Estoy atravesando una crisis personal,¿sobreviviré para contarlo?

Foto tomada por Inmaculada Asensio, en Mecina Bombarón.

Foto: Inmaculada Asensio. Mecina Bombarón, 2014.

Las crisis son problemas que se originan por situaciones que, aunque suelen ser temporales, provocan un desorden en el estilo de vida, hábitos y forma particular de interpretar el mundo por parte de la persona. El concepto de crisis, pues, se refiere a un desajuste de un estado de equilibrio, debido a un acontecimiento que puede ser vivido como una amenaza o como un desafío, en principio incontrolable. Todo lo que conocías…, todo aquello con lo que te has venido identificando hasta la fecha, se tambalea o desaparece.

Las crisis asustan mucho, pero una vez se supera una, se desarrollan habilidades y estrategias de afrontamiento que nos acompañan durante toda la vida.

Conceptos fuerza: Acontecimiento – Temporal – Incontrolable – Desorden – Desajuste – Equilibrio – Amenaza – Desafío – Oportunidad – Maduración – Recursos.

El acontecimiento de la crisis crea un problema en la vida cotidiana de la persona que la está padeciendo, y afecta a su estabilidad durante una temporada, ya que digamos que vive en una especie de secuestro emocional.  Es presa de lo que siente y lo vive con total intensidad, de manera que, o bien se afana desesperadamente por encontrar una salida a su prisión (con tensión o ansiedad), o bien puede desmoronarse y entrar en un estado de suma pasividad y melancolía, lo que puede preceder a una fase de depresión.

Tanto la ansiedad por salir, como la pasividad y la tristeza de la depresión son los intentos desesperados que hace nuestro ser biológico y emocional por mantenerse a flote y no hundirse del todo. Sin embargo, ni un estado ni el otro garantizan que la salida se produzca con más rapidez y con menos daño; es decir, el precio de madurar y salir fortalecidas es que durante un tiempo nos va a doler, y esta realidad es como un peaje que hay que pagar sí o sí para renacer como el Ave Fénix.

Las crisis se caracterizan por la brusquedad con la que aparecen y los estragos que producen en la dinámica habitual de vida, en el sentido de que parecen arrasar con todo lo que encuentran a su paso. Sin embargo, éstas suponen una oportunidad para reorganizarlo todo, para tirar aquello que ya no nos sirve y para reajustar lo que se necesita para continuar con el propio rumbo.

Créeme, son experiencias vitales por las que atraviesan todas las personas en algún momento de su vida, y están ahí para hacernos crecer.

Las crisis llegan y se van. No te empeñes en otra cosa. Son como una estación de tren por la que hay que atravesar temporalmente.  No se puede vivir en un estado de crisis permanente, de hecho difícilmente se soportaría. De un modo u otro, la naturaleza humana encuentra los mecanismos de auto regulación para adaptarse a la nueva situación, hacer los cambios necesarios para mejorar nuestro presente, y sobre todo re-definir nuestro propósito y proyecto de vida, pues hasta que llega el momento de la cuarta pregunta -como lo llaman muchos- o de la muerte, son muchas las enseñanzas, recorridos, aventuras, ilusiones, cambios y re-estructuraciones por las que hay que atravesar para terminar reconociendo: “Si, he vivido”.

Aprendiendo de la naturaleza.

He leído por ahí que las águilas tienen un ritual muy curioso para madurar, a través de su larga vida. Cuando su pico y sus uñas están tan deformadas por el paso de los años que les impiden defenderse y alimentarse de la manera más adaptada al medio y a su naturaleza, se retiran a una montaña elevada, y en la más absoluta y escrupulosa soledad, se arrancan una a una cada una de sus uñas con su propio pico, para finalizar arrancándose el pico también, golpeando el mismo contra la fría y dura roca. Esto lo hacen para que tanto el pico como las uñas crezcan nuevamente, fuertes y sanas, y les permitan afrontar una vida larga y llena de experiencias.

¿Acaso este proceso no es doloroso para el Águila? Sin embargo es totalmente natural y necesario, tanto como el fluir y el aceptar que lo único permanente en la vida es el CAMBIO.

Y al igual que el Águila, fijaos en la magistral metáfora que se esconde tras el mito del Ave Fénix, que cada noche muere ardiendo en llamas, para renacer de sus propias cenizas a la mañana siguiente, con toda su gloria, y mucho más fuerte que el día anterior.

¿Y por qué nos hacemos más fuertes y más sabios con el paso de los años…?

Por las experiencias que vamos afrontando, superando y acumulando en la estela evolutiva de nuestra vida. Cada experiencia por la que se atraviesa deja un surco que difícilmente se olvida, y que además permite su contemplación en aquellos momentos en los que se siente el frío de la noche oscura del alma, como han denominado algunos autores a esos estados existenciales en los que parece que uno va a encontrar la misma muerte, por el dolor y el sufrimiento que siente.  Además, proporcionan nuevos recursos que, sin atravesarlas, no podríamos adquirir de ningún otro modo.

Cada vez que se traspasa una crisis, la persona que regresa de ese viaje no es la misma que a su partida. Por algo se dice que la palabra crisis etimológicamente significa cambio. Esa persona se ha visto obligada a mirar hacia dentro, hacia lo oscuro de su propio ser o hacia lo más ingrato que guarda dentro de sí, que bien puede adoptar la forma de defectos, miedos,  complejos no superados, recuerdos y memorias de experiencias vividas, de personas o de situaciones que aquí y ahora no están, o la estela dejada por las desilusiones de los sueños rotos.

La buena noticia es que de las crisis se sale, a veces en solitario, y otras veces buscando apoyo en personas de nuestro entorno, o en profesionales que se dedican a la labor de ayuda; y esto sólo lo saben las personas que han hecho este viaje y que han regresado para contarlo.

Si te encuentras ante una situación crítica, pregúntate qué has de aprender de toda esa experiencia, y esfuérzate por mudar las uñas y el pico cuanto antes, no trates de huir del proceso, pues es toda una vida llena de experiencias y de reencuentros la que te espera, cuando estés preparada y empoderada para arrojarte nuevamente al mundo. Y como he mencionado más arriba, recuerda que pedir ayuda también es un recurso, y muy importante –por cierto.

Salir se sale, eso seguro. La naturaleza lo ha dispuesto así.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

Cultivar la paciencia

semilla

La paciencia es un músculo como cualquier otro que conviene ejercitar, porque vivimos en una sociedad donde se cultiva justamente lo contrario: ser el más rápido, el más competitivo, el mejor, atesorar más…  con lo que trabajarla tiene que ver con derribar ciertos cimientos culturales sólidamente arraigados.

Si hay algo que caracteriza al ser humano es el deseo, y este deseo puede entrañar tanto sentimientos positivos derivados de sentirse vivo o viva, como un sentimiento de frustración o sufrimiento cuando la “cosa” que se desea no parece estar a nuestro alcance, aquí y ahora. Eso acelera todos nuestros mecanismos físicos y psíquicos para intentar conseguir lo deseado, y no caer en el pozo de la desilusión.

La paciencia es necesaria para afrontar los diferentes retos y cambios que nos plantea la vida, para hacerlo de manera reflexiva, ordenada y pacífica, y con el  menor coste emocional posible –el justo para poder aprender y crecer, pero sin entrar en el *sufrimiento (http://es.wikipedia.org/wiki/Sufrimiento).

Poner el foco de atención en tu paciencia, equivale a una apuesta por ti mismo o misma, por acercarte a la idea del No Hacer, ya expuesta y desarrollada por Emilio Carrillo (http://emiliocarrillobenito.blogspot.com.es/). Trabajar la paciencia significa estar en el aquí y ahora, enraizarte todo lo que puedas a tierra,  pisar suelo firme, sin ansiedad, sin prisas… desde la idea original de que si algo tiene que suceder, sucederá.

Desde la paciencia no se experimenta el miedo. Todo lo contrario, se experimenta el amor…  la escucha, la entrega a la propia vida, el gozo y el agradecimiento por estar aquí.

Trabajar la paciencia es aceptar la ansiedad cuando aparezca; sentarte a respirar y esperar que pase.

Esperar que pase.

Las cosas más hermosas de la vida, las más duraderas o sólidas, no se consiguen en un segundo. Requieren su tiempo.

