¿Qué pasa con aquellas relaciones de amistad en las que nunca hay tiempo para un café?

telefon

–  Ring, Ring, Ring…
A -Hola ¡Cuánto tiempo sin saber de ti! ¿Cómo estás?
B -Justamente estaba por llamarte. Llevo un montón de días acordándome de ti…
A -Siempre que te llamo me dices lo mismo (risas).
B -Es que no paro ni un segundo, me faltan horas en el día.
A-No pasa nada. A ver si nos vemos.
B -Si, claro. La semana que viene te llamo y echamos un café.
Y pasa una semana, y dos y tres… y nunca más se supo (…).
Diálogo de la ausencia.

¿Qué es lo que pasa con algunas relaciones de amistad en las que nunca hay tiempo para un café?

La verdad es que las exigencias que plantea la vida a unas personas y otras no es la misma, y esto es una realidad que hay que contemplar con mucha tolerancia y respeto. Sin embargo, hay personas con las que casi nunca es posible programar un encuentro.  Te las tropiezas por la calle y te saludan afectuosamente, las llamas por teléfono y siempre dicen que llevan días acordándose de ti, que justamente estaban por llamarte… pero la realidad es que no lo hacen.

La amistad es un punto de encuentro entre dos o más personas donde se produce un intercambio de afecto, conocimiento, alegría, penas, risas… y lo que mayormente caracteriza a este intercambio es que se da desde la más absoluta y auténtica libertad, en un clima de intimidad y confianza. No caben, por tanto, reproches para las personas que libremente deciden ocupar su tiempo en menesteres en los que nosotros no estamos presentes, pues el tiempo y la energía son limitados, y son muchas las ocasiones en las que nos vemos forzados a priorizar entre un amplio abanico de opciones.

Las relaciones no se mantienen fácilmente en el silencio y la distancia

Una cosa es que tus amistades no tengan todo el tiempo del mundo para compartirlo contigo, ni en todas las ocasiones que tú lo deseas; y  otra muy distinta es que esa persona a la que siempre llamas, aunque sea cada “X” meses, nunca tenga tiempo para echar un café contigo. Tenemos que asumir que la falta de tiempo para compartir con los amigos puede provocar un debilitamiento progresivo de las relaciones, pasando de ser amigos a conocidos, es decir, personas con las que te cruzas y saludas con afecto, pero con las que la intimidad y la confianza pierden su lugar.

Es difícil –salvo algunas excepciones muy concretas, que una relación de amistad se mantenga a lo largo del tiempo cuando no se da el contacto, ni se encuentra la forma de programar un encuentro de manera natural con la otra persona. La calidad de las relaciones disminuye, llegando en muchos casos a la desaparición de esa amistad, aunque sea sin malos rollos.

Llegar a una situación de mutuo desinterés puede ser una consecuencia natural de esa falta de contacto y de intimidad con la otra persona. Las relaciones se enfrían… ¿O son las personas las que se enfrían?

En el equilibrio está la virtud

También hay veces que andamos enfrascados en una vida llena de obligaciones y responsabilidades de todo tipo, con frecuencia laborales, familiares, etc; o incluso inmersos en problemas que no sabemos cómo resolver y que nos alejan de las personas a las que queremos. Y como dice Bucay en el vídeo que os dejo al final de la entrada de blog: “Uno siempre está lleno de cosas para ordenar, pero siempre hay un lugar para compartir un cafesito con sus amigos

Puede ser bueno encontrar la forma de repartir nuestro tiempo de manera equilibrada, sin olvidar que al cariño de los amigos hay que cederle un espacio en nuestra vida para que tome lugar y fuerza, pues si hay algo verdaderamente valioso es contar con personas cercanas  con las que compartir lo que somos, con la posibilidad de construir nuevos diálogos, nuevas formas de ver la vida, y de entender las cosas que nos suceden… por no hablar de lo importante y saludable que es contar con una buena red de apoyo que nos dé soporte cuando atravesamos por una situación difícil, de esas que se atraviesan unas cuantas veces en la vida y en las que se agradece el calor y la cercanía de los demás.

El valor de la amistad se recoge en textos de todo tipo, así como en la música y el cine (…). Incluso recurriendo a la sabiduría popular, dice el refrán que “quién tiene un amigo tiene un tesoro”, ensalzando el valor de la auténtica amistad.

Y tú que estás leyendo esto: ¿Tienes lugar para compartir un cafesito con tus amigos?

VIDEO de Jorge Bucay – Prioridades

https://www.youtube.com/watch?v=SlvovXujnG4

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

 

 

Si me necesitas, no me iré corriendo. Te ayudaré, te acompañaré

ILUSTRACIÓN DE CHRISTIAN SCHLOE La primera imagen está tomada de: http://www.vintageandchicblog.com/2015/04/las-magicas-ilustraciones-de-christian-schloe-dreamlike-illustrations.html

Ilustración de Christian Schloe. Imagen tomada de: http://goo.gl/sQHv69

“Sílbame, tu sílbame

si te encuentras en peligro sílbame,

tu sílbame y ya voy”

(Willy Fog- Letra de Sílbame).

Cuando nos encontramos ante una situación difícil, problemática o dolorosa, siempre se agradece la mano cálida de una persona que esté cerca de nosotros, sobre todo si estamos desconcertados y perdidos. Esta mano no tiene porqué ser de una persona conocida, ni mucho menos, sino que incluso agradecemos mucho más que se trate de una persona desconocida, y aún así interesada por nuestras cuítas… esto parece que nos devuelve a la realidad de que el mundo es una gran familia y nunca estamos solos, aunque la ilusión de la soledad orbite alrededor de nuestras cabezas de vez en cuando.

La solidaridad es un concepto amplio que engloba un conjunto de acciones de ayuda desarrolladas de manera incondicional. A la vez encontramos que la solidaridad es un aspecto puesto en entredicho una y otra vez en la sociedad de nuestros días, reafirmado en la falta de apertura de las fronteras europeas para acoger a las personas refugiadas que huyen del horror que se está viviendo en sus países.

¿Acaso el mundo es tan pequeño para que no quepamos todos?

Uno de los principales valores de cualquier grupo o comunidad es la solidaridad, en la medida que asegura la supervivencia de la especie. Sin embargo, para ejercerla hay que entrenarla, pues como cualquier otro músculo del cuerpo humano, si no se usa pierde elasticidad, tono y fuerza; y en ese estado de debilidad pierde parte de su cometido: “Ayudar al semejante, aunque sea un completo desconocido”.

