones concretas que llevar a cabo para salir de esa situación que tanto te preocupa.

Cuando yo me aplico el método, lo primero que percibo es que mi estrés pierde fuerza, se desvanece. Comienzo a sentirme más segura. Me río de mi misma al comprobar el impacto tan fuerte que puede tener en mí un simple pensamiento no cuestionado. Me río aún más cuando compruebo que todo lo que demandaba al otro ya lo tengo, o sólo yo me lo tengo que dar.

Es fuerte ver ésto.

Una mente no cuestionada puede convertirse en la peor de nuestras pesadillas. Nos puede movilizar a exigir, dañar o culpabilizar a otras personas, con la incoherencia e inmadurez de un niño enfadado o asustado.

La única persona que ha de darte amor y aprobación ahora mismo eres tú. De manera que si crees que necesitas que te quieran, ya sabes: «coge las flechas de cupido y ponte delante de un espejo: ¡DISPARA!».

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Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Comunicación honesta

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En determinadas situaciones me he preguntado cómo sería la mejor manera de expresar lo que siento, de pedir algo que necesito o simplemente hablar a las claras con alguien sobre un asunto pendiente, siendo honesta, más sin poner en riesgo la relación y sin dañar innecesariamente al otro.

¿Me lo callo o lo suelto de una vez?

Ser honesto no quiere decir compartir cada pensamiento que cruza por tu mente, ni mucho menos. Muchos de nuestros pensamientos responden a patrones internos, así como a la emocionalidad del momento o situación… y suelen enturbiar más que ayudar en el proceso de ser honestos.

Una mente clara es como un río en calma. Limpio y tranquilo. Tener esto presente es importante.

Es difícil ofender a otra persona cuando lo que se comparte son los propios sentimientos -expresados en 1ª persona- y las propias experiencias. Si se habla de la otra persona, es oportuno preguntarse si es asunto tuyo hablar del otro.

¿Acaso quieres que la otra persona cambie para que tú te sientas mejor? ¿Crees que reprochar va a aportar algo interesante al intercambio? Conviene reflexionar sobre ello antes de abrir el pico.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es el TACTO. Como dicen, quien no tiene un mínimo de tacto a la hora de relacionarse con personas siempre tendrá enemigos, o por lo menos perderá aliados. Tener una política de honestidad y transparencia en nuestras relaciones no nos da permiso para intimidar a la gente con opiniones groseras o difíciles de manejar. Puedes ser honesto, directo y suave al mismo tiempo, diciendo lo que quieres educadamente, así como conociendo de antemano las susceptibilidades más evidentes de tu interlocutor.

Revisa tu actitud antes hablar. Si estás cansado o de mal humor, sin duda puedes enviar un mensaje equivocado, aunque no te des ni cuenta, incluso utilizando palabras correctas. Tu actitud y tus intenciones se perciben a través de la voz o la postura, por tanto un talante tranquilo y, en la medida de lo posible, amable, facilitan la comunicación.

Si tienes miedo de lastimar a la otra persona con tus pensamientos o con tus palabras: ¡Espera! Lo mejor es que pase el temor, pues de lo contrario la persona no se centrará en el mensaje o la intención, sino en el miedo. Y si ve tu miedo tendrá una buena razón para desconfiar de ti y de tu honestidad. Relajate. Es la manera de que no perciba tu mensaje negativamente.

No utilices calificativos. Me refiero a expresiones tipo: “sin ánimo de ofender…”, pues la persona interpretará: “prepárate para ser ofendido”. Si le dices: “míralo de esta manera”, puede que la persona entienda que su visión no es aceptada.

La verdad no necesita presentaciones. Baste decir lo que quieres con claridad y sencillez, sólo eso.

Es importante tener una actitud comprensiva y empática. Aún entregando tu verdad con el mayor tacto, amabilidad y buenas intenciones, todavía puede golpear el nervio de alguien. Estas situaciones se pueden navegar con paciencia.

Escucha el grito o el sarcasmo y deja que sea la otra persona la que maneje su dolor. Una cosa que puedes hacer aquí es expresarle: “es realmente importante para mí ser abierto y honesto contigo. Siento que lo estés pasando mal ¿Hay algo que yo pueda hacer para ayudarte en este momento?

Ser abierto y sincero siempre es más fácil con la práctica. Si lo consigues las recompensas valen la pena, pues se liberan cargas. Desde luego no vas a cambiar el mundo, pero mejorarás tu vida, que es de lo que se trata.

