Lidiar con la frustración no es fácil

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ILUSTRACIÓN DE: Sveta Dorosheva, tomada de: https://goo.gl/wDNFJG

Dicen algunas teorías que tratan de explicar el origen de la violencia, que la escasa tolerancia a la frustración puede ser un factor desencadenante de este tipo de conductas (véanse los estudios clásicos de la Universidad de Yale en 1938, realizados por Dollard, Miller y colaboradores).

Sentir frustración puede llegar a ser muy desagradable, hasta el punto de poner en jaque nuestro bienestar y autoestima… y todo por un deseo no satisfecho. Puede estar relacionado con algo material que no tenemos, con un afecto que no logramos alcanzar, con la necesidad de reconocimiento externo, etc. Puede vestir muchos ropajes, pero al final la sensación es la misma: no puedo. Y no siempre las causas de esta imposibilidad están bajo nuestro control, sino que no queda más remedio que aceptar que no todo está a nuestro alcance, pero aún así la vida sigue siendo perfectamente aceptable.

Sin embargo, en ese momento exacto en el que experimentamos un profundo sentimiento de  contrariedad, ¿qué podemos hacer con la frustración?, ¿podemos meter la frustración en una botella, lanzarla al mar y sentarnos a esperar una respuesta?, ¿nos comemos la frustración con patatas? No existe una respuesta ideal, pero lo que está claro es que conviene aprender a gestionarla para que no gobierne nuestra vida.

No se puede tener todo lo que se desea, y además no siempre lo que deseamos es conveniente o saludable para nuestra vida, aunque en esto no se suele reparar. De hecho, la escultura de nuestro carácter alberga muchos noes y muchos nopuedo que alguna vez fueron pensados, o dirigidos hacia nuestra persona («tú no puedes, tú no sabes, tú no vales…»), pronunciados -incluso- por quiénes más nos querían o valoraban. Las personas podemos ser muy contradictorias, e incluso podemos  decir cosas que no sentimos realmente, fruto de un secuestro emocional momentáneo.

La sencillez y la humildad de una persona, incluso su generosidad, están bañadas en las cálidas aguas de la frustración ya resuelta, madurada… lo que yo llamo frustración amiga.

– “¿Puede ser verdad que hay algo fuera de mi que puede hacerme feliz… aunque quizá ni lo tengo, ni lo conozco?

La próxima vez que te pilles en un sentimiento de desánimo o desaire porque las cosas no salieron como tú querías, pregúntate qué esperas que te aporten las circunstancias, personas o situaciones que añoras, y que tú no te sientes capaz de darte.

Puede que a raíz de esta nueva pregunta, la frustración te suene a estación pasajera.

Puede que a raíz de esta nueva pregunta, dejes de lamentarte.

Puede que a raíz de esta nueva pregunta, el miedo desaparezca.

Suerte.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

‘Beso, atrevido o verdad’… Qué hay de cierto en la atracción que sentimos hacia otras personas

Ilustración de la artista Philippa Rice

Ilustración de Philippa Rice. Imágen tomada de: https://goo.gl/16iWP8

La atracción por una persona es un ‘estado’ mental que sigue sus propias reglas, y que por lo general se produce por una mezcla de sensaciones producidas por:

  • Ciertos rasgos -físicos que despiertan mis hormonas.

  • Ciertos rasgos emocionales- que veo en ti y despiertan ‘algo’ en mi, me ‘tocan’ la fibra sensible.

  • Alguna característica en tu funcionamiento personal o social, que me hace imaginar que voy a recibir un determinado trato que se me antoja necesario en este momento (podría ser que me cuides, que me apasiones o que me trates de una determinada manera que yo necesito).

  • Toda una serie de proyecciones y deseos que vuelco en tu persona, aunque no te conozca y no me hayas mostrado nada de eso, pero que nuevamente imagino que forman parte de tu carácter y que cumples con los requisitos del hombre o la mujer ideal para mi (o como se ha dicho siempre: de mi vida).

  • Cómo me siento cuando estoy a tu lado, qué me haces sentir, qué imagen me devuelves de mí misma, qué sensaciones despiertas en mi. Dicen por ahí que enamorarse es llegar a un súbito estado de amor propio, gracias a la mirada del otro.

Todos estas características no tienen que darse al mismo tiempo, e incluso -aún dándose- pueden cambiar de color blanco a negro, según evolucione la relación entre ambos-as… a veces podemos llegar a sorprendemos de la manera en la que comenzamos a ´ver´a una persona de nuestro entorno, tanto en positivo como en negativo. La influencia del pensamiento influye mucho en este sentido.