Si me necesitas, no me iré corriendo. Te ayudaré, te acompañaré. Te escucharé cuando estés  pasando por un mal momento y necesites sólo a una persona que te haga sentir que no estás sola. Si lo que necesitas no es a una persona, sino a todo un pueblo: no temas. No nos iremos corriendo tampoco. Estaremos aquí para acogerte, para brindarte nuestro apoyo, para ayudarte a luchar por lo que mereces, por lo que es tuyo, por tus derechos y por tu dignidad  (By me).

Una mala experiencia reciente, y no estuve sola

Hace unas semanas he estado en Escocia en un Seminario Europeo de Trabajo Social. Tras la asistencia al Seminario y visitar oportunamente la ciudad de Edimburgo, una compañera del trabajo y yo alquilamos un coche para conocer las famosas “Hight Lands” o Tierras Altas (región montañosa del norte de Escocia).

Yendo de camino en coche a las dichosas Islas, pinchamos en medio de la nada… campo y caballos por un lado, montaña por el otro..;  sin teléfono móvil inglés, casi sin batería en el español y sin saber con exactitud donde estábamos, pues no teníamos GPS.  En medio  de nuestra desesperación, paramos un coche y se bajaron dos tipos para ofrecer su ayuda.  Nos pidieron abrir el maletero para comprobar si había rueda de repuesto, pero no la había. De manera que se despidieron con un saludo seco y marcharon.

Volvimos a parar a otro coche, esta vez a una pareja de novios alemanes que se encontraban haciendo turismo por Escocia. Nos encontraron asustadas y nerviosas, y en seguida nos prestaron su apoyo, su atención, su tiempo, su cercanía y su ayuda. Telefonearon con su propio móvil a la compañía de seguros y se tragaron horas de musiquita y de esperas… hasta que finalmente vinieron los técnicos a reparar la rueda ¡Un total de 5 horas tuvimos que esperar! Y esta pareja a nuestro lado, hasta que se aseguraron que la rueda estaba reparada y que podíamos continuar con nuestro camino.

¿Cuántas personas de las que conoces crees que perderían  5 horas de su vida -estando de vacaciones- para acompañar a dos desconocidas en medio de la nada…?

Yo no conozco muchas –por no decir ninguna, y me apena reconocerlo.

Tammie y Moritz eran dos completos desconocidos, dos personas a las que nunca habíamos visto antes y a las que probablemente no volvamos a ver… salvo que nos hagan una visita en España. Sin embargo no pasaron de largo, no pudieron pasar de nosotras, sino que nos acompañaron y aligeraron nuestra espera, con su compañía y con su apoyo.

Tammy, Moritz e Inmaculadasol

Moritz, Tammy e Inmaculadasol

Gracias Tammy & Moritz. Sois un ejemplo para mí. Me habéis hecho recordar con mucha más fuerza la importancia de no pasar de largo:  SOLIDARIDAD.

Conocer a esta magnífica pareja me ha inspirado a escribir sobre este tema, sobre esa fuerza interna que nos empuja a apoyar al desconocido, aún a pesar de nuestro tiempo, de nuestro dinero, de cambiar nuestros planes en un momento dado… y todo por atender una urgencia que acontece a mi alrededor que no me permite mirar hacia otro lado.

Fruto de esta experiencia me encuentro –si cabe – mucho más despierta a lo que acontece a mi alrededor. Siento mucho más de cerca los infortunios ajenos, y la importancia de rescatar un gesto de ayuda -por pequeño que sea-  frente al sufrimiento o desgracias ajenas.

Curiosamente la solidaridad requiere de altas dosis de empatía -ponernos en el lugar del otro. Y siguiendo a Eduardo Punset y su programa Redes, hay investigadores que apuntan a que la falta de solidaridad entre las personas se debe a no haber experimentado una situación problema parecida,  a la del sujeto que demanda ayuda. Haber atravesado una situación similar facilita que la persona se vea reflejada en ese gran espejo de situaciones non gratas de la vida… y que se decante por echar una mano cuando encuentra a una persona en apuros.

Si yo he experimentado lo mismo, te veo – en toda la escala de colores posibles.

Os dejo el programa de Redes titulado “Existe una moral innata” en el que se aborda el tema de la empatía y el carácter solidario, por parte de investigadores científicos del comportamiento humano.

https://www.youtube.com/watch?v=3h3QUZUSDHA&list=PLw3aAJH_3MoaWL-IsFjz2duqlUHlOBYo_&index=3

«Este mundo es tuyo. Cuídalo en todos los niveles: ecológico, social, cultural, espiritual y emocionalmente. Cuidar es estar disponible para los que están a tu alrededor en tu vida diaria”

Sri Sri Ravi Shankar

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

La pendiente resbaladiza de la maldad

Imagen tomada de: http://fucientom.deviantart.com/art/Maldad-191692872

Imagen tomada de: http://goo.gl/2XJhF4

Hoy comienzo esta entrada de blog utilizando el título del programa número 54 de Redes, que dirige Eduardo Punset.  En este programa se analizan las bases de la maldad en el ser humano, así como se exponen los resultados de una de las investigaciones psicosociales más relevantes en esta materia, llevada a cabo por el Dr. Philip Zimbardo en los sótanos de la Universidad de Stanford.

Uno de los resultados más evidentes del experimento de Zimbardo, es que la capacidad del ser humano para hacer daño a otras personas existe y ha existido siempre, y hay muchas lecturas respecto a este fenómeno. Las personas aparentemente buenas, o que siempre han tenido un comportamiento intachable, bondadoso, solidario, etc… pueden volverse completamente malvadas si se dan las condiciones adecuadas.

Si quieres ver el programa nº 54 de Redes  pincha aquí: http://goo.gl/1VWU1B

EL EXPERIMENTO

¿Hay personas buenas y personas malas? ¿Es la maldad parte de nuestra naturaleza humana?  ¿Qué vuelve malvadas a las personas?

Hace más de 34 años se llevó a cabo «El experimento de la cárcel de Stanford» (1971) que extrajo importantes resultados acerca de cómo el impacto del entorno puede influir en la conducta de una persona, llegando incluso a adoptar conductas verdaderamente malvadas; y no por azar, sino porque en el fondo todas las personas tenemos una parte oculta y perversa que puede aflorar según qué condiciones.

La investigación del Dr. Zimbardo tenía una duración prevista de 2 semanas, pero fue interrumpida a los 6 días de su comienzo, debido a las primeras consecuencias que comenzaron a apreciarse en los participantes y en el propio Zimbardo.