 Extraído de diferentes lecturas de Luis Sergio Lico, orador, consultor y educador en Brasil.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Seducir, más que un arte, es darse valor

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Esta entrada de hoy la incluyo dentro del apartado del blog denominado recursos para avanzar.

¿Porqué escribir sobre seducción?

Como ya habréis comprobado me siento inclinada a compartir historias y experiencias varias relacionadas con el campo del desarrollo personal, además -claro está- de lo social, dada mi formación académica como trabajadora social. En este sentido, considero que el tema de la seducción jamás pasa de moda, y que no sólo es aplicable al campo del romance o del amor, sino a cualquier tipo de situación en la que deseamos causar una buena impresión a los demás o en la que deseamos atraer algo valioso a nuestra vida.

Como cada persona que está leyendo esta entrada es única, tiene la libertad de interpretarla en la situación que más le convenga en este momento y situación.

Darnos valor.

Yo digo que seducir es darse valor, algo que no solemos aprender en el seno de nuestras familias, ni en la educación primaria ni secundaria. Darnos valor se refiere a no depositar en los demás nuestra propia aprobación, así como reconocer nuestras virtudes, nuestros puntos fuertes, nuestros talentos y “gracias” naturales y mostrárselas sin ningún pudor al resto del mundo… ¿Porqué no? ¿Qué dejo yo de hacer cuando me digo que no valgo?

Hay ocasiones en las que encontramos dificultades para gustar(nos), para atraer(nos) y para valorar(nos), con lo cual llega un momento en que la ecuación seducción, yo, los otros-as: no ofrece buenos resultados.

La seducción, tirando de diccionario, es el acto de seducir, inducir y persuadir a alguien con el fin de modificar su opinión o hacerle adoptar un determinado comportamiento, según la voluntad del que seduce. Por tanto, en esta primera acepción del diccionario vemos que seducir supone “engañar con arte y maña”; sin embargo hay otros que apuntan a que hoy día seducir es el “arte de hacer feliz a otra persona”. Creo que esto es una gran verdad y que de seductores de este tipo, como dice la expresión popular: ya me gustaría a mi tener el maletero lleno; y no es broma.

Para hacer feliz a otra persona tenemos que sentirnos a gusto, confiados y seguros en el momento concreto de la interacción. De este modo, si yo no me valoro, si no me veo capaz de despertar el interés de otra persona, lo más probable es que reprima “mis encantos naturales” y retroceda en el momento justo de intentarlo; bien con excusas, bien con actitud de derrota o desilusión, o lo que es peor aún, con mal humor.

Hay una serie de premisas básicas que se pueden tener en cuenta en estos temas:

ELIGE EL MEJOR PERFUME. El mejor perfume para seducir es una buena sonrisa y una buena dosis de optimismo. Y ese es el perfume que todos-as deberíamos ponernos al comenzar el día, para asegurarnos experiencias gratas y amables con las que alimentar(nos).

ACERCATE. Igualmente, para seducir tiene que haber un acercamiento a la persona o situación en cuestión que deseamos atraer. Esto está claro. Acercarte a lo que deseas demuestra valor y determinación. Pero ¡ojo! una cosa es acercarse y la otra es invadir o avasallar. A pocas personas gusta tener a alguien encima suyo todo el día (mensajes, whatsap, llamadas de teléfono, emails…); y por muy bien que se nos de el disimulo, cuando una persona es pesada SE NOTA, lo veas o no.

SIÉNTETE CÓMODO-A. Merece la pena reflexionar y ser cautelosos en la medida, que haya un claro equilibrio entre el dar y el recibir… sobre todo al principio, procurando siempre sentirnos en la posición más cómoda posible con nosotros mismos-as.

¿CÓMO ME RELACIONO? Los problemas para seducir/ persuadir (en lo personal y en lo profesional), por lo general son problemas para relacionarse, problemas de comunicación (verbal, corporal y comportamental o actitudinal). Falta de habilidades, confianza y seguridad para conversar. Una buena recomendación respecto a este punto de conversar puede ser hablar desde ti, pues si hay algo que conmueve de verdad son las propias experiencias, y en ese terreno nadie sabe más que nadie. Pero tampoco es necesario que hables tú todo el tiempo, ni que entres en profundidades oceánicas (ya me entiendes)… escucha lo que la otra persona tiene que decir, date la oportunidad de conocerla; déjala compartir contigo sus propias impresiones y experiencias.

