La sonrisa de la mujer ante la ofensa

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Lisa Simpson

Estuve en una conferencia de una compañera psicóloga que trabaja en un equipo de salud mental comunitaria en Granada, que expuso durante su intervención que hay bastante bibliografía dedicada a las ofensas que soportan las mujeres, en forma de bromas soeces y machistas, a las cuales responden con una simple sonrisa. Sin embargo, en realidad esa sonrisa no hace la función de sonrisa que todas las personas conocemos, sino que es una respuesta social aprendida para tragarse algo muy molesto, y a la par mantener una falsa calma, para no dar la nota en una situación social.

Las mujeres adultas de este momento histórico hemos recibido una educación patriarcal desde niñas, y durante muchos años hemos tolerado comentarios y expresiones soeces, maleducadas y machistas, incluso en contextos profesionales, pero en todas las situaciones completamente fuera de lugar. A muchas nos han educado para reprimir acciones y emociones (sí, sí, incluso los estornudos nos han enseñado a refrenar, poniendo un dedo debajo de la nariz justo antes de la expulsión violenta e involuntaria de aire de los pulmones). Toda esta negación de la expresión supone una vulneración de nuestra autonomía y del ejercicio de la asertividad.

Justo ahora me llega un recuerdo muy gráfico alusivo a la sonrisa de una mujer ante una agresión, y se sitúa en un lapso de tiempo de unos 8 años atrás aproximadamente:

Una mujer, dedicada profesionalmente a la práctica médica, se encuentra en presencia de un colega profesional de mayor edad -ella unos 45 y él unos 60 años- ambos con el mismo nivel de responsabilidad. Están desayunando sentados a la misma mesa, yo también estoy presente, así como dos compañeros más de trabajo. Las únicas mujeres en la escena somos esta médica y yo.

De repente, el colega profesional de 60 años se dirige a los dos hombres que hay en la mesa para hacer un comentario sobre el físico espectacular de otra compañera que está en el mismo departamento, una mujer de unos treintaypocos años… Y dice, literalmente: “mejorando lo presente, esta mujer está buenísima, es que es espectacular, es que dan ganas de…”. En ese momento, mira a su homónima compañera de puesto y añade algo así como: “ya sabes que yo de ti no digo nada, porque tú para mí eres como una hija, nos conocemos desde hace muchos años”.

Fue vulgar, soez, baboso, infinitamente desagradable e inapropiado. Le faltó decir que quería meterse en la cama con ella. 

Yo observé la escena en silencio. Sentí vergüenza ajena y me tragué un sapo enorme, pues no dije nada para evitar una discusión o una situación incómoda. Puntos suspensivos.

Esta médica, por su parte, tampoco dijo absolutamente nada, sólo lo miró fijamente en silencio, con una sonrisa inexpresiva, tipo Gioconda. Yo percibí claramente la tensión de la escena. Esa sonrisa escondía muchas palabras tragadas, seguramente para no desentonar socialmente, muchos sapos de gran tamaño, envueltos en esa curvatura hacia arriba de la boca, en un gesto auto- envenenado.

Espontáneamente se cambió de conversación y se corrió un tupido velo. Ese día me fui a casa sintiéndome mal y nunca lo he olvidado.

Es muy lesivo sentirse violentada en una situación social y encima sonreír para lidiar con elegancia (o eso nos han enseñado) con esa situación ofensiva, para no quedar mal nosotras.

¿En serio? De verdad es demencial.

Conforme voy cumpliendo años me resulta más fácil mostrar mi desagrado en contextos sociales, pero sobre todo desde que decidí incorporar la perspectiva de género en mis inquietudes formativas y en mis lecturas. Erróneamente, muchas veces se piensa que siendo mujer y “modernilla o guay” (puntos suspensivos), no es necesario adquirir este tipo de conocimientos, pero una vez empiezas a interpretar el mundo con otro marco, desde un enfoque de género, te das cuenta de que no sólo es conveniente, sino que es insoslayable para alcanzar cotas saludables de bienestar, autonomía y autoestima.

Lo creamos o no la discriminación social hacia las mujeres está viva, en diferente grado, aunque muchos colectivos organizados quieran convencer a la sociedad de lo contrario.

Inmaculada Asensio Fernández.

De malospadres, malasmadres y otras hierbas

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Ilustración de Paula Bonet, tomada de: https://images.app.goo.gl/N8YzbwJZ8M3GDiyX8


Recientemente he leído un artículo que habla sobre los padres y las madres que son tóxicos para sus hijos e hijas, en el sentido de egoístas, poco generosos, manipuladores emocionales que chantajean y humillan a estos hijos e hijas, por el mero hecho de encontrar una relación de subordinación por parte de aquellos que nacieron a través de ellos: en definitiva, malospadres y malasmadres desde que sus descendientes son bien pequeñitos.

Vaya por delante que no existe una madre o un padre perfecto, y que entiendo que la labor parental no es ni mucho menos sencilla; igualmente, es bastante más fácil juzgar una mala acción que no tenerla. Es por eso que admiro mucho a quienes cometen errores, los reconocen y piden disculpas, además de preocuparse por hacer una reparación, si hay daños.

No tenemos una vida para ensayar y otra para actuar, sólo tenemos una… y la vivimos y punto; esto implica admitir que vamos a equivocarnos algunas veces, por lo que conviene practicar la reflexión para asumir nuestras responsabilidades. Una cosa es cometer errores de manera inconsciente, y la otra es tratar mal o mal cuidar a nuestros hijos e hijas, sin preocuparnos lo más mínimo por su bienestar y sólo pensando en el nuestro.

A nivel social, de la figura de un padre o una madre siempre se espera lo mejor, como mínimo, que sean los que sostengan el entramado familiar y que nunca renuncien a proteger, apoyar y amar a sus descendientes, por encima de todas las cosas. Sin embargo, la realidad muestra una y otra vez que, aunque esta es la función social que se espera de ambas figuras de apego, son muchas las veces en las que no se dan ni ese apego, ni esa protección, ni ese apoyo, ni ese amor incondicional hacia los hijos e hijas, con las consiguientes consecuencias emocionales para esas generaciones futuras.

Desde luego, cuando hablamos de consecuencias tenemos que tener en cuenta que -respecto al maltrato o trato malo- hay grados, y en los casos más graves el daño aumenta y requiere de una reparación mayor, y la mayor parte de las veces nunca llega, aunque hay excepciones. . .


Él tenía tres hijos. Provenía de una familia desestructurada y fue maltratado duramente de niño. Con la edad de 21 años se casó, y al poco comenzó a beber en exceso (…) . Siendo sus tres hijos muy pequeños comenzó a pegar a su esposa, en presencia de los hijos… Y fueron naciendo más, hasta llegar a 8. Un día uno de estos hijos -ya adolescente- le plantó cara en un momento que estaba agrediendo a su madre. Él se fue y no regresó. Jamás los ayudó económicamente, ni contactó con ellos, marchó a vivir a otra ciudad. Sin embargo, al envejecer volvió y encontró a sus hijos ya mayores, con sus vidas hechas. Él comenzó a requerir cuidados y a exigir a sus hijos que lo atendieran, pero ellos se negaron. Fue huraño y agresivo toda su vida, pero en su lecho de muerte pidió llamar a sus hijos e hizo algo que ninguno hubiera esperado: les pidió perdón, y murió. Ellos se sintieron muy reconfortados con este gesto, aunque no cambió lo que habían vivido, pero les ayudó bastante.


No es necesario llamar a la puerta de Freud o de Piaget, para darse cuenta del enorme daño que este tipo de crianza y de conductas autoritarias o negligentes genera en los hijos e hijas, sin dejarles mucha salida para la gestión emocional, en esas fases de vida tan tempranas. Y claro está, surgen los sentimientos de culpa perpetua, o los traumas y las heridas que forman parte de la mochila de esas infancias robadas, por quiénes no supieron estar a la altura, quizá por estar saturados de problemas y de carencias, o por pura ceguera… cada caso es un mundo.

Los cuidados parentales son necesarios para asegurar un buen desarrollo psicológico y emocional de los hijos, por eso es tan importante trabajar los «tratos buenos” o “buenos tratos” de padres y de madres hacia hijos e hijas, para prevenir males mayores, o simplemente para tratar de no sobrecargarlos con responsabilidades, culpas y sufrimientos que no les corresponden…, y en consecuencia promover su amor propio y autoestima.

En mis 17 años de ejercicio profesional como trabajadora social, me he topado con personas que han maltratado -o que no han tratado bien- a sus hijos e hijas –siendo estos infantes- y ahora que son adultos les exigen atención y cuidados, y les culpan por sus problemas emocionales o de salud, generando un enorme malestar y tejiendo un hilo invisible y pegajoso que mantiene enganchados a esos hijos e hijas a dinámicas de relación tóxicas y enfermizas…, sin posibilidad de liberarse de ellos.

La vida sería un lugar mucho más amable y ecológico –emocionalmente hablando- si los padres y las madres dejaran a sus hijos e hijas tomar la vida e iniciar su propio proyecto, sin cargas ni condenas, simplemente para ser libres y buscar su propio sentido a todo lo que les rodea. De hecho, desde el punto de vista de la sensatez y de la protección al medio ambiente, si no se piensa hacer nada para reparar el daño causado al entorno, lo mejor siempre sería no seguir dañando, retirarse y no lanzar más basura allá donde no la vamos a recoger, y de este modo, permitir que ese entorno sea limpiado por otras personas e instancias.