Lo que nunca debe estar presente en una relación afectiva o sexual con otra persona es

  • Sentirte obligado-a a renunciar a situaciones/ cosas/ personas que amas.
  • Sentirte limitado-a a salir o a relacionarte con tus amistades.
  • Sentirte forzado-a a tolerar situaciones que no deseas vivir.

Las personas nos sentimos atraídas unas por otras debido a muchos factores -propios y ajenos- siendo el peso de la propia historia personal un factor que nos predispone o inclina a sentir atracción o deseo por personas que nos hacen bien, o por personas que nos hacen mal. Y como estos mecanismos que nos conducen al buen o al mal amor suelen ser inconscientes, conviene interiorizar -a modo de brújula- que…

El amor no obliga, respeta. El amor no humilla, cuida. El Amor no acosa, se desarrolla en la libertad personal de elegir. El amor no nos impulsa a mentir, sino que sobrevive en medio de todas las verdades y realidades. El amor suma, no resta. El amor no duele.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

La verdad cura

La verdad cura

Imagen tomada de: https://www.pinterest.cl/pin/757449231050657632/

El temor a ser malinterpretado, juzgado o a herir los sentimientos de los demás, y que como consecuencia se alejen de nosotros, es algo que puede pasarnos en algún momento de nuestra vida, pues si hay algo que define a los seres humanos es que somos sensibles, y las reacciones y comportamientos de los demás nos afectan y nos importan.

¿Cuantas veces has reprimido una necesidad o deseo por miedo a cómo «eso» iba a ser acogido -o encajado- por los demás? Merece la pena dar una vuelta por los propios recuerdos o experiencias cercanas, para valorar seriamente la conveniencia de aprender a gestionar estas situaciones que, aunque en un primer momento pueden parecer incómodas, una vez atravesadas nos muestran que no fue para tanto, y que la ganancia de expresarnos ha sido mucho mayor: hemos ganado en fuerza y ligereza.

Comparto con mucha tristeza una noticia que he leído hace unos días, en la que se informaba que un joven de veintipocos años había cavado un hoyo en la arena de la playa, y se había metido dentro. De repente, vio subir la marea e intentó salir de él, pero sus esfuerzos fueron en vano y falleció dentro del hoyo que él mismo había cavado (…). Cuando leí la noticia no podía creerlo y lógicamente me embargó un sentimiento de fatalidad y desazón, ¿cómo era posible una situación como ésta?

Lógicamente, en este caso nos encontramos ante lo que podríamos denominar accidente, pero no son pocas las veces que -en sentido figurado- somos nosotros los que morimos (emocionalmente hablando) ahogados en los hoyos que solitos cavamos, sin querer darnos cuenta.

Decía, al principio de esta entrada de blog, que las personas somos seres sensibles, por tanto nos duelen las cosas (una mala mirada, un mal gesto, un mal comentario, un mal pensamiento, etc…). Imagina que comienza a hacerse presente la idea de que «me siento mal contigo porque no me escuchas…, porque me siento invadida por ti…, porque no me respetas…, porque deseo más espacio…, porque vas demasiado rápido… o porque vas demasiado despacio…, porque me hablas con desagrado, o porque juzgas y comentas cada decisión o paso que doy…». Sólo puedo hacer una cosa: PONER PALABRAS a lo que me está pasando, de la manera más asertiva y amable posible. De no hacerlo, podría -sin darme cuenta- estar cavando un hoyo en el que meterme, con el riesgo de que -una vez dentro- no pueda salir de él, o salga con algún daño.

Todo el mundo sabe donde empieza y donde termina su autonomía porque se siente mal, por tanto ahí está la clave para discriminar cuando es necesario tomar la palabra y expresar lo que nos está sucediendo. Para el bien común, es bueno encontrar el camino para hacer valer nuestras necesidades en un marco de trato amable, no invasivo y no paternalista… tejiendo -por tanto- la tela de lo amable.

