La importancia de la Confidencialidad

ImagenEn todas la profesiones en las que se trabaja con personas, y en las que éstas comparten sus intimidades con nosotros (en forma de problemas, conflictos, preocupaciones, deseos…), es de vital importancia comprometerse con guardar un escrupuloso y cuidado secreto profesional.

El tema de la confidencialidad nunca se pasa de moda, pues todas las personas, en algún momento de nuestra vida, entramos en contacto con algún profesional en el que depositamos información íntima de nuestra vida, o de alguna parte de ella y , aunque sea de forma inconsciente, esperamos que esa información sea respetada y salvaguardada en todo momento.

Dada mi formación académica en Trabajo Social, quiero compartir con vosotros aquella parte del Código Deontológico de la Profesión que recoge la confidencialidad y el secreto profesional como un derecho y un deber con las personas para las que trabajamos.

La conciencia ética es una parte fundamental de la práctica profesional de los trabajadores sociales, ya que la propia definición de esta disciplina enfatiza los principios de los Derechos Humanos y de la Justicia Social. El trabajo social se basa en el respeto al valor y dignidad inherentes a toda persona, y a los derechos que de ello se desprenden, promueve el cambio social, la resolución de problemas en las relaciones humanas y el fortalecimiento y la liberación de las personas para incrementar el bienestar; y mediante la utilización de las teorías sobre el comportamiento humano y los sistemas sociales, interviene en los puntos en los que las personas interactúan con su entorno. Estos profesionales deben apoyar y defender la integridad y bienestar físico, psicológico, emocional y espiritual de cada persona.

Según el diccionario de trabajo socialde Ezequiel Ander- Egg, editado en el año 1982, la definición de Secreto Profesional es la siguiente:

Obligación de callar todo lo que el profesional conoce acerca de su labor específica, por motivos de discreción y para no causar daños materiales o morales a otra persona”.

El Código Deontológico de la profesión de trabajo social, recoge en su capítulo VI lo referente al secreto profesional, lo cual expongo tal cual aparece:

Capítulo VI: Secreto Profesional (articulo 35 a 40)

Artículo 35.– El secreto profesional es un derecho y un deber del diplomado en trabajo social/asistente social; derecho y deber que permanecen incluso después de haber cesado la prestación de los servicios profesionales.

Artículo 36.- El diplomado en trabajo social /asistente social debe guardar secreto de todo lo que los usuarios/clientes le transmitan y confíen, así como de lo que conozca en su ejercicio profesional. Tanto la recogida como la comunicación de datos debe ser restringida a las necesidades de la intervención profesional.

Artículo 37.- La información que le sea requerida al profesional a efectos estadísticos, de planificación, evaluación de programas u otros, debe facilitarla sin los datos identificativos de los usuarios/clientes.

Artículo 38.- los sistemas de informatización de los datos contenidos en fichas, historias, expedientes e informes sociales deben garantizar el derecho a la intimidad del usuario/cliente, siendo el acceso a la citada información restringido a los profesionales directamente implicados en la práctica profesional.

Artículo 39.- La interrupción o finalización de la relación profesional o la muerte del usuario/cliente no exime al diplomado en trabajo social o asistente social del deber de guardar el secreto profesional.

Artículo 40.- No se vulnera el secreto profesional en los siguientes supuestos:

  1. Por la realización de la actividad profesional en equipo, siempre que lo que se revele sea necesario para la intervención profesional.

  2. En la relación y colaboración del diplomado en trabajo social/ asistente social con otros profesionales de distinto ámbito técnico o de otras disciplinas, siempre que dicha colaboración se produzca en el marco de la intervención profesional.

  3. Si con el mantenimiento del secreto profesional se produjera un perjuicio al propio usuario/cliente, por causa de su incapacidad física o psíquica, o se dañaran los intereses de terceros declarados incapaces o no.

  4. Para evitar una lesión notoriamente injusta y grave que la guarda del secreto profesional pudiera causar al profesional o a un tercero.

  5. Cuando el profesional fuera relevado del secreto profesional por el propio usuario/cliente o sus herederos. Dicho acto de relevo deberá constar por escrito.

  6. En los casos contemplados en los casos c) y d) del presente artículo, los diplomados en trabajo social/asistentes sociales deben ser relevados de la guarda del secreto profesional por la Junta de Gobierno del Colegio Oficial donde se hallen colegiados, previo asesoramiento de la Comisión Deontológica, cuando la haya.

Mi modo de entender la relación de ayuda incluye necesariamente el respeto, en primer lugar por mi misma – y desde ahí- hacia la persona que tengo delante y que, entiendo, puedo suponer confía en mí, dado que ha acudido en busca de mi ayuda. Considero de vital importancia disponer de un espacio adecuado que garantice que la persona pueda ser atendida con todas las garantías de secreto profesional; recordar desde el principio de la relación que todo lo trabajado es completamente confidencial y que nada de lo dicho o hecho saldrá de ahí, de ese momento, por lo menos por nuestra parte. Esto allana el camino para que la persona pueda abrirse, sin temor, vergüenza o miedo, en un contexto profesional de ayuda. Y mejor aún que comprometernos a ello, es cumplirlo. Me gusta la frase que dice: “Lo que deseas para ti, siempre que sea bueno, ofreceselo al mundo”.