Deja espacio para que sea, lo que tenga que ser. No te apresures. No permitas que tus pies se eleven del suelo, pues el contacto con la tierra te proporciona el equilibrio que necesitas para caminar por la vida.  Abre los ojos, es todo un mundo lo que tienes ante ti: el cielo, las nubes, las personas que te rodean…

Observa con conciencia: eso es la espera. Eso es dejar espacio para que sea, y bendito sea si ES, y si no ES, pues también.

Inmaculada Asensio Fernández.

Fragmentos de vida contemplando el mar. 

¡Vaya familia que tienes tú!, ¿no?

gato sorprendido

Hay personas que se sorprenden cuando conocen detalles íntimos sobre la suerte de vida que han tenido otras. Sucesos acaecidos en el pasado por parte de un padre, una madre, una tía, una hermana, una abuela, etc, en la que alguien–como se suele decir- ha salido mal parado. Se sorprenden, cuál inocentes aves recién caídas del nido, y se preguntan cómo es posible que semejantes historias puedan darse en el seno de una familia… sobre todo de una familia de la que cabe esperar que alcance el calificativo de NORMAL.

“¿Cómo es posible que no conozcas a tu padre? ¿O que tu abuela haya crecido al amparo de una institución pública u hospicio? ¿Cómo es que tu primo ha estado enganchado a la droga? ¿De verdad tu tía estuvo en la cárcel? ¿Sufriste malos tratos de niño? ¿Cómo es eso de que tu familia era muy pobre? ¿De verdad tu madre tenía problemas de salud mental graves? (…)”.

¡¡¡Es para echarse las manos a la cabeza!!! – exclaman algunos-as, con un gesto que oscila entre la incredulidad, la pena, la fatalidad, e incluso la vergüenza.

Estos pueden ser simples ejemplos de situaciones familiares que podrían despertar asombro en muchas personas; sin embargo no creáis que conforman hechos aislados, sino que son susceptibles de darse en el marco de cualquier familia, independientemente del status social y cultural que tenga.

La mayor parte de las veces, lo que no se conoce, NO EXISTE (o mejor dicho, es como si no existiera).

No todas las familias atraviesan por las mismas experiencias y dificultades, eso está claro. Y por este motivo, cada persona tiene su propio MAPA, su hoja de ruta con la que ver el mundo… con indicaciones, caminos y señalizaciones más o menos flexibles. Con la ayuda de este mapa nutre su vida y sus relaciones.

Ejerzo profesionalmente como trabajadora social. En mis 11 años y pico de carrera profesional he realizado multitud de visitas domiciliarias y entrevistas, a personas y familias, cuyos relatos de vida no dejaban indiferente a cualquiera. Episodios duros, experiencias dolorosas y también de mucha superación personal, o resiliencia. Puedo decir que ya casi no me sorprendo de nada, lo cual no significa que no haya situaciones, a veces, que me toquen o me sobrecojan de algún modo. Por alguna razón nos recuerda Elsa Punset, que el lenguaje universal de las personas humanas son las emociones, y éstas nos las comunicamos simplemente mirándonos a los ojos.

He tenido entrevistas en las que he observado a la persona hablar con la boca pequeña acerca de ciertos detalles privados de su historia; justificándose exageradamente, apelando a la vergüenza ajena para continuar su relato con normalidad, bajando la cabeza. En muchas ocasiones les digo: no os preocupéis, como dijo un tal Terencio: “nada de lo humano me es ajeno”, y además, yo también tengo familia. En ese momento detecto un gesto de relajación o calma. Es como si ese simple comentario les legitimara para expresarse con naturalidad y sin miedo, desde una posición digna.

La persona que tropieza… o se cae, o aventaja camino” (dicho popular).

La apertura hacia aquello que es desconocido, sin juicios y sin miedos, nos puede ayudar a comprender y a aceptar la diversidad de situaciones familiares (o personales) que coexisten en nuestro entorno; a ser más empáticos, a ponernos en el lugar del otro; pero no hace falta irse muy lejos para toparse con la diversidad, sólo tienes que echar una ojeada a tu ciudad, a tu barrio, a tu bloque de vecinos…  con una actitud abierta, con la curiosidad de un niño o una niña.

Antes de echarnos las manos a la cabeza,

conviene levantar la vista del propio ombligo

y observar el mundo,

la especie que somos.

Las manos sueltas y ligeras

 facilitan el caminar.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

El poderoso impacto que tienen las palabras

PALABRAS

Sé impecable con tus palabras -dice el Dr. Miguel Ruiz en su libro «Los cuatro acuerdos». Este principio fundamental del Dr. Ruiz nos recuerda el poderoso impacto que las palabras tienen para la vida de las personas, y cómo influyen en el modo y la calidad de sus relaciones con los demás.

Lo característico que tienen las palabras es que una vez pronunciadas, ya no vuelven. Y no sólo quedan contenidas en el ambiente o espacio donde han venido a caer, sino que su eco resuena en la propia conciencia del que las emite, y en la de la persona a la que se han dirigido, generando una onda expansiva que puede ser de amor, comprensión, alegría, dicha… o de rechazo, dolor, angustia, odio, tristeza… entre otras. Es por este motivo importante pararse a pensar, antes de calentar con nuestras palabras las conversaciones que mantenemos con los demás, o incluso los diálogos en off que mantenemos con nosotros y nosotras mismas.

De cada persona depende la calidad de sus pensamientos y la fuerza de sus reacciones. Si no sabemos reaccionar de una manera constructiva ante el dolor, la frustración, el enojo o el miedo, podemos aprenderlo, para nuestro beneficio y para el beneficio de quiénes nos rodean.

Hace un tiempo recibí un email que trataba sobre las heridas que dejan las palabras, utilizando la metáfora del folio en blanco:

Imaginad un folio en blanco, liso, limpio y en perfecto estado. Si este mismo folio es tomado por una persona en estado rabioso o enfurecido, hay probabilidades de que lo estruje y lo deje reducido a una diminuta bolita de papel, que más tarde acabará tirada por el suelo o en la papelera.

papelSi una vez hecho esto, alguien tomara esa misma bola de papel e intentara dejarla igual que antes, es decir, blanca, lisa, limpia y en perfecto estado, por mucho que se afanara tratando de estirar el papel, sería muy difícil que quedara como nuevo, pues siempre se notarían los surcos de todas esas dobleces tras estrujarlo con fuerza. Y cuanto mayor haya sido la violencia o agresividad para reducir el folio a bolita de papel, mayores serán esos surcos y más difícil será devolverlo a su estado original.

Esta metáfora pone de manifiesto algo que sucede todos los días en las relaciones interpersonales, donde la comunicación se torna tensa y difícil, y se terminan diciendo palabras dolorosas, desde el yo más herido y frustrado, y que dañan a la persona a la que se dirigen. Este acto viene del proceso de dejarse llevar por la EMOCIÓN del momento, además del NO-PENSAR o no- reflexionar sobre lo que se está diciendo y sus repercusiones.

Ahora bien, tan importante es no perder las formas en una conversación, como tener en cuenta que esas mismas palabras, expresadas para causar dolor, aunque se digan en tono afable y tranquilo, pueden generar el mismo impacto anteriormente descrito.

El poder de las palabras es innegable. Estas, una vez pronunciadas, funcionan como hechizos, y esto nos lo recuerda el Dr. Miguel Ruíz en el libro mencionado. Funcionan como hechizos que dejan a las personas que las emiten y reciben envueltas en una dinámica, inercia o energía a la hora de relacionarse, generando malestar o bienestar, pudiendo causar pérdidas irreparables.

La reflexión en estos casos, aunque sea a posteri, puede ayudar a modificar este tipo de comportamientos, canalizando esas emociones de una forma más ecológica con el entorno.
De cada persona depende la calidad de sus relaciones y de su vida; es por ello importante recordar esa frase que dice: «no hables si lo que vas a decir no es más bello que el silencio».

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

La mejor herencia de una madre a una hija es haberse sanado como mujer

Imagen

Imagen tomada de el periódico «El ciudadano, noticias que importan»

Y una mujer pregunta: -¿Cómo se sabe si se ha sanado la mujer?-

Mi respuesta: la madre que ha sanado su parte de mujer se distingue por:

  • Reconoce el valor que hay en ella, en sus hijas y en el resto de mujeres.
  • Reconoce y disfruta de su sexualidad, con amor y respeto, sin ocultarla.
  • Transforma las heridas en aprendizajes y puede hablar de ellas con total naturalidad.
  • No espera que el pasado cambie. En todo caso crea un presente mejor.
  • No carga a los hijos con sus responsabilidades.
  • Sabe dar y recibir amor.
  • Fluye con la vida. Ríe y sueña.
  • Es generosa.

