Es fácil hablar en público, si sabes cómo

El autor Allen Carr publicó hace años un libro llamado «Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo». En este libro él comparte su experiencia de ex-fumador, y cómo -de una manera bastante natural y sin artificios- consiguió dejar de fumar. Este libro ha sido súper ventas y ha ayudado a muchas personas a superar su adicción al tabaco… incluida una servidora. Y sí, fue fácil tras tomar la decisión. Ese es el punto de inflexión: DECIDIR.

Hablar en publico es facil

Se imparte en la Cámara de Comercio de Almería

Y para hablar en público sucede lo mismo que con la adicción al tabaco,  es fácil adoptar un cambio y exponerse para superar las resistencias… si sabes cómo… y si tomas la determinación de ir por ello.

Hay escenas y momentos en la vida de una persona que quedan grabadas en el gran cajón de las memorias que contribuyen a edificarnos:

Una chica de 14 años está a punto de exponer un trabajo sobre el homo sapiens, en su clase de antropología, en el instituto (1993). Se ha esforzado mucho en prepararlo, pero le da pánico ponerse de pie ante la mirada atenta de sus compañeros… -¿y si me quedo en blanco…? Pero la nota final de la asignatura depende de esa exposición y no puede elegir. Se arma de valor y se pone de pie en el centro del aula. Intenta no mirar a nadie, sino a la pared del fondo, al frente. Comienza a hablar (según ha ido memorizando) y todo va bien hasta que un pensamiento surge: no lo estoy haciendo bien. Se nota que estoy nerviosa. Me voy a quedar en blanco… De repente surge el sudor frío, las palpitaciones y las ganas de salir corriendo. Se hace el silencio y alguien se ríe. La sensación es de absoluto pánico e indefensión. Se pierde en medio de un mar de sensaciones de ridículo… y no es capaz de recordar lo que tiene que decir… finalmente no soporta tanta presión y sale de clase  corriendo. Al rato regresa y nadie dice nada; ni el profesor ni ninguno de sus compañeros articularon palabra…
Allí quedó congelada su posibilidad de expresarse en público, hasta algunos años después (…).

Experiencias como éstas son devastadoras para la autoimagen de una adolescente, y colaboran para hacerla creer que nunca podrá volver a situarse ante una audiencia… Y así pasó durante unos años, en los que ni siquiera el paso por la universidad contribuyó a hacerla cambiar de idea y a enfrentarse a este miedo, hasta que alguien la hizo entender que,

a hablar en público se aprende,

y se aprende practicando bajo la mirada atenta de una persona formada y con experiencia como oradora,

y se aprende que hay secretos y trucos para ganar seguridad y para desmontar viejos miedos e inseguridades.  

La adolescente descrita renglones atrás fue Inmaculada Asensio, es decir, una servidora. Hoy día, cuando recuerdo aquella situación, reconozco que  me llena de satisfacción comprobar –una vez más- que cada uno de nosotros puede superar sus propios límites, si se lo propone.

¿Qué cosa ocurrió que lo cambiaría todo?

Para superar una situación, hay que exponerse a ella, y si se hace con ayuda, mejor que mejor. En mi caso, primero conecté con el teatro, y me apasionó. Estuve un par de años en un grupo aficionado.

Luego, cada vez que me ofrecían impartir una conferencia o charla sobre trabajo social, durante mis primeros años de ejercicio profesional, siempre decía que sí, aunque sintiera gran nerviosismo.

En tercer lugar, allá por el año 2003 me postulé para colaborar en eventos y seminarios relacionados con el trabajo social, y esto me exigió estar abierta a participar en mesas redondas y cursos de todo tipo, y -con más o menos aciertos- al tener un nivel mayor de exposición, comencé a coger tablas.

Años más tarde, decidí realizar Máster de Comunicación Social, con gran carga lectiva en materias de oratoria, y con un resultado académico final de Premio Extraordinario a mejor expediente académico del año.

Resumiendo, me preocupé siempre por mejorar mis habilidades comunicacionales, por tanto realicé cursos y pequeños seminarios con profesores como  el actor Alfredo Mantovani, la escritora y asesora de comunicación no verbal Teresa Baró e incluso tocando temas de improvisación ante las cámaras con la directora de cine Gracia Querejeta, con el único objetivo de exponerme y de recibir sugerencias de mejora, para incorporar más trucos y estrategias en la importante tarea de comunicar.

Hoy día puedo acompañar a otras personas que desean exponerse a la situación de hablar en público y superar sus dificultades. Aprender a comunicarse de manera efectiva ante una audiencia nos permite vivir una versión de nosotros mismos más clara y segura.

Inmaculada Asensio Fernández

El día que ‘Los Reporteros’ visitaron mi casa

Una mañana estando en la oficina mi compañera Teresa me dice que “me están llamando de la tele, al parecer del Programa de ‘Los Reporteros«. Tomo el teléfono un poco incrédula (seguro que es una broma); pero no, efectivamente se trata de un amable periodista. Me comenta que están preparando un reportaje sobre el Bullying y que, buscando información en la red sobre el tema, han llegado a mi blog: inmaculadasol.com.

Ni corto ni perezoso me señala que mi testimonio les interesa:

¿estarías dispuesta a dejarnos entrar a tu casa para hacerte una entrevista?

Hay muchas personas que sufren acoso escolar en España y estamos tratando de sensibilizar sobre este problema, así como de aportar un mensaje de esperanza para aquellos que hoy lo sufren, y sus familias. Nos interesa especialmente tu testimonio, publicado en tu blog hace unos meses, pues está contado en primera persona y como una experiencia de superación, y ese es el enfoque que estamos buscando, sobre todo para contrarrestar un poco otros testimonios más duros y con una proyección más negativa para la persona. Queremos transmitir un punto de esperanza.

Lo primero que pregunté fue que “si estáis buscando una historia sensacionalista, cargada de tintes oscuros, traumas, dolor y lágrimas, etc… no soy la persona indicada».