Para  el experimento se escogió a un número de personas que tomarían el papel de carceleros, y otro número de personas que tomarían el papel de presos. El investigador principal tomaría el papel de Director de la prisión. El resultado más inmediato fue que conforme fueron avanzando los días, los presos comenzaron a adoptar conductas cada vez más sádicas hacia los prisioneros (sin haber registrado previamente en su historia personal  ese tipo de comportamiento). Los prisioneros, por el contrario, desarrollaron comportamientos de extrema sumisión hacia sus carceleros. Y respecto al Director de la prisión, Zimbardo, se hizo completamente insensible a las conductas de sus sujetos de estudio, no advirtiendo -en principio- riesgo alguno en continuar con la investigación.

Si quieres leer más sobre el experimento:

http://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_la_c%C3%A1rcel_de_Stanford

¿QUÉ NOS HACE «SER MALVADOS»? 

Hay varios aspectos que favorecen que tengamos comportamientos indeseables o malvados, y el primero de ellos fue expuesto por Zimbardo tras su experimento: la influencia del entorno. Un entorno estresante, agresivo e inadecuado favorece la activación de nuestras capacidades más perversas o dañinas. Sin embargo aún hay más factores condicionantes del desarrollo de estas conductas, como vemos a continuación.

El sentimiento de ODIO

La inercia del odio es corrosiva. Puede arrasar los parajes más bellos de nuestro intorno o interior, enfermarnos y conducirnos involuntariamente por caminos inhóspitos y descarpados.

El odio no entiende de vínculos, respeto, orden, e incluso de equilibrio familiar. Cuando llega intenta anidar en el sujeto, y destrozarlo todo. Una de sus mayores características es que -al que lo porta- lo hace insensible al dolor ajeno.

Cuando el odio se apropia de ti dejas de sentirte libre. Estás poseído por algo que es más fuerte que tú y que anula tu intelecto, tu capacidad de autocuidado y de respeto a los demás. Cuando se odia se entra en un estado que podemos denominar de Discapacidad Emocional, en la medida en que la persona que lo padece tiene serias limitaciones para ver lo bueno que hay en los demás, e incluso en ella misma.

El núcleo de las personas humanas  está compuesto de buenos y malos sentimientos. El amor nos cura y el odio nos enferma. “Es mejor morir de pena que morir odiando a un semejante”. La vida es demasiado corta para quedarte enganchado a una persona o situación a través de ese sentimiento.

Sentirnos VICTIMAS

De víctima a verdugo hay un solo paso. Si me siento víctima, automáticamente me siento legitimada para hacer o decir lo que me plazca, por muy lesivo que sea para otra persona.  Lo paradójico de todo esto es que la postura de victima también nos debilita, pero además nos llena de malos sentimientos y de deseos de venganza o necesidad de resarcirnos respecto al daño que sentimos nos han causado.

El sentirnos dañados o dolidos por cualquier contingencia “ajena” (una decepción, una traición, un engaño, abandono, ruptura…), parece legitimar a quién lo sufre para albergar malos sentimientos en su corazón, y además la acerca a lo que el psicólogo e investigador Philip Zimbardo denomina el Efecto Lucifer.

El efecto Lucifer es tan poderoso que su inercia puede arrastrar a una persona aparentemente sana, incluso dadivosa y con una inclinación clara a ayudar a los demás, a cometer actos terribles, dolosos, vengativos y ruines, en un momento dado de su vida.

Si quieres saber más sobre el efecto Lucifer, pincha aquí: http://www.lucifereffect.com/

La INSCONSCIENCIA

Una persona insconsciente no se da cuenta del alcance de sus actos. Desde una posición de inconsciencia estás privado de sentido para interpretar adecuadamente la realidad de lo que acontece a tu alrededor.

Es como si tuvieras el GPS de tu vida totalmente desorientado, llevándote a destinos erróneos; siendo lo peor de todo esto el hecho de que no ser capaz de darte cuenta de que el destino al que has llegado no es el deseado. Es un estar perdido por la vida.

Si no aprendo de algún modo a hacerme consciente de mis pensamientos y sentimientos, sobre todo en los momentos difíciles o de tensión… puedo caer en la trampa de dejarme llevar por las emociones más destructivas que hay a mi alcance, y cometer actos errados, injustos y lesivos para otra persona.

La conciencia es una luz que permite ver el camino por el que transitamos en cada momento, así como nos permite reconocer a las personas con las que nos vamos cruzando. Da luz a los propios comportamientos, a la interpretación de hechos y recuerdos, a la lectura de lo que aconteció en nuestro pasado, a la toma de decisiones… También nos otorga la posibilidad de reconocer el valor inherente de cada ser humano, por el hecho ser un ser vivo y de estar aquí.

La OBEDIENCIA

Otro aspecto importante que favorece el desarrollo de la maldad es la obediencia. La obediencia ciega a algo o alguien que para la persona represente una autoridad, que la anula para hacerse sus  propios juicios acerca de lo que sucedido. Esto fue estudiado por el psicólogo Milgram (1963), mediante un experimento cuyo fin era medir la disposición de una persona a obedecer las órdenes de una autoridad, aún cuando éstas pudieran entrar en conflicto con su conciencia personal. Obedecer órdenes despóticas e injustas, nos convierte en personas malvadas… lo queramos o no. Y no sólo obedecerlas, sino mirar hacia otro lado cuando otras personas cometan esos actos injustos en nuestra presencia, haciendo daño a otras personas.

Si quieres leer más sobre este experimento de Milgram: https://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Milgram

A pesar de todo lo dicho, aunque una de las capacidades naturales de las personas humanas puede ser la maldad, mi hipótesis es que tampoco somos ansia pura. Si trabajamos suficientemente nuestra conciencia personal y nuestros valores, podremos decidir qué tipo de persona queremos ser, lo que nos servirá de brújula cuando haya algún tipo de tentación a la vista…  Hay que tener en cuenta que somos cuerpos sacudidos por una historia y un sistema creencias y de emociones, que muchas veces nos juega malas pasadas.

Según señala Zimbardo, hay un momento clave en el que una persona azotada y zarandeada por todo ese conjunto de sentimientos negativos, puede decidir pararse y no hacer nada, no actuar desde esa fuerza destructiva. Hay una centésima de segundo en la que decides si tomas un camino o tomas otro. Estos momentos son decisivos, y marcan nuestro talante e ethos en la vida.

La reflexión sobre nuestros actos tiene justamente la función de autoregular nuestro comportamiento.

Esto fue otro de los resultados del experimento de la cárcel de Stanford. Algunas de las personas que tomaron el papel de carceleros, no tenían ningún tipo de conciencia sobre el daño que habían hecho a los que adoptaron el papel de presos, pero una vez interrumpido el experimento, y en un entorno tranquilo y seguro, fueron capaces de reflexionar y darse cuenta de lo que habían hecho. Esto generaría un antes y un después en sus vidas, de eso no cabe duda.