Y la misma mujer vuelve a preguntar: ¿Y si a pesar de eso se estanca y deja de ser ella misma por el peso de sus hijos…?

La madre que ha sanado su parte de mujer no concibe a los hijos como una carga, sino como el fruto del amor hacia la persona que ama o ha amado y con la que decidió crear una familia.

Si ha sanado de veras, sabe situar cada cosa en su lugar y justa medida, sin menoscabar su propia vida y sus necesidades. Sabe soltar y tomar al mismo tiempo.

Ha sanado porque compagina su rol de madre, con su rol de mujer. Ya no se siente imprescindible para nadie, salvo para ella misma. Ya no espera que la valoren por su capacidad de cuidado o de amor a los demás. Ama simplemente porque ELLA es el amor.

Esta mujer no renuncia a su propia realización, que va más allá de lo que los demás esperan de ella. Ha aprendido a ESCUCHARSE y poco a poco se concede el permiso de ir conquistando sus pequeños y posibles sueños, que entre otras cosas ya no posterga.

Esa mujer VIVE. Sin más.

Inmaculada Asensio Fernández

La fábula de la vaca

Imagen“Había una vez un viejo maestro que decidió visitar junto a su discípulo la casa más pobre de la comarca, donde malvivía una familia con una sola posesión: una famélica vaca cuya escasa leche les proveía de insuficiente alimento, pero alimento al fin y al cabo. El padre, hospitalario, les invitó a pasar con ellos la noche.
Al día siguiente, muy temprano, el maestro le dijo a su discípulo: “Ha llegado la hora de la lección”. Y el maestro sacó una daga y degolló a la pobre vaca.
–¿Qué clase de lección deja a una familia sin nada? –se quejó el discípulo.
–Fin de la lección –fue la única respuesta.
Un año más tarde volvieron al pueblo y donde estaba la casucha destartalada encontraron una casa grande, limpia y bastante lujosa.
Vieron salir al padre de familia, que no sospechaba que el maestro y el discípulo habían sido los responsables de la muerte de su vaca, y les contó cómo el mismo día de su partida algún envidioso había degollado salvajemente al pobre animal…
–… esa vaca era nuestro sustento. Pero cuando vimos a la vaca muerta, supimos que estábamos en verdaderos apuros y que teníamos que reaccionar. Y lo hicimos. Decidimos limpiar el patio que hay detrás de la casa, conseguimos algunas semillas y sembramos patatas y algunas legumbres para alimentarnos. Muy pronto vimos que nuestra granja casera producía más de lo que necesitábamos, y así empezamos a vender. Con las ganancias compramos más semillas, y así hasta hoy mismo que he comprado la casa de enfrente para plantar más patatas y hortalizas y algo de…
Mientras el padre de familia seguía hablando, el discípulo se dio cuenta de que aquella vaca había sido la cadena que mantenía a toda la familia atada a una vida de conformismo y mediocridad.
Autor de la fábula: Camilo Cruz, Ph.D.
Fuente: http://www.uaca.ac.cr/bv/ebooks/administracion/6.pdf

Reflexión:
La historia de la vaca es la historia de la mediocridad.
Y si un día te quejas y el maestro llama a tu puerta… ¿Qué vaca encontrará?
Todos tenemos vacas de las que deshacernos de algún modo, bien sea en lo laboral, en lo personal o en lo sentimental… El elemento de reflexión aquí sería:
¿Cuál es la vaca que frena tu desarrollo o expansión?
Pueden ser tus pensamientos, tu pereza, tus excusas, tus dependencias, tu comodidad, el aferramiento a personas, situaciones o cosas que no te dejan avanzar en tu propósito de vida, en el despliegue de todo tu potencial.
Hoy puede ser un buen día para hacerse esta pregunta.
Y si no hay ninguna vaca, pues mejor… en ese caso es una buena oportunidad para leer una interesante fábula y compartirla con aquel o aquella que la necesite en este momento.

Por: Inmaculada Asensio Fernández

 

 

Dónde me coloco yo cuando tengo un problema.

Ilustración de Rebecca Dautremer

Ilustración de Rebecca Dautremer

Son muchos los momentos en los que lo pasamos mal ante un determinado problema, exigiéndonos, obligándonos a hacer o adoptar roles y actitudes que no queremos o no nos corresponden. Los sentimientos que se generan en este tipo de situaciones pueden ser verdaderamente dolorosos e incapacitantes.

Muchas de las veces en las que una persona acude a mi con un problema, desde la objetividad que me otorga no estar implicada emocionalmente en él, puedo percatarme claramente de que no es consciente del lugar en el que se ha colocado frente al mismo, y esto es determinante para que lo pueda afrontar de manera adecuada.

Mi hipótesis de partida en esta entrada, es que lo más importante no es en sí el problema que se tenga, sino donde la persona se sitúa frente al mismo, lo que se traduce en adoptar una determinada postura o actitud. Esto es válido tanto para los problemas, como para la vida en general. Por algo dicen que la actitud lo es todo.

Recuerdo una ocasión en la que atendí a una mujer, de unos 27 años, que se encontraba bastante agobiada y ansiosa porque su hermano de 30 años estaba atravesando una depresión mayor y prácticamente no salía de casa. Este hermano vivía con la madre de ambos en Madrid, y la madre la llamaba a ella constantemente para desahogarse. Esta mujer me decía que se sentía culpable e impotente por no saber qué hacer. Su madre algún día moriría y se preguntaba qué sería de su hermano. La atormentaba pensar que sería ella la que tendría que cuidar de él. Se negaba siquiera a dar forma en su cabeza a esta posibilidad; no quería renunciar a su independencia y a sus proyectos de vida.

Le pregunté por su padre, y me dijo que también vivía en Madrid, pero que su madre y él estaban divorciados. Indagué acerca de la relación que tenían sus padres entre ellos, y para con los hijos. Ella contestó que no era una mala relación, pero que su padre siempre había vivido muy despreocupado y que no estaban acostumbrados a solicitar su ayuda. Sin embargo él ama a sus hijos, y cuando lo llaman está dispuesto a colaborar.

Durante el transcurso de la entrevista me di cuenta de que esta mujer se estaba alzando como «salvadora» de la familia *(ver la definición de salvadora a pie de página); se estaba colocando en una posición de mucha vulnerabilidad, exigiéndose más de lo que podía dar, y de lo que era su responsabilidad. Por este motivo, en lugar de ayudar, se estaba llenando de rabia, eludiendo a su hermano y discutiendo con él cada vez que tenía la más mínima oportunidad. Además de estar quemada con su familia, estaba desganada por completo con su propia vida. Sin ganas de ponerse en marcha con todos los proyectos que tenía pendientes. Bloqueada para avanzar y para tomar decisiones.

Ayudándome de ciertas orientaciones de la sistémica, y con el objetivo de generar una imagen que ella pudiera integrar dentro de sí,  tomé un par de objetos de la mesa (un pisapapeles y un lapicero) y le dije: estas dos figuras son tus padres. De igual modo tomé una goma de borrar y un sacapuntas y le dije: estas dos figuras sois tú y tu hermano.

La imagen sobre la mesa era la siguiente:

Los padres frente a sus hijos. Los padres miran a los hijos, los sostienen con su mirada.

– Le dije: son los padres los que tienen la responsabilidad del cuidado y protección de los hijos, ese es el orden. Y tus padres aún están aquí, y ejercen labores de apoyo a tu hermano.

Tras conversar un buen rato, ella fue reconociendo que hay muchas cosas que sus padres están haciendo para ayudar a su hermano, pero ella las considera insuficientes. Sin embargo ese nivel de exigencia la estaba llevando a una situación de mucha ansiedad. La recomendación que le hice en aquel momento era recordar y repetir esta frase cada vez que se sintiera agobiada por el peso de la situación problema de su hermano:

«Papá y mamá se hacen cargo de todo».