Y continué diciéndole que «afortunadamente –aunque cuando era pequeña #yo también sufrí bullying en el colegio (que así llamé la entrada de blog que os ha traido hasta mi), hoy puedo decir que me encuentro muy bien, e incluso –además de hacer pública mi experiencia personal a través de mi blog… igual que hicieron Kate Winslet, Tom Cruise, Lady Gaga, Eminem, etc… También ahora imparto talleres para prevenir y detectar el bullying en los centros educativos, para apoyar desde mi conocimiento teórico sobre el tema. Soy trabajadora social y sostengo que esta figura profesional debería formar parte de los equipos educativos, para realizar intervenciones en el propio entorno del acosador y acosado, sobre todo en casos más graves”.

El día que ‘Los Reporteros’ vinieron a casa, pedí permiso en el trabajo para salir a las 13.00h. Tenía una visita poco usual y quería que todo  estuviera en orden. Marisa, la periodista más amable que he conocido en mi vida, ella fue la encargada de establecer el tono de la entrevista, siempre cálido y en confianza. No se me olvida su atención y su cariño, así como la del resto del equipo.

Ahí me dí cuenta del valor del periodismo para poner el foco en experiencias que puedan ayudar a otras personas, desde el respeto y el cariño más absolutos.

Gracias por esta experiencia. Ahora comparto unas instantáneas tomadas en esas horas de entrevista, en ese lugar del presente en el que saqué a relucir algunos recuerdos de mi pasado.  Si pudo servir a alguien, bienvenido sea.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

El Lenguaje No Verbal es poderoso porque nunca se calla

“Todo lo que hacemos es no verbal, y eso hace que los demás se conformen una imagen de nosotros”.

Con esta frase comienza el contenido teórico del curso al que recientemente he asistido sobre “Comunicación No Verbal”, conducido por Teresa Baró, y organizado por la Escuela Europea de Oratoria (Madrid).

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Teresa Baró Catafau es experta en comunicación, y una profesional de referencia en lenguaje no verbal, con muchos años de experiencia en este ámbito, con un baúl lleno de experiencias relacionadas con la formación y el entrenamiento personal de personas para ser grandes comunicadoras. Además, cuenta en su haber con numerosas publicaciones en estas materias, y como dato de interés ha colaborado durante 4 años con el Programa televisivo ’Para todos’ de TVE 2 con periodicidad semanal, a través de una sección de comunicación no verbal.

¿Qué imagen quieres proyectar? Esta es una buena pregunta con la que esta fantástica comunicadora nos provoca, de cara a plantear un plan de entrenamiento con cada uno de sus alumnos.

A Teresa Baró la conocí hace aproximadamente un año, en un seminario sobre esta misma temática que impartió en la Universidad de Almería. Sin embargo, en esta ocasión me he acercado un poco más a su manera de trabajar los entresijos de la ‘gramática de lo no verbal’ -como ella misma lo llama, pero en ‘pequeño grupo’, y puedo decir que no sólo la recomiendo, sino que pienso repetir en alguno de sus seminarios.

Cada vez que hablamos nos estamos comunicando a través de la palabra. En este sentido, el acto de la comunicación comienza cuando pronunciamos palabras, y termina cuando dejamos de pronunciarlas. Sin embargo, hay un lenguaje no verbal que no para de comunicar en ningún momento que se focaliza en nuestro cuerpo, nuestro aspecto, nuestra voz, nuestra mirada, nuestras disposición en el espacio, nuestro manejo del territorio y de los tiempos, etc.

Teóricamente todos los elementos de la comunicación no verbal se aprenden a través de la familia, por inmersión cultural, y no tanto en la escuela. Sin embargo, para lograr una verdadera integración en la sociedad y en los grupos, debemos aprender de manera intuitiva o por observación a gestionar esos aspectos de la comunicación no verbal que son tan importantes y decisorios en nuestras interacciones. Muchas personas lo llaman habilidades sociales (otros las llaman ‘Soft Skills’), y puede que -en parte- tengan razón en llamarlas así; pero quizá esas habilidades engloban más áreas del desarrollo humano y del funcionamiento social, mientras la gramática de lo no verbal pone el énfasis y se circunscribe a aspectos como: la proxémica, el olor, el tacto, la apariencia, el lenguaje del cuerpo, y el paralenguaje (entre otros).

“Las personas vivimos en un esfuerzo permanente de integración” –vuelve a recordar Teresa en algún momento del desarrollo del curso, y todas las técnicas aprendidas y practicadas en este taller suponen un avance a la hora de plantearse un discurso en público.

Cada vez tengo más clara mi vocación docente, y cada vez tengo más presente que la comunicación social es lo mío. Agradezco a Teresa su enorme empuje a través de este curso y prometo tener muy presente todo lo aprendido. El curso me ha aportado una serie de conocimientos interesantes en este ámbito, pero además un entrenamiento específico que me ha servido de complemento a lo aprendido en el Máster de Comunicación Social llevado a cabo en la Universidad de Almería (2015-16).

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

La ruptura es un nuevo comienzo

Imagen mujer

Benjamín Lacombe (Edelvives) Imagen extraída de: https://goo.gl/YBN3Ki

La despedida es un nuevo comienzo.

Hay una frase célebre de Paulo Coelho que viaja de punta a punta en las redes sociales y que dice: “quédate con un amor que te dé respuestas y no problemas. Seguridad y no temor. Confianza y no más dudas”. Y es que cuando las heridas son más grandes que las alegrías compartidas en una relación de pareja, hay que plantearse decir adiós, por más doloroso que pueda parecernos.

Es triste dejar ir a la persona con la que hemos compartido experiencias, cariño, sexo, confidencias e ilusiones… pero más triste es ver cómo todo aquello que sentiste se va desmoronando, y la imagen interior que guardas de la otra persona se aleja muy mucho  del ideal que habías generado cuando decidiste apostar por esa relación.