Reflexionar produce un cambio importante en las personas, y se constituye como un ejercicio imprescindible si queremos ser personas íntegras.

En palabras del propio Zimbardo,

“Cada uno de nosotros tiene tres posibilidades:

Ser pasivo y no hacer nada,

Ser malvado,

o convertirse en un héroe”

(Philip Zimbardo)

La misma mente empuja a unos a convertirse en villanos, y a otros en héroes.

Los héroes no piensan en YO, sino que piensan en NOSOTROS.

Los héroes no son superhéroes, sino gente corriente.

Los héroes no son egocéntricos, son sociocéntricos. Su profundo sentido de la responsabilidad les hace actuar para ayudar a otros. Son personas compasivas e integras. Sus acciones luchan o contrarrestan los efectos de las injusticias o de las maldades que observan a su alrededor.

Según Zimbardo, los héroes son personas que actúan cuando la mayor parte de la gente no hace nada (…)  Y la buena noticia –añado yo, es que todos tenemos un héroe o heroína  dentro esperando salir cuando así lo decidamos.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

Más referencias utilizadas:

http://www.redesparalaciencia.com/wp-content/uploads/2010/04/entrev54.pdf

http://elpais.com/diario/2007/09/03/internacional/1188770409_850215.html

http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-pendiente-resbaladiza-maldad/736047/

http://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_la_c%C3%A1rcel_de_Stanford

http://www.lucifereffect.com/

https://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Milgram

El Amor tiene un límite y se llama Dignidad

eL Amor tiene un limite se llama Dignidad

Imagen de fondo tomada de http://goo.gl/OlzPfK

El amor no tiene límites, rezan algunos…  y claro, desde ese lugar «todo el monte es orégano«…  El amor es ilimitado,  en tanto no conoce de trajes ni formas, mucho menos tallas… se puede sentir con toda la fuerza de la naturaleza y de la ilusión; pero también se puede marchitar, igual que se marchita un geranio si le da mucho el sol y no se le riega. Una cosa es que el amor tenga una capacidad de expresión ilimitada, y la otra es que no tenga límite.

El amor si tiene límite, y se llama DIGNIDAD.

El amor de pareja se recoge en poemas, novelas, cuentos y canciones de todas las épocas, sociedades y culturas; sin embargo el amor propio sólo se recoge en los libros de autoayuda y en los materiales sobre autoestima y superación personal. Y es desde ese amor propio que comienza todo, desde esa llama que es valorarse a uno o una misma sobre todas las cosas.

Si una persona tiene conciencia de cuál es su valor, por encima de todas las cosas, sabrá cuidar de sí misma, protegerse ante situaciones inadecuadas o dañinas y darse el lugar que le corresponde en cualquier situación que le presente la vida.

¿Cómo te hace sentir esa relación de pareja en la que te encuentras?

Si te sientes una persona confiada, amada, valorada y respetada, la cosa tiene buena pinta. Una relación es para compartir, para crecer juntos, para tener una buena vida, un proyecto en común.

Ahora bien, si tus pensamientos y sentimientos sobre esa relación son negativos, te sientes una persona temerosa e insegura… sufres, por no mencionar sentimientos aún más dolorosos como la infravaloración, la humillación o las faltas de respeto… quizá sea hora de practicar el amor propio -como única alternativa posible- y cortar por lo sano.

Como dicen por ahí:  “No me quieras tanto y quiéreme mejor”.

Erase una vez una sirena que había recuperado la fe en sí misma, razón por la cual estaba muy contenta. Erase una vez la historia feliz de un corazón que, dichoso, bailaba la danza de la autenticidad, el coraje, el amor y la magia.

Así deberían comenzar todas las historias. Así debería sentirse toda mujer y todo hombre en el planeta tierra.

(Extracto tomado de «La danza de amor de las hadas», de Rosetta Forner).

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Construye tu fuerza interna

fuerza interna

Cuando las cosas se tuercen en la vida, cuando atravesamos un problema  o cuando nos enfrentamos al duelo de una pérdida o de una despedida… hay ciertos recursos internos a los que merece la pena echar mano para salir adelante con el menor coste posible, y con un buen aprendizaje.

Según Jorge Bucay, en su libro El camino de la autodependencia,

“Un recurso es toda herramienta de la cual uno es capaz de valerse para hacer otra cosa; para enfrentar, allanar o resolver las contingencias que se nos puedan presentar”.

Hay muchas maneras de obtener recursos personales, pero una de las más  efectivas supone atravesar por estas situaciones -digamos poco gratas- venciendo todas nuestras resistencias a pasarlo mal o peor;  no en vano hay una frase que dice “el dolor que sientes hoy, será tu fuerza de mañana”. Y es cierto que hay determinadas fortalezas que sólo se pueden adquirir atravesando nuestras zonas más oscuras e inhóspitas, pues enfrentando una situación difícil, todo nuestro ser se pone a prueba, y exprimimos al máximo nuestro potencial de supervivencia. Ahí te das cuenta, en primer lugar,  que tienes muchas herramientas que no tenías localizadas, y es que en una situación de alerta se agudizan todos los sentidos. También te das cuenta de que hay otras herramientas que se pueden fabricar, bien contemplando cómo lo hicieron otros que ya pasaron por situaciones similares;   bien tomando como referencia los comentarios de un buen amigo o amiga que te aporte puntos de luz sobre los aspectos que te producen mayor confusión. Incluso también puedes recurrir a un o una ayudadora profesional que te ofrezca la posibilidad de rescatar nuevas formas de hacer frente a lo que tanto te preocupa.

Algunos puntos que puedes tener en cuenta en el no fácil proceso de convertirte -como diría el humanista Carl Rogers- en persona, pueden ser:

Define el problema REAL que te preocupa. 

Muchas veces nos lamentamos y sufrimos porque en nuestra cabeza nos situamos en el peor escenario posible (la mayor parte de las veces totalmente lejano de la realidad). Por eso es conveniente que sólo o con ayuda, definas de la manera más objetiva posible cuál es tu verdadero problema aquí y ahora.

Definir un problema también implica tener claro de quién es la responsabilidad de su resolución. Y esto te lo recuerdo para que te hagas responsable sólo de la parte que te corresponda, y no cargues ciegamente con las obligaciones de otros, lo tengan claro ellos o no. Cada persona ha de cargar sólo con lo suyo.

Trata de ser coherente.