Al escuchar y repetir esta frase, ella comenzó a respirar aliviada. Resulta paradójico, pero poner fuera de sí semejante responsabilidad, la aliviaba, y comenzó a llorar. Comentaba todo el tiempo que al ser ella la sana de la familia,  se sentía como en deuda. Se había ido de casa para buscarse la vida y su hermano se había quedado allí, donde tanto habían sufrido de pequeños ¿Porqué ella había podido salir y él no?

La reforcé en su decisión de irse y le dije que era mucho más valioso lo que ella podía aportar estando bien, sintiéndose libre y fuerte, que sintiéndose bajo el yugo de la presión del sistema familiar, que lo único que estaba provocando en ella era ansiedad, tristeza y un profundo sentimiento de rechazo hacia su familia, sobre todo hacia su hermano.

Meses más tarde hablé con ella y su narrativa había cambiado por completo. Me dijo que la relación con su hermano había mejorado, sobre todo porque su manera de relacionarse con él no era desde la exigencia y desde el enfado, sino que estaba aprendiendo a valorarlo, a verlo como a un igual, como a su hermano. Ella es la hermana pequeña, y ahora es consciente del lugar que ocupa dentro de su sistema y se siente mejor. Compartió conmigo que ahora está estudiando para mejorar su carrera profesional y centrada en progresar en este sentido, así como dando los primeros pasos de convivencia con su pareja.

Dado que sus familiares viven en otra ciudad, cada cierto tiempo la visitan y tiene una relación equilibrada con todos ellos. Se siente menos enfadada y abusada por su familia (que era otra de las cosas que más le molestaban), pues su posición ha cambiado.

Ahora comprende que es mucho más lo que tú puedes hacer por ti, que lo que puedes exigir a los demás, y que cuando te sientes bien, puedes ayudar de una manera más serena y amorosa a los tuyos, respetando tu espacio y tus límites.

Si tienes que salvar a alguien, que sea a ti mismo-a. Sólo de ese modo podrás apoyar a los demás.

No hay que olvidar que el mero hecho de estar bien, es una valiosa ayuda para las personas a las que amamos y a las que tenemos cerca, aunque no nos demos ni cuenta. Es verdaderamente reparador rodearse de personas con una actitud sana y positiva, es por ello importante centrarse en estar satisfecho con uno-a mismo-a para que esa onda expansiva llegue a los demás, de la forma que sea.

Este caso, expuesto de manera muy resumida y obviando muchos detalles que harían muy extensa esta entrada de blog, pone de manifiesto de qué manera las posiciones son determinantes en diferentes esferas de la vida, pues según andes situado o colocado ante una determinada situación, tienes un ámbito de decisión o tienes otro, tienes más visión o menos, tienes más control, menos o ninguno… Sufres más o sufres menos… siendo el problema exactamente el mismo.

Tu lugar frente a las circunstancias, lo determina todo.

Podemos resistirnos, confrontar, pelearnos con la realidad y con todo el mundo, así como sentirnos profundamente desgraciados-as. Y todo eso no cambiará nada, sólo nos apegará a lo que tratamos de evitar: el conflicto. Pues de todo lo anterior está hecho el conflicto, además de todas las historias que nos contamos una y otra vez sobre las cosas que nos suceden o sentimos.

¿Alguna vez te has preguntado quién serías sin tu historia? ¿Quién serías si no recordaras nada de lo que has vivido? ¿Quién serías si dejaras de repetirte una y otra vez lo que tienes que hacer?

LIBRE.

Entonces, ¿Cómo me coloco, donde está mi lugar?

Mi lugar está en la serenidad, en el equilibrio, no en los pasos apresurados, en la rabia o en el llanto desmedido.

Mi lugar está en separarme de eso que me daña para poder tomar perspectiva, pues si no veo la panorámica general, sino sólo aquello que a mi me está haciendo daño ¿Cómo puedo yo tener acceso a esa fuente de sabiduría interna que siempre pugna por mantenerme a salvo? Imposible, al igual que es imposible mantenerse a flote en altamar en un bote, dando saltos, correteando de aquí para allá y no dándote cuenta de donde pones el pie en el siguiente paso.

¿Se aprende por ensayo y error en estos casos?

Mi hipótesis de partida es que no. No se aprende por ensayo y error a situarse en un lugar seguro o neutro frente al problema. Sólo la conciencia nos puede llevar de la mano a ello, y aún así puede no ser un camino de rosas precisamente, pues los sistemas familiares están provistos de una serie de mecanismos férreos, entre los cuales se encuentra la fidelidad o lealtad al sistema, y esta lealtad puede llevar a una persona a entrar en una espiral problemática o de sufrimiento (aun viéndolo venir), y aceptarlo a pies juntillas. He visto a muchas personas enfermar por fidelidad a su familia, por no protegerse o dar más de lo que en ese momento podían dar.

El amor une, sin embargo la lealtad mal entendida puede generar graves conflictos personales.

No es un camino de rosas, pero es un camino de responsabilidad hacia uno mismo, y merece la pena recorrerlo. Al fin y al cabo, esa es la única manera de ser verdaderamente libres y, porqué no decirlo, también dichosos.

 

Nota (1) Definición de persona salvadora: Dícese de aquella persona que por lo general asume más responsabilidad y cargas familiares de las que le corresponden, llegando en muchos casos a enfermar por ello. No se sienten merecedoras de apoyo ni de ayuda, y no saben pedirla. No suelen hacerse conscientes de su deterioro hasta que alcanzan niveles de sufrimiento muy profundos. No suelen confiar en los demás. Suelen tener interiorizada una idea de intenso sacrificio para lograr avances en la vida y con facilidad suelen sentirse imprescindibles para los demás. De algún modo sienten que han tenido más suerte o bienaventuranza que los diferentes miembros de su sistema familiar, o de algún modo han sido más beneficiadas que el resto, lo que les provoca un profundo sentimiento de deuda que pone en marcha un mecanismo enfermizo de intentar reparar –en muchos casos- lo irreparable. (Definición propia).

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

Madurez Activa

ImagenEl envejecimiento activo es un tema de actualidad en nuestro país, sobre todo teniendo en cuenta que se estima que en el año 2050 los mayores superarán en número a los jóvenes. De este fenómeno se derivarán nuevas situaciones sociales, económicas, políticas y culturales que no se pueden obviar. Por ejemplo: en 2050 yo misma tendré 72 años (ahora 35), con lo que la que suscribe será una de las protagonistas de esas cifras de envejecimiento progresivo de la población que se están barajando.

Todas las personas, mayores o no, disponen de más herramientas para enfrentar los retos que plantea la vida si poseen una formación adecuada y si están convenientemente alentados, bien mediante frecuentes y nutritivas relaciones sociales, bien mediante el estímulo que generan los procesos de enseñanza- aprendizaje, fundamentales a lo largo de toda la vida. La formación permanente es necesaria para fomentar que las personas mayores participen de forma activa en la sociedad que habitan, y en todas aquellas cuestiones de agenda que nos afectan a todos, pues tienen todavía mucho que decir y que hacer para mejorar la vida de las comunidades a las que pertenecen.

Me apetece compartir con vosotros-as el enlace a una revista que se llama Madurez Activa, que trata de manera muy profesional y rigurosa todo lo relacionado con el envejecimiento activo y con las cuestiones de interés de las personas mayores, y de la población en general. A ver qué os parece:

Acceso directo número 24: http://www.fadaum.org/revistas/madurezactiva_24.pdf

Inmaculada Asensio Fernández.

El Método The Work de Byron Katie como herramienta terapéutica en trabajo social

RESUMEN

Mediante la presente comunicación se expone sintéticamente en qué consiste el denominado método «The Work» o «El Trabajo», creado por la autora estadounidense Byron Katie. The Work se centra en trabajar con aquellas creencias que producen estrés y sufrimiento en las personas, y que paradógicamente contribuyen a anclarlas en las mismas situaciones y problemáticas de las que quieren desprenderse. En base a los resultados obtenidos por la aplicación del método en el campo de la salud mental, publicados por la Universidad de Washington[1], se pondrá de manifiesto su vinculación con el campo de acción del trabajo social, en su dimensión terapéutica, en cuanto a usos y aplicaciones.