Para decir adiós a una persona a la que se ha amado hay que ser valiente, y sobre todo tener los pies en la tierra –como se suele decir. Hay ocasiones en las que el deseo de separarse está muy claro, y otras en las que sentimos que algo dentro de nosotros no quiere dejar marchar al otro, o algún rastro de lo vivido. Y en estas situaciones no conviene tomar decisiones precipitadas, pues si hay algo verdaderamente tóxico en las relaciones es terminar, para más adelante volver a intentarlo, y volver a dejarlo, y volver a intentarlo (…) en un bucle sin fin de incertidumbre y de apego que destruye la autoestima y la confianza por completo.

Decíamos, pues, que es necesario ser valiente, pero no sólo eso, además se requiere honestidad para aceptar que las alegrías ya no son tantas, y las dudas, los conflictos y las discusiones afloran por doquier. Ya no hay posibilidad de crear un futuro en común y lo único que hacemos en la relación es pasarlo mal y aguantar sinsabores. A este respecto 1Jorge Bucay y Silvia Salinas lo tienen claro:

Las relaciones duran lo que tienen que durar, es decir, mientras impliquen crecimiento para ambos: a veces unas semanas, otras, toda una vida”.

El desgaste es la antesala del desamor

Desde el ángulo del aprendizaje y crecimiento mutuo, cuando dos personas duran toda una vida es porque tienen claro que su compromiso y su amor está por encima de las diferencias que hayan podido surgir, máxime si han creado una familia a la que sostener y nutrir.

Hay relaciones en las que las tensiones están por encima del compromiso y del amor, propiciando el surgimiento de situaciones negativas que llevan a las personas a entrar en una discusión –cuando aún no han superado la anterior. Los problemas no se resuelven, se enquistan. Se acuestan a dormir y cada uno ocupa un rincón lejano en la cama… apagan la luz y los ojos permanecen abiertos, ahogados en un sinfín de preocupaciones e interrogantes sin respuesta: ¿hasta cuándo va a durar esta situación?

Este tipo de situaciones provocan un importante desgaste en las personas que comparten esa relación, de manera que sus intercambios se van viciando, con la consiguiente pérdida de deseo,  paz interior,  autoestima y de una dirección clara en esa relación.

Lo peor es que la mayor parte de los intentos por resolver el conflicto y que todo vuelva a ser como antes enturbian aún más la comunicación entre ambos, y llega un momento en el que el más mínimo contacto íntimo puede resultar incómodo, y hasta forzado.

Ese momento en el que ya no puedes generar una imagen positiva de la relación o de tu pareja, a través de la imaginación, la cosa está clara: la fractura ya está hecha.

A estas situaciones las llamo estar de resaca continua. No te llegas a recuperar de los síntomas del malentendido reciente y se inicia un nuevo ciclo de desavenencias que poco a poco nos van desgastando, hasta terminar por completo con nuestra ilusión y ganas de estar en esa relación, de manera que se va construyendo un muro invisible que separa a los supuestos enamorados.

Si ya no se confía en la posibilidad de un futuro en común o el proyecto de vida ha caído en mil pedazos, sólo queda una cosa y es soltar al otro, y soltarnos nosotros. Sin duda será un poco duro al principio, pero de ahí se sale, con el apoyo de la familia y/o amigos, o incluso con el apoyo extra de una ayuda profesional.

¿Para qué hacerse más daño alimentando algo que no va? ¿Para qué insistir en meter la cabeza por donde no cabe? Acepta que esa persona y tú ya os habéis mostrado lo necesario. Ya se puede dar carpetazo a esa historia de amor.

Si las personas se han hecho mucho daño a través de faltas de respeto, tocando las heridas del otro o incluso jugando con el valor que no se debe jugar nunca en una relación como es la confianza, hay que soltar el vínculo desde la gratitud de lo que fue, aún a pesar toda esa gama de sentimientos que acompañan a una despedida, donde no suelen faltar ni la rabia ni la tristeza.

La relación ha terminado

Dependiendo de la calidad del vínculo y del tiempo invertido en la relación, ésta puede generar un vacío mayor o menor en las personas. La buena noticia es que esta sensación de vacío no dura para siempre -ni mucho menos- y es una oportunidad para trabajar tus zonas vulnerables, tus carencias y tu amor propio.

Mantenerse en la idea de aprender de la experiencia y centrarse en la autorecuperación, es seguir con el propio camino.

Cuando se produce una ruptura de pareja, se dan –al menos- dos procesos diferenciados, y cuyo tratamiento por parte de la persona padeciente es completamente distinto. Por una parte está la decisión y el acto de poner fin a la unión, y por el otro el acto de atravesar el proceso de duelo que acompaña a esa ruptura que, bien elaborado, nos prepara para abrirnos a la posibilidad de enamorarnos de nuevo.

Poner fin a la relación es una decisión que nos empuja a un camino que, en primer lugar no suele ser agradable, sino más bien todo lo contrario. Puede que incluso al inicio de este camino puedan surgir sentimientos de arrepentimiento que nos lleven a dar pasos atrás, pero merece la pena mantenerse en este lugar para quedarte con el aprendizaje necesario de la experiencia, comenzando con el convencimiento personal de que “de pena no se muere nadie”, y salir se sale; incluso pasado un tiempo prudencial podemos volver a enamorarnos incluso con una intensidad mayor que la anterior. Sobre todo porque la experiencia es un grado, y a la hora de elegir pareja se tiene mucho en cuenta lo vivido en la anterior.

* Hasta aquí la versión reducida… si te interesa el tema puedes seguir leyendo.

Tu calle ya no es tu calle

Dice un poema de 2Manuel Machado “tu calle ya no es tu calle, es una calle cualquiera camino de cualquier parte”. El poema de Machado me sirve para destacar lo que sucede  cuando se inicia el camino de retorno a nosotros mismos al dejar una relación de pareja, y es que la otra persona pierde progresivamente protagonismo en nuestras vidas, hasta que llega un momento en que su calle es una calle cualquiera para nosotros, y camino a cualquier parte, ya que nuestra mirada ha de estar fijada en el nuevo camino que se inicia ante nosotros: la recuperación.