* Unos tips sencillos para estas situaciones, pueden ser:

  • Si estás muy alterado emocionalmente, toma un poco el fresco. Aléjate de la situación para tomar perspectiva de lo sucedido. Si contemplas un punto negro en medio de una pared blanca, el tamaño del punto depende de la distancia a la que te sitúes de él.
  • No reacciones de manera inmediata. Darnos un tiempo para reflexionar sobre lo que nos sucede, incluso para contrastarlo con alguien de nuestra confianza, en aras a desahogarnos, es un punto siempre a favor.
  • No hagas una montaña de un grano de arena. Por lo general, es mucho peor imaginar el camino hacia una montaña, que caminar hacia una montaña. En nuestra imaginación las situaciones se magnifican y exageran de manera exponencial, y -como dice Byron Katie, la realidad es mucho más amable que lo que pensamos de ella.
  • La verdad cura. Esta frase me la dijo una vez mi amigo José Méndez, y no la he olvidado. La verdad, la nuestra, es la que nos hace honestos, vulnerables y auténticos. Es positivo hacerla valer compartiéndola de manera apropiada. Cuando nos resistimos a hablar sobre lo que nos hace sentir mal, las cosas pueden complicarse… digamos que toda vez que te sientes mal y no lo atiendes, de alguna manera has comenzado a cavar un hoyo… con consecuencias impredecibles.
  • Hablando de lo que sientes tú, no estás atacando ni faltando el respeto a nadie. Es cierto que no es fácil comenzar las conversaciones difíciles, pero el único secreto para mantenerlas, es encontrarnos con la persona en cuestión en un lugar neutro y tranquilo, y comenzar con la primera palabra; esto es: comenzar a hablar. Crees que no vas a poder, que no te saldrán las palabras, que el otro no te entenderá. Incluso puede que pienses que el otro se enfadará y que negará tus razones… pero no es posible negar al otro lo que considera cierto, lo que siente.

Lo que sentimos es verdad para nosotros, y sólo desaparece cuando lo comunicamos y actuamos en consecuencia.

Luego, una vez enfrentado el momento, descubres que no ha sido para tanto, y que te sientes mucho mejor que antes. Nadie ha salido dañado – o no de forma grave, más bien se respira un aire de agradecimiento por la amable honestidad compartida. Y recalco lo de amable pues no se trata de acometer un «sincericidio«, palabro que nos sirve para ilustrar esos accesos de sinceridad grotescos, malintencionados y con todo lujo de detalles innecesarios que sólo conducen al malestar y a los malos entendidos.

Siempre hay un camino para expresarnos que es limpio y ecológico: es prudente, tiene en cuenta al otro y se reparte con cuidado, para evitar daños.

  • Nada de lo que te sucede es vivido por los demás en igual intensidad.
  • Nada es tan importante.
  • Nada permanece.
  • Nada puede hacer que dos personas entren en conflicto, si una no quiere.

LA HONESTIDAD ES EL PRIMER CAPÍTULO DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA. Thomas Jefferson.

Inmaculada Asensio Fernández

Nadie merece ser tratado con indiferencia, menosprecio o desdén

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Nadie merece ser tratado con indiferencia, menosprecio o desdén, pero -por raro que pueda parecer- casi todo el mundo ha experimentado en algún momento de su vida un desaire o desconsideración de cualquier tipo, incluso a veces por seres cercanos y apreciados.

Rebajar de algún modo a las personas con las que nos relacionamos puede estar respaldado en la creencia de que el propio valor es mayor o más notorio que el del resto; bien por alguna característica personal que sentimos nos diferencia en positivo (belleza, situación económica,
inteligencia, status…), bien por encontrarnos circunstancialmente en una situación de poder o privilegio (posición de liderazgo, rol personal o social, red de influencias, etc…).

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Platón decía: “que me sea dado hacer a los otros lo que yo quisiera que me hicieran a mí”. 

Este principio moral de primer orden, deja claro el tipo de comportamiento personal considerado virtuoso, para facilitar la convivencia y la paz social.
Si hay algo que he podido experimentar en mis primeros 40 años de vida, es que las cosas van y vienen… la belleza, la salud, las amistades, los afectos, los trabajos, etc. Nada es inmutable, y esto nos enseña a no posicionarnos sobre otros, y a contemplar el mundo con humildad. Lo contrario no sería más que un inocente sueño infantil, apoyado en la ilusión de creer que somos eternos, o eternamente fuertes y poderosos.

Mi padre, que creció en el campo, solía decir: “en este vida nada es para siempre… hoy estás en la cima, y mañana estás hecho un estropajo. Mejor tratar siempre bien a todo el mundo, pues nunca se sabe”.

Y sí, aunque sólo sea bajo el convencimiento de que todo lo que lanzamos puede sernos devuelto, parece oportuno tomar en consideración la premisa de tratar de la mejor manera posible, y con respeto, a todo el mundo, como si su imagen fuera la nuestra, proyectada en un espejo.

Presumimos, a veces, de conocer todo de todos, y lo que no conocemos lo aventuramos, en una especie
de necesidad de dominio de lo que acontece a nuestro alrededor.