[Nota1]    “The Work” of Byron Katie: A New Psychotherapy? Ricardo Hidalgo, LMHC, Mental Health Practitioner & Anil Coumar, MBBS, MA, Director, Mental Health Clinic Hall Health Center. University of Washington. 2012. http://www.padoin.com/thework/anil.pdf

PALABRAS CLAVE

Trabajo Social, Trabajo Social Terapéutico, Método The Work,  Sufrimiento, Byron Katie.

ABSTRACT

Through this communication is synthetically exposed what is called «The Work» or «El Trabajo» method, created by the American author Byron Katie, focused on working with those beliefs that cause stress and suffering on people, and paradoxically contribute to anchor them in the same situations and issues they want to release. Based on the results obtained by applying the method in the mental health area, published by the University of Washington, it will demonstrate its links with the scope of social work in its therapeutic dimension in terms of uses and applications.

KEY WORDS

Social Work, Therapeutic Social Work, The Work Method, Suffering, Byron Katie.

1. INTRODUCCIÓN

El trabajo social es una disciplina que desde sus orígenes se ha servido de los aportes y conocimientos de otras especialidades para llevar a cabo su cometido. Esto ha permitido facilitar su evolución para comprender y analizar la complejidad de los problemas sociales y de los problemas humanos, así como para apoyarse en la construcción de diferentes modelos de intervención, destinados a hacer frente a las dificultades de una realidad social cambiante como la nuestra.

La profesión de trabajo social necesita adaptarse a un contexto de crisis que está generando situaciones de mucha dificultad e injusticia.  En este sentido, se considera muy necesario apostar por formas de intervención de índole terapéutica, que se fundamentan en la relación de ayuda establecida entre el trabajador social y la persona, donde el trabajador social se constituye como el profesional de referencia para orientar el cambio y posibilitar una mejoría en la situación de la problemática individual o familiar planteada[2]. Desde esta visión, se comparte una propuesta metodológica que se utiliza para trabajar con aquellos pensamientos que generan estrés y sufrimiento en las personas, de manera que pueda ser incorporada como una herramienta más en la praxis de estos profesionales, para situaciones concretas en las que las personas deseen profundizar en los temas que las angustian y las paralizan de algún modo.

[Nota2]  Tomás Fernández García (coord). Fundamentos del trabajo social. Editores: Madrid : Alianza, 2009. Pag. 270.

2. VINCULACIÓN DEL MÉTODO THE WORK CON EL CAMPO DE ACCIÓN DEL TRABAJO SOCIAL

La «ayuda» es la función principal del Trabajo Social, y desde su campo de intervención se atienden demandas de diversa índole, todas ellas muy relacionadas con procesos de escasez, precariedad, sufrimiento o crisis, que afectan a calidad de vida de las personas. Esta diversidad de demandas exige apostar por una actualización permanente[3] de conocimientos, métodos y herramientas para ponerlas al servicio de aquellos colectivos que más lo necesitan.

[Nota3]    El código deontológico en su articulo 44 señala que «El/ la diplomado/a en trabajo social está obligado a dominar la práctica profesional y a mejorarla a través de la formación permanente y la evaluación continua de su trabajo». http://dtsss.ua.es/es/documentos/practicas-externas/codigo-deontologico-de-la-profesion-de-diplomados-en-trabajo-social.pdf

Las personas suelen anclarse en viejos patrones y esquemas de comportamiento aprendidos, no sólo en el seno de sus familias, sino dados por la comunidad y cultura/ sociedad a la que pertenecen. Estos esquemas reciben el nombre de creencias. El contexto influye sobre nuestra mente y nuestra conducta, y esa influencia se produce a través de la interpretación que hacemos del mismo. La interpretación de la realidad difiere de unas personas a otras, y de la calidad de esta interpretación va a depender en gran medida la calidad de vida emocional de las personas, lo cual va a repercutir necesariamente en sus elecciones, aprendizajes, metas y objetivos de vida.

The Work constituye un importante instrumento con el que acompañar y alimentar la relación de ayuda, ya que prepara y predispone a la persona a tomar conciencia y responsabilidad sobre las dificultades que enfrenta, permitiendo generar alternativas de resolución o de cambio,  mediante un  cambio de enfoque en su situación problema. Además también sirve al profesional para trabajarse sus propios pensamientos y creencias estresantes, pues como decía el filósofo: «Nada de lo humano me es ajeno«. Los profesionales también tienen vida personal, y por tanto preocupaciones y problemas que pueden indagar con esta poderosa y sencilla herramienta. En este sentido, Byron Katie señala que «si tú no puedes acabar con la guerra en tu cabeza, no podrás acabar con la guerra en el mundo».

En Estados Unidos los/as trabajadores/as sociales (entre otros profesionales de la ayuda) se sirven del método The Work como herramienta con la que complementar su trabajo diario; de hecho el  plan de estudios correspondiente a la formación como facilitador/a de este método tiene reconocidos una serie de Créditos de Formación Continua (Continuing Education Credit) dirigidos a profesionales con licencia como terapeuta matrimonial y de familia, trabajadores sociales y clínicos, consejeros en las áreas del alcoholismo y la drogadicción, enfermeros, maestros, etc, siendo por tanto, reconocido, como una importante herramienta para emplear en procesos de ayuda.

4. EN QUÉ CONSISTE EL MÉTODO THE WORK

The Work permite a las personas, no sólo identificar y cuestionar sus creencias dolorosas, sino a profundizar en sus proyecciones inconscientes sin ser bloqueado por la vergüenza o el miedo contra la que en general tienen que defenderse. Es un método sencillo, ya que su propia autora lo define como un «proceso que consta de 4 preguntas y 3 inversiones o inquiry».

En primer lugar las preguntas invitan a la persona a reflexionar profundamente acerca de aquello que las daña y el impacto que genera en su vidaY en segundo lugar, a través de la indagación o inquiry, la persona es invitada a invertir o darle la vuelta a esos pensamientos dolorosos, de forma que pueda indagar en ellos y contemplar otro enfoque de la realidad que no se está percibiendo, por el fuerte impacto negativo que le provoca el pensamiento.

En la aplicación del Método The Work diferenciamos 3 fases, tiempos o actos, que se realizan separadamente, en actitud meditativa o de quietud.

PRIMER ACTO:

Byron Katie invita a encontrar o identificar alguna persona o situación sobre la que se tiene una visión o juicio negativo. Sobre esta situación concreta se comienza a trabajar, para lo cual en la primera parte vamos a contestar por escrito una serie de cuestiones que Katie recoge en un instrumento denominado «Hoja de El Trabajo«. Recoger tus pensamientos  y juicios por escrito te permite darte el tiempo que necesitas para identificar lo que realmente te estresa o te daña, sin dar vueltas innecesarias.  Esta hoja está dividida en seis preguntas o apartados para centrar bien la cuestión y tomar los máximos detalles posibles.

Las instrucciones generales para rellenar la hoja serían: «Piensa en una situación recurrente, una situación confiablemente dolorosa o estresante para ti, aunque haya sucedido sólo una vez, y que se repite en tu mente. Antes de contestar cada una de las preguntas a continuación, permítete visitar mentalmente el momento y el lugar del suceso estresante».

Para ilustrar bien cómo se rellena una hoja de El Trabajo, voy a utilizar como hilo argumental e ilustrativo un ejemplo real de una sesión que facilité a una persona, cuya fuente de sufrimiento era que se sentía en la obligación de ayudar a su hermano a salir de la droga.

1. Describe qué o quién te produce dolor, estrés o sufrimiento y porqué (siempre centrándose en esa situación concreta).

Por ejemplo: Estoy deprimida y ansiosa porque tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga.

En esta pregunta, la persona indica la emoción más fuerte que le provoca su juicio (la depresión), sin embargo a la hora de cuestionar esta primera cuestión, vamos a tomar sólo el juicio, no la emoción, es decir, vamos a trabajar con la creencia: «Tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga«.

2. Describe, en esa situación, cómo quieres que esta persona o situación cambie, ¿qué quieres que haga? (De lo que se trata aquí es de ser lo más concreto y claro posible).

Por ejemplo: Quiero que mi hermano no me exija ayudarlo. Que aprenda a solucionar sus propios problemas sin arrastrar de mi.

3. Describe, en esa situación, ¿Qué consejo le darías a esa persona? (Aquí se trata de dar un consejo a la persona o situación que juzgamos, de manera que sintamos que lo va a comprender y que verdaderamente podrá ayudarlo).