En los primeros momentos de la ruptura conviene recordar muy de cerca los motivos que nos han llevado a dejar esa relación, si la decisión la hemos tomado nosotros; o recordar los momentos desagradables y dolorosos que nos recordaban una y otra vez que esa relación no era sana, que nunca seríamos dichosos al lado de esta persona.

Recuerdo este punto porque suele ser frecuente que tras sentir los primeros síntomas de la pérdida del otro, comencemos a disfrazar y dulcificar lo acontecido, de manera que busquemos todas las pruebas que nos lleven a pensar que esa relación es lo mejor que nos ha pasado en la vida. Ojo, el autoengaño es un recurso macabro de la mente para que retrocedas, para que no asumas tu parte de responsabilidad y no atravesar la pérdida.

El dolor de estos primeros momentos puede llevarnos a buscar a la otra persona y a pedirle que vuelva con nosotros. Si una relación que ha terminado se da una oportunidad, desde luego es prudente dejar pasar un poco de tiempo para descubrir si ha sido fruto de la desesperación del momento de la despedida, o si realmente es una decisión razonada y no improvisada, basada en el convencimiento real de que puede funcionar, aún a pesar de la trayectoria y de los acontecimientos vividos.

Un límite tan importante y decisivo como es poner fin a una relación exige plantearse mucho las cosas, adoptar nuevos acuerdos y límites en la relación, si se opta por intentarlo de nuevo.

La función de los atajos

Luego también hay situaciones en las que las personas que comienzan a sufrir todos los síntomas de la despedida y del duelo intentan buscar atajos que los saquen de ese estado y de esa situación de dolor.

Un atajo es una senda o lugar por donde se abrevia el camino, y en temas de ruptura bien parece que hay personas que prefieren tomar atajos para no afrontar la parte más difícil del desamor: encajar y elaborar bien el fin de esta historia, el duelo.

¿Cuáles son los atajos más comunes en estas situaciones?

El más comúnmente aceptado sería el que sigue al refrán “una mancha de mora, con otra mancha se quita”, que no es ni más ni menos que buscar la manera de sustituir la relación que ya ha terminado por otra. Este tipo de comportamientos privan a la persona de la posibilidad de aprender de la relación que ha terminado, y por tanto no volver a repetir esa misma historia con la siguiente persona de la que se enamore.

Los momentos de tristeza son fundamentales para entrar en uno mismo y reflexionar, sin bien hay que reconocer que están más que denostados en nuestra cultura y por la sociedad, ya que hemos creado una especie de pánico social al dolor y a la soledad, provocando que muchas personas opten por una huída inmediata respecto a ambas cosas: la soledad y el dolor, como si de enfermedades terminales o terriblemente incapacitantes se tratara.

El temor de vernos atravesar un periodo de soledad puede llevarnos a pensar que nos vamos a quedar en esa situación para siempre, motivando forzar el proceso de recuperación cuanto antes, y de la mano de otra persona. Pero has de saber que cuando inicias una relación de pareja sin haber elaborado el duelo de la anterior “estarías sustituyendo el afecto que falta y esto podría generar una cierta dependencia”, tal como se recoge en un artículo de Beatriz G. Portalatín publicado en el 3Diario El Mundo el 15 de Abril de 2015.

Lo mejor es comenzar una relación de pareja cuando nos encontremos en una situación libre de cargas del pasado, pero sobre todo libre de resentimientos y rencores respecto a nuestra pareja anterior. Hay que reconocer que estos sentimientos no son campo abonado para que surja y florezca el verdadero amor, despojado de toda sensación de necesidad y angustia, por tanto un amor maduro y basado en la autonomía de dos personas que se encuentran y se funden en el abrazo del respeto y de la apertura a la persona que llega a nuestra vida.

Aprendiendo a decir adiós, a soltar lo que ya no está

La cuestión es que la relación ha terminado, no quiero coger ningún atajo pero el dolor que siento se me hace insoportable. Todo me recuerda a la persona de la que me he separado y el llanto hace acto de presencia una y otra vez.

Lo que conviene en estos momentos es apoyarse en las personas que nos quieren y con las que tenemos una buena relación, como puede ser nuestra familia o nuestros amigos. No es conveniente pasar todo el día encerrado en casa, ni lamentándose. Tiene que haber un momento para cada cosa, también para la distracción.

En un primer momento es importante hablar y desahogarnos con aquellos miembros de la familia o amigos en los que encontramos un mayor apoyo, pues el propio relato de lo sucedido y de cómo nos sentimos, nos ayuda a reelaborar lo sucedido, y a colocarnos donde nos corresponde en toda historia; pero al mismo tiempo nos ayuda a orientarnos en el maremagnun de sentimientos que nos dominan y a ordenarlo todo.

La decisión de la ruptura, sea tomada por una persona o por otra, hay que aceptarla como un acto de libertad de quién ha decidido, y en muchos casos como un acto de sentatez ante lo que no se sostiene. Siguiendo a 4Jorge Bucay “la propuesta es que yo me responsabilice, que me haga cargo de mí, que yo termine adueñándome para siempre de mi vida”. Y esto es un acto de voluntad y de auto convencimiento diario, acerca de las razones que han provocado la ruptura de esta relación, en la que yo puedo tener mi parte de responsabilidad, pero no toda la responsabilidad.

Uno de los aspectos más difíciles de encajar en la ruptura es la sensación de dependencia respecto de la persona amada. Surgen momentos de angustia y de negatividad que nos empujan a mirar atrás una y otra vez, obviando lo que nos separa y magnificando lo que nos acerca.

A este aspecto hay que ponerle mucha atención, ya que se trata de un engaño bien urdido y con los mismos síntomas físicos que provoca la abstinencia a una droga al principio de dejar de consumirla. Dicho así puede parecer exagerado, pero dentro del contexto de lo que significa ese doloroso momento, y desde el valor que supone dejar atrás algo que nos hace daño y nos atrae a partes iguales, conviene tenerlo en cuenta para –al menos- saber que lo que nos ocurre no es una especie de locura transitoria (en plan “ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero”), sino que puede entrar dentro de la normalidad.