Para no equivocarnos, una máxima sería actuar desde posiciones horizontales (e igualitarias), pues esto permite no menoscabar a nadie, y  asegurar un adecuado entendimiento de las circunstancias del otro; sin restar valor, y sin dar más del oportuno.

Los pies en la tierra.

Para avanzar en la vida es necesario recordar cada paso en la dirección correcta, pero también cada caída… pues dentro de todo ello encontramos nuestro lugar en la vida humana, perfecta e imperfecta a partes iguales.

Inmaculada Asensio Fernández.

¿Qué hace el sistema educativo con los y las estudiantes que no son brillantes?

FRACASO ESCOLAR

Imagen tomada de: https://goo.gl/tDHAn5

El sistema educativo genera las primeras desigualdades para desarrollarse en sociedad, a la par que la familia de origen. Esta realidad es conocida por muchos, pero atajada por pocos, ¿quizá no interesa este tema?

En estos últimos días, he conversado con una amiga que lleva unos meses dedicándose a la enseñanza en un instituto, y está súper quemada. Me ha comentado las dificultades que entraña tratar con adolescentes (ella las vive de manera dolorosa y difícil), sobre todo los que tienen comportamientos problemáticos.

Durante más de una hora ha estado compartiendo sinsabores y amarguras (…que no escuchan en clase, que son maleducados, que muchos no quieren estudiar, que la incordian constantemente y no la dejan hacer su trabajo, etc…). La verdad es que la he escuchado atentamente, e  intentando no incluir mis propios juicios sobre la gestión del aula y de los jóvenes.

Sin embargo, hay un aspecto que me ha llamado mucho la atención de su relato,  y que me da un argumento más –y de peso- para criticar las injusticias en las que se mueve el sistema, o el sistema educativo.  Tras un rato de conversación me ha dicho que “ha tenido la mala suerte de caer en un grupo malo: un 1º E”. Acto seguido me ha explicado que los menores se organizan en las aulas en función de su desarrollo educativo (rendimiento académico, progresos y notas, interés en clase, prospección futura de éxito, etc), siendo los que pertenecen al A, los mejores, y desde la letra A se avanza según criterio de posible fracaso escolar.  Añade que los malos (los problemáticos y de mala familia) van a otras aulas, para no incordiar y retrasar al resto. Y ella ha tenido la mala suerte de caer en una de ellas.

PUNTOS SUSPENSIVOS.

Así me quedé yo, en suspensivo… ¿cómo puede ser esto cierto y que a nadie se le caiga la cara de vergüenza? Luego nos preguntamos a qué se deben las injusticias sociales, la desigualdad, pero no nos percatamos que comienza en la más tierna infancia, y depende de la lotería de entorno familiar que nos haya tocado. Sin embargo –añadía, de todos ellos hay alguno que se salva.

PUNTOS SUSPENSIVOS.

La desigualdad se mide en términos de OPORTUNIDADES, y yo me pregunto, ¿qué oportunidad les está dando el sistema educativo a estos jóvenes en desventaja? Me barrunto -sin miedo a equivocarme- que NADIE se lo ha planteado. Ni profesorado, ni las asociaciones de padres  y madres, ni el sistema educativo: «no one». Digo yo que al menos habrán pensado que, ya que tienen que ir al instituto… en principio que no estorben.

A veces lo que media entre el éxito y la oportunidad, es francamente un MILAGRO.

¿Cuántos no nos habremos beneficiado de estos milagros, nosotros o alguien con quién nos relacionamos en el día a día ahora que somos adultos y adultas? La discapacidad también es un factor de riesgo para caer en un grupo “E”, o la pobreza, o la violencia intrafamiliar.

PUNTOS SUSPENSIVOS.

Me ha comentado que el alumno más problemático es agredido por su padre cada vez que lo llaman (una vez a la semana) para recriminarle el mal comportamiento de su hijo. Pero nada, el chaval no cambia ni a fuerza de palos…

PUNTOS SUSPENSIVOS.

¿Y si no son los palos los que nos ayudan a cambiar? ¿Y si lo que nos ayuda es que alguien nos ofrezca una mano sincera y una actitud cariñosa y amable, un punto de apoyo?

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Imagen tomada de http://otra-educacion.blogspot.com/2013/05/el-fracaso-alfabetizador-de-la-escuela.html

TRABAJO SOCIAL EN LAS ESCUELAS E INSTITUTOS: ¡YA!

Inmaculada Asensio Fernández.

Me despido de ti, y me quedo con lo bueno de todo lo vivido…

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La vida no deja de sorprenderme… y para bien. Me encanta que los ‘golpes’ de sabiduría y crecimiento me llegan cada vez más de manos de personas cercanas, y en situaciones de lo más cotidianas. Esto me enseña que los grandes aprendizajes no se encuentran en los libros ni en los artículos científicos que caen en mis manos, si bien gozan de todo mi aprecio también.