Por ejemplo: Mi hermano debería cuidarse. Debería dejar de hacerse daño y de tratar de tapar sus propios problemas a través de sus adicciones.  

4. Para que tú seas feliz en esta situación, ¿Qué necesitas que esta persona piense, diga, sienta o haga? (La persona debe dejar claro aquí lo que ella necesita del otro o de la situación que le daña).

Por ejemplo: Necesito que mi hermano me deje tranquila y respete que yo ahora no puedo ayudarle. Necesito que mi hermano respete mi negativa a acompañarlo en este momento.

5. En esta situación, ¿Qué piensas de esta persona? Haz una lista. (Aquí se trata de poner una serie de adjetivos calificativos a esa persona o situación que nos está haciendo daño).

Por ejemplo: Mi hermano, en esta situación, es: exigente, abusivo y dañino.

6. Señala que hay en o acerca de esta situación que no quieres volver a experimentar nunca más.

Por ejemplo: Nunca más quiero contestar el teléfono de madrugada y encontrar que mi hermano Miguel ha tenido un accidente de coche, está colocado y me pide ayuda.

SEGUNDO ACTO:

En la segunda parte del método, una vez la persona ha cumplimentado su «Hoja de El Trabajo» sobre la situación concreta que le daña, interviene directamente el profesional para facilitar el método, procurando que la persona se sienta acompañada y pueda abrirse a experimentar a través de las cuatro preguntas básicas que conforman esta segunda parte, las cuáles han de formularse secuencialmente, así como ofreciendo a la persona el espacio, el silencio y la escucha necesaria para que pueda entrar en sí misma y responder de manera auténtica, no automática. La persona ha de encontrar un estado de quietud que favorezca que se produzca un verdadero insight[4] a través de la reflexión y de sus propias respuestas.

[Nota4]    Insight es un término utilizado en Psicología proveniente del inglés que se puede traducir al español como «visión interna» o más genéricamente «percepción» o «entendimiento». Se usa para designar la comprensión de algo. Este término fue introducido por la Gestalt.

El profesional va a tomar cada una de las 6 cuestiones reflejadas en la hoja y ayudará a la persona a cuestionarlas una a una, por separado y secuencialmente, teniendo en cuenta que cuestionarlas es aplicarle 4 preguntas y 3 inversiones (al opuesto, al otro/a y a sí mismo/a). El rol del profesional es absolutamente neutro, y no interviene en ningún momento para opinar, mucho menos para sugerir o juzgar lo oportuno del trabajo que está llevando a cabo la persona. Lo máximo que interviene es para aclarar algún punto, en cuanto a la cumplimentación de la hoja, el significado de las preguntas o asuntos similares.

 Las 4 preguntas básicas son:

  1. ¿Es verdad? (Le indicamos a la persona que sólo responda «si» o «no, sin explicación alguna).

Cuando le preguntas a la persona si es verdad aquello que la daña, le permites abrirse, ir a otro nivel. Es decir, esas preguntas puedan ser contestadas por esa sabiduría que la persona lleva dentro, y mediante la cual sólo puede acceder a través de un proceso de silencio y quietud.

Ejemplo. El profesional pregunta: ¿Es verdad que tú tienes que ayudar a tu hermano a salir de la droga? (Mediante esta sencilla pregunta, la persona puede llegar a comprender que ella no tiene que hacerlo, no está obligada, no es su responsabilidad). Esto sólo lo puede ver honestamente si lo cuestiona, y sólo accediendo de esta manera puede integrar nuevas respuestas.

  1. ¿Puedes saber con absoluta certeza que es verdad? (A través de esta pregunta, se le da nuevamente a la persona la oportunidad de responder «si» o «no», sin más).

Esta pregunta se formula cuando en la primera cuestión la persona ha respondido: «si».

Se trata de una nueva invitación que permite un marco de reflexión e interiorización mucho mayor, ya que se le pregunta por segunda vez y de manera mucho más tajante, desafiando a la mente impulsiva, cargada de razones y que mantiene su postura.

Ejemplo. El profesional pregunta: ¿Puedes saber con absoluta certeza que es verdad que tú tienes que ayudar a tu hermano a salir de la droga?

La persona ayudada contestó que No, no tenía que hacerlo. Se dio cuenta.

  1. ¿Cómo reaccionas, qué sucede cuando crees en ese pensamiento?

Con esta pregunta la persona va a descubrir las implicaciones o repercusión que tiene en su vida  tener ese pensamiento. Cómo se trata a sí mismo y a los demás cuando lo tiene. Qué deja de hacer, qué emociones experimenta y cómo afecta a su cuerpo.

Por ejemplo. El profesional pregunta: ¿Cómo reaccionas, qué sucede cuando crees en el pensamiento de que tú tienes que ayudar a tu hermano a salir de la droga?

La persona objeto del ejemplo respondió (resumidamente) que reaccionaba con mucho nerviosismo y desesperanza. A nivel físico sentía mucha presión en el pecho y en la cabeza. Sentía ganas de llorar y de salir corriendo. Se trataba a sí misma de manera muy autoritaria y déspota, exigiéndose dar el 100% en un momento en el que ella estaba al 30%, por su estado emocional y preocupaciones. Observaba con claridad la repercusión que tenía este pensamiento en la propia relación que tenía con su hermano, al cual mentía constantemente y evitaba a toda costa, sin darle a él la posibilidad real de buscar otros apoyos en otros miembros de su familia.

  1. ¿Quién serías sin tú sin el pensamiento? (en esta misma situación)

Con esta pregunta la persona percibe quién sería ella sin ese pensamiento que  la daña, y desde ese lugar se la invita a comunicarse con el profesional.

Ejemplo: Imagínate quién serías tú en esta situación con tu hermano, (o en cualquier otra situación de tu vida diaria) sin el pensamiento de que tú tienes que ayudarlo a dejar la droga?

La persona objeto del ejemplo respondió (resumidamente) que si no se le pasara por la cabeza ni un segundo que tiene que ayudar a su hermano, se sentiría libre, relajada. Estaría de buen humor cuando hablara con él, y con más disposición a compartir algunos momentos juntos. Estaría mas centrada y realizaría más actividades de ocio, y fumaría menos.

La persona puede ver con claridad mediante las preguntas 3 y 4 cómo el pensamiento cambia su estado emocional, y la diferencia entre creer el pensamiento que la acosa, y creer en su opuesto, que la libera. Vivir esto en primera persona suele tener resultados muy liberadores, de hecho en el ejemplo descrito los tuvo.

TERCER ACTO:

La tercera parte del método, consiste en las inversiones, es decir, dar la oportunidad a la persona para experimentar los opuestos a lo que cree que es verdad, y proporcionar además 3 ejemplos concretos y genuinos de cómo puede ser verdad lo opuesto a lo que crees que es verdad.

Para ilustrar bien este apartado, vamos a seguir el hilo conductor del ejemplo con el que hemos ido trabajando.

INVERSIÓN 1 (al opuesto)Invitamos a la persona «X» a que inverta esa creencia que la estresa en primer lugar al opuesto, y que nos de 3 ejemplos genuínos y especificos de cómo puede ser verdad ese opuesto.

Ejemplo: La frase original era «tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga». Ahora se le pide que la inverta al opuesto: «No tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga».

Le pedimos los 3 ejemplos de cómo puede ser verdad que no tengo que ayudarlo a hacerlo:

  • ejemplo 1: él no quiere dejar la droga, no me ha pedido que lo ayude en eso.
  • ejemplo 2: moralmente no estoy obligada a hacerlo, pues ya lo he apoyado muchas veces, sin éxito, y yo también tengo mi propia vida y problemas que atender.
  • ejemplo 3: yo soy la hermana pequeña, y mis hermanos mayores están más predispuestos a apoyarlo, por tanto no tengo porqué asumir eso ahora, hasta enfermar.

INVERSIÓN 2 (al otro)Cuando la persona invierte al otro, lo que hace es colocarse ella en el puesto del otro, y colocar al otro en su puesto. Vamos a verlo más claro con el ejemplo:

Ejemplo: La frase original era «tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga». Ahora la invertimos al hermano: «Mi hermano tiene que ayudarme a mi (a dejar la droga[5]».

[Nota5]   Aclaración: La droga, en tanto que adicción, puede ser interpretada como la adicción que tiene la persona del ejemplo propuesto de ayudar a su familia, aún a pesar de su propia salud.