OBSERVA. Si lo consideras conveniente a la situación, explora sus méritos, lo que habla, su apariencia, el ambiente que os rodea. Detecta qué te gusta realmente de esta persona, qué la ha hecho especial a tus ojos. El ser selectiva-o te distingue del resto.

NO TE ESFUERCES EN EXCESO. Si para seducir a una persona te ves en una situación en la que tienes que esforzarte, es que la cosa no fluye. Cuando nos esforzamos demasiado, inconscientemente estamos enviando el mensaje a la otra persona de que no tenemos muchas opciones, y por eso estamos ahí, aguantando y tirando con fuerza del carro.

«JUEGA», PUEDE SER DIVERTIDO. En la seducción siempre hay un aliciente (aunque sea inconsciente) de “ganarse” a la otra persona; es decir, hay una especie de juego o afán de conquista. Si no dejas oportunidad al otro-a para que pueda ganarte a ti de algún modo, la partida habrá terminado antes de comenzarla (no me puedo ganar a alguien que está perdiendo la estampa por ganarme a mi). Una recomendación que en algunas situaciones de este tipo puede ser útil es limitar la inmediatez con la que la persona en cuestión accede a ti, me refiero a cada momento y situación en la que quiere verte y compartir contigo. El mensaje oculto o no expresado de: “Hola, estoy disponible las 24h” no suele darnos valor, pues de alguna forma, como todo lo valioso es escaso, limitando tu disponibilidad puedes aumentar el interés para esa persona. Aunque claro, luego cada situación es un mundo

A modo de conclusión (…)

Estas son sólo algunas reflexiones y aproximaciones al entorno de la seducción o al “darnos valor”. Una cosa has de tener clara: si la persona en cuestión no muestra interés o directamente te rechaza, por favor, no des tanta importancia a este hecho, máxime si hace poco tiempo que la conoces. NADIE GUSTA A TODO EL MUNDO. Tú sigues siendo igual de valioso-a que al principio, y esa persona o experiencia es sólo una gota en medio del basto mar de las probabilidades.

Si te duele mucho mucho, no tiene nada que ver con ella, sino contigo. Revisa lo que hay dentro de ti que no te permite pasar página.

Nunca pongas tu valor en manos de nadie.

Y déjame decirte que nadie es NADIE. Sólo tú conoces bien quién eres y cómo has llegado hasta aquí. Ese valor has de fijarlo en primer lugar tú, y después ya veremos.

La primera y mayor conquista es con uno-a mismo-a. 

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Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Cerrar asuntos pendientes

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Los asuntos pendientes son aquellas cosas que no hemos hecho o dicho, y que nos dejan de algún modo ligados a determinadas personas y/o situaciones. Nos acompañan, no nos sueltan. Seguimos nuestro camino pero de vez en cuando acuden a nosotros en forma de “memorias”. PESAN.

Hace unos años asistí a un taller para aprender a acompañar a las personas a morir. Se trataba de un taller vivencial para integrar la muerte, dado que nos guste o no, forma parte de la vida. Hubo un aspecto muy importante que descubrí mediante la asistencia a este taller, y es que las personas, cuando se encuentran cercanas a la muerte, desean cerrar o “poner fin” a experiencias vividas. Como señala Alicia Salinas Lamadrid en su libro “Acompañar en la enfermedad, el dolor y la muerte” <<cerrar asuntos pendientes no se refiere solamente a asuntos materiales, sino también a aspectos internos de la persona, sobre todo a la expresión de emociones y pensamientos nunca dichos en relación con las personas o cosas>>.

En este tipo de trances, se da el caso de la señora de 75 años que en su lecho de muerte se encuentra balbuceando el nombre de su primer amor, con el que no pudo materializar su sueño. O el señor de 82 años que en sus últimos momentos solloza llamando a su hermano, al que hace más de 40 años no ve tras aquella discusión familiar que, a fecha de hoy, probablemente ambos valorarían de absurda.

«Felices y sabios aquellos que se empeñan en ser en esta vida tal como les gustaría ser en el momento de su muerte. Empéñate en vivir así ahora para que la muerte te encuentre feliz y sin miedo».