Los hijos y las hijas deberían ser libres, máxime cuando revelan pasados perversos de manos de sus padres; pero debido a exigencias sociales y civiles sobre una base moral incuestionable, muchas veces se ven obligados y obligadas –incluso por los servicios sociales o sanitarios- a hacerse responsables de sus progenitores cuando caen en una situación de dependencia…: (¡lo exige el Código Civil, vociferan algunos y algunas profesionales!) sin reparar en toda la clase de ordalías que esos hijos –hoy adultos- han vivido en sus infancias de manos de sus progenitores, por los que no fueron protegidos, cuidados ni amados.

Yo me suelo rebelar ante este tipo de comentarios en reuniones técnicas o en contextos profesionales, en los que se toman decisiones sobre el tipo de recurso social más conveniente para una persona en situación de dependencia, por ejemplo. Siempre digo: “si el padre o la madre no la cuidó, ¿por qué tenemos que forzar a ese hijo o hija a cuidar a sus padres; por qué tenemos que pedirles que paguen un recurso privado, o que se los lleven a su domicilio a vivir, si manifiestamente no quieren hacerlo? Apelar a los artículos que van del 142 al 153 del Código Civil, sobre la obligación de alimentos entre parientes, sin valorar el menoscabo y el dolor que puede provocar nuevamente a esos hijos el exigirles ser proveedores de lo que no recibieron: cuidados y amor…, me parece que vuelve a lesionarlos”.

Lógicamente, como trabajadora social, siempre me empeño en trabajar nuevos roles de cuidado en las familias, cuando surgen situaciones de dependencia, pues siempre hay un tiempo de reajuste ante la nueva situación, y generalmente los hijos deben asumir nuevas responsabilidades. Pero una cosa es apoyar para alcanzar acuerdos y gestionar la cronicidad de los cuidados, y otra cosa es forzar, por ejemplo, a una hija, a ejercer de cuidadora cuando te mira a los ojos y te dice: “mi padre me maltrató, o mi madre no me cuidó, se fue de casa cuando yo era pequeña y me dejó al cuidado de un familiar (…), yo no quiero hacerme cargo de él o de ella”.


Llega a mi cabeza otra situación, un caso que tuve hace años: visité a un señor de edad avanzada y con gran dependencia (grado III). Vivía con su nieta y la relación parecía normalizada. Ella decidió, impulsada por su madre y por la familia extensa, cuidar de su abuelo para evitar que ingresara en una residencia.  Sin embargo, a los meses viene a verme muy agitada y me comenta que tenemos que ingresar a su abuelo cuanto antes, que no puede seguir con ella y tiene que ser ¡ya! Hablamos a solas y me traslada que ese señor no es su abuelo, es su padre…, bueno, más bien me dice que ella es su hija-nieta. Por resumir el tema: el supuesto abuelo abusaba de su hija adolescente (madre de la supuesta nieta), y la tuvo a ella (…). La historia es muy larga y con muchos detalles escabrosos, pero ella se sentía obligada moralmente a cuidar de su padre-abuelo; sin embargo, él tenía conductas sexualizadas hacia ella que no soportaba, incluso con sus hijos (…). Ante una situación de este calado, no se puede exigir a la víctima que siga cuidando a su perpetrador, creo que está muy claro. 


Lo siento, yo no tengo ninguna fuerza moral para incitar a la obligación a estas personas, en virtud de lo que establece el Código Civil. Ese tipo de declaraciones, tan fuertes y duras, no te las dice todo el mundo, no es una estrategia común para que los padres sean atendidos con mayor premura que el resto… Esto te lo dice quién ya fue roto en algo verdaderamente importante de su vida: su confianza e integridad.

Llegados a este punto, hago un paréntesis para recomendar un par de libros de la psicóloga alemana Alice Miller (reconocida por su trabajo en maltrato infantil): “El origen del odio”, o “El cuerpo nunca miente”. Ella aborda los abusos, el maltrato y la negligencia en la infancia de una manera respetuosa y magistral, más recomienda alejarse de los progenitores que arruinaron las vidas de sus hijos e hijas, para tratar de iniciar y sostener la propia vida, tomando otras referencias más saludables que aquellas.

La vida adulta de una persona que ha sido maltratada en la infancia, requiere de un importante trabajo personal (terapia), y también requiere de un adecuado entrenamiento para adquirir habilidades personales y sociales que le ayuden a generar vínculos sanos con el medio, para trabajar el valor más importante de todos –aquel con el que no se juega- LA CONFIANZA. A través de la toma de conciencia sobre sus carencias y traumas, deberá luchar para tener una adecuada calidad de vida y para aprender a relacionarse desde la óptica de los buenos tratos y las relaciones positivas. Y, aun así, su proyecto de vida siempre estará en construcción, en el sentido de que tendrá que ser rehecho periódicamente, a través de la adquisición de nuevas herramientas y de auto-protectoras decisiones.

Sin embargo, también encontramos a los hijos e hijas que, a pesar de todo lo descrito, desean cuidar a sus padres porque encuentran en esta nueva etapa (en la vejez o en la enfermedad de sus progenitores) una posibilidad de acercarse a ellos desde otro lugar, para tratar de generar experiencias positivas y de cariño, y así poder contrarrestar los malos recuerdos (…). A este respecto, si se hace desde la óptica del uso de la libertad de elegir, no tengo nada que objetar.

Para finalizar, si quiero añadir que entiendo que las cosas no son blancas o negras, pero todas las personas tenemos tesis que tratamos de argumentar y defender, y respecto a este tema, esta es la mía: si no dieron amor, ni protección, ni cuidados a sus hijos…, poco o nada pueden exigir de ellos. 

Precisamente, antes de publicar esta entrada de blog se la he dado a leer a una persona a la que aprecio muchísimo, y me ha dicho: “Inma, me gusta mucho lo que has escrito, es muy auténtico, pero seguro que hay personas que se ´escuecen´ al leerlo y dicen: los padres son los padres, y las madres son las madres… y hay que cuidarles a pesar de todo”.

Bueno, es una opinión y para mí todas son valiosas. De hecho, estoy abierta a recibir comentarios y entiendo que pueda haber opiniones discrepantes. Si están bien argumentadas pueden tener cabida, claro que sí.

Inmaculada Asensio Fernández.

 

 

«Mientras no haya justicia social no habrá paz en el mundo», por Rosa María Sardá

Cómo respuesta a la pregunta de si saldremos mejores, o seremos mejores personas después de toda esta situación de pandemia, la recién fallecida Rosa María Sardá ofreció estas palabras:

¿Que si saldremos mejores de toda esta situación?

No, lo siento. No saldremos mejores.

Seguirán vendiendo armas.

Seguirá existiendo la explotación del hombre por el hombre.

Seguiremos recibiendo pateras de gente que no quiere nadie.

Seguirán existiendo los campos de refugiados.

Seguiremos exactamente igual.

Mira, alguien muy sabio dijo: “lo contrario de la pobreza no es la riqueza, es la justicia”.

Mientras no haya justicia social no habrá paz en el mundo.

Seguirán acumulando cuatro, lo que es necesario para millones de personas.

No sé cómo los que tienen más de dos duros pueden dormir tranquilos.

Descansa en paz, Rosa María, y gracias por toda esa sabiduría que tan bien has sabido compartir con el resto.

Inmaculada Asensio Fernández.

Fuente: https://cutt.ly/UuyznDY

Voces por George Floyd

Voces por George Floyd

“El caso de George Floyd pone de manifiesto cómo se puede dar la perversión en la justicia, el abuso de poder y el racismo estructural en un sistema democrático avanzado.

La sociedad se está manifestando y no sólo reclama sentencias justas o cambios legislativos, sino cambios sociales estructurales para que haya igualdad de trato, para que desterremos los perjuicios y la discriminación.

La muerte de George no nos ha dejado impasibles, no ha quedado en vano. Debe ser una ventana de esperanza, una sacudida que debe transformar el mundo en pro de la justicia social y el respeto a los Derechos Humanos”.

Ana Isabel Lima Fernández.

 

«En una sociedad que olvida los Derechos Humanos es más que necesario reflexiones como esta. Sigamos manteniendo viva la llama de alerta ante las injusticias y atentos a los dictados del corazón».

Cosette Franco.

 

“Hermano George Floyd, no te conozco y me duele tu pérdida. Eres otra víctima del odio que nos rodea, en esta ocasión un odio vestido de racismo.  Pero tu muerte no es en vano, nos has regalado a cada uno un alma negra, ¡no dispuesta a aguantar ni un día más los límites del absurdo!

A la comunidad negra, migrante, al pueblo gitano, comunidades racializadas, y todos los que sufren este sinsentido, desde este corazón negro que estreno, estamos juntos, somos hermanos”.

Antonio Montero Mohedano.