  • ejemplo 1: mi hermano tiene que ayudarme a dejar los ansiolíticos y los antidepresivos que tomo desde hace un par de años.
  • ejemplo 2: mi hermano ha aceptado en otras ocasiones que yo no estaba preparada para ayudarlo, ya que incluso he enfermado y he tenido que ingresar en salud mental, por este motivo él tendría que ayudarme.
  • ejemplo 3: mi hermano es mayor que yo, y por tanto está obligado a ayudarme a mi.

Con esta inversión la persona «X» se libera un poco de su nivel de exigencia y se da cuenta de que es igualmente verdad que ella tiene que ayudar a su hermano, como que él tendría que ayudarla a ella. Esto le facilita ver cómo ella se coloca en una situación de mayor vulnerabilidad al exigirse estar ahí cuando no puede hacerlo ahora, por su perfil y características en este momento. Ver que su hermano también tendría que hacerlo y no lo hace, la hace sentirse menos culpable o responsable de él, por tanto la libera.

INVERSIÓN 3 (a sí misma): Cuando la persona invierte el pensamiento a sí misma, se coloca a ella misma en todas las posiciones posibles frente al problema, es decir, puede hacerse consciente de lo que ella tiene que darse a sí misma, que es lo único verdaderamente manejable para ella aquí y ahora. Veamos el ejemplo:

Ejemplo: La frase original era «tengo que ayudar a mi hermano a salir de la droga». Ahora la invierte a sí misma: «Tengo que ayudarme a mi misma a salir de la droga».

  • ejemplo 1: Yo también tengo que ayudarme y apoyarme a mí misma para reducir el consumo de ansiolíticos, estando tranquila, viviendo mi vida un poco al margen de la de mi familia.
  • ejemplo 2: Yo tengo que ayudarme a mí misma a no caer en una depresión mayor (como la que tuve hace unos años y que me llevó a un intento de suicidio), por tanto tengo que ayudarme con esta droga que es mi familia, a alejarme prudencialmente de ella.
  • ejemplo 3: tengo que ayudarme a dejar la droga de hacerme responsable de todos los problemas que padecen mis hermanos, la droga de querer ser siempre la imprescindible, ya que de otro modo parece que no valgo lo suficiente, a mis ojos.

Una cuestión destacable en todo este proceso es que cuando la persona no está familiarizada con el método, y por tanto no tiene una apertura mental suficiente para experimentar los opuestos a lo que cree que es verdad y vivir sus ejemplos, el profesional puede apoyarle dándole algún ejemplo específico que ha percibido sobre su historia, siempre desde el respeto y pidiéndole permiso para intervenir. Por ejemplo se le puede decir: «Yo tengo un ejemplo de cómo tú tienes que ayudarte a ti misma en esta situación con tu hermano, ¿Quieres escucharlo?» Y si la persona responde afirmativamente le damos nuestro ejemplo. Puede que lo tome o que considere que no va con ella. Eso no importa, lo importante es que se vaya desbloqueando poco a poco y abriéndose al proceso.

5. CONCLUSIONES

Parece ser que en contextos tan cambiantes como los que estamos atravesando, los profesionales de la ayuda han de comprometerse de manera decidida por formarse en todas aquellas herramientas y métodos con los que pueda hacer frente a toda la problemática derivada de estas nuevas situaciones de crisis. En este sentido, The Work constituye un importante instrumento con el que acompañar y alimentar la relación de ayuda, ya que prepara y predispone a la persona hacia el cambio de enfoque en su situación problema. De igual modo, uno de los aspectos más relevantes que proporciona es que al tratarse de una herramienta que permite a la persona trabajarse a sí misma, el propio profesional la puede emplear para realizar su autotrabajo, lo que va a redundar en una mejora de su calidad de vida y de la calidad de su trabajo.

6. BIBLIOGRAFÍA

  • Código deontológico de trabajo social. (2012). Consejo General del Trabajo Social. Madrid.
  • De Robertis, C. (2003). Fundamentos del trabajo social: ética y metodología. Valencia: Nau Llibres.
  • Fernández T. Coord. (2009). Fundamentos del trabajo social. Editores: Madrid: Alianza.
  • Fombuena J. Coord. (2012). «El trabajo social y sus instrumentos. Elementos para una interpretación a piacere. Nau Llibres. Valencia.
  • Gaviria, S. E., Cuadrado G. I. y  López S. M. (2009). Introducción a la psicología social. Editorial Sanz y Torres. UNED. Madrid.
  • Hidalgo, R. y Coumar A. (2012). “The Work” of Byron Katie: A New Psychotherapy?(http://www.padoin.com/thework/anil.pdf) tomado el día 20 de enero de 2014.
  • Katie, B. (2009). Amar lo que es. Barcelona. Ediciones Urano.
  • Katie, B. Mitchell, S. (2009). Mil nombres para el gozo (A Thousand Names for Joy). Barcelona. Editorial La liebre de Marzo, S.L.
  • Molina M. L. y ‎Romero, M. C. (2004). Modelos de intervención asistencial, socioeducativo y terapéutico en trabajo social. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica.
  • Rondón G., L. M. y Taboada G., M. L. (2013). Voces para la ética del trabajo social en tiempos trémulos. Ediciones Paraninfo, S.A.
  • Rojas M. C. (2007). La dimensión terapéutica del Trabajo Social y la protección de los derechos humanos. IV Congreso Internacional – VII Congreso Nacional de Trabajo Social  San José, Costa Rica, 5 a 7 de setiembre de 2007. 2-10-2013.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández. Trabajadora Social. Coleg. nº 543.

Comunicación presentada en el I Congreso Internacional de Facultades y Escuelas de Trabajo Social, celebrado en la Universidad de Murcia los días 23, 24 y 25 de Abril de 2014. Todas las comunicaciones y ponencias presentadas en el Congreso se han publicado en un libro bajo el título: EL TRABAJO SOCIAL ANTE EL RETO DE LA CRISIS Y LA EDUCACIÓN SUPERIOR. Editorial Universitas, S.A. 2014.

Imagen

Las personas adultas y mayores también sueñan

Imagen

Salud Pérez Colomé. Presidenta de la Federación Andaluza de Asociaciones de Aulas Universitarias de Mayores (FADAUM)

La sabiduría y experiencia de una mujer adulta- mayor realizada.

Hoy os quiero hablar de Salud Pérez Colomé, una mujer sabia e íntegra a la que admiro y a la cual aspiro a parecerme cuando sea adulta-mayor, como lo es ella a sus 68 años. Esta mujer es de las que renueva constantemente su contrato con la vida e impregna a los que tiene a su alrededor de un aire fresco y cargado de optimismo.

Salud ostenta el cargo de Presidenta de la Federación Andaluza de Asociaciones de Aulas Universitarias de Mayores (FADAUM). Hace muy poco coincidimos en un Congreso sobre Maltrato al Mayor que se celebró en la Universidad de Almería y, tras convivir los tres días que duró la experiencia, decidí entrevistarla para compartir un poco de su amable visión de la vida en mi blog.

Serían las cuatro de la tarde y nos encontrábamos conversando, saboreando una taza de café. En algún momento de la conversación Salud señala que «los adultos- mayores también sueñan»  ¿Qué querría decir Salud con esto de que los mayores también sueñan?

Todas las personas de todas las edades tienen un sueño común, que es ser importante para alguien. Y cada persona es importante para alguien en la medida en que se rodea de personas que le demuestran que la quieren. Pero para eso también hay que estar abierto, es decir, hay que amar.  Y ¿de qué manera podemos conseguir sentirnos importantes? La respuesta es sencilla: con grandes dosis de generosidad, así como compartiendo con los demás aquellas experiencias por las que vamos atravesando, de forma que puedan quedarse con aquello que les sirva y les impulse en su camino de vida.

“Tu libertad es sagrada y has de aprender a respetarla” –asegura Salud.