T. Kempis.

Los asuntos pendientes nos muestran algo muy valioso: qué limitaciones hemos tenido para abordar todo aquello, y qué limitaciones tenemos ahora, en este momento presente, para zanjar el tema en nosotr@s y seguir caminando, con la cabeza bien alta y el corazón tranquilo. Digamos que en términos académicos, harían referencia a las lecciones de vida por las que hemos pasado de puntillas, o directamente no hemos aprendido.

Estamos en la escuela de vida, donde hay lecciones fáciles y difíciles. Obvio que tod@s preferimos sacar buena nota en todas ellas, aprobar a la primera e ir parejos a nuestro curso, según la edad… pero al margen de esa necesidad egótica, lo importante es que el paso por cada una de esas lecciones o etapas vitales, nos ayude a rescatar lo mejor de nosotr@s mism@s, a verlo con claridad, y a integrarlo para que nos haga más agradable y lúcida la experiencia de estar aquí.

Siguiendo a Alicia Salinas Lamadrid, estos serían algunos asuntos pendientes típicos:

  • Revisión de la propia vida: volver tu mirada al camino andado.

  • Plantearte qué te gustaría repetir si volvieras a vivir de nuevo, y hacerlo.

  • Enumerar las tareas que quieres terminar: escribir un libro, terminar un proyecto, plantar un árbol, poner por escrito tus enseñanzas, etc.

  • Hacer un recuento de las tareas que has concluído: logros, fracasos, formas de afrontar los problemas, etc.

  • Enorgullecerte por tus propios logros y agradecerlos.

  • Sentir que has dado lo mejor de tí mismo, en el caso que no lo hayas hecho, ver de qué manera lo puedes compensar ahora.

  • Pagar las deudas que necesitan ser saldadas.

  • Si creaste algún problema, aclararlo.

  • Expresar aquello que no se expresó, o hacer aquello que no se hizo.

  • Enfrentarse con conflictos no resueltos, reconociendo que cuando reaccionas negativamente ante una persona o ante algo, se trata de un asunto pendiente propio y necesitas tomar cartas en el asunto.

  • Trabajar los resentimientos para liberarlos.

  • Perdonar.

  • Reconciliarse con las personas, el pasado… la vida.

  • Liberar a los demás del cordón que ata, sujeta y esclaviza. Dejar de manipular y dar a cada quien la responsabilidad sobre su propia vida.

  • Etc.

Sin embargo hay un aspecto muy valioso en la revisión de estos asuntos descritos, y es que estemos cercanos a la muerte o no, siempre es más cómodo viajar ligero de equipaje, con lo cual en cualquier momento de nuestra vida podemos pararnos (que equivaldría a dar un repaso a la lección) y valorar lo que no hemos concluído, con el objetivo de hacer algo con eso.

«La paz es la lectura de un rostro cuando las cosas han recibido su sentido y su lugar».

Antoine Exupery.

Si la vida es un camino… ¿A quién deseas abrazar cuando llegues a la meta?

La respuesta es muy sencilla: la meta eres tú. 

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Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Mi Declaración de Autoestima, por Virginia Satir

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Por Virginia Satir, Máster en trabajo social. 

Mi Declaración de Autoestima

Yo soy yo.

En todo el mundo no existe nadie

exactamente igual a mi.

Hay personas que tienen aspectos míos,

pero en ninguna forma el mismo conjunto mío.

Por consiguiente, todo lo que sale de mi es auténticamente mío

porque yo sola lo elegí.

Todo lo mío me pertenece: mi cuerpo,

todo lo que hace;

mi mente, con todos sus pensamientos e ideas;

mis ojos, incluyendo todas las imágenes que perciben;

mis sentimientos, cualesquiera que sean: ira, alegría,

frustración, amor, decepción, emoción;

mi boca, y todas las palabras que de ella salen, refinadas, dulces, o cortantes,

correctas o incorrectas;

mi voz, fuerte o suave,

y todas mis acciones, sean para otros

o para mí.

Soy dueña de mis fantasías,

mis sueños,

mis esperanzas,

mis temores.

Son míos mis triunfos y mis éxitos,

todos mis fracasos y errores.

Puesto que todo lo mío me pertenece,

puedo llegar a conocerme íntimamente.

Al hacerlo, puedo llegar a quererme

y sentir amistad hacia todas mis partes.

puedo hacer factible

que todo lo que me concierne funcione

para mis mejores intereses.

Sé que tengo aspectos que me desconciertan

y otros que desconozco.