 

Me cuesta creer y, aún más, me indigna, que en el s.XXI aún haya gente tan insensible como para acabar con la vida de alguien y no inmutarse ni lo más mìnimo. Sea por la razón que sea. Pero mucho más grave todavía por motivos racistas. Desgraciadamente, a veces es necesaria una tragedia para concienciar al pueblo y a los poderes políticos. Me conmueve ver cómo la gente se une, se revela y se manifiesta para mostrar su indignación y decir que basta ya de injusticias, porque deja entrever que aún hay esperanza y sed de justicia en este nuestro mundo. Ojalá pronto podamos vivir en una sociedad justa de verdad, aunque reconozco que no es tarea pequeña ni fácil. Pero si perdemos la esperanza, ¿qué nos queda?”

Araceli Valdivia Castro.

 

“Tu asesinato ha sido un latigazo en las conciencias de quienes creen que todavía sois esclavos”.

María R. Giménez Rodríguez.

 

“Cuando una de las democracias más antiguas y relevantes de nuestra Modernidad, mantiene a una minoría de millones de personas en permanente situación de discriminación, de trato desigual, por el color de su piel, es que no logra llegar a ser lo que dice y creemos que es: una democracia”.

Enrique Raya Lozano.

 

“El racismo y la brutalidad policial siguen asfixiando a inocentes. La injusticia del asesinato de George Floyd nos recuerda que las prácticas de odio racial siguen vigentes en pleno SXXI“.

Nuria Cordero Ramos.

 

“George Floyd, tu muerte no ha sido en vano porque ya vas abriendo nuevas alamedas en las urbes globales por donde marcha el eco de tus últimas palabras “no puedo respirar”; el aire que te quitaron llena esos nuevos pechos rebeldes que claman justicia y, esta vez lo sé, no pararan … lo sé, lo sé …”.

Sergio Cuadra Burgueño.

 

“El privilegio de haber nacido blanco es seguro.  En cambio, las personas de otro color, temen por su seguridad.  Deben aprender como niños pequeños, un tiempo de inocencia, los peligros que enfrentan sus vidas y las vidas que enfrentaron sus antepasados ​​debido al color de la piel.  Debido al racismo sistémico que ha prevalecido en nuestro país.  He estado en silencio durante muchos años de mi vida.  No estoy seguro de qué decir.  No estoy seguro de cómo ser un aliado.  Evitar conflictos.  Interiorizar mi empatía y no reconocer el racismo.  Me doy cuenta de que mi silencio era parte del problema.  Al mantener mi voz en silencio, mantengo a los negros y POC fuera de la carretera.  Mantengo la distancia y el peligro que se ha permitido sistemáticamente durante siglos.  Estos últimos meses han demostrado que ya no podemos ignorar el tema de la desigualdad.  El cambio tiene que suceder.  Cambio en mi mismo.  Cambio en todos nosotros.  Cambio en el liderazgo.  Creo que nuestro mundo será exponencialmente más hermoso si todos viajamos por el mismo camino”.

Pilar Munuera Gómez.

 

“George Floyd, estás vivo en nuestras conciencias. Lo siento, al final has terminado pagando con tu vida la difícil tarea de exigir el veto a la discriminación, de pedir la IGUALDAD real y efectiva para todos los seres humanos, por el simple hecho de serlo”.

Inmaculada Asensio Fernández.

 

“Visto desde la distancia que da un océano y con las presidenciales de noviembre en el horizonte, Estados Unidos aparece como un país tensionado. A un lado, los conservadores del MAGA (“Make America Great Again”). Frente a ellos, múltiples identidades grupales que son de otro tiempo, de un tiempo mucho más cercano al presente. La muerte de George Floyd, ocurrida con un presidente que ha tomado partido, muestra que el país norteamericano necesitará aún tiempo para desprenderse de la herencia más reaccionaria que lleva adherida desde el inicio de su historia”.

Carlos Juan Juan.

 

“Hay imágenes que se quedan para siempre en tu memoria. La muerte de George Floyd es de esas que te hace aborrecer a tu especie. Menos mal que somos más los Floyds que los racistas. En tu garganta estaba mi vida, broda”.

Pepe Céspedes.

 

“Mientras haya personas que tiemblen de indignación por el asesinato de un inocente habrá esperanza en un mundo menos perverso”.

Belén Navarro Llobregat.

 

“Un mundo en el que tienes que reclamar tus derechos es un mundo sin justicia. Eso ocurre cuando la Ley legitima el poder”.

Jesús Muyor Rodríguez.

 

“El héroe involuntario lo es todo en el cambio, en su corazón y en su alma, tristemente alcanza sentido para los demás en su muerte”.

Tony Segura.

 

“Racismo: ese virus que lleva conviviendo entre nosotros mucho más tiempo que el Covid19, y que a pesar de los esfuerzos no logramos erradicar…, ¡vergüenza!”

Laura María Carrión Herrera.

 

“Estados Unidos de América presume de ser la cuna de la democracia, pero un país que se ha construido con la esclavitud de millones de negros y el exterminio de las poblaciones indígenas como telón de fondo, para asegurar los privilegios de la supremacía blanca, su derecho a la autodefensa y a poseer y usar armas de fuego. No deja de ser un país tremendamente violento, donde un niño blanco que disparó su primer rifle a los doce años y mató su primera pieza de caza a los catorce, puede llegar a ser agente de policía, sin haber desarrollado un solo gramo de empatía. No sé si es el caso concreto del policía que ha asesinado a George Floyd, pero desde luego podemos ver en el terrible vídeo de su arresto todos los ingredientes que hacen que pensemos que así es”.

Alfonso Gutiérrez Colomera.

 

“El caso Floyd es la punta del iceberg de un sistema social prejuicioso, desequilibrado, con poca conciencia y compasión”.

Antonio Manuel Molina Moreno.

 

 “A menudo las sociedades se remiten a la formalidad de las leyes cuando se refieren a los derechos; pero casos como el de George Lloyd nos muestran que las leyes no son la solución, suelen ser el parche a posteriori; es necesario remover las estructuras de discriminación desde la base, para poder acceder a la justicia y la equidad, mediante la educación y la separación de los puestos de poder de aquellos individuos que no respetan la igualdad”.

Nuria Fustier.

 

“El lema “Black live matter”, significa reconocer los privilegios blancos que históricamente han perpetuado y fortalecido la dicotomía de raza (termino político, que no biológico) blanco/negro, fomentando la figura blanca del opresor frente al constructo social y simbólico negro, que arrastramos hasta nuestros días. Cualquier otra lectura del lema pretende, consciente y políticamente, eludir responsabilidades. ¡Revisa tus privilegios! #blacklivematter”.

Vanessa Sánchez Maldonado.

 

“Conectar con lo humano supone conectar con la alteridad. Recordar que para “el otro”, “yo” soy “el otro” y que por lo tanto somos iguales humanamente hablando, “yo y el otro” somos personas ¿qué puede unirnos más que eso?”.

Marrubi Rodríguez Luna.

 

“Ahora más que nunca luchamos por una misma razón, luchamos juntos por la justicia, luchamos como hermanos, con independencia de colores, para que el último grito no sea I can’t breathe, sino que sea I’m free”.

María Angustias García Rodríguez.

 

“Las personas racistas deberían envenenarse en su propia saliva”.

Virginia Tovar Martínez.

 

“El peor pecado es la intolerancia, el odio, el racismo y todo lo que conlleva no aceptar al diferente, porque destruye la convivencia social, que es la democracia. Hemos de mirar al odio de frente, a los ojos, y destruirlo… No queda otra que el enfrentamiento absoluto contra ese monstruo. Nos va la vida en ello.”

Gloria Gago Vázquez.

 

“Sólo un ego soberbio puede creer que un ser humano vale menos que otro”.

Laurence Bouffioux.

 

“Una pena lo ocurrido y lo que seguramente seguirá ocurriendo. Trabajamos para que personas que llegan a nuestro país consigan una correcta integración en nuestra sociedad, y al final, somos nosotros, los nacionales, los que deberíamos “aprender” a integrarnos. Debemos cambiar nuestra visión y actitud, y ser mucho más tolerantes”.

Ivan Carlin Infantes.

 

“¿En qué momento de la humanidad nos empezamos a creer unos mejores que otros?”

Alicia Rubio Gimenez.

 

“Si todos nos unimos y luchamos juntos podremos hacer algo para acabar con el racismo. Las injusticias deben ser pagadas”.

Encarni Asensio Fernández.

 

“Para los que no me conocen en persona: soy persona, pertenezco a la raza humana, la única que existe, no podemos seguir permitiendo que el color de nuestra piel sea motivo de muerte”.

Beatriz Zamora Hernández.

 

“El 28 de Agosto de 1963 Martín Luther King Jr. expresó en su discurso: ”I had a dream” que  deseaba un futuro en el cual la gente de tez negra y blanca pudiesen coexistir armoniosamente y como iguales. Año 2020: hombre de raza negra, Floyd, en EEUU (una potencia mundial) implora a un agente blanco que le deje respirar, mientras le sometía a una técnica de inmovilización totalmente desproporcionada, ya que este no mostraba resistencia, ni entrañaba ningún tipo de peligro para el agente o los demás, provocándole finalmente la muerte. ¡Yo también tengo un sueño y es dejar un mundo para mi hijo libre de racismo!”

Libertad Martínez Ruíz.

 

“Tengo un sueño…” dijo Luther King en el 63. “…que su sueño eterno a manos del desprecio, despierte las conciencias del respeto” claman, en un discurso eterno, recordando a George Floyd, hoy en el 2020”.