Leyendo a Eduardo Punset y su viaje al amor descubrí que los efectos físicos y psicológicos que acompañan al proceso de duelo o desamor tienen una fecha de caducidad, es decir, estamos programados para pasarlo mal durante un tiempo, pero no para quedarnos en ese lugar de manera indefinida.

Acepta que el desapego duele y que sólo se supera atravesándolo. Que no es el lugar de destino, sino sólo una estación por la que muchas personas atravesamos en algún momento de nuestra vida.

Duele el desapego

Duele el desapego

es una lucha, una gran desazon.

Grita como la droga

por la unión de dos.

Duele pensar en el otro

sentirlo en las entrañas.

Duele la imposibilidad de un futuro en común,

ni en hechos… ni en palabras.

Duele el desapego

por miles de fantasías despiertas,

obviando lo que nos separa

y magnificando lo que nos acerca.

Duele el desapego,

por la falta de coherencia,

por el peso de la obsesión,

por la rabia de la despedida

y por el maltrecho corazón.

Duele el desapego

no nos enseñan a afrontar,

que las despedidas no siempre encajan

y nos llevan a la baja,

más es cuestión de tiempo,

encontrar un mar en calma.

Duele y aún así está la conciencia

para poner todo en su sitio,

para tratarse a una misma con amor,

y avanzar sin cárceles ni condenas,

hacia la libertad.

 (Poema de elaboración propia)

Autora: Inmaculada Asensio Fernández.

Referencias:

1 Bucay, J., Salinas, S. (2003) “Amarse con los ojos abiertos”. R.B.A. Libros, S.A. Barcelona

2 http://www.poetasandaluces.com/poema.asp?idPoema=1570

3 http://www.elmundo.es/salud/2014/04/09/53443ef7ca474165428b4585.html

4 Bucay, J. (2003) “El camino de la autodependencia”. Editorial Grijalbo. Barcelona

5. Punset, E. (2007) «El viaje al amor». Editorial Destino. Barcelona

El amor no duele

catrin welz corazon

Imagen tomada de:  http://culturacolectiva.com/catrin-welz-stein-surrealismo-mixto/

Si no te valora, no es amor.

Si no está por ti, no es amor.

Si te rechaza, no es amor.

Si no tiene tiempo para dedicarte… no es amor.

Si no te trata bien, no es amor.

Si no te sientes libre a su lado, no es amor.

Si duele, si constantemente duele: no es amor.

‘El amor no duele’, además de ser el lema de una campaña del Instituto Andaluz de la Mujer para prevenir la violencia de género,  es el título de un libro cuya autora se llama Montse Barderi. En él se exponen las bases de lo que es el verdadero amor, desmitificando lo excesivamente romántico por un lado, pero a su vez desoyendo los discursos pseudocientíficos o pseudoespirituales que insisten en que no debemos depender de los demás, por tanto hay que evitar un amor que sea dependiente. Pues al respecto de esta temida dependencia Barderi apunta a que el amor requiere de implicación, compromiso y entrega al otro.

Si no se dan estos ingredientes… ¿dónde está el amor?             

*(Más sobre Barderi: http://www.mundourano.com/es-es/actualidad/noticias/entrevista-montse-barderi-autora-de-el-amor-no-duele.html )

Cada vez me doy más cuenta de que lo más importante para abrir tu corazón a una persona es tener muy presente cómo te hace sentir.

¿Cómo te sientes a su lado? ¿Qué imagen de ti misma o de ti mismo te devuelve la interacción con esa persona? Estas preguntas no son cuestión baladí, pues al final una de las cosas más importantes en la vida es el autorespeto (y el respeto a los demás, por supuesto) y si tu propio respeto hacia ti se ve comprometido por esa relación o persona… (te quieres menos, te atormentas, te despierta miedos e inseguridades a ser rechazado…) probablemente sin darte cuenta te has metido en una ‘historia’ que no te conviene… que paradójicamente no es una historia de amor.

El amor es un sentimiento, es una capacidad, es un regalo, es una ilusión, es el No-Miedo, es paz, es un camino, es un encuentro, es dar, es recibir, es aceptar, es soltar y dejar ir, es reencontrarse, es la risa, es una confidencia -un secreto, es bailar y compartir.. es VIDA.

El amor no duele.

Inmaculada Asensio Fernández

Empatía vs Simpatía: dos cosas bien distintas

La empatía y la simpatía son dos palabras que suenan de manera muy similar, pero no guardan la misma similitud respecto a su significado en las relaciones humanas, aunque en la práctica se suele confundir un termino con el otro.

EL PODER LA EMPATIA

La EMPATÍA se concreta en ‘la habilidad de entender la perspectiva de otra persona’. Esta competencia es necesaria para un buen número de profesiones que trabajan en atención directa con personas, sobre todo quienes se dedican a labores de ayuda (trabajo social, psicología, medicina, etc).

Desde la empatía…

  • reconocemos la perspectiva del otro como su verdad
  • sentimos con la otra persona
  • reconocemos sus emociones
  • conectamos con ella a través de la conexión con algo nuestro que reconoce ese sentimiento
  • la acompañamos
  • sin hacer nada por cambiar su estado
  • sin juzgar nada

La SIMPATÍA también reconoce las dificultades de la persona interlocutora, pero en este caso quién simpatiza con el dolor ajeno trata por todos sus medios de proporcionar un sentimiento de confort, es decir, intenta que vea el lado bueno de las cosas y sacarla -por tanto- de ese estado.

Desde la simpatía…

  • una parte de nosotros se siente incómoda con la mala noticia o el problema y trata de salir de ahí
  • trata de mejorar las cosas aunque sea artificialmente
  • trata de poner algo positivo en todo el asunto que nos están compartiendo

Mientras la simpatía descubre que la persona sufre, la empatía puede sentir de algún modo ese dolor del otro, por tanto es más profunda que la anterior. La compasión se relaciona con la empatía, en la medida que reconoce una parte de uno mismo en el relato doloroso del otro: siente.