Vivir no es fácil, pues en algún momento hemos de enfrentarnos a situaciones ingratas, injustas, dolorosas, e incluso crueles… pero hay personas que lo afrontan con auténtica maestría y espontaneidad. Me emociona intensamente la capacidad que tienen estas personas para decir adiós, tanto a las personas como a las ‘cosas’, de una manera madura, positiva y edificante.

La muerte se nos antoja dura, casi la mayor parte de las veces. Más cuando llega sin previo aviso, en un momento dulce o en plena flor de la vida…  nos puede sumir en la tristeza y en la desesperanza. Yo deseo que el día que tenga que despedir a los seres que amo, tenga la suerte de haber dicho adiós con amor, respeto y con la mayor de las comprensiones. Al fin y al cabo el que fallece descansa, pero el que se queda tiene mil razones para abrazarse a sus recuerdos y pensamientos, más en todos los argumentos que lo llevan a retorcerse de dolor o de incomprensión (¿por qué ha tenido que pasarme a mi…?; o justo lo contrario, asirse a  bucear en todas esas razones para dar las gracias por todo lo vivido, compartido y aprendido.

Vivir es un regalo, es un viaje. Tú decides si lo haces con miedo, con frustración o con cualquier otro sentimiento negativo y debilitante. Tal como yo lo veo ahora, al nacer en este complejo ‘tablero de la vida’, partimos desde la casilla de ‘salida’, hacia no sabemos donde… pero con destino claro a la casilla de ‘fin’.

Que el fin del mundo nos pille bailando -reza la canción. Y no puede ser más cierto. Yo esta noche me digo: vamos a ponernos a bailar.

Nada es tan grave. Nada es tan importante. Nada es tan feo. Nada es tan doloroso. Nada es tan, tan, tan irremediable.

Dedico esta entrada de blog a una compañera y amiga: Toñi Mora, que hoy se ha despedido de su compañero de viaje, y me ha dado una de las lecciones más grandes de amor y de respeto. Así quiero yo despedirme de cada persona, proyecto o estación en la vida: agradecida y anteponiendo lo bueno, a lo menos bueno o malo.

Gracias vida, por seguir dejándonos ‘estar’ a quienes nos quedamos. De eso se trata, de agradecer a cada paso, a cada sinsabor, a cada golpe, a cada hálito de vida.

Que el fin del mundo te pille bailando

Inmaculada Asensio Fernández.

 

 

 

Decálogo de autorespeto en las relaciones de pareja

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Imagen tomada de: https://goo.gl/oXiSXP

Son muchas las personas adolescentes que a veces acuden a mi en busca de consejos o respuestas, ante relaciones tóxicas o poco recomendables. Yo siempre les digo que cualquier persona puede pasar por una relación no saludable,  y que conviene reflexionar sobre ello para poner un foco de atención importante y no repetir lo que nos dañó.

En las relaciones sentimentales se entremezclan emociones, deseos, expectativas, patrones heredados de los padres, etc…, que condicionan en gran medida dos aspectos fundamentales para avanzar en la vida afectiva:

(1) La interpretación de lo que nos sucede.
(2) La toma de decisiones.

Hay relaciones en las que la rutina se basa en soportar situaciones incómodas, inadecuadas o dañinas… sin encontrar una fácil vía de escape. Muchas preguntas y pocas respuestas:  sinsabores, malosentendidos, discusiones, malosgestos, desplantes, engaños, desamores…, pero sin tener claro si el problema lo tiene el otro/a o lo tienes tú,  es decir, sin saber precisar quién «ha provocado» esa situación.

  • ¿Le estaré dando demasiada importancia a este comportamiento, o verdaderamente debo salir corriendo de esta relación?
  • ¿Me ha faltado al respeto, o lo que ocurre es que soy híper-sensible?
  • ¿Cómo termino con esta relación de una vez por todas?

Si la relación de pareja no te permite estar tranquila ni sentir bienestar la mayor parte del tiempo: NO FUNCIONA.