Lo que de tu vida diaria no te vale o no te aporta lo suficiente: ¡apártalo! Sobre todo no tengas demasiado en cuenta lo que opinen o puedan pensar los demás sobre tu manera de entender la vida. Tu vida es tu sueño y tienes que realizarlo hasta el final. A este respecto, Salud ofrece diferentes puntos de vista acerca de lo que asegura una buena plenitud de vida a una persona adulta-mayor. Lo primero es tener autonomía económica suficiente para asegurarse una buena calidad de vida durante esta etapa. Qué menos que te premie la vida, cuando seas mayor, con sentirte libre e independiente. Por lo menos que en el tiempo que te quede puedas hacer lo que te dé la gana. Hay que tener en cuenta que un adulto- mayor ha trabajado durante toda su vida, y cuando llega a esta nueva etapa lo que necesita es descansar y realizar todos aquellos sueños que no pudo realizar antes.

Salud conoce el caso de una pareja de personas mayores, amigas de ella y a las que cariñosamente llama “Los amantes de Teruel”. Sobre ellos señala que a pesar de estar enamorados, no pueden vivir su amor con plenitud, porque los respectivos hijos no están conformes con ello; por este motivo llevan su historia de amor de manera clandestina y con sufrimiento ¿Hay derecho a esto? Los hijos deben dejar a los padres vivir en paz, respetarlos.

“La crianza de los hijos es responsabilidad de los padres, no de los abuelos”, asevera Salud. Los abuelos no tenemos por qué hacernos cargo de la crianza de los nietos. Es bonito y enriquecedor tener a tus hijos y a tus nietos cerca, pero también es importante diferenciarse un poquito, pues de algún modo somos individuos. Una cosa es dedicar un tiempo de calidad a tus nietos, jugar con ellos y compartir experiencias, y otra cosa muy distinta es asumir la responsabilidad de su cuidado.  A nivel anecdótico, Salud compartió durante la entrevista una experiencia que vivió con su propio hijo. Al jubilarse ella, su hijo optó por pedirle que se dedicara a apoyar en las labores de crianza de sus nietos, en el horario de trabajo de él y de su esposa; sin embargo Salud tuvo muy claro que ella no iba a asumir esa responsabilidad, dado que quiere vivir dedicada a sus inquietudes, sin más responsabilidades que las que la propia vida le vaya encomendando, sin asumir roles que no le corresponden. Ella ha sabido encontrar la manera de establecer los límites oportunos entre las necesidades familiares de sus hijos y sus propias necesidades de autodeterminación y libertad de decisión, y el resultado ha sido mejorar en suma la relación con todos los miembros de su familia y sentirse ella más satisfecha.

“Yo he trabajado durante 43 años y ahora no sé el tiempo que voy a vivir, pero si es un `telediario´ lo quiero disfrutar” – Con estas palabras Salud contestó a su hijo acerca de su demanda de cuidado a sus nietos, a los que adora.

“Ser adulto mayor es vivir como tú deseas, con total independencia, sin molestar a nadie y haciendo lo que te gusta”. Salud nos recuerda que no hay que tener miedo a decir «no», nunca. No debemos sentirnos coaccionados de ninguna manera. Nuestra vida es nuestra y nosotros somos los protagonistas.

“Cada etapa tiene su momento de gloria”, afirma claramente. Hay algo importante que se les escapa a las personas jóvenes hoy día, y es su creciente interés por las cosas materiales. Esto sucede porque a los jóvenes se les ha querido dar todo lo que los mayores no han tenido, haciéndoles valorar en exceso lo material, con el riesgo de no aprender a vivir con aceptación cada cambio que la vida pone en nuestro camino.

Comenta Salud que se realizó una prueba científica muy curiosa para que los jóvenes pudieran ponerse en la piel de aquellas personas mayores que tienen dificultades físicas. Mediante esta prueba a una persona joven le fueron poniendo todos los elementos que tenía una persona mayor cuando iba perdiendo facultades físicas: se le pusieron unas gafas ahumadas, y no veía bien, se le pusieron unas pesas en las rodillas y no andaba derecho, etc. De este modo los participantes pudieron comprobar los efectos del paso del tiempo en muchas personas mayores, y de este modo tomar conciencia de las necesidades que puede tener este colectivo, y de paso aprender a valorar su propia salud y juventud.

“La vida es una llama que hay que aprovechar mientras está encendida” –dice Salud, y con esta frase se le iluminan los ojos. Aunque determinadas limitaciones físicas pueden ir surgiendo con el paso de los años, también es cierto que tampoco se tiene necesidad de subir las escaleras corriendo para llegar los primeros. Lo que caracteriza a la edad adulta-mayor es justamente la serenidad y la quietud. Todo se vive de forma natural.

En la vida lo importante es como cada persona vaya encajando todas esas historias, y no hay más. Hay que aceptar los cambios, y nuestro físico no es ajeno a esta realidad, pues también cambia. Esto para algunas personas no es fácil de asumir y puede ser duro. Muchas personas que de jóvenes se han sentido atractivas y bellas, y un buen día descubren que ya no despiertan toda esa admiración de juventud, sintiéndose invisibles para otras personas, lo suelen encajar de manera difícil. Salud relata que en su caso fue una bendición poder caminar tranquilamente por la calle sin tener que soportar comentarios -a veces soeces- sobre algún aspecto de su cuerpo.

“Una cosa es aceptar el paso del tiempo, y la otra es abandonarse” –señala con rotundidad. Salud lo tiene claro: es importante arreglarse y verse guapa o guapo. Las personas no nos arreglamos para los demás, nos arreglamos para nosotras mismas, de ahí radica su importancia y su relación con nuestra autoestima. Ir al gimnasio, alimentarse bien, cuidarse, en definitiva, porque eso nos provoca bienestar.

“Las mariposas en el estómago se pueden sentir en cualquier momento de la vida” –asegura entre risas.Hay una serie de creencias generalizadas respecto a la vejez, y una de ellas es que las personas mayores no sienten pasión o deseo. Salud desmiente por completo este tipo de afirmaciones. Al preguntarle cuándo fue la última vez que ella misma sintió mariposas en el estómago, muestra una amplia y agradecida sonrisa y señala: hace muy poco (vuelve a reír a carcajadas). Cada persona tiene su propio modo de vivir los sentimientos y las emociones, de experimentar. Sin embargo el deseo no se pierde nunca y el impulso sexual tampoco, aunque se viva de otra manera. Además, es maravilloso disfrutar del sexo cuando no se tiene ninguna historia.

Vejez y felicidad pueden caminar juntas de la mano, sólo depende de lo positivo que seas. La actitud lo es todo, y sobre todo la autoestima. Recordad que la felicidad no viaja en yate. Se puede ser totalmente feliz desplazándose en bicicleta y sintiendo el aire en la cara, sin más.

¡Ojo con los asuntos inconclusos!

La vida se va renovando constantemente. Es lo maravilloso que tiene. Se puede decir que es una sucesión de eslabones que dan lugar a una larga cadena… estás soltera y quieres tener pareja; tienes pareja y quieres formar una familia; formas una familia y quieres ver a tus hijos crecer, y así sucesivamente, cada uno siguiendo su proyecto de vida. Unos eslabones se van perdiendo y otros se van incorporando.

Hay cadenas livianas y otras que pesan y se arrastran, por asuntos que no hemos cerrado. Hay que quitarse todo eso de encima como sea. La vida se va y esa es la única certeza con la que contamos.

Se puede vivir esta nueva etapa de la vida con plenitud y felicidad. Todo es una cuestión personal y se pueden desarrollar habilidades para ello, pues las habilidades se aprenden. Y la manera de hacerlo es pararse a pensar en lo que se quiere y se desea.

Si por ejemplo te gusta pintar: ¡Hazlo!

Si te gusta cantar y siempre quisiste hacerlo: ¿A qué esperas?

¿Cuantas cosas te gustaría hacer y las vas posponiendo?

Recuerda que no te quedarás aquí para siempre. La vida es finita y eso es lo más maravilloso que tiene, que sabemos que se acaba. Es un bien preciado.

Para finalizar, Salud nos da un último consejo: «No intenten cambiar a nadie. Hay que aceptar a las personas tal como son. Si te gusta más, te relacionas más. Si te gusta menos, te relacionas menos. Las personas no tienen porqué cambiar, todo lo contrario, con los años se reafirman».

***

«Te contaré un secreto, algo que no se enseña en tu templo: los dioses nos envidian. Nos envidian porque somos mortales, porque cada instante nuestro podría ser el último, todo es más hermoso porque hay un final. Nunca serás mas hermosa de lo que eres ahora, nunca volveremos a estar aquí…».

Brad Pitt (Troya)