Paco García Martínez.

 

“Sin quererlo e injustamente te has convertido en un héroe. Reitero las palabras de tu hija pequeña, “mi papá ha cambiado el mundo”. No necesitamos un mundo mejor, necesitamos un mundo nuevo, dónde no exista el racimo. Gracias George Floyd”.

Isa Castelo Jara.

 

“Lamento tener que seguir viendo situaciones como estas. ¿Cuándo entenderemos que todos somos uno y que lo que le hacemos al otro nos lo hacemos a nosotros mismos?”

María del Mar Martínez Parra.

 

“Hace falta discriminación positiva interracial para acceder a la policía en EEUU. Cuando policías blancos tengan compañeros y amigos de otro color de piel, tratarán mejor a los  ciudadanos de otro color de piel”.

Jordi Lietor López.

 

“Qué pena que aquellas personas que deben de proporcionar seguridad a la población, puedan provocar una muerte bajo custodia… sé que son la minoría, pero es esta la que se debe de corregir”.

Lourdes Bazán Coto.

 

“¿Cómo podemos desinfectar a nivel colectivo, local y más cercano esta llaga que traemos de la Historia desde la no aceptación de la otra persona que, al final, quizá sea la no aceptación de mi propia persona? ¿Qué hilo colectivo utilizar para que esta llaga no vuelva a abrirse más y cicatrice de una forma sana?”.

Coro Amunarriz Aranguren.

 

“Nadie nace odiando a otras personas por el color de su piel o por su religión…es algo que se aprende…y al igual que se enseña a odiar, también se puede enseñar a amar”.

Francisco Góngora Gómez.

 

“La tan enarbolada democracia en EE.UU no será verdadera hasta el día en el que sus ciudadanos y ciudadanas dejen de verse diferentes según el color de su piel, sus creencias o su lugar de nacimiento”.

Montse Rojo Jurado.

 

“El ejecutor de la muerte de Floyd no es el problema. Es uno de los síntomas de una sociedad que, si no hay un cambio de paradigma transversal en relación a valores, pensamientos y actitudes, no habrá cambio ninguno”.

Carme Rovira Aler.

 

“Aunque nuestras lenguas, religiones, pieles, ideas sean diferentes, todos tenemos el mismo pequeño gran órgano que es el corazón… ¡y ese es el que debe guiarnos!”.

Inma Calvo.

El asesinato de George Floyd abre la caja de pandora del racismo supremacista

STOP RACISMO (1)

A raíz del asesinato del ciudadano George Floyd, a manos de un policía de Minneapolis y bajo la mirada atenta de otro compañero de servicio, se ha abierto un importante debate social sobre cómo los valores supremacistas siguen guiando el comportamiento de muchas personas, hasta en contextos profesionales, llegando incluso -en determinadas situaciones- al hecho de poner fin a la vida de otro ser humano por motivos de rechazo hacia alguna característica personal de este individuo, como el color de la piel en el caso de George Floyd.

George Floyd fue detenido sin oponer resistencia alguna ante las fuerzas del orden público que llevaron a cabo su detención. Su delito fue pagar una caja de cigarrillos con un billete falso, pero deliberadamente fue reducido hasta el suelo, más se lo contuvo mecánicamente con una rodilla de acero, ejerciendo una presión desmedida que aprisionó su garganta y le causó la muerte por infarto.

Quizá ese policía sintió que la vida de Floyd valía menos que la suya, y que merecía un castigo implacable por la osadía de llevarse una cajetilla de cigarrillos gratis…, pero aquí el problema no está en la naturaleza del delito que cometió Floyd (que en este caso entendemos fue menor) sino que no tuvo el derecho, ni a defenderse, ni a cumplir la sanción correspondiente por su fechoría. George Floyd pagó con su vida, porque al parecer valía poco o nada, a ojos de sus ejecutores.

La tormenta de protestas por este cruel abuso de autoridad, culminado en asesinato, están resonando a voces desde diferentes partes del planeta. De hecho, en los últimos días todos y todas somos George Floyd, sin importar género, color de piel, nivel de ingresos, profesión, status social, país de procedencia, etc…, todas las conciencias igualitarias están clamando ¡Basta ya de impunidad! ¡Basta ya de injusticia! ¡Basta ya de supremacismo!

Espero que, ahora sí, la ley cumpla su función, y aplique las medidas proporcionadas correspondientes por este expediente de asesinato. Casos como el de Floyd deberían servir para no volver jamás a permitir un abuso de poder como este sobre ningún ser vivo, y para dejar de justificar los sentimientos de superioridad de unas personas sobre otras, amparados en tradiciones históricas y culturales ridículas e injustificables.

George Floyd, estás vivo en nuestras conciencias. Lo siento, al final has terminado pagando con tu vida la difícil tarea de exigir el veto a la discriminación, de pedir la IGUALDAD real y efectiva para todos los seres humanos, por el simple hecho de serlo.

Inmaculada Asensio Fernández.

Comparto una serie de reflexiones recibidas de personas que tampoco quieren que se olvide este suceso, para ti y por ti…, voces por George Floyd:

 

«Cuando una de las democracias más antiguas y relevantes de nuestra Modernidad,  mantiene a una minoría de millones de personas en permanente situación de discriminación, de trato desigual, por el color de su piel, es que no logra llegar a ser lo que dice y creemos que es: una democracia».

Enrique Raya Lozano.

 

«El racismo y la brutalidad policial siguen asfixiando a inocentes. La injusticia del asesinato de George Floyd nos recuerda que las prácticas de odio racial siguen vigentes en pleno SXXI«.

Nuria Cordero Ramos. 

 

«George Floyd, tu muerte no ha sido en vano porque ya vas abriendo nuevas alamedas en las urbes globales por donde marcha el eco de tus últimas palabras “no puedo respirar”; el aire que te quitaron llena esos nuevos pechos rebeldes que claman justicia y, esta vez lo sé, no pararan … lo sé, lo sé …».

Sergio Cuadra Burgueño.

 

“Visto desde la distancia que da un océano y con las presidenciales de noviembre en el horizonte, Estados Unidos aparece como un país tensionado. A un lado, los conservadores del MAGA (“Make America Great Again”). Frente a ellos, múltiples identidades grupales que son de otro tiempo, de un tiempo mucho más cercano al presente. La muerte de George Floyd, ocurrida con un presidente que ha tomado partido, muestra que el país norteamericano necesitará aún tiempo para desprenderse de la herencia más reaccionaria que lleva adherida desde el inicio de su historia”.

Carlos Juan Juan.

 

“Hay imágenes que se quedan para siempre en tu memoria. La muerte de George Floyd es de esas que te hace aborrecer a tu especie. Menos mal que somos más los Floyds que los racistas. En tu garganta estaba mi vida, broda”.

Pepe Céspedes.

 

Mientras haya personas que tiemblen de indignación por el asesinato de un inocente habrá esperanza en un mundo menos perverso.

Belén Navarro Llobregat.

 

“Un mundo en el que tienes que reclamar tus derechos es un mundo sin justicia. Eso ocurre cuando la Ley legitima el poder”.

Jesús Muyor Rodríguez.

 

“El héroe involuntario lo es todo en el cambio, en su corazón y en su alma, tristemente alcanza sentido para los demás en su muerte”.

Tony Segura.

 

“Racismo: ese virus que lleva conviviendo entre nosotros mucho más tiempo que el Covid19, y que a pesar de los esfuerzos no logramos erradicar…, ¡vergüenza!”

Laura María Carrión Herrera.

 

“El privilegio de haber nacido blanco es seguro.  En cambio, las personas de otro color, temen por su seguridad.  Deben aprender como niños pequeños, un tiempo de inocencia, los peligros que enfrentan sus vidas y las vidas que enfrentaron sus antepasados ​​debido al color de la piel.  Debido al racismo sistémico que ha prevalecido en nuestro país.  He estado en silencio durante muchos años de mi vida.  No estoy seguro de qué decir.  No estoy seguro de cómo ser un aliado.  Evitar conflictos.  Interiorizar mi empatía y no reconocer el racismo.  Me doy cuenta de que mi silencio era parte del problema.  Al mantener mi voz en silencio, mantengo a los negros y POC fuera de la carretera.  Mantengo la distancia y el peligro que se ha permitido sistemáticamente durante siglos.  Estos últimos meses han demostrado que ya no podemos ignorar el tema de la desigualdad.  El cambio tiene que suceder.  Cambio en mi mismo.  Cambio en todos nosotros.  Cambio en el liderazgo.  Creo que nuestro mundo será exponencialmente más hermoso si todos viajamos por el mismo camino”.

Pilar Munuera Gómez.

 

“Estados Unidos de América presume de ser la cuna de la democracia, pero un país que se ha construido con la esclavitud de millones de negros y el exterminio de las poblaciones indígenas como telón de fondo, para asegurar los privilegios de la supremacía blanca, su derecho a la autodefensa y a poseer y usar armas de fuego. No deja de ser un país tremendamente violento, donde un niño blanco que disparó su primer rifle a los doce años y mató su primera pieza de caza a los catorce, puede llegar a ser agente de policía, sin haber desarrollado un solo gramo de empatía. No sé si es el caso concreto del policía que ha asesinado a George Floyd, pero desde luego podemos ver en el terrible vídeo de su arresto todos los ingredientes que hacen que pensemos que así es”.