Mucha gente se pregunta: ¿qué pasa con la ley de dependencia?

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Los servicios sociales en España se encuentran en un momento de retroceso importante, en cuanto a su consideración y asignación económica por parte de los poderes públicos. En Andalucía llevamos una trayectoria de servicios sociales que data del año 1988, cuando se aprobó la primera ley andaluza de servicios sociales. Sin embargo bien parece que se avecinan malos tiempos, y no sólo para la lírica -como decía la canción, sino para todas aquellas personas y familias que se encuentran en una situación de especial necesidad de apoyo social, económico y familiar.

Como cuarto pilar básico del Estado de Bienestar surgió la denominada ley de dependencia. Esta ley ha estado en el punto de mira desde su aprobación a finales de 2006 hasta ahora, momento en el que se encuentra decididamente en crisis, o como dicen muchos: en proceso de “desaceleración”.

Hace unos meses leí en un diario de prensa local el siguiente titular: “La ley de dependencia entra en la UCI”. Este titular venía a reflejar el oscuro pronóstico que desde diferentes administraciones, instituciones y agentes sociales y económicos otorgan al futuro de esta ley. Los recortes en muchos casos no son recortes, sino más bien un bloqueo total a la entrada de nuevos beneficiarios de derechos, y por tanto de servicios y prestaciones.

Parece ser que por el momento no se deroga la ley de dependencia. No se reformula su articulado. No se deja de apostar por ella… – o eso dicen. Pero tampoco se la alimenta, no se la nutre con recursos, no se la permite llegar a las personas que más lo necesitan. No hay un discurso claro respecto a qué va a pasar con ella. Tan sólo contamos con declaraciones vagas e imprecisas carentes de compromiso, en las que se expresa que su desarrollo y aplicación están mal planteados -sobre todo respecto a su sostenimiento económico. Aún con todo ello, concluyente por el momento no hay NADA.

La ley de dependencia pasa a ocupar un lugar no prioritario dentro de la agenda social, dejando a su paso múltiples dudas sin respuesta a la vista. Se ha generado en la población una expectativa desmedida respecto a la garantía de derechos subjetivos que velarían por el bienestar de todas las personas en situación de dependencia. Se ha extendido la idea de que la administración podía funcionar como subsidiaria de la familia, así como apoyarla en todo momento y ahora nos preguntamos cuál será el siguiente giro de tuerca para dar un cambio al sistema para la autonomía y atención a la dependencia.

Pues bien, parece ser que la tónica ahora es realizar un llamamiento a las familias para que sean ellas las garantes de estos derechos; que sean ellas (independiente de sus circunstancias personales) las que suplan todas esas necesidades que demandan las personas dependientes, así como se las anima a esforzarse más… y más… un poquito más… La familia, el trabajo (el que lo tenga), el cuidado de los hijos, llegar a fin de mes.. ¿Quíén da más? Parecía que el Estado venía a salvarlos a todos, y ahora el mensaje es: sálvate tu mismo.

La sociedad gira estrepitosamente. Vamos a agarrarnos fuerte que no sabemos lo que viene.

Toda la vida buscando la luz, para acabar dando vueltas alrededor de una bombilla (SFDK).

Resolver problemas

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Abrir la mente es abrir el corazón.

La primera premisa para resolver problemas, sean de la índole que sean, es confiar en comprender la totalidad del mimo. Por ello tenemos que poner especial atención en los “puntos ciegos” como son: las suposiciones, los prejuicios y las formas de pensar que nos impiden tomar cierta distancia y ver las cosas con claridad. Por tanto la primera premisa es precisamente: TOMAR DISTANCIA. Cuanta más objetividad se alcanza, más alternativas podemos barajar. Y si no, ¿qué le ocurre a un ordenador cuando tiene muchos virus? Se bloquea y no puede trabajar o lo hace más lento y con más dificultad.

Veamos una serie de tips o cuestiones a tener en cuenta:

  • Cambia tu lenguaje, de negativo a positivo. Incluso es mejor hablar de reto, dificultad, desafío o incluso oportunidad en lugar de problema. Parece que llamándolo así se nos hace más manejable.

  • Define tu dificultad o desafío claramente ¿Qué te preocupa o te causa tensión o infelicidad? Escribelo con detalle.

  • Simplifica el problema y céntrate en lo más importante o acuciante para tí ahora.

  • Preguntate lo siguiente: ¿Cuál es la mejor cosa a hacer en este momento bajo estas circunstancias? No mates moscas a cañonazos. Reflexiona. Tienes derecho a no decidir nada ahora, si no encuentras la claridad que necesitas.