Obvio, hay ocasiones en las que nos comparten un problema y no sabemos qué decir. En estos casos, también se puede hacer un ejercicio de honestidad y agradecer al otro su confianza y señalarle que no sabemos muy bien qué decirle en ese preciso momento, pero queremos acompañarle en el proceso.

Una respuesta difícilmente mejora las cosas, lo que las mejora es la CONEXIÓN con el otro, el sentirnos acompañados en el proceso.

Te aconsejo ver este vídeo, de donde he sacado la mayor parte de la información para esta entrada de blog: EL PODER DE LA EMPATÍA

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Una propuesta para combatir la tendencia a la maldad en el ser humano

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Ilustración de Catrin Welz Stein tomada de: https://goo.gl/zK8xZ

Como ya adelanté en otra entrada de blog, el Dr. Philip Zimbardo llevó a cabo una de las investigaciones psicosociales más famosas de la historia, en los sótanos de la Universidad de Stanford, y a la luz de los resultados obtenidos se establecieron las bases de la maldad en el ser humano…(https://goo.gl/ly56EI)

la capacidad del ser humano para hacer daño a otras personas existe y ha existido siempre, de hecho las personas aparentemente buenas, o que siempre han tenido un comportamiento intachable, bondadoso y solidario pueden volverse completamente malvadas si se dan las condiciones adecuadas”

En lugar de sentirnos victimas de la maldad de otros, o de nuestras propias maldades, propongo que tomemos conciencia de lo que podemos hacer al respecto, para crear un entorno lo más ecológico posible y nutritivo para todos. Vamos a recoger una serie de consejos que proporciona el propio investigador para contrarrestar los efectos de esa inercia natural hacia la maldad, y que se resúmen en este decálogo que se presenta a continuación.

El decálogo «antimaldad» -según Zimbardo

Todas las actuaciones se concretan en acciones en primera persona:

1. Me he equivocado. Es conveniente reconocer los propios errores. Tratar de justificarlos es el primer paso hacia las conductas negativas. Frases como «lo siento» permiten, en cambio, seguir adelante, y evitan disonancias cognitivas.

2. Estoy atento. No dudemos en dar un toque de atención a nuestra corteza cerebral: los detalles importan. Sobre todo en situaciones nuevas que nos hacen especialmente vulnerables a influencias externas. Es importante desarrollar un poco el pensamiento crítico.

3. Soy responsable. Nada de eludir la responsabilidad de nuestros actos entre los miembros del grupo (amigos, trabajo…). Tú eres responsable de lo tuyo. Date cuenta que en un ‘juicio’ posterior no sirven pretextos como «sólo seguía órdenes» o «todo el mundo lo hacía».

4. Afirmaré mi identidad. El anonimato y el secretismo encubren la maldad y debilitan los lazos con los demás. Cuidado con los estereotipos, las bromas y las etiquetas: hacen desaparecer la identidad individual.

5. Respeto a la autoridad justa. Atención a los pseudolíderes y falsos profetas. Hay que distinguir entre la autoridad que merece respeto y la que no (aquí es importante echar mano de los valores). Y son los padres, los profesores y las autoridades quienes deben educar en valores y enseñar a diferenciar entre lo que es respetable y lo que no.

6. ¿Aceptado o independiente? Somos animales sociales: las relaciones nos benefician. Hay entornos, como la empresa o la escuela, donde la presión para actuar en equipo puede llevar a acatar normas que van contra del bien social. Sin embargo, para ser aceptado no hay que sobrepasar ciertos límites. En este aspecto, es necesario tener una buena educación en valores. El cuerpo siempre avisa sobre lo que es bueno y hace bien, y lo que es malo y hace mal. Eso siempre se sabe.

7. Atento a las formulaciones. No nos gusta tener un 40% de posibilidades de perder, pero sí un 60% de ganar. Ambas cosas significan lo mismo, pero la manera de percibirlo cambia en función de la formulación elegida. Cuidado.

8. No pensaré sólo en el presente. Vivir en el presente es importante, qué duda cabe, pero no hay que perder de vista los compromisos pasados (forman parte de la historia, condicionan) ni el futuro hacia el que nos encaminamos, y que no se debe perder de vista pues es de todos y para todos.

9. Seguridad sí, pero ¿a qué precio? Cuidado con la fórmula de Fausto: ante una supuesta amenaza, nos podemos ver tentados a sacrificar parte de nuestra libertad –personal o civil– a cambio de seguridad. Desconfiemos de quien la ofrece.

10. Puedo oponerme a la injusticia. Hay distintas maneras de hacerlo: por ejemplo, retirarse físicamente de una situación donde otro controle por completo la información, la recompensa o los castigos. Si es con ayuda, mejor: pidamos a otros que se unan a la causa.

Hasta aquí el decálogo antimaldad propuesto por Zimbardo. Si te interesa el tema, puedes ampliar información directamente en su web: http://elefectolucifer.blogspot.com.es

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Lidiar con la frustración no es fácil

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Imagen tomada de: https://goo.gl/HZJhAH

Dicen algunas teorías que tratan de explicar el origen de la violencia que la escasa tolerancia a la frustración puede ser un factor desencadenante de este tipo de conductas (véanse los estudios clásicos de la Universidad de Yale en 1938, realizados por Dollard, Miller y colaboradores). Sentir frustración puede llegar a ser muy desagradable, hasta el punto de poner en jaque nuestro bienestar y autoestima… y todo por un deseo que no se logra satisfacer. Puede estar relacionado con algo de tipo material, o con un afecto que no logramos alcanzar, o con la necesidad de que nos vean, de que nos reconozcan, etc. Puede vestir muchos ropajes, pero al final la sensación es la misma: no puedo. Y no siempre las causas de esta imposibilidad están bajo nuestro control, sino que no queda más remedio que aceptar que no todo está a nuestro alcance, y la vida sigue siendo perfectamente aceptable, aún con estas limitaciones.