Alfonso Gutiérrez Colomera.

 

“El caso Floyd es la punta del iceberg de un sistema social prejuicioso, desequilibrado, con poca conciencia y compasión”.

Antonio Manuel Molina Moreno.

 

“Hermano George Floyd, no te conozco y me duele tu pérdida. Eres otra víctima del odio que nos rodea, en esta ocasión un odio vestido de racismo.  Pero tu muerte no es en vano, nos has regalado a cada uno un alma negra, ¡no dispuesta a aguantar ni un día más los límites del absurdo!

A la comunidad negra, migrante, al pueblo gitano, comunidades racializadas, y todos los que sufren este sinsentido, desde este corazón negro que estreno, estamos juntos, somos hermanos”.

Antonio Montero Mohedano.

 

 “A menudo las sociedades se remiten a la formalidad de las leyes cuando se refieren a los derechos; pero casos como el de George Lloyd nos muestran que las leyes no son la solución, suelen ser el parche a posteriori; es necesario remover las estructuras de discriminación desde la base, para poder acceder a la justicia y la equidad, mediante la educación y la separación de los puestos de poder de aquellos individuos que no respetan la igualdad”.

Nuria Fustier.

 

“El lema «Black live matter», significa reconocer los privilegios blancos que históricamente han perpetuado y fortalecido la dicotomía de raza (termino político, que no biológico) blanco/negro, fomentando la figura blanca del opresor frente al constructo social y simbólico negro, que arrastramos hasta nuestros días. Cualquier otra lectura del lema pretende, consciente y políticamente, eludir responsabilidades. ¡Revisa tus privilegios! #blacklivematter”.

Vanessa Sánchez Maldonado.

 

“Conectar con lo humano supone conectar con la alteridad. Recordar que para “el otro”, “yo” soy “el otro” y que por lo tanto somos iguales humanamente hablando, “yo y el otro” somos personas ¿qué puede unirnos más que eso?”.

Marrubi Rodríguez Luna.

 

“Ahora más que nunca luchamos por una misma razón, luchamos juntos por la justicia, luchamos como hermanos, con independencia de colores, para que el último grito no sea I can’t breathe, sino que sea I’m free”.

María Angustias García Rodríguez.

 

«Las personas racistas deberían envenenarse en su propia saliva».

Virginia Tovar Martínez.

 

«El peor pecado es la intolerancia, el odio, el racismo y todo lo que conlleva no aceptar al diferente, porque destruye la convivencia social, que es la democracia. Hemos de mirar al odio de frente, a los ojos, y destruirlo… No queda otra que el enfrentamiento absoluto contra ese monstruo. Nos va la vida en ello.»

Gloria Gago Vázquez.

 

“Sólo un ego soberbio puede creer que un ser humano vale menos que otro”.

Laurence Bouffioux.

 

“Una pena lo ocurrido y lo que seguramente seguirá ocurriendo. Trabajamos para que personas que llegan a nuestro país consigan una correcta integración en nuestra sociedad, y al final, somos nosotros, los nacionales, los que deberíamos aprender a integrarnos. Debemos cambiar nuestra visión y actitud, y ser mucho más tolerantes”.

Ivan Carlin Infantes.

 

“¿En qué momento de la humanidad nos empezamos a creer unos mejores que otros?”

Alicia Rubio Gimenez.

 

“Si todos nos unimos y luchamos juntos podremos hacer algo para acabar con el racismo. Las injusticias deben ser pagadas”.

Encarni Asensio Fernández.

 

“Para los que no me conocen en persona: soy persona, pertenezco a la raza humana, la única que existe, no podemos seguir permitiendo que el color de nuestra piel sea motivo de muerte”.

Beatriz Zamora Hernández.

 

“El 28 de Agosto de 1963 Martín Luther King Jr. expresó en su discurso: ”I had a dream” que  deseaba un futuro en el cual la gente de tez negra y blanca pudiesen coexistir armoniosamente y como iguales. Año 2020: hombre de raza negra, Floyd, en EEUU (una potencia mundial) implora a un agente blanco que le deje respirar, mientras le sometía a una técnica de inmovilización totalmente desproporcionada, ya que este no mostraba resistencia, ni entrañaba ningún tipo de peligro para el agente o los demás, provocándole finalmente la muerte. ¡Yo también tengo un sueño y es dejar un mundo para mi hijo libre de racismo!”

Libertad Martínez Ruíz.

 

«Tengo un sueño…» dijo Luther King en el 63. «…que su sueño eterno a manos del desprecio, despierte las conciencias del respeto» claman, en un discurso eterno, recordando a George Floyd, hoy en el 2020”.

Paco García Martínez.

 

“Sin quererlo e injustamente te has convertido en un héroe. Reitero las palabras de tu hija pequeña, «mi papá ha cambiado el mundo». No necesitamos un mundo mejor, necesitamos un mundo nuevo, dónde no exista el racimo. Gracias George Floyd”.

Isa Castelo Jara.

 

“Lamento tener que seguir viendo situaciones como estas. ¿Cuándo entenderemos que todos somos uno y que lo que le hacemos al otro nos lo hacemos a nosotros mismos?”

María del Mar Martínez Parra.

 

“Hace falta discriminación positiva interracial para acceder a la policía en EEUU. Cuando policías blancos tengan compañeros y amigos de otro color de piel, tratarán mejor a los ciudadanos de otro color de piel”.

Jordi Lietor López. 

 

“Qué pena que aquellas personas que deben de proporcionar seguridad a la población, puedan provocar una muerte bajo custodia… sé que son la minoría, pero es esta la que se debe de corregir”.

Lourdes Bazán Coto.

 

“¿Cómo podemos desinfectar a nivel colectivo, local y más cercano esta llaga que traemos de la Historia desde la no aceptación de la otra persona que, al final, quizá sea la no aceptación de mi propia persona? ¿Qué hilo colectivo utilizar para que esta llaga no vuelva a abrirse más y cicatrice de una forma sana?”

Coro Amunarriz Aranguren.

 

“Nadie nace odiando a otras personas por el color de su piel o por su religión…es algo que se aprende…y al igual que se enseña a odiar, también se puede enseñar a amar”.

Francisco Góngora Gómez.

 

“La tan enarbolada democracia en EE.UU no será verdadera hasta el día en el que sus ciudadanos y ciudadanas dejen de verse diferentes según el color de su piel, sus creencias o su lugar de nacimiento”.

Montse Rojo Jurado.

 

“El ejecutor de la muerte de Floyd no es el problema. Es uno de los síntomas de una sociedad que, si no hay un cambio de paradigma transversal en relación a valores, pensamientos y actitudes, no habrá cambio ninguno”.

Carme Rovira Aler.

 

«Aunque nuestras lenguas, religiones, pieles, ideas sean diferentes, todos tenemos el mismo pequeño gran órgano que es el corazón… ¡y ese es el que debe guiarnos!»

Inma Calvo.

 

«Me cuesta creer y, aún más, me indigna, que en el s.XXI aún haya gente tan insensible como para acabar con la vida de alguien y no inmutarse ni lo más mìnimo. Sea por la razón que sea. Pero mucho más grave todavía por motivos racistas. Desgraciadamente, a veces es necesaria una tragedia para concienciar al pueblo y a los poderes políticos. Me conmueve ver cómo la gente se une, se revela y se manifiesta para mostrar su indignación y decir que basta ya de injusticias, porque deja entrever que aún hay esperanza y sed de justicia en este nuestro mundo. Ojalá pronto podamos vivir en una sociedad justa de verdad, aunque reconozco que no es tarea pequeña ni fácil. Pero si perdemos la esperanza, ¿qué nos queda?»

Araceli Valdivia Castro.

 

“Tu asesinato ha sido un latigazo en las conciencias de quienes creen que todavía sois esclavos”.

María R. Giménez Rodríguez.

 

 

Priorización, racionamiento y futilidad en servicios sociales: ¿son estos los posibles efectos de la crisis económica generada por el Covid19?

Vale de racionamiento

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Hoy os quiero hablar de tres conceptos que sirven para interpretar la realidad en la que se desenvuelven las y los profesionales de los servicios sociales, fundamentalmente trabajadoras y trabajadores sociales que, en su potestad prescriptora de recursos, tratan de gestionar la adquisición de determinadas ayudas o servicios, y encuentran la imposibilidad de acceder a ellos en un tiempo razonable.

Estos tres conceptos son: la priorización de recursos, el racionamiento y la futilidad,  y se relacionan directamente con un contexto de crisis económica y con la gestión de la escasez, lo que golpea de manera contundente y directa a los servicios públicos.

La pandemia del Covid19 ha mostrado las debilidades del sistema sanitario y social para hacer frente al bienestar de la población, que es el bien último que persiguen todas las sociedades democráticas. Y estas debilidades tienen sus orígenes en las decisiones políticas y económicas que se han venido tomando a lo largo de décadas, en las que se ha privilegiado el apoyo al libre mercado, basado en criterios de eficiencia económica, en detrimento de la defensa de lo público y, en consecuencia, del bienestar de la población.