Mantener una relación de pareja con constantes subidas y bajadas, discusiones y enfados, o con la sensación de que nos están lesionando la autoestima… nos pone en el camino de soportar una pesada piedra que tarde o temprano nos aplastará.
Además, me parece que hay una serie de límites por los que no se debe pasar, y son los que reflejo a continuación:

Decálogo de Autorespeto

1. No permitas que tu pareja te infravalore (física, mental o emocionalmente), ni que te haga comentarios desagradables o machistas, sobre ti o sobre otras personas. Estás recogiendo basura sin posibilidad de reciclaje. No minimices aquello que te hace mal.
2. No permitas que tu pareja te compare negativamente con otras personas, asumiendo los celos como algo propio de tu carácter. Hay personas que se la pasan provocando celos para sentirse poderosas y para minar la voluntad del otro, para reafirmarse y mantener la sartén por el mango. Esto no es amor.
3. No mientas, no finjas ni te sobreesfuerces por agradar a tu pareja, por obtener su aprobación. Esto es tremendamente perjudicial para tu bienestar.
4. No te calles cuando algo te haga daño o te siente mal por guardar la compostura. Esto no es auténtico ni digno de ti. Toma un tiempo para analizar, incluso contrasta con una persona de tu confianza para tener todas las pruebas que necesitas para mantener una conversación tranquila con tu pareja, pero firme.
5. Escucha-te y respeta-te en todo momento; de este modo alejarás el rencor de tu vida. El rencor te hace daño y te une al otro de una manera tóxica y dramática.
6. No te relaciones con tu pareja desde el miedo. No te esfuerces para ser amado o amada. Tu autoestima puede quedar a la altura del betún.
7. No soportes comentarios que te hagan daño, ni en el desempeño diario, ni en momentos especialmente íntimos -como en el momento del acto sexual. Hay momentos y situaciones que requieren de un mayor respeto, desde la más absoluta y honesta confianza. Por eso: si duele no es amor.
8. No tengas comportamientos de terapeuta hacia tus parejas, y mucho menos de madre. No pretendas convertirte en la cuidadora del otro, sin más.
9. No camines delante, ni camines detrás de esa persona amada. Si es tu pareja, el lugar es justo a su lado.
10. Recuerda que el único valor con el que no se puede jugar es la CONFIANZA. Una vez perdida es muy difícil –aunque no imposible- recuperarla.

En general, la confusión, el dolor y el estrés permanente nos avisan de algo muy claro: esa relación no es para nosotros. Y te comento que por más difícil que pueda parecerte salir de esa historia, te recuperarás y crecerás como persona: sabiduría.

La despedida es un nuevo comienzo. 

La relación más importante de tu vida es contigo mismo/a. Eres la persona con la que pasarás el resto de tu vida. Estar en pareja es una opción, no una obligación. Si decides estar con él o ella, que sea porque te aporte, porque te genere bienestar y confianza.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Las chicas sólo quieren divertirse / Girls just want to have fun

Cyndi Lauper

Imagen tomada de: https://goo.gl/jucQU9

Hay canciones que marcan el fin de una época y el principio de otra… pues tienen un potente mensaje que cala en el conjunto de la sociedad, o una buena parte de ella.

La canción de Cyndi Lauper “Girls just want to have fun”, estrenada el 6 de septiembre de 1983,  acaparó el número uno en las listas de popularidad en varios países, y fue considerada como un auténtico himno feminista: éxito rotundo.

En el siglo XXI se siguen sufriendo las consecuencias del sistema patriarcal en sus diferentes manifestaciones: falta de autonomía económica (salarios precarios o falta de ingresos), división sexual del trabajo (no remunerados como cuidado doméstico o de personas), preponderancia masculina en el trabajo (sobre todo en puestos directivos), violencia de género, acoso sexual, violación, falta de respeto a los derechos sexuales de las mujeres, etc.

Y si el machismo sigue imperando en la sociedad de hoy día (aunque a veces camuflado, o incluso negado), bien podéis imaginar cómo era la sociedad hace 35 años, justo cuando Cyndi Lauper estrenó esa canción.

El hilo conductor de  “Girls just want to have fun”   es una mujer que trata de hacer ver a sus padres que no va a echar a perder su vida por salir a divertirse con sus amigas (apología a la libertad), que ella tiene tanto derecho a divertirse como los demás. Además, en el vídeo parecen mujeres de diferentes culturas y nacionalidades, por tanto también apela a que esta liberación de las cadenas que atenazan las posibilidades de desarrollo de las mujeres sea igual en todas las culturas posibles (pues ya sabemos que hay muchas diferencias entre ellas).

Esta canción ha sido bailada y cantada por muchas mujeres jóvenes de la época en la que se estrenó, pero se ha convertido en uno de esos temas atemporales que sigue sonando en reuniones y fiestas… pues su mensaje y su discurso aún emociona a muchas mujeres que han luchado /y siguen luchando/ por cambiar esas costumbres, usos, tradiciones, normas familiares, hábitos sociales, ideas, prejuicios, símbolos e incluso leyes cuya enseñanza-aprendizaje asegura la transmisión de esta cultura machista que aún reconocemos en diferentes grupos de intercambio social.