La coherencia nos proporciona seguridad y un lugar importante como protagonistas de nuestra propia vida. Ser coherentes significa actuar acorde a tus pensamientos y sentimientos, de manera que sigas una misma línea que te ayude a mantenerte en una posición de equilibrio, sin actuar en tu contra ni hacerte más daño (por las contradicciones internas que puede conllevar que pensamiento, emoción y acción no estén alineados).

Fortalece tu mente.

La mente suele jugarnos malas pasadas, sobre todo cuando las cosas se ponen feas. Es bueno que no concedas crédito a todo lo que se te pasa por la cabeza cuando atraviesas un momento difícil. De verdad, no te creas todo lo que te dices en ese diálogo interno incesante. Para el flujo de pensamientos. Sal a la calle, ponte a fregar los platos o sal a hacer algo de ejercicio físico. Este es sin duda un aspecto importante, pues el desgaste emocional que sigue al calentamiento de cabeza nos deja en una situación vulnerable, y eso es justo lo que menos nos conviene.

Expresa lo que necesitas.

Pedir ayuda siempre ha sido considerado como un recurso. Si tienes pareja, algún familiar o un buen amigo-a disponible para desahogarte, puedes recurrir a ellos, pero ojo, no utilices tus relaciones sociales únicamente para descargarte cuando te sientas mal. Las personas que te quieren estarán ahí para acompañarte, eso seguro. Pero ese desahogo tiene un principio y un fin, y eso hay que tenerlo muy presente. Además, aunque lo estés pasando mal, un día puedes quedar con alguien para hablar del tema, y otro simplemente para distraerte, por ejemplo dando un paseo en grata compañía.

Expresar lo que necesitas no sólo hace referencia a desahogarte; también se refiere a que tomes del entorno todo aquello que esté disponible y te pueda ayudar en ese momento difícil. Puede ser algo tan sencillo como darte un masaje para relajarte, irte a dar un baño a la playa, pasar un fin de semana en aquel cortijo de un buen amigo, o de tu tía de Cuenca… lo que sea que te pueda hacer sentir mejor.

Intenta mantener la compostura para salir adelante.

Si bien es cierto que cuando se está jodido bien puede apetecer meterse en la cama y no salir de ella, o encerrarnos en casa para no ver a nadie, eso no nos asegura que vayamos a salir antes de este trance; más bien lo contrario, puede agudizarlo y hacerlo más lento y pesado, con el consiguiente coste de sufrimiento.

Mantener la compostura se basaría en hacerse responsable de la situación que nos azota desde el enfoque de nuestra DIGNIDAD como personas. Tenemos dignidad, lo que se traduce en que somos valiosos pase lo que pase. Las posturas que refuercen nuestro sentimiento de victimas o de personas maltratadas por la vida nos restan fuerza y PODER sobre la situación, de manera que nos dejan más volubles a la opinión ajena, y más vulnerables para afrontar la situación.

Suelta aquello que te hace sufrir o ya no te aporta.

Nadie es responsable del dolor de nadie, simplemente cuando una relación no va o marcha con muchas dificultades y mucho esfuerzo, hay que plantearse seriamente decir adiós. No se puede vivir con miedo:   https://www.youtube.com/watch?v=sS8u1f7oyhA&feature=share

Tómate un descanso o cambia de escenario.

Diferentes estudios de psicología social han demostrado el impacto del entorno en la conducta de las personas (por ejemplo el experimento de la cárcel de Stanford -1971- por el Dr. Philip Zimbardo.

El mismo Zimbardo asegura que cuando una persona que está siendo sometida a presión cambia radicalmente de entorno, es decir, sale del escenario en el que se está produciendo la situación estresante, sus síntomas se atenúan de manera casi inmediata, comenzando a alcanzar importantes cotas de recuperación.  Por este motivo, en la medida de lo posible, puedes tratar de salir del escenario habitual, aunque sea por un lapso breve de tiempo, y tomar las fuerzas que necesitas para regresar y situarte de una manera más calmada y con aplomo frente al problema.

Recuerda que el camino de la vida se compone de un amplio abanico de situaciones, pasando desde las más dulces, las normales o rutinarias, hasta las dolorosas. Gracias a todas ellas el ser humano puede evolucionar como especie para sobrevivir y permanecer aquí, con el estilo de vida social y biológica que llevamos

Y bueno, hasta aquí mis reflexiones en la entrada de blog para hoy.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Yo también sufrí bullying en el colegio: el caso de Blanca Giménez

Tras la publicación de mi última entrada de blog sobre el bullying, relatando mi propia experiencia durante la etapa escolar, quedó inaugurado el movimiento “YO TAMBIÉN SUFRÍ BULLYING EN EL COLEGIO”. A través de este movimiento se pretende dar a conocer a la comunidad -social, política y educativa- la presencia de este problema social que afecta hoy día a un gran número de personas, y sobre el que no hay criterios claros y uniformes de actuación, a juzgar por los casos que aparecen en los diarios. El Bullying existe y hay que visibilizarlo.

Estoy muy agradecida porque algunas personas me han escrito emails para contarme su historia y publicarla en mi blog, y aquí va la primera: el caso de Blanca, hoy una mujer fuerte, risueña y con mucho autoapoyo, capaz de compartir lo que para ella fue un martirio en su época escolar. No he cambiado ni un punto ni una coma de su relato, pues me parece absolutamente genuíno y de corazón, que es lo que importa.

Blank peke

Blanca Giménez de pequeñita

El texto de Blanca dice así:

En primer lugar agradecer a Inmaculada  la iniciativa tan constructiva, liberadora y sanadora.

Es cierto que somos much@s  l@s que hemos sufrido bullying en el colegio,pero que quizás nunca lo hemos manifestado públicamente por miedo o vergüenza.

Aquello marcó mi personalidad y dejó grandes cicatrices que han costado sanar.

Es duro observar cómo va en aumento con una crueldad y violencia que me deja perpleja, y que refresca aquellas situaciones de mi niñez tan dolorosas.

Hay crí@s que se suicidan de la angustia y miedo tan inmenso que tienen en la época que vivimos. Hay que abrir los ojos y actuar para que no siga sucediendo.

He sido alumna de muchos colegios por el trabajo que ejercía mi madre. Donde le salía trabajo allí nos mudábamos, en consecuencia también estrenaba colegio, mofas y martirio.

Recuerdo claramente el miedo que sentía al saber que tendría que pasar una vez más por situaciones similares a las anteriores, el cuerpo temblaba y el aire parecía no querer entrar por las fosas nasales….sensación de asfixia.

Desde que era un mico fui inquieta (no hiperactiva). Siempre me ha costado bastante pasar una hora sentada inmóvil escuchando atenta una clase, solía necesitar levantarme aunque fuese para sacar punta, tirar una goma o lápiz al suelo para poder levantarme por tener que recogerlo….. “culillo de mal asiento” se me llamaba.