Lo público, ese sector tan valorado desde todos los estamentos de la sociedad -o al menos eso se desprende de los discursos ideológicos de las diferentes agrupaciones políticas-, pero sin una dotación suficiente que favorezca proporcionar una atención de calidad, en tiempo y forma, es decir, sin el establecimiento de cortapisas en el acceso a sus servicios.

Las políticas de austeridad se amparan en argumentos de precariedad económica, y abocan al mal uso o abuso de los servicios básicos existentes, ya que –ante la carencia de una atención especializada- aumentan las peticiones de ayuda en los servicios de atención primaria del Sistema, y esto favorece que la atención de situaciones de mayor complejidad fracase por completo, por no hablar del agotamiento de los y las profesionales, y del exterminio de la actividad preventiva.

Las figuras políticas del momento, así como diferentes personas expertas en economía, advierten que la crisis que se nos avecina a raíz del Covid19 nada tiene que ver con las anteriores, por tanto, todo apunta a que vamos a entrar –no en desaceleración– eufemismo utilizado en la crisis financiera del 2008, sino que entramos de lleno en un punto muerto (…).

Ojalá me equivoque. 

Recientemente he asistido a un webinar sobre Bioética y Covid19, organizado por la Fundación Grifols, en el que ha participado Ángel Puyol, miembro del Comité de Bioética de Cataluña.  Me ha resultado de especial interés su análisis sobre las precariedades del sistema sanitario, y cómo ello ha empujado a los y las profesionales hacia la toma de decisiones funestas, en las que la escasez de respiradores en las UCIs, ha obligado a establecer criterios éticos para distribuirlos de manera objetiva, por ejemplo, en función del mejor pronóstico y en función de la edad.

Cuando se plantea la cuestión de a quién dar primero un recurso limitado, lo que se está haciendo es establecer mecanismos para priorizar los tiempos de acceso; pero hay veces que se hace algo más que priorizar, aunque no seamos conscientes, y es que se cae en políticas de racionamiento de los servicios públicos, en tanto dejan fuera de su paraguas de asistencia a determinados grupos de población. Es conveniente conocer ambas realidades de ordenación de las políticas sociales (priorización y racionamiento), para no llevarnos a engaños y para nombrar las situaciones oportunamente, huyendo de la ceguera tecnocrática y tomando con fuerza la enorme responsabilidad que esto conlleva.

Las personas que trabajamos en servicios sociales sabemos muy bien lo que son las listas de espera, pues llegaron en 2008 para quedarse. Sin ir más lejos, la cobertura que ofrece el Sistema de Promoción de la Autonomía y Atención a la Dependencia en España, lleva algunos años presentando graves dificultades para resolver en tiempo y forma, y la demanda no deja de aumentar… tal como muestran los Dictámenes del Observatorio de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales. Por ejemplo, se dilatan mucho los plazos para acceder a una residencia para personas mayores, o a una residencia para personas con discapacidad, o una residencia para personas con trastorno mental grave…, pero también para acceder a un servicio de ayuda a domicilio, o a un centro de día. De este modo, se puede manifestar que muchas veces las ayudas llegan tarde, e incluso muchas veces no llegan… no llegan a tiempo.

Cuando hablamos de PRIORIZAR, nos estamos refiriendo a elegir a quién damos primero un recurso escaso, en función de una serie de criterios de gravedad o urgencia, y se materializa a través de la creación de unas listas de espera que sitúan a las personas siguiendo un orden de prelación determinado por sus circunstancias, y los baremos de urgencia definidos.

La característica fundamental de las listas de espera, es que ralentizan el acceso a los recursos, pero esta lentitud no puede ser prolongada, sin un tope máximo, a lo largo de los años (…), pues si no se responde a una necesidad en un tiempo razonable, lo que se está haciendo es excluir, pero sin decir, para no generar alarma social. Si estás en una lista de espera por motivos de priorización, has de tener cierta expectativa de que en un tiempo razonable accederás a esa ayuda (…). Si no existe esa expectativa, cabe la posibilidad de que estés excluida y no lo sepas; excluida a efectos prácticos, es decir, nunca te llegará esa ayuda que tanto necesitas porque siempre estarás en los puestos más bajos de la lista. 

Cuando hablamos de RACIONAR nos estamos refiriendo a otra cosa distinta de la priorización; en este caso, hay criterios de acceso a los recursos que directamente excluyen a determinadas personas, es decir, o no le permiten pasar a lista de espera, o las posibilidades –aun estando en lista de espera- de acceder a un recurso en un tiempo razonable, son tan escasas, que no se puede hablar de que verdaderamente estén ocupando un lugar en esa lista de espera, ya que nunca se moverán de los puestos más bajos y siempre llegarán casos de mayor gravedad que superarán puestos en esa lista (…). Por tanto, racionar es excluir de manera definitiva a una persona que requiere un recurso que verdaderamente necesita, y seguramente no lo va a recibir en su vida, y todas las personas involucradas en este tipo de decisiones lo saben, de modo que se enfrentan a un tipo de elección moral que, en palabras de Ángel Puyol, “más que una elección difícil, es una elección trágica”.

Hay un eufemismo que se utiliza mucho en el lenguaje político y administrativo para hablar de racionamiento, que se llama racionalización. El término racionalización se vincula a la eficiencia económica, pero no es más que una palabra para aludir a la instauración de muy difíciles requisitos de acceso a los bienes y servicios, que dejan literalmente fuera a muchas personas, aunque esto no se haga explícito, pero todas las personas involucradas en la gestión del acceso a ellos, en el fondo lo saben.

Siguiendo a Ángel Puyol, las elecciones trágicas, no se pueden esconder detrás de un criterio técnico/profesional, ya que este criterio puede excluir a una persona del acceso a un recurso cuando ya no lo necesita, aunque sea importante ese recurso; pero si aun no necesitando una persona un recurso, se lo sigues administrando porque no hay otro que necesita mucho más, caemos en lo que se denomina FUTILIDAD.

Un ejemplo de esta situación de futilidad es el de una persona en situación de dependencia que necesita ingresar en un recurso de Casa Hogar (residencial), pero no hay plazas y la lista de espera es considerable… Dado que en su contexto familiar no puede residir esta persona por diferentes problemas, se la ingresa en un dispositivo sanitario de media estancia, en el que vive. Es decir, vive en un hospital porque no puede volver a su entorno, y tampoco la pueden dejar en la calle por su vulnerabilidad, por tanto, va a ocupar una plaza hospitalaria hasta que pueda ingresar en un recurso de Casa Hogar…, y pueden pasar meses, e incluso años, para que esto suceda.

Desde este enfoque, le vas a seguir ofreciendo un recurso importante a una persona que ya no lo necesita, el dispositivo sanitario en este caso, y además no reúne criterios para ser beneficiaria de este dispositivo (quizá porque ya se han conseguido los objetivos clínicos, o quizá porque su perfil o pronóstico ya no le permite avanzar más), pero se le va a permitir continuar disfrutando de él porque necesita un recurso social –un residencial de 24 horas- y por el momento no hay vacantes y hay otras muchas personas que están por delante en la lista de espera. Por tanto, esta persona ya no aprovechará los beneficios de ese dispositivo sanitario, pero sin embargo dejará fuera de este dispositivo a otra persona que está esperando en una lista de espera para acceder a él. A esto llamamos futilidad.

Estas tres situaciones: priorización, racionamiento y futilidad se dan en los servicios sanitarios y en los servicios sociales, de manera que a nadie debe sorprender estas definiciones, aunque no es lo mismo verlo bien definido en el papel o en la pantalla, que verte envuelta o envuelto en este tipo de situaciones mientras trabajas a toda prisa por atender un gran volumen de necesidades y de personas.

Desde el punto de vista ético, es necesario plantearse cómo hemos podido llegar hasta aquí, hasta este tipo de situaciones de precariedad en el acceso a los servicios públicos, y qué podemos hacer para mejorar esta situación a lo largo de un plazo determinado de tiempo. Y también es necesario plantearse por qué esta situación está más o menos aceptada, tanto por las personas con responsabilidades políticas, como por las personas que ostentan puestos de gestión y de intervención/atención directa hacia la ciudadanía…, ¿cuál es el precio?, ¿cuál es el coste moral de este consenso silencioso?

Inmaculada Asensio Fernández

Sinergias inesperadas cuando dos blogs conversan sobre trabajo social digital: oportunidades y amenazas

Esta mañana he dado lectura a una magnífica reflexión sobre trabajo social digital, publicada por María José Aguilar Idáñez, una compañera de la red nacional de blogs de trabajo social ´BlogoTSfera´. A través de su relato, repasa los antecedentes y prácticas pioneras representativas del trabajo social digital en nuestro país, así como expone su utilidad en la era de la comunicación Web 2.0.

Los universos digitales están rompiendo todos los límites hasta ahora conocidos para desarrollar profesiones eminentemente presenciales, así como, para participar y compartir en los espacios virtuales del e-conocimiento y del e-intercambio profesional, en los que el vector fuerza está concentrado en un sólo click, a través del teclado y con el soporte de una pantalla.

Ciertamente, yo misma he podido comprobar la efectividad del trabajo social digital a través de mi apoyo, durante este periodo de confinamiento, al Servicio Andaluz de Teleasistencia; en el que -no sólo se mantiene un contacto «cercano» en lo emocional con las personas atendidas- sino que también se gestionan servicios y ayudas, recorriendo los vericuetos y caminos de este universo digital.