Inmaculada Asensio Fernández.

Aquí comparto la letra traducida al español:

Regreso a casa con la luz de la mañana.

Mi madre dice:

¿cuándo vas a vivir como Dios manda?

Oh, madre querida,

no somos nosotras de las afortunadas.

Y las chicas, ellas quieren divertirse.

Oh, las chicas solo quieren divertirse.

El teléfono suena en mitad de la noche.

Mi padre grita:

¿qué vas a hacer con tu vida?

Oh, papá querido,

sabes que aún eres el número uno.

Pero las chicas, ellas quieren divertirse.

Eso es todo lo que realmente quieren,

un poco de diversión.

Cuando la jornada de trabajo termina,

oh, las chicas quieren divertirse,

oh, las chicas solo quieren divertirse.

-Las chicas quieren,

quieren divertirse, las chicas

quieren…-

Algunos chicos pillan una chica bonita

y la esconden del resto del mundo.

Yo quiero ser la que camina bajo el sol.

Oh, las chicas, ellas quieren divertirse.

Oh, las chicas solo quieren…

Eso es todo lo que realmente quieren,

un poco de diversión.

Cuando la jornada de trabajo termina,

Oh, las chicas quieren divertirse.

Oh, las chicas solo quieren divertirse.

-Las chicas quieren,

quieren divertirse, las chicas

quieren…-

Ellas solo quieren,

ellas solo quieren,

ellas solo quieren,

ellas solo quieren divertirse.

(bis)

Cuando la jornada de trabajo termina,

oh, las chicas simplemente, quieren divertirse,

Cindy Lauper – Las chicas solo quieren divertirse

Llámame amiga cuando percibas que tu persona importa al mundo, a través de mis ojos

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Ilustración de Carolina Peralta. Web: http://cargocollective.com/caricarito/

Llámame amig@, si me deshago entre risas cuando compartimos anécdotas, fantasías y ‘disparates’ varios…

Si, amig@, llámame tal cual si mi interés por ‘tus cosas’ sigue latente,

si de vez en cuando te recuerdo y hago por verte… porque sólo de este modo puedes reconocerme, amig@.

Llámame amig@, si disfruto sentad@ a tu lado viendo una peli, o una puesta de sol.

Llámame amig@, si cuando una nube gris se posa sobre tu cabeza, yo acudo en tu busca para que no sientas tanto frío, ni te sientas tan sol@.

Por el contrario, no me llames amig@ si no estoy – o no me sientes- cerca,

no alabes mi amistad por ti si no permito que cuentes conmigo,

si no deseo tu compañía.

No me llames amig@ si te desprecio,

o rehúso a encontrarme contigo.

No me llames amig@ si cuando me necesitas, no estoy.

Pero llámame, llámame amig@ cuando al conversar conmigo, sientas cierto alivio,

cuando percibas que tu persona importa al mundo… a través de mis ojos y de mi cariño sincero.

Llámame, por favor, llámame amig@ cuando veas en mi la capacidad de reparar un error o un daño causado a tu persona o a otros; cuando verdaderamente sientas que nunca herirte fue mi intención.

Llámame, de verdad, amig@, cuando el interés, la intimidad y la risa tengan un espacio en el lazo que une nuestras vidas, pues si nada de lo anterior reina entre nosotros… y aún así me llamas amig@, pensaré que no valoras ni respetas la amistad.

L@s amig@s están ahí, se muestran, tienen un interés sincero por tu persona, y cuando esto no sucede… no pueden ser considerados como amig@s; ya que tal consideración terminaría por hacernos daño, a nosotros y al  hermoso concepto de la amistad.

Si de verdad quieres que sea tu amiga o tu amigo…

          no derribes los puentes que conectan nuestras vidas,

          no huyas cuando yo no pueda, o tú no puedas ver el sol,

         no me hagas creer que todo vale y que una afrenta no tiene                  importancia para ti,

         no finjas sentir aprecio por mi persona, si no soy capaz de                     respetarte ni de apreciarte en mi vida.

Y, si aún así estamos lejos, más por tierra, que por el frío desinterés, no temas, pues cada vez que nos sentemos a la orilla de un café sentiremos que no ha pasado el tiempo, y que los años no han desdibujado nuestro afecto y nuestra decisión de seguir contando la una con la otra, el uno con el otro… y todos los posibles viceversas. Esto también es amistad.