Yo personalmente estoy convencida de que la frustración llama a todas las puertas, en diferentes momentos de la vida. Por tanto, en ese momento exacto en el que estamos contrariados… ¿qué podemos hacer con la frustración?, ¿meterla en una botella y lanzarla al mar en espera de una respuesta?, ¿o sencillamente nos la comemos con patatas? A veces es cuestión de practicar un poco la paciencia.

No existe una respuesta ideal, pero lo que está claro es que nos interesa aprender a gestionarla para que no gobierne nuestra vida. En ocasiones, el sólo hecho de compartir nuestro pesar con alguien cercano, mitiga en cierto modo ese desasosiego interno, esa rabia, esa desazón por lo que no es o no está.

No se puede tener todo lo que se desea, y además no siempre lo que deseamos es conveniente o saludable para nosotros, aunque en esto no se suele reparar demasiado.  De hecho, la escultura de nuestro carácter alberga muchos ‘noes’ y muchos ‘no puedo’ que muchas veces fueron pensados, aunque no siempre pronunciados. La sencillez y la humildad de una persona, incluso su generosidad están bañadas en las cálidas aguas de la frustración ya resuelta, ya madurada… a la que podemos llamar ‘frustración amiga’, pues nos ha enseñado a contemplar las circunstancias desde el ángulo más amable.

Una buena pregunta en estos casos…

“¿puede ser verdad que hay algo fuera de mi que puede hacerme feliz… aunque quizá ni lo tengo ni lo conozco?»

Como simples humanos atravesando una experiencia de piel, sentimientos y huesos… añoramos tener lo que creemos que otros tienen y les hace felices, lo que observamos e imaginamos –de cerca y de lejos- lo que esperamos que la vida venga a darnos, aún a pesar de todas las dificultades y sinsabores previos… y atribuimos un valor desmesurado a todas esas cosas que –en teoría- vienen a llenar nuestra vida.

La próxima vez que te pilles en un sentimiento de desánimo o desaire porque las cosas no salieron como tú querías, pregúntate qué esperas que te den las circunstancias, personas o situaciones que añoras, que tú no te sientes capaz de darte. Puede que a raíz de esta nueva pregunta, la frustración te suene a estación pasajera. Puede que a raíz de esta nueva pregunta, dejes de lamentarte. Puede que a raíz de esta nueva pregunta, el miedo desaparezca.

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

Adelgazar no es cuestión de contar calorías, es cuestión de motivación

Hay personas que al cabo del año prueban todo tipo de dietas, bien acompañadas por un profesional o por su cuenta y riesgo. Dietas hay como colores, muchas, como la dieta Dukan, la de los puntos, la de la piña, la de la azafata, la de la sopa quema grasa, etc. y sin embargo a veces es difícil seguirlas por la temida falta de voluntad.

¿Qué tendrá la fuerza de voluntad que a más de uno se le atraviesa?

Buena pregunta, considerarán muchas personas que achacan a esa falta, la de la voluntad, el hecho de abandonar su objetivo, dejando tras de sí una tremenda sensación de fracaso y culpa que se acumula en el baúl de las metas no cumplidas, para que cada nuevo intento sea más complicado y difícil de conseguir.

¿De verdad es tan difícil perder peso? ¿Tan inconsistentes somos las personas, tan débiles, tan torpes…? Yo no lo creo. Hay un ingrediente fundamental para ponerse manos a la obra y se llama MOTIVACIÓN:

Motivación en coaching es tener un motivo y pasar a la acción.

Hace unos meses un buen amigo malagueño compartió en su facebook un artículo que recién había publicado en su propio blog en el que contaba su experiencia relacionada con la pérdida de peso, y cómo había sido un proceso totalmente natural, sin un extraordinario acceso de fuerza de voluntad, y además -en su caso- sin dietas ni profesionales… nada de eso. Puedes leerla aquí: http://www.kamy.es/10-kilos-4-meses-guia-cuerpo/

Kamy –que así se hace llamar- inició un cambio de hábitos una buena tarde, tras mantener una conversación con una amiga.

“10 kilos es lo que he perdido en estos últimos 4 meses gracias a mi cuerpo. Y sin ningún tipo de dieta, nada de milagros, solo tomar consciencia de que lo necesitaba y que si no lo hacía por mi mismo, nadie lo haría por mi. Son 10 kilos que me han permitido ponerme pantalones y otra ropa que hace mucho que no me ponía. 10 kilos que ahora me ayudan a moverme mejor, a respirar mejor, a sentirme mejor. No ha sido una dieta, como ya he comentado, pero por supuesto que me he privado de algunos alimentos, bueno realmente no me he privado de nada, solo que ahora como menos, y hago más caso a mi cuerpo. A veces me pide comida pero sé que no la necesita de verdad, sino que es “la costumbre” que tenía hasta este momento”.

El poder de las palabras, de las buenas conversaciones con quiénes más nos conocen y nos aprecian… esas palabras que llegan como ‘hechas a medida’ para impulsarnos a dar un nuevo paso hacia nuestra salud y bienestar y, como no, hacia mejorar nuestra autoestima.

Kamy me dijo durante el transcurso de nuestra conversación que una pregunta interesante para hacerse y alcanzar esa motivación, ese motivo, es:

¿Cómo me sentía cuando estaba más delgado?

Kamy pesa 84 kg, y perdió 12 kg en solo 4 meses. Su secreto no fue contar calorías ni obligarse a prescindir de determinados alimentos en su dieta. Su secreto fue hacerse consciente de que había algo que lo estaba haciendo sentir mal, en su caso se cansaba, no tenia demasiadas ganas de salir y socializar (aunque no lo relacionaba con el tema del sobrepeso) y, como no, también percibía cierto desinterés respecto a intentar conocer a alguna chica que le gustara… y es que el físico también afecta a nuestro estado de ánimo y a nuestro autoconcepto; y Kamy no era ajeno a las consecuencias de llevar colgados unos kilos de más.