Pero mientras yo me estime y me quiera,

puedo buscar con valor y optimismo soluciones para las incógnitas

e ir descubriéndome cada vez mas.

Como quiera que parezca y suene,

diga y haga lo que sea,

piense y sienta en un momento dado,

todo es parte de mi ser.

Esto es real y representa el lugar que ocupo en ese momento del tiempo.

A la hora de un examen de conciencia, respecto de lo que he dicho y hecho,

de lo que he pensado y sentido,

algunas cosas resultarán inadecuadas.

Pero puedo descartar lo inapropiado,

conservar lo bueno

e inventar algo nuevo

que supla lo descartado.

Puedo ver, oír, sentir, decir, y hacer.

tengo los medios para sobrevivir,

para acercarme a los demás,

para ser productiva

y para lograr darle sentido y

orden al mundo de personas y

cosas que me rodean.

Me pertenezco y así puedo estructúrame.

Yo soy yo y estoy bien.

© Virginia Satir, 1975.

Found in Virginia Satir, Self Esteem, Celestial Arts: California, 1975

Superar el pasado

No se si conocéis a Viktor Frankl y su libro: «El hombre en busca de sentido«. Para mi es un personaje que ha dejado una importante huella en la historia de la humanidad y en cuyo recuerdo me gusta apoyarme. ImagenViktor atravesó por una serie de experiencias bastante difíciles y dolorosas a lo largo de su vida (fue un sobreviviente de los campos de concentración nazi) y tuvo la facultad o gracia de extraer la savia de todo aquello y reconvertirlo en algo positivo y útil para regalárselo al mundo.

Nació en Viena en 1905, en el seno de una familia judía. Desde muy joven Viktor se interesó por la psicología, estudiando medicina en la Universidad de Viena y especializándose en psiquiatría y neurología.

En Otoño de 1942 fue deportado junto a su esposa y a sus padres a un campo de concentración. Estuvo en cuatro campos distintos: Theresiendstadt, Auschwitz, Kafering III y Turkheim. Las condiciones de vida eran nefastas y mínimas. Los despojaron de todo: la vestimenta, el calzado… y el alimento que les proporcionaban era de lo más escaso (la dieta diaria se reducía a una única ración de «sopa» y un trozo pequeño de pan). Asistió a todo tipo de injusticias, maltratos, muertes y asesinatos. Sin ir más lejos, Viktor Frankl sobrevivió al Holocausto, pero tanto su esposa como sus padres fallecieron en los campos de concentración.

Durante los meses que estuvo en Auschwitz fue escribiendo sobre su experiencia, en trozos de papel diminutos que afortunadamente pudo llevar con él. Durante este período él relata cómo el sentido del humor, el amor y las meditaciones lo ayudaron a sobrevivir.

(…) “Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad -aunque sea sólo momentáneamente- si contempla al ser querido”. Viktor Frankl.

La experiencia vivida a lo largo de los tres años que pasó en los diferentes campos de concentración, llevó a Frankl a desarrollar otra visión, en la cual él se considera un ser autoconsciente, capaz de observar su propia vida, capaz de decidir en qué modo podía afectarle todo aquello. Entre lo que estaba sucediendo y lo que él hiciera, entre los estímulos y su respuesta, estaba por medio su libertad, su poder para cambiar esa respuesta. Nos dejó la importante enseñanza de que los hombres, sean cuales fueren las circunstancias en que viven, pueden formular sus propios programas, proponerse proyectos en la vida y alcanzarlos. Las personas tienen el potencial de elevarse por encima de sus instintos, condicionamientos personales, familiares o sociales. No es que esos condicionamientos no influyan, porque sí influyen, y mucho, pero nunca llegan a eliminar su libertad.

En 1945 fue liberado de los campos de concentración, y decidió recoger por escrito todas las experiencias que lo acompañaron durante su estancia en los mismos, dejando fe de ello con su testimonio.

El dolor realmente tiene sentido cuando tú mismo te conviertes en otro hombre”. Viktor Frankl.

Independientemente de las situaciones por las que atravesamos, es lo que decidimos hacer con nuestro pesar lo que importa. Lo más útil para la persona puede ser enfocar todo ello con un sentido de perspectiva y autocompasión, reconociendo que, en las condiciones más adversas que nos podamos imaginar, siempre hay alguna alternativa o forma de responder a la adversidad, y no todo está perdido.