Reza el refrán que quién tiene un amigo tiene un tesoro. Y añado yo que quién es capaz de conservarlo, además de un tesoro tiene un corazón lo suficientemente grande para albergar espacio para que el otro también quepa, incluso para que pueda recostarse cómodamente a nuestro lado.

Hoy brindo por la amistad verdadera, sin maquillajes ni ‘postureos’.

Inmaculada Asensio Fernández

Una mentira repetida mil veces se convierte en una gran verdad

Kireii

Ilustración: http://www.kireei.com/algunas-ilustraciones-bellas/

Conversando con un buen amigo sobre las claves del pensamiento contemporáneo, salió a colación el término ‘posverdad’. Resulta curioso, pero hay veces en las que nos contamos a nosotros mismos, o a otros, una mentira sobre cómo ha sucedido un hecho o como se ha desarrollado una determinada situación, y nos la acabamos creyendo… Y esta mentira personal viene a desembocar en el reciente y extenso concepto de la posverdad, acuñado por el Diccionario de Oxford en 2016.

Las personas tenemos un dialogo interno que dirige nuestra vida y, aunque Platón venía a decir -en el mito de la caverna – que la verdad es independiente de nuestras opiniones y que estaría siempre ahí aunque nadie creyera en ella… Esto hoy día podría ser considerado una inocente creencia construida entre juegos en el patio del colegio. Hay mentiras grandes… enormes, que reposan sobre grandes verdades que no pueden ver la luz, porque nadie cree en ellas, pues resulta que sobre la verdad hay tantos puntos de vista como personas, y tantos matices como intereses personales en salir airoso, beneficiado o indemne de una situación.

Puedes dedicar todo el tiempo del mundo a analizar una cuestión y a exponerla de la manera más objetiva posible, basándote en hechos y evidencias,  y con mucha probabilidad te quedarás solo –como se suele decir- vendiendo arena en el desierto, pues cada cual tiene sus propias ideologías y creencias personales contra las que no se puede luchar. De hecho, así lo afirma Arturo Torres en el blog psicología y mente: “la posverdad se ha definido como un contexto cultural e histórico en el que la contrastación empírica y la búsqueda de la objetividad son menos relevantes que la creencia en sí misma, y las emociones que genera a la hora de crear corrientes de opinión pública”.

Las personas que nos dedicamos activamente a la investigación, corremos el riesgo de que nuestros postulados sean invisibilizados o reducidos a las cenizas es pos de esa posverdad, que si bien este concepto no está recogido aún por la Real Academia Española, existe el compromiso de introducirlo en su Diccionario antes de finalizar este año. Pero no sólo el resultado de nuestras investigaciones puede quedar invisibilizado, sino el fruto de nuestros análisis y conclusiones de cara a emitir un juicio, también puede quedar desdibujado por una fuerza similar a la de una simple ola, tal como se desdibujan los castillos de arena en la orilla del mar. Y de nada te sirve patalear y gritarle al mar porqué se llevó tu castillo, o porqué trajo esa ola, pues –o bien te devuelve una ola mayor que te puede mojar por completo, o bien puede hacer caso omiso de tu berrinche y seguir su curso… derribando castillos y arrastrando conchas desde el fondo del mar.

Ante un panorama como el que presenta esta modernidad presidida por la posverdad,  el único dique al que aferrarse es la experiencia y la emoción resultante de cada actividad que emprendemos en la vida, sea de la índole que sea, y el profundo sentimiento de dignidad y de valor que nace en nuestro interior cuando nos respetamos, y que sólo puede ser construido piedra a piedra por nosotros y nosotras mismas, incluso a veces desde el dolor.

Creer en uno mismo en medio de esta cultura de la posverdad no es cuestión baladí, y desde luego es posible que en más de un recodo del camino haya que enfrentar algún enfurecido Poseidón, cíclope o lestrigonio… de esos que tanto azotaban el ánimo y la pluma de  Constantin Cavafis en su poema Ítaca.

Sólo tú puedes conducir conscientemente tu vida a la luz de las experiencias que te suceden, de lo que te aportan las personas que te rodean, del fruto de tu estudio y trabajo, y de las consecuencias de tus actos y decisiones.  Más, para aprender a sobrevivir en tiempos turbios como éstos, en los que una verdad -como tal- no existe, sino que depende del resultado o conclusión que cada observador tiene de cada experiencia, lo que nos queda es aceptar la relatividad de todas las cosas y quedarnos con el aprendizaje que podemos obtener a cada paso, a cada caricia, a cada aplauso, a cada caída, y a cada golpe… ¡que no es poco!

Autora: Inmaculada Asensio Fernández