  • A veces la mejor solución al problema «en este momento» es irse a dormir, DESCANSAR. Con la cabeza a 100º no se pueden ver alternativas ni tomar decisiones… o si no ¿qué le ocurre a un ordenador cuando está infectado de virus..? SE BLOQUEA. Así pues, descansa hoy.
  • Escoge la que crees puede ser tu mejor solución, comparando aquí y ahora las alternativas posibles.

  • Antes de poner tu decisión en ejecución, pregúntate: ¿Qué es lo peor que me puede pasar si esto no me funciona? Haz que tus peores fantasmas cobren vida.

  • Dale forma a esa posible solución y plantéate… ¿cómo sabrás que estás avanzando en la dirección que deseas?

  • Acepta la responsabilidad de poner en marcha la decisión que has tomado.

  • Fija un plazo para llevarlo a cabo.

Un aspecto igualmente importante en este tipo de situaciones es el de aprender a escuchar. Cuando atravesamos momentos difíciles, por lo general, escuchamos sólo lo que queremos oír, y esto puede limitar mucho nuestras posibilidades, pudiendo quedar limitados sin darnos cuenta.

Cuando hablo de escuchar no me refiero sólo a lo que nos llega desde afuera, sino que me refiero sobre todo a nuestro propio diálogo interno, esa voz que siempre está ahí, ese testigo incondicional que viaja con nosotros. A esa voz tenemos que escucharla, pues nos arroja los pensamientos y creencias que tenemos acerca de toda la situación que estamos viviendo, y nos dan la oportunidad de cuestionar todo eso para ver la verdad que hay detrás de toda esa verborrea. Si no reflexionamos todo ese discurso interno, podemos equivocarnos y actuar de forma desmedida, imprudente o incluso equivocada.

Recordad que cuando el río está en calma, podemos ver el fondo, y cuando vemos el fondo vemos reflejada la luz del sol que está justo encima y que nos recuerda que cada mañana empieza un nuevo día.

El Trabajo Social

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Hoy quiero compartir con vosotros otra de mis pasiones: El Trabajo Social.

Decidí estudiar Trabajo Social en la Universidad de Granada en el año 97, y tanto la formación universitaria recibida como las experiencias profesionales que he ido acumulando tras más de 10 años de ejercicio profesional, han hecho de mi una persona abierta, con ganas de crecer y con una gran disposición a la ayuda.

Hoy quiero compartir un poco más acerca de esta disciplina: el trabajo social.

El trabajo social es una carrera que está muy relacionada con la psicología. Estos profesionales ayudan a las personas con una amplia gama de problemas: financieros, de salud, de relaciones, de consumo de sustancias., de transición a diferentes etapas de la vida, de organización doméstica, de crisis en cualquier momento de la vida.

Esta profesión promueve el cambio social, la resolución de problemas en las relaciones humanas, y el fortalecimiento y cohesión ciudadana, para incrementar el bienestar. Interviene en los puntos en los que las personas interactuan con su entorno.

SU MISIÓN es facilitar que todas las personas desarrollen plenamente sus potencialidades, enriquezcan sus vidas y prevengan las disfunciones. Por ello, los y las profesionales en trabajo social, se convierten en agentes de cambio en la sociedad y en la vida de las personas, familias y comunidades para las que trabajan.

EL TRABAJADOR SOCIAL, orienta a las personas para desarrollar las capacidades que les permitan resolver sus problemas familiares, individuales y/o colectivos, promoviendo su facultad de autodeterminación, adaptación y crecimiento personal.

Los trabajadores sociales:

  • Ayuda a las personas a superar sus dificultades y a mejorar su vida

  • Recogen todo tipo de demandas de ayuda personal en situaciones de crisis

  • Asesoran a las personas, familias y comunidades sobre cómo hacer frente a las tensiones de la vida cotidiana

  • Aconsejan a los clientes que necesitan apoyo y asistencia

  • Enseñan a sus clientes nuevas habilidades

  • Protegen a los clientes vulnerables y se aseguran de la protección de sus intereses

  • Actúan como defensores de sus clientes

  • Investigan los problemas sociales para aportar soluciones

Para ser eficaces, los trabajadores sociales deben tener una comprensión profunda del desarrollo humano y el comportamiento. También deben tener una apreciación de los efectos de diversos factores sociales, económicos y culturales, y una comprensión de cómo estos factores interactuan entre sí.

El Trabajo Social ha crecido con ideales humanitarios y democráticos, y sus valores se basan en el respeto a la igualdad, el valor y la dignidad de todas personas. Desde sus comienzos, hace más de un siglo, la práctica de Trabajo Social se ha centrado en hacer frente a las necesidades humanas y desarrollar el potencial humano. Los derechos humanos y la justicia social constituyen la motivación y la justificación de la acción del Trabajo Social.