(Aún de adulta hay veces que me sigue ocurriendo)

Ya en parvulitos la profesora me amarraba a la silla con la cinta de su bata…las mofas, risas y cachondeo eran de todo tipo y colores. El estómago se me encogía produciéndome un gran dolor, también sentía mucha vergüenza. No me gustaba ser el centro de mira para el cachondeo del grupo.

Al poco rato de estar amarrada a la silla…me inclinaba y levantaba con la silla pegada al trasero, e iba a sacar punta o a recoger un papel que había dejado caer a posta para tener excusa por haberme levantado.

La profesora entraba en cólera y recibía gritos, más mofas, castigada quieta en la esquina mirando hacia la pared, amenazas de quedarme sin recreo, etc… (algunas veces cumplía sus amenazas)

La clase se cachondeaba llamándome “culillo de mal asiento” repetidas veces, como cantando el patio de mi casa es particular (ya sabes). En el recreo o bus escolar se repetía la coral…

Parecen tonterías sin importancia, pero nadie está en el cuerpo del otro para saber las combustiones que siente.

Ya de más mayor, cuando me llamaban para hacer un ejercicio en la pizarra, al escuchar mi nombre hasta las pestañas me temblaban, el miedo se apoderaba de mí y no era capaz de resolver lo que se me indicaba. En consecuencia también surgían múltiples mofas de todos los colores y gustos.

Lógicamente siendo el centro del cachondeo, nadie te quiere en su grupo como alguien deseado…al contrario, te dejan de lado en una soledad dolorosa donde no comprendes  qué es lo que hiciste mal,  o qué hay de malo en ti.

Nací con heridas profundas en la córnea del ojo izquierdo, por una paliza que mi padre dio a mi madre estando embarazada.

Mis gafas no eran de culo de vaso…eran lo siguiente! Añadiendo un lindo parche que me hacía la pirata del lugar. No sé el motivo, pero mi madre me las compró de color negro….eran horrorosas!! Las gafas me acompañaron hasta los 16 años, cuando ya decidí no ponérmelas más, al saber que lo que tenía en el ojo era incurable. A día de hoy sólo veo con el ojo derecho….pero este ve por tres jajajajaja.

Las gafas, el no ser guapa/cuerpazo, el nombre y apellido, no tener padre, no ser una eminencia en los estudios etc… fueron causas de muchas humillaciones psíquicas y físicas que causaron grandes heridas.

En el recreo me daban de lado en las pandillas de la gente guapa y exitosa…me sentía como la apestada, no era del interés de nadie excepto para ser centro de las burlas.

Cuando había que hacer un trabajo grupal, habitualmente me quedaba fuera de los grupos, la profesora era la encargada de colocarme en alguno, con las consecuentes caras y gestos de “uff” del grupo al que se le había impuesto mi participación.

Podría escribir un libro de anécdotas y vivencias de otras agresiones/acoso de las que he sido testigo hacia otras criaturas,  pero mejor lo dejo aquí….creo que con esto de momento es suficiente.

Hoy comprendo que somos víctimas de víctimas, normalmente no calibramos el daño tan grande que podemos causar con un gesto, grito, descalificación, insulto, palabra, refrán etc…

Te deja marcad@ de por vida. Lloré mucho y el dolor por épocas era intenso, pero a día de hoy estoy muy orgullosa de haber superado todo aquello, haber perdonado y comprendido que aquello también formó parte del Ser que a día de hoy Soy.

También confieso que si me dieran la oportunidad de volver atrás…divina juventud…NO la querría jajaja,no me gusta la experiencia del colegio y no quisiera volver a pasar por aquello de nuevo ni loca.

Blanca Giménez.

Gracias Blanca, por compartir tu experiencia.

Yo también sufrí Bullying en el colegio

Me sumo al movimiento: «YO TAMBIÉN SUFRI BULLYING EN EL COLEGIO».
Me he hecho yo a la idea de que existe tal movimiento, pero si no es así queda oficialmente creado. Está bien eso de compartir la propia historia o experiencia si de algún modo ayuda a otras personas.

stop

CONTRA EL ACOSO ESCOLAR: TOLERANCIA “0”.

Hace poco me dijo un buen amigo que un cantante de música pop acababa de hacer público en las redes sociales que él también había sufrido bullying cuando era niño y adolescente. Me conmovió lo suficiente para hacer público lo que yo también sufrí en mi etapa escolar, y que ha marcado en gran medida mi carácter y muchas de las elecciones que he hecho en la vida.
Mediante esta entrada de blog voy a definir lo que se entiende por Bullying, para pasar a relatar brevemente mi experiencia en el colegio, con el objetivo de colaborar para visibilizar este problema social, y sensibilizar a los y las profesionales involucrados.

 

¿QUÉ ES BULLYING?
Acoso físico o psicológico al que someten, de forma continuada, a un alumno-a sus compañeros-as, que suele tener lugar en el aula y en el patio de la escuela. Los casos de bullying revelan un abuso de poder. El acosador o acosadora logra la intimidación del otro chico-a, quién lo percibe como más fuerte, más allá de si esta fortaleza es real o subjetiva. Poco a poco, el niño-a acosado-a   comienza a experimentar diversas consecuencias psicológicas ante la situación, con unas consecuencias en la vida social del sujeto muy concretas; para empezar: teniendo temor de asistir a la escuela, mostrándose retraído-a ante sus compañeros, disminuyendo su rendimiento académico (…) llegando a situaciones extremas de suicidio.     

(http://definicion.de/bullying/)

Vista la definición, voy a resumir brevemente mi historia:

Inma niña gafas

Yo, año 1986.

Cuando yo tenía unos 7 u 8 años mis padres se separaron. Las relaciones entre ellos eran tensas y recuerdo muy bien que el panorama familiar no era positivo.

Yo estaba, junto con mi hermano y hermanas, acudiendo a un colegio cercano a casa. Se llamaba Colegio Público Santiago (en la actualidad su nombre es IES Maestro Padilla). Recuerdo que todo iba más o menos bien en clase, con la salvedad de alguna maestra que tenía métodos educativos más que cuestionables, como por ejemplo no permitirnos ir al baño cuando lo necesitábamos, ridiculizarnos cuando alguna operación matemática no salía bien, además de castigarnos severamente por hablar en clase con el compañero de al lado… etc. Para mí todo eso era normal.