“Yo ni me comparaba ni me miraba con nadie. Digamos que tenia un problema y no lo veía

Para Kamy el punto de inflexión fue una conversación con una persona que tenia los mismos anhelos que él, simplemente una tarde se paró un poco y fue honesto consigo mismo, a través de las preguntas y observaciones de otra persona, y además tuvo la valentía de reconocer, no solo que le sobraban algunos kilos, sino que tenia un sobrepeso importante que le estaba afectando a nivel físico, emocional y social.

“Mira yo no sé cómo he logrado perder peso sin seguir una dieta específica. Lo único que te puedo decir es que tomé conciencia del lugar en el que me encontraba y cómo estaba afectando a mi vida personal, y me puse en marcha y me alegro un montón”.

Kamy afirma que aprendió a parar un poco para escuchar las señales de su cuerpo, por ejemplo cuando estaba lleno, cuando decidía optar por un alimento sano en lugar grasas y azúcares, como venía siendo costumbre en él, pues lógicamente el hábito hay que cambiarlo, sino no se sale de ahí. También se dio cuenta de que necesitaba actividad física, moverse un poco y salir del anquilosamiento. Recuerda sus años de deportista y no entiende cómo pudo abandonarse tanto en este sentido.

Adelgazar es una cuestión de cambio de hábitos y de pensar un poquito antes de ingerir un alimento determinado. Preguntarte ¿esto es lo que realmente quiero comer, lo que me apetece, lo que me va a hacer sentir bien el resto de la tarde y mañana por la mañana…?

“Ahora me siento más guapo, más joven y con más vitalidad… ¡y sin dieta! Solo aprendiendo a comer aquello con lo que hago feliz a mi cuerpo, con lo que le aporto fuerza pero a la vez ligereza. Todo el mundo sabe que si se come por ejemplo un donut, eso no le aporta vitalidad sino que satisfice un capricho que ni le va a quitar el hambre ni le va a reporter satisfacción al rato de habérselo comido”

La mente es una máquina perfecta para crear excusas, por eso el mejor momento para comenzar a cuidarse es ahora mismo, justo ahora que estás leyendo esta entrada de blog.

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Foto de Kamy

Autora: Inmaculada Asensio Fernández

 

Acepta que has perdido y pasa página

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Imagen tomada de: https://goo.gl/EX1IKw

Reflexionar sobre el sentido de dejar atrás viejos deseos, malos humores, sensaciones de fracaso, abandono o rechazo, que nos quitan las ganas de volver a intentarlo, de perseguir una ilusión con la misma fuerza de siempre,  con la misma convicción… de eso se trata, de pararnos un momento y de mandar varias preocupaciones . como se suele decir- al ´registro general´, o a la ´papelera de reciclaje´.

Hay veces que hay que cerrar la puerta y abandonar toda forma de cabezonería. Si no te quiere, pues no te quiere. Si no te han dado ese trabajo, pues no te lo han dado. Si tus amigos no te llaman, pues no te llaman. Si te has partido una pierna, pues te la has partido y punto.

¡¡¡Más se perdió en la guerra!!!

Hay un momento en el que hay que gritar ¡hasta aquí! y comenzar a caminar con la cabeza bien alta. Nadie va a hacerlo por ti, nadie puede hacerlo por ti.  

Hay veces en las que se nos antoja que no tenemos suerte, que los demás no nos han tratado como esperábamos, no nos han valorado lo suficiente, deberíamos tener estas o aquellas condiciones -todas menos las que ahora tenemos… pero, ¿qué conseguimos con todos esos pensamientos y pesares?  Quizá sin darnos cuenta nos anclamos a la misma situación y sentimientos de los que deseamos zafarnos: de la rabia, la desesperanza, el rechazo, el desprecio, el vacío, el desamor…

Vamos a ver, ¿en qué libro está escrito que todo tiene que ser como yo deseo y en el momento exacto que lo deseo? No tiene por qué serlo, de hecho se dan muchas situaciones en las que nuestras ilusiones y esperanzas se ven truncadas.

La buena noticia, a pesar de todo, es que la vida no se detiene y que, superada la decepción inicial y haciendo un esfuerzo por despedirnos de aquello que nos ha hecho daño o no funciona de la manera que esperamos, nos puede abrir a otro modo de entender y afrontar la vida. Una manera más humilde, más llana, más en sintonía con el resto, más centrada –quizá- en el nosotros, y menos en el YO.

“Una vida más centrada en el NOSOTROS, y menos en el YO”.

¿Recuerdas haber visto a un pájaro, un elefante o una ballena preocuparse durante horas, días, semanas, meses… porque algo no aconteció como esperaban? Lo más normal es que no. Los animales tienen que resolver las contingencias del momento para continuar con vida. Nosotros, sin embargo, estamos más en la mente y menos en el corazón, y esto puede llegar a convertirse en un gran problema.

Al final la vida, con toda su sabiduría, nos va llevando por el camino de las despedidas, para enseñarnos que no hay que vivir tan apegados a la euforia del reconocimiento y el éxito… a la vanagloria, al esperar que todo sea como yo quiero.

Por este motivo, esta misma vida que nos regala dones y virtudes varias, nos prepara para ir despidiéndonos de muchas personas, bien porque fallecen, bien porque dejan de formar parte del elenco de personas cercanas de nuestra vida. También nos prepara para despedirnos de nuestro aspecto lozano y joven, posteriormente del aspecto maduro, y finalmente nos prepara para la senectud y la muerte.

No pierdas ni un día más en lamentaciones y  quejas sobre cuestiones más que manidas de tu vida.

Quita ya de una vez por todas el mismo tema dedicado del pinchadiscos que llevas escuchando durante meses…  sal a vivir lo mucho o poco que te queda.

Como siempre, nos conviene tener en cuenta que es bueno no hacer daño a nadie, y también es bueno aprender a amarnos incondicionalmente. Mi teoría es que amando y ayudando a los demás, todo ese amor se hace visible sin esfuerzo alguno.

El mejor antídoto a los sinsabores: EL BUEN HUMOR. Ya lo dice la famosa fórmula:

DRAMA+TIEMPO=COMEDIA

Autora: Inmaculada Asensio Fernández