Sin embargo, hay un aspecto de la intervención profesional que últimamente ronda mucho mi cabeza, y que al leerte – María José Aguilar- me apetece ponerlo en conversación con tus palabras, siempre tan profesionales y cuidadas, y no me extiendo más, allá voy:

Las bondades del trabajo social digital suponen un avance para la profesión, pero últimamente me preocupa que –en pos de la evolución tecnológica- se desdibuje el componente relacional del trabajo social. Observo una tendencia –cada día más acusada- hacia la modificación de las prácticas habituales de la profesión en esos aspectos íntimos de la relación, sobre todo en lo concerniente a la visita domiciliaria y a la intervención profesional en los contextos ordinarios en los que se desarrollan las personas.

Comparto tu afirmación de que “las TIC han penetrado en todas las esferas de la realidad social”, sin embargo, el domicilio de una persona es el aspecto más reservado, y el que más información nos puede proporcionar sobre el estilo de vida de una persona, sus relaciones y dificultades, y todo ello para realizar un adecuado diagnóstico social, e intervenir en consecuencia con una persona y su unidad de convivencia.

Considero que hay que poner en valor el componente relacional del trabajo social, cada vez más denostado por la cultura organizacional de los servicios sociales…, muchas veces por sobrecarga de trabajo, y otras sencillamente porque la productividad y la eficacia se mide con otros parámetros diferentes a los propósitos que persigue la relación de ayuda y el trabajo social.

Al mismo tiempo, comprendo perfectamente que la emergencia de esta pandemia nos ha forzado a protegernos tras los muros de nuestros hogares, y muchos aspectos habituales de la profesión están ahora en paréntesis; pero en momentos de desescalada, como en el que nos encontramos ahora, cada vez me llegan más noticias sobre centros de trabajo que estudian la posibilidad de adoptar medidas de prevención y seguridad – de ahora en adelante- que pueden implicar realizar valoraciones sociales telefónicas, con carácter general, para evitar posibilidades de contagio.

La visita domiciliaria permite aplicar las técnicas de entrevista y observación, con fines de diagnóstico y de intervención social, y el fruto de esas observaciones no se puede suplir de ningún otro modo. Los espacios en los que se desarrollan las personas hablan por sí solos, y ese intercambio de información entre profesional, contexto y persona, quedarían vedados.

Sin embargo, como bien dices, el uso generalizado de las tecnologías, han hecho posible la aparición de nuevas formas de socialización profesional y de gestión de las relaciones en la atención a las personas, y considero que esto puede ser muy bueno, de hecho, yo misma he comprobado la eficacia de estas nuevas formas de socialización, y como anécdota puedo asegurar que en estos dos meses y pico de confinamiento, he tenido más reuniones técnicas  -respecto al desarrollo de la profesión- que en todo el año 2019: todas virtuales y muy útiles.

Pero, como una misma moneda puede tener dos caras, me gustaría conversar contigo, a través de tu blog, acerca de la opinión que te merece la sustitución (o cuasi- sustitución) del componente relacional presencial (el contacto – con tacto), por prácticas virtuales y/o telefónicas.

Una voz amigable y cercana no puede compartir el mismo espacio ni el mismo escenario de intervención, del mismo modo que cien máquinas no pueden hacer una flor.

¿Te apetece conversar con mi blog y escribir sobre ello?  Yo encantada, como sabes, de leerte.

Life starts all over again when it gets crisp in the fall (1)

Inmaculada Asensio Fernández.

BlogoTSfera: profesionales y personas académicas del Trabajo Social se reúnen telemáticamente para analizar los efectos sociales del Covid19

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13 de mayo de 2020

El 9 de mayo, diferentes bloggers de Trabajo Social que componen la BlogoTSfera nos reunimos para analizar las consecuencias sociales de la pandemia generada por el coronavirus Covid19, y para abrir líneas de debate sobre el papel del Trabajo Social durante la pandemia, las consecuencias de esta crisis atómica en la ciudadanía y las respuestas orquestadas por los poderes públicos para hacerle frente. 

La BlogoTSfera es una red de Trabajo Social Digital pionera en España, generadora de conocimiento y experiencia, y relatos vivenciales relacionados con la disciplina de trabajo social. Este espacio colaborativo está en construcción permanente, a partir de la contribución desinteresada de diferentes profesionales y académicos del Trabajo Social que forman parte de ella. Se mueve, por tanto, desde el propósito de visibilizar la labor del Trabajo Social a través de diversas narrativas y voces en tiempos de cambio. A la vez que potenciando y animando el uso de nuevas tecnologías desde el Trabajo Social.

La BlogoTSfera está ubicada en la web del Consejo General del Trabajo Social; de esta manera, la organización colegial contribuye a la visibilización de la actividad de los blogs que integran este espacio virtual

La práctica del Trabajo Social se ha visto obligada a transformar sus modelos de intervención durante esta crisis provocada por el coronavirus, dado que en muchos casos se ha impuesto el teletrabajo para adaptarse a una realidad impuesta por el distanciamiento físico, y por la restricción de libertades individuales en pos del bien común: reducir la ola de contagios y el colapso del Sistema. 

Esta situación de alarma y emergencia social ha instado a las personas con responsabilidades políticas a declarar como esencial la actividad desarrollada por el Trabajo Social, junto con la actividad de las y los profesionales sanitarios, lo que supone sin duda el reconocimiento a la perentoria necesidad de buscar alternativas y soluciones al malestar social vivido por la ciudadania. 

La BlogoTSfera se hace eco de la necesidad de estar en los debates sociales, económicos y políticos, pero sobre todo de las graves y acuciantes necesidades que están emergiendo con más fuerza y a toda velocidad. De hecho, si algo ha desnudado esta pandemia, es la exigencia moral de proteger las carencias sociales sin dejar a ninguna persona en el camino. 

Esta crisis es una brusca caída del caballo, y surge en un contexto en el que los servicios públicos aún no han recuperado el pulso anterior a la crisis económica del año 2008; por tanto, viven en una reivindicación permanente por extender el brazo del bienestar hacia todas las personas, ya que las cifras de pobreza y desigualdad no sólo han crecido desde 2008, sino que ahora se está produciendo una explosión de necesidades sociales de todo tipo.

En este sentido, las personas que ejercen en servicios sociales no quisieran que la profesión sea vista únicamente como proveedora de recursos, por otra parte muy  necesarios en la emergencia, sino que quisieran que la consideración de servicio esencial constituya una oportunidad para dar a conocer la profesión en todas sus manifestaciones y posibilidades: prestar apoyos de todo tipo a la población,  diagnosticar problemas sociales emergentes y diseñar y proponer planes y proyectos para su disminución. 

Esta crisis sanitaria ha puesto de manifiesto las costuras del Sistema, y ahora más que nunca hemos visto que lo sanitario y lo social son los bastiones de una sociedad civilizada y que verdaderamente se preocupa por la calidad de vida de sus habitantes. No se puede abordar una progresiva incorporación a la normalidad sin recuperar o garantizar que las esferas psicológicas y sociales sean adecuadamente abordadas. 

La BlogoTSfera ha engrasado todos sus engranajes con el objetivo de mantener un hilo de comunicación directa con profesionales y ciudadanía en general, ofreciendo contenidos virtuales sustentados en las siguientes modalidades de intervención-comunicación-acción:

  • Intensificar la actividad de divulgación de contenido sobre la realidad de esta pandemia global Covid19, a través de los diferentes blogs que componen la BlogoTSfera, mediante acciones organizadas entre sus miembros que evidencien las primeras consecuencias que se están manifestando, y las que están por llegar en los próximos meses y años, a la luz de las cifras de desempleo y pobreza…, por no hablar del duelo social en el que estamos inmersos, dado el elevado número de fallecimientos por covid19.
  • Defender los servicios públicos de calidad, no de caridad, y las políticas sociales basadas en criterios de ciudadanía, por tanto, justas y dignas, y que necesariamente deben ser evaluadas y re-evaluadas en tiempo y lugar.  
  • Defender que todas las personas tengan el derecho a la subsistencia, para cimentar la dignidad como un valor esencial e irrenunciable.
  • Proteger el espacio profesional del trabajo social en todas sus formas de intervención, recuperando la dinámica de “lo relacional” en trabajo social, constantemente en cuestionamiento por las exigencias burocráticas y de sobrecarga del Sistema.
  • Proporcionar relatos “reales” y vivenciales de la situación en la que se encuentra la sociedad, sobre todo de aquellas personas sobre las que más pesa la injusticia, la desigualdad y pobreza.
  • Contar las diferentes historias que envuelven el desarrollo del trabajo social en este momento histórico que nos toca vivir, y también sobre los límites impuestos al desarrollo profesional del trabajo social en sus diferentes espacios de intervención, pública y privada…, y siempre desde la pregunta reflexiva: ¿está el trabajo social aportando y haciendo llegar la vivencia subjetiva de lo que acontece, haciendo llegar la voz de las personas atendidas y de las profesionales de primera línea?
  • Denunciar y reivindicar la dignidad y la justicia como única forma de lograr -el tan nombrado en estos tiempos de pandemia- “bien común”. 
  • Mostrar nuevas formas de intervención, a través del ejercicio del Trabajo Social Digital.