La responsabilidad es un punto muy importante a retomar, ya que Frankl nos dice al respecto que es un componente primordial para lograr responder a lo que la vida nos propone, realizando lo máss adecuado a cada situación; porque no se trata de utilizar muestras potencialidades en aspectos negativos, como el de tratar de escapar del dolor refugiándonos en el alcohol o en actividades que no nos permitirán llevar a cabo la misión de nuestra vida.

Ser responsable significa ser selectivo, ir eligiendo”. Viktor Frankl.

Cuando Frankl habla del sentido de la vida se basa en tres valores fundamentales, que son los vivenciales, los de creación y los de actitud. Aceptamos, por tanto, la experiencia y decidimos cómo vivirla; aceptamos igualmente los errores que podamos cometer, como seres humanos que somos, y de este modo no permanecemos atados a ellos, sino que tomamos un camino, pues lo importante no es el error, sino lo que haces con él.

El ser humano no es una cosa más entre otras cosas; las cosas se determinan unas a las otras; pero el hombre, en última instancia, es su propio determinante. Lo que llegue a ser -dentro de los límites de sus facultades y de su entorno- lo tiene que hacer por sí mismo”. Viktor Frankl.

Viktor es el creador del análisis existencial, con su aplicación terapéutica llamada Logoterapia, donde hace hincapié en que no basta con vivir, sino que se requiere la pasión de vivir con un sentido.

Durante su vida publicó más de 30 libros, traducidos a numerosos idiomas, impartió cursos y conferencias por doquier, y recibió 29 doctorados Honoris Causa por distintas universidades del mundo. Su obra más importante o conocida es “El hombre en busca del sentido”, del cual se han vendido cerca de nueve millones de ejemplares.

Falleció el 2 de septiembre de 1997, en Viena.

Y lo único que puedo añadir a esta entrada es: “GRACIAS MAESTRO”.

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Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Decálogo de ASERTIVIDAD

ImagenHoy me apetece compartir con vosotr@s este pequeño decálogo sobre un sobre un concepto tan llevado y tan traído, en temas de comunicación humana, como es la ASERTIVIDAD.

La palabra asertividad viene del latín assertum que significa afirmar. Entonces asertividad significa: afirmación de la propia personalidad, confianza en si mismo, autoestima, lo cual se refleja en una comunicación segura y eficiente.

Dicho de otro modo, la asertividad es la capacidad de la persona de comunicarse con los demás, expresar su parecer, sentimientos y necesidades, de una forma consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, tanto al contexto como respecto a la persona a la que nos dirigimos. Es un estilo comunicativo que nos ayuda a sentirnos mejor con nosotr@s mism@s y a manejar de manera segura los inconvenientes con los que nos encontramos, así como a resolver con mayor eficacia nuestros conflictos. Se puede decir que siendo asertivos permanecemos en nuestro lugar, en nuestro centro, pero sin obviar la importancia de expresarnos, siempre convenientemente, pero desde nuestra honestidad como personas.

*** Decálogo de la asertividad ***

1. Manifiesta tanto sobre ti mismo como sea apropiado a las circunstancias y a los individuos.

2. Empéñate en expresar todos tus sentimientos, sean de enojo o de ternura.

3. Examina tu conducta y determina las áreas en las cuales te gustaría llegar a ser más asertivo.

4. No confundas agresión con asertividad.

5. Ten en cuenta que puedes no ser asertivo en un área y sí asertivo en otra.

6. Actúa de manera que aumente tu estima y propio respeto.

7. No confundas conducta manipuladora con asertividad verdadera.

8. Actúa. Realiza.

9. Entiende que la asertividad es un proceso, no un estado permanente.

10. Date tiempo de pensar antes de hablar. Piensa que siempre existe un modo apropiado de expresar tus mensajes.

La diferencia básica entre ser asertivo y ser agresivo es la forma en que nuestras palabras y comportamientos afectan a los derechos de los demás. (Sharon Anthony Bower).

 

Un pequeño cuento sobre la autoestima

Qué hermoso sería aceptar a cada Ser tal cual es, sin pedirle ni exigirle nada, sin “encasquetarle” un rol, un papel, una expectativa que cumplir … seríamos libres, sólo conoceríamos el AMOR, así con mayúsculas.
Hoy comparto este vídeo que me ha llegado así como un regalo.
Gracias Erika.