Sin embargo, cercana a esa edad de 8 años (año 1986), de repente todos los niños comenzaron a “meterse” conmigo. Yo usaba gafas con un cristal considerable, y en mi caso creo que éste fue un detonante claro para que las burlas se centraran en mí. Lo que comenzó como algo esporádico y anecdódico, se fue instalando en las maneras de relacionarse de mis compañeros conmigo (sobre todo chicos). Siempre hacían burlas sobre mi persona, me ridiculizaban y me insultaban.

Como lo hacían en grupo, rara vez me defendía, pues temía que la cosa fuera a peor y que incluso me agredieran físicamente, cosa que alguna vez sucedió…

Durante muchos años me lamentaba cada vez que tenía que levantarme para ir a clase, era una auténtica pesadilla. Mi rendimiento escolar bajó -a pesar de ser una buena alumna, y la única explicación a este hecho en el Boletín del colegio era que «era una niña muy nerviosa que no se concentraba en las tareas encomendadas».

Alguna vez refería algo en casa, sin mucho afán, pues de algún modo parecía algo normal. Mi madre lo consideró una cuestión de patio de colegio, y lo único que me aconsejó fue que aprendiera a defenderme para que no me pasaran estas cosas.

«Corramos un tupido velo (…)» .

Al no contar con un apoyo familiar sólido para enfrentar este acoso, pues mi familia «no lo veía como tal», así como tampoco contar con la protección del profesorado, que presenciaban diariamente situaciones negativas y lesivas hacia mi persona y no hacían absolutamente nada… poco a poco me fui acostumbrando a experimentar e interpretar mi realidad desde la supervivencia, de modo que me hice fuerte, a mi manera.

Estas situaciones estaban más que socialmente aceptadas en aquellos años, en un entorno escolar infanto-juvenil, y sospecho que hoy día también, pues no se le daba tratamiento de ningún tipo…, se consideraban “chiquillerías”.

En mi situación, la excusa eran las gafas de elevada graduación que usaba, en otras personas sucedía por una cuestión de sobrepeso, o por considerarse empollonas o frikys, también por tener una orientación sexual diferente al resto… en definitiva por llamar la atención sobre algún aspecto concreto de su físico o su personalidad.

De la época escolar tengo algún recuerdo bueno, y mil malos… por eso creo que es necesario hacerlo visible, para apoyar a las personas que lo sufren y para concienciar sobre el tema.

Ahora tengo 36 años y observo el pasado desde una perspectiva completamente distinta. Creo que de cada experiencia se puede aprender algo útil para la vida, pero indudablemente es mucho lo que hay que trabajarse a nivel personal para poder cambiar la percepción de determinadas circunstancias o suertes que nos han tocado vivir, para no estar constantemente auto-referenciándonos con el pasado.

Hoy, 29 años después del inicio de mi historia de acoso escolar, lo digo alto y claro: El bullying o acoso escolar EXISTE, y se da con mucha frecuencia. Cuando hay sospechas hay que actuar de inmediato, en primer lugar protegiendo y apoyando a la víctima, y en segundo aplicando las medidas disciplinarias pertinentes con las personas acosadoras.

No se puede mirar para otro lado.

Y algo muy importante, si tú que estás leyendo esta entrada de blog, lo estás sufriendo directamente o sabes de alguien que lo está sufriendo ahora: ¡DENÚNCIALO!

Recuerda que lo que no se dice, no desaparece.

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Los que se entienden bailan juntos

Botero

Botero

Tener sintonía con una persona no es algo tan fácil como nos muestran los anuncios de refrescos o cerveza, donde abundan los colores, las canciones de moda y las risas de fondo.

La relación de pareja es un baile de a dos, en el que es necesario estar en la misma frecuencia y tener feeling, y esto se traduce en hablar un mismo lenguaje, tener gestos muy similares, un mismo estilo afectivo, así como una misma orientación en la vida.

Se nos ha insistido hasta la saciedad que los polos opuestos se atraen, sin embargo esta generalización conviene cuestionarla. Lo mismo descubres que no es del todo cierta, o no para todo el mundo.

Las personas evolucionamos constantemente, y dentro del marco de una relación de pareja, esta evolución a veces conlleva afianzar posturas, y otras a distanciarlas, a tomar otro sendero de vida diferente al compartido hasta la fecha.

¿De qué depende que se dé una circunstancia u otra?

Para responder a esta pregunta, fíjate en lo que sucede cuando bailas con otra persona:

Hay momentos en los que tomas delicadamente la mano de tu acompañante, giras al mismo son, o te abrazas a su cuerpo … con deseo, atención, alegría, o incluso a veces con paciencia, pues siempre te puede caer algún que otro pisotón y esto no tiene porqué significar que se termine el baile, pues las posibilidades de reconducir tus pasos son infinitas, sólo hace falta intención y ganas.

Tras los primeros pasos vas tomando conciencia de cuán agusto te sientes, y espontáneamente -casi sin proponértelo- vas decidiendo cómo serán tus próximos pasos…

Si estás un rato largo bailando con la misma persona, descubrirás que puede llegar un momento en que uno de los dos se canse, y desee llevar otro ritmo, o directamente le apetezca sentarse solo o sola un rato, para replantearse si quiere continuar bailando esa misma pieza contigo. El otro en consecuencia, puede que decida aminorar su paso, para ajustarlo al de su acompañante, o incluso resuelva tomar asiento junto a él y esperar; o puede que no le apetezca hacer ni una cosa ni otra, bien por aburrimiento, porque ya no le guste esa melodía o porque directamente le apetezca bailar solo, o encontrar otra pareja de baile.

¿Qué elementos son importantes para un buen baile?

La instrumentación importa… y la instrumentación es la melodía, el dejarse acariciar por lo que el otro nos aporta, «valorando lo bueno que hay en tí, que además puedo ver en mí».

La coreografía importa… y la coreografía se traduce en el buen gusto, en los detalles de la relación, en lo que se comparte, en el interés por la otra persona, los momentos que se viven día a día. La confianza de dejarse caer en el otro, y viceversa.

El movimiento importa… el ritmo, que es la empatía, la escucha, la complicidad y la atención consciente a las propias necesidades, y a las del otro: el compartir.

La expresión corporal importa… los sentimientos se trasdalan al otro a través de nuestro cuerpo, de nuestros gestos y de nuestro lenguaje, hablado o no hablado. Este elemento es bastante importante, pues gran parte del feedback que recibimos se debe a cómo nos estamos comunicando con el otro, a través de nuestras expresiones corporales y de nuestra conducta.

El color importa… y el color es el coqueteo, la risa; la alegría que se experimenta en muchos momentos con la otra persona, el ocio compartido. El interés por engalanarse para compartir momentos especiales, por gustar a tu pareja y despertar su deseo, el placer sexual.