La BlogoTSfera, pionera en España en lo que conocemos como Trabajo Social Digital y como espacio de socialización profesional, en el que han participado 65 blogs desde su creación,   sostiene su compromiso de mantener una línea de información y comunicación con la comunidad profesional y académica del trabajo social, con la ciudadanía y con todas las personas que deseen aprovechar el contenido de esta red para mejorar de algún modo las condiciones de vida de los estamentos sociales más desfavorecidos; esperando sobre todo que se den por aludidas las estructuras políticas, ya que son al fin y al cabo las que toman las decisiones. 

En línea con lo indicado, la BlogoTSfera se marca un calendario para activar y desarrollar diferentes actividades, auto-convocándose la red para el 25 de mayo próximo.

Libertad individual frente a bienestar colectivo, a propósito de unas reflexiones de Victoria Camps

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Fuente: https://n9.cl/6kxc   Christian Schloe

La semana pasada asistí a una conferencia virtual, organizada por la Fundación Grifols, en la que participaron varias personas, entre ellas la reconocida filósofa española Victoria Camps.

La ponencia de esta filósofa se centró en analizar las circunstancias que rodean a los conceptos de libertad individual y bien común o colectivo, ya que en estos tiempos de pandemia han estado literalmente enfrentados. Esta rivalidad es debida a la Declaración del Estado de Alarma, decretada por el Gobierno de España el 14 de marzo de 2020, y a la correspondiente obligatoriedad de permanecer confinados en el domicilio, con el propósito de reducir el índice de contagios por Covid19.

El confinamiento ha sido una decisión basada en la heteronomía, esto es, basado en normas y reglas impuestas a la ciudadanía en contra de su voluntad, o con el beneplácito de su indiferencia.  La heteronomía se ayuda de las imposiciones jurídicas y las sanciones, cosa que no sucede con el ejercicio de la autonomía, que se basa en la libre elección, acción y decisión.

El hecho de que el principio de autonomía entre en colisión con el de bienestar, es algo bastante habitual en la práctica clínica, y también en la práctica profesional de la intervención social. Sin embargo, en esta situación de excepcionalidad, no es lo mismo hablar de autonomía y bienestar, que hablar de autonomía y bienestar colectivo, porque nos encontramos ante una pandemia global que presenta grandes incertidumbres y dificultades para combatir este virus, y sus consecuencias sanitarias, sociales y económicas.

Además, se dan ciertas controversias respecto a cómo afecta el virus a la población, pues a algunas personas no les genera síntomas, y a otras las enferma gravemente, e incluso llegan al fallecimiento en poco tiempo. Es preciso, por tanto, actuar con suma prudencia.

La prudencia aconseja evitar el colapso de la sanidad pública en el territorio, dada la velocidad de contagio que presenta el Covid19. Precisamente, se ha optado por un compromiso de convicción ante la tragedia, y se ha procedido a limitar el uso de las libertades individuales para atender una situación grave y excepcional.

Las personas somos soberanas para infringirnos daño a nosotras mismas, pero no para infringirlo al resto, aunque no seamos conscientes de ello. La compasión, además, funciona como mecanismo psicológico para sentir el dolor del otro y actuar conforme a un principio de solidaridad. La razón no es lo único que fundamenta la acción, también lo son las emociones, y la compasión forma parte de ellas.

Con frecuencia, cuando se habla de autonomía sólo se contempla una de las caras del derecho a la libertad, pero no los deberes o responsabilidades que entraña ser libres (esto también lo refuerza Fernando Savater en su libro “Ética para Amador”). El bien común es un valor de suficiente peso para abogar por una limitación –temporal eso sí- de libertades: en el caso que nos ocupa, para reducir el número de contagios y de muertes, sobre todo de las personas más vulnerables de la sociedad.

Hablamos, pues, de libertad individual frente a salud pública.

El control supone una invasión de la intimidad de las personas, y puede llegar a ser muy lesivo; de hecho, hay personas que afirman que durante el Covid19 hemos vivido es un estado policial, a juzgar por el elevado número de sanciones que se han producido, hacia aquellas personas que han tratado de eludir las medidas de restricción impuestas. La cuestión filosófica aquí es que, si queremos una libertad limitada, no contraria con el espíritu de la democracia, hay que ejercer una libertad responsable, es decir, una libertad que asume sus propios límites, una libertad en la que -como sociedad o como colectivo- podemos confiar.

Pero luego surge otro escollo en la comprensión de los riesgos que supone exponerse socialmente en una situación de pandemia, y son las noticias falsas o fake news. Estas fake, como se las llama coloquialmente, han jugado en contra durante esta crisis sanitaria, por alentar -en ocasiones- a la ciudadanía, en corrientes de opinión contradictorias respecto a un tema muy serio, como es la salud pública.

Se encuentran fácilmente, de hecho, noticias falsas que se basan en corrientes pseudo-cientificas que pueden poner en riesgo la salud de buena parte de la población, sobre todo aquellas que niegan la pandemia y que alientan a las personas a que se adhieren a sus ideas de no respetar las medidas de distancia física o de confinamiento…, sin que sus postulados puedan demostrar la certeza absoluta sobre lo que afirman. Más que basadas en la ciencia, se basan en la fe -esa que  inevitablemente es ciega- de manera que podemos estar en lo cierto…, o no.

En estos momentos, observamos que el des-confinamiento plantea un importante desafío para los poderes públicos y para la sociedad en su conjunto, ya que supone el paso ordenado desde la restricción de libertades, hacia el ejercicio responsable de la autonomía. Se trata, pues, de ir rebajando progresivamente el nivel de control hacia la ciudadanía, sin invadir la intimidad personal: con conciencia, confiando en que todo va a salir bien.

El análisis de estos conceptos éticos desde la mirada de Victoria Camps, me parece un punto de equilibrio para toda la situación que estamos viviendo. No es fácil afrontar una pandemia mundial, y esta no es la primera ni será la última. La historia lo atestigua.

Inmaculada Asensio Fernández.

Investigación sobre retos éticos del trabajo social durante el Covid19

En mi deseo de que este cuestionario sea cumplimentado por el mayor número de profesionales del trabajo social, comparto esta información sobre una investigación internacional que se está llevando a cabo en este momento. No formo parte del equipo investigador, pero considero fundamental darlo a conocer para que sus resultados reviertan en todas las personas que ejercemos el trabajo social. 

Resumen:

Comparto esta información sobre un proyecto de investigación internacional sobre retos y desafíos éticos a los que se están enfrentando las trabajadoras y los trabajadores sociales durante la pandemia del COVID-19.

IMPORTANTE: cuestionario online (10 minutos) para conocer los dilemas éticos de trabajadoras y trabajadores sociales durante la pandemia COVID-19.

Enlace al cuestionario:

https://durham.onlinesurveys.ac.uk/retos-eticos-para-el-trabajo-social-durante-el-covid-19-u

Contacto principal:

  • Sarah Banks, Universidad de Durham, U.K.
  • Tian Cai (Research Assistant), Durham University, UK.

Colaboradores:

  • Teresa Bertotti, University of Trento, Italy.
  • Ed de Jonge, University of Applied Sciences, Utrecht, Netherlands.
  • Jane Shears, The IFSW Ethics Commission.
  • Rory Truell, IFSW Secretary-General.
  • Michelle Shum, Hong Kong Baptist University, Hong Kong.
  • Ana M. Sobocan, University of Ljubljana, Slovenia.
  • Kim Strom, University of North Carolina, USA.
  • María Jesús Úriz, Universidad Pública de Navarra, Spain.
  • Merlinda Weinberg, Dalhousie University, Canada.

Texto de invitación y descripción del proyecto:

Te invitamos a participar en una investigación dirigida por la Federación Internacional de Trabajo Social (IFSW) y un grupo de investigación internacional sobre ética del Trabajo social. Este grupo está formado por diversas personas del ámbito académico de varios países, incluido España.

El objetivo de la investigación es averiguar cuáles son los principales retos y desafíos éticos a los que se están enfrentando las y los trabajadores sociales durante la pandemia del COVID-19. Puedes participar en este estudio si eres trabajador o trabajadora social o estudiante de Trabajo social.

Cuando pinches en el enlace que aparece más abajo, te aparecerá un cuestionario online en el que te pedimos que compartas con nosotros algunas de tus experiencias durante la pandemia. Por ejemplo, situaciones en las que te resulta (o te ha resultado) difícil elegir un curso de acción correcto. Si prefieres comentar tus respuestas, podemos tener una conversación online más detallada. En este caso, puedes contactar con María Jesús Úriz Pemán, profesora del Dpto de Sociología y Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra (ivan@unavarra.es).

El cuestionario está disponible en el siguiente enlace. En él se indica, al comienzo, más información sobre la investigación.

Spanish: https://durham.onlinesurveys.ac.uk/retos-eticos-para-el-trabajo-social-durante-el-covid-19-u

El cuestionario se puede responder hasta el lunes 18 de mayo de 2020.

Muchísimas gracias por tu tiempo y contribución en esta difícil situación que estamos viviendo. Todo lo mejor en este tiempo de incertidumbre.

Comparto por petición expresa de difusión por parte de una de las personas que colaboran con este proyecto, María Jesús Uríz Pemán (Universidad Pública de Navarra).

Inmaculada Asensio Fernández.