El espacio importa… el escenario donde se comparte la vida, el calor del hogar, los nuevos paisajes visitados, los viajes, el respeto del espacio vital de cada uno.

Etc.

Las relaciones afectivas con los demás nos permiten conectar con el AMOR, que es un alimento tan vital como el aire, el agua y la comida. Concede mucho valor y sentido a la vida de quién lo porta, y de quién es capaz de reconocerlo, dentro y fuera de sí.

Luego, cuando la pareja de bailarines además tiene hijos, siempre se produce un esfuerzo mayor por sincronizar el paso con la persona amada, para mantener unida a la manada. Para ello hay que estar despiertos, y ser conscientes en cada momento del ritmo que está llevando uno y otro, vaya a ser que te sorprendas pasado un tiempo con que cada vez os cuesta más poneros de acuerdo en cuál será el próximo paso…

¿A qué ritmo estás bailando ahora… sólo o en pareja? – Buena pregunta.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

¿Qué titulo le pondrías a tu vida en este momento?

Ilustración de Irisz Agocs

Ilustración de Irisz Agocs

Responder a esta pregunta no es moco de pavo, pues aunque no te des cuenta, diariamente te estás dejando llevar por una inercia que más tarde o más temprano te llevará a algún lugar… ¿Te lo has planteado?

Una vida sin propósito, sin dirección, dicen muchos autores que no merece la pena ser vivida. Y aunque esto parezca exagerado, desde luego sí podemos afirmar que vivir con conciencia y con actitud, es mucho más de lo que han hecho muchos de los que nos precedieron, con lo que tenían en ese momento histórico que les tocó vivir.

Hoy día la información es abierta y abunda por doquier. Las personas se cuestionan cómo evolucionar, no sólo en ámbitos prácticos y rutinarios de la vida, sino que se plantean la autorrealización como una aspiración más de la propia existencia.

En este sentido, es conveniente recordar que aquello en lo que pones tu ATENCIÓN, va determinando tu vida, aunque la mayor parte del tiempo esto pase desapercibido. Si te enfocas en el dolor y el sufrimiento, eso encontrarás. Si te enfocas en tus frustraciones y fracasos, más de eso seguirás encontrando. Si te enfocas en el amor que sientes por las personas que te rodean, más amor vas a sentir, pues no puede ser de otra manera.

Coloquialmente hablando, se puede decir que la ATENCIÓN es como los focos de un coche, guían el camino:

  •  Si está DISPERSA, muy abierta, apenas alumbra a lo lejos, con lo cual se pierde intensidad y perspectiva.
  • Si está CENTRADA, la luz es más estrecha, pero se puede ver el camino a lo lejos. Y este aspecto es crucial para asegurar un buen y seguro viaje en carretera.

Conviene enfocarse bien. Tener la atención puesta en todos lados, y a la vez en ningún sitio, es un déficit.

Te invito a poner un título a tu vida actual, y que lo hagas sin pensar mucho, para no dejarte engatusar por la mente juguetona que habita en tod@s nosotr@s. Escríbelo y léelo en voz alta. Asimilalo, pues lo creas o no, ese título ya estaba dentro de ti, aunque de manera no consciente, y está determinando tus pasos y tus decisiones de vida AHORA.

Los objetivos personales son importantes, pues en ellos vamos a poner toda nuestra energía, y ellos van a surgir fácilmente en cuanto tengas claro tu título de vida aquí y ahora. Sin embargo hay algo que quiero compartir con vosotros, y es que no todos los objetivos son útiles para avanzar en la vida, y conviene tener muy clara esta diferenciación que te presento cuando te estés planteando cambios cruciales, a estos niveles que estamos comentando:

  1. Hay objetivos por compensación, que se encargan de equilibrar una carencia en nuestra vida, por ejemplo por algún suceso de nuestro pasado, por tanto se manifiestan en forma de carencia. Suelen expresarse en negativo (por ejemplo: no quiero volver a tener problemas económicos).
  2. Luego hay objetivos por realización personal, que no se basan en las carencias que han marcado nuestra vida pasada, sino en nuestros deseos. Estos deseos se pueden formular llamando al genio de la lámpara.
  3. Y luego hay una tercera categoría, que yo denomino objetivos por convicción, que son los que responden a nuestra verdadera esencia y naturaleza, además de que no se basan ni en carencias ni en deseos, sino que nacen de la quietud y la paz de un estado sosegado, de esa seguridad interna que se va desarrollando con el paso de los años, y que poco tiene que ver con alimentar al ego, sino más bien con nuestros principios más profundos, con nuestras raíces. Suelen ser objetivos que no implican tener más, ni acumular más, sino que se centran en desarrollar lo más íntimo y  valioso de las personas: su interior, y que indudablemente mejora la calidad de sus relaciones personales, y el bienestar de otros colectivos con los que se relaciona.  Estos objetivos suelen ser ECOLÓGICOS, no comprometen en modo alguno ni afectan negativamente al medio o a las personas que rodean a quién los tiene, sino todo lo contrario, son beneficiosos para toda la gente que les rodea.

Si tus objetivos son realistas, y responden –al menos- a las dos últimas categorías expuestas (según el momento de evolución en el que te encuentres) seguramente tu atención se posará en ellos, y de algún modo llegarás a puerto.

Y ahora respóndete, sé honest@: ¿Qué título le pondrías a tu vida justo en este momento?

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

El pasado, el presente y el futuro en la vida.

pasado presente futuro

Se puede decir que pasado, presente y futuro conviven constantemente en la vida de las personas, como si de realidades paralelas se tratara. Esto es así porque del pasado es difícil desprenderse; el presente es lo que ahora atravesamos y el futuro es hacia lo que proyectamos nuestro propósito de vida, nuestro camino.

 

El PASADO sirve para ordenar el presente,

para rescatar miedos y recuerdos dolorosos que aún conviven con nosotros,

así como para rescatar recursos y experiencias de superación.

El pasado es muy útil para la evolución de la persona,

pero no para detenerse a nadar en él,

sino para tomar lo valioso y ordenar el PRESENTE.

El PRESENTE es todo lo que los seres tenemos,

Es lo único verdaderamente real, sin trampa ni cartón.

Es el aquí y ahora de la vida de la persona y de sus circunstancias.

En este presente nos jugamos todas las cartas que tenemos,

es donde debemos desplegar todos los recursos y habilidades que hemos ido aprendiendo y adquiriendo a lo largo del camino,

todo ello para procurarnos una vida mejor,

un FUTURO más organizado y liviano,

pero sobre todo más acorde a nuestro propósito original